Desde el comienzo de la invasión rusa activistas del Sindicato Independiente “Zakhist Pratsi” forman parte de la resistencia. Desafortunadamente, hemos tenido que lamentar la muerte de nuestro colega minero de la región de Volýn, Alexander Agafonov. Al mismo tiempo, también hay camaradas de la Liga Socialista Ucraniana (LSU) que luchan en el frente y otros que se vieron obligados a abandonar sus hogares y exiliarse en distintos países. Aquí reproducimos algunas de sus historias de vida.
Oleg Vernyk
La invasión que se inició el 24 de febrero de 2022obligó a millones de ciudadanos a buscar la salvación fuera de Ucrania. Independientemente de su deseo, muchos jóvenes, junto con sus padres, terminaron en el exilio. Varios camaradas, activistas de la LSU, también terminaron fuera del país. Cada uno tiene su propia historia personal, sus propios problemas de resolución, sus éxitos y fracasos. Es muy difícil resumir estas historias personales, sacar conclusiones generales e identificar tendencias en común. Pero este artículo no pretende hacerlo. Aquí se mostrarán notas personales, pensamientos, opiniones de nuestros camaradas. Terminaron en países completamente diferentes en Europa y América. Se encontraron en un entorno totalmente desconocido y se enfrentan a problemas de vida inéditos para ellos.
El sistema capitalista es rígido en todas partes, y para los emigrantes a menudo muestra su inhumanidad de la manera más flagrante. Y al mismo tiempo, nuestros camaradas notan que la gente común en los países en donde terminaron, por regla general, es muy amigable con los refugiados ucranianos, intentan mostrar su sincera solidaridad con quienes se vieron obligados a abandonar su país, salvando sus vidas…
Vladímir (Odesa)
Vladimir tiene una de las situaciones más difíciles. Terminó en Eslovaquia. Ni siquiera tuvo tiempo de hacer una pequeña entrevista. “Ni siquiera tengo tiempo para escribir porque no tengo fuerza, trabajo todo el tiempo”. Va a trabajar por la mañana y vuelve a dormir por la noche. Tuvo que conseguir un empleo como trabajador en una empresa de producción agrícola de vino. Es un duro y agotador trabajo manual, con un salario de 900 euros al mes que resulta insuficiente. El aliciente es que se le proporcionó alojamiento gratuito. Vladimir señala que los eslovacos comunes son muy amistosos con los refugiados ucranianos. Cuando se estaba completando el trabajo de este material, Vladimir se vio obligado a dejar su empleo y ahora está buscando uno nuevo. Pero no se desanima. Le deseamos que encuentre un nuevo trabajo y sobreviva en esta nueva y difícil situación para él.
Mijailo (Mariúpol)
Es difícil hablar de los habitantes de Mariúpol, que fue literalmente arrasada durante muchos meses por los invasores rusos. Muy pocos residentes de la ciudad pudieron escapar del infierno. Mijailo tiene suerte. Él y su familia escaparon milagrosamente de la ciudad rodeada y terminaron en Suiza. En este país tan caro para vivir, las ayudas sociales a los refugiados ucranianos son relativamente pequeñas. Mijailo tiene que trabajar como profesor de varios idiomas para refugiados ucranianos y jóvenes suizos, y al mismo tiempo lograr estudiar en una universidad local. Mijailo escribe que ahora es bastante difícil para muchos ucranianos adaptarse a Suiza, precisamente por la barrera del idioma. Y muchos tampoco están satisfechos con las leyes y los retrasos burocráticos. Sin embargo, según Mijailo, es bastante fácil con el empleo, los salarios en Suiza son bastante sólidos. También es bastante fácil registrarse como “comerciante único”. La población local en Suiza es relativamente neutral ante la situación de los emigrantes forzados, aunque a veces la actitud hacia los ucranianos también es mala. Mijailo tuvo que escuchar de un suizo de habla alemana que le dijera untermensch (infrahumano). Y también escuchó frases de maestros de su institución educativa: “Debes olvidar el idioma ucraniano”, “Ucrania es Asia” y “el idioma ucraniano generalmente da un poco de miedo, el francés es más hermoso”. Se proporcionan apartamentos o viviendas sociales a los refugiados ucranianos, pero hay una burocracia muy grande con los documentos y hay que viajar largas distancias desde el lugar de residencia al trabajo y al sitio en donde se encuentran las instituciones burocráticas de las que dependen en gran medida los migrantes.
Petro (Kiev)
Petro representa una cierta excepción a la situación general. Terminó en Francia mucho antes del comienzo de la agresión rusa. Y prácticamente ya se ha adaptado a la vida de los jóvenes franceses medios y vive en parte a expensas de sus padres, que también están en Francia. Mientras estudia en la universidad, Petro también recibe un subsidio sobre una base económica de pobreza de 250 euros al mes. Pero esto no es suficiente y en el verano tiene que ganar dinero extra de vez en cuando como mensajero de Uber. El trabajo de los padres de Peter es inestable y sus ganancias no son suficientes para él y su familia. En Francia, emigrantes y personas sin título de residencia no son contratados para la mayoría de los trabajos formales porque el empleador requiere documentos. Así que tienes que trabajar como jornalero en arduos “trabajos sucios”, en donde pueden retrasar el pago de los salarios o no pagarlos. Y hay muchos casos así.
Petro escribe: “Debido a la inestabilidad y el arreglo generalmente difícil, aquí en Francia hay problemas muy grandes y es imperativo tener amigos o familiares ya instalados. Para que los familiares o conocidos al principio pudieran albergar a las personas que llegaban y prestarles dinero de vez en cuando. Después de todo, los migrantes y refugiados a menudo no tienen salarios, pero tienen muchas deudas. Los bancos franceses no otorgan préstamos sin prueba de residencia permanente. Así que tienes que vivir en apartamentos alquilados. Digo esto como alguien que llegó aquí antes de la invasión. Ahora parece más fácil para los ucranianos asentarse, porque los primeros meses de su estancia en Francia otorgan algunas ayudas a los refugiados, pero, por desgracia, todo termina muy rápido”.
Petro también señala que las condiciones de vida están lejos de ser las mejores para los migrantes comunes, especialmente en París. Hay que alquilar viviendas en las zonas más pobres de la ciudad -por ejemplo, el noreste de Saint-Denis- o en las afueras del este de los suburbios parisinos, el llamado gueto. Las habitaciones son muy pequeñas, el precio de un apartamento de dos habitaciones puede alcanzar los 1.100 euros al mes. Pero la mayoría de los migrantes ucranianos intentaron previamente ir a París, porque hay más trabajo y es más fácil encontrarlo.
Ahora los refugiados ucranianos han comenzado a distribuirse en varias ciudades de Francia en donde hay centros de acogida. Petro señala que los franceses comunes en general son amistosos y tratan a los ucranianos con simpatía y tolerancia. Pero, a veces, hay prorrusos que etiquetan a todos los ucranianos como nazis, lo cual es muy desagradable.
“El gobierno burgués francés trata a los migrantes y refugiados ucranianos como un buen recurso laboral, los considera ‘trabajadores agrícolas confiables’ en comparación con los trabajadores de otras nacionalidades. Debo decir que la policía revisa los documentos de los ucranianos y de los migrantes europeos con poca frecuencia. La posibilidad de ser ‘controlado’ por la policía es significativamente mayor para una persona de piel negra o rasgos del Medio Oriente”.
“El Estado francés otorga permisos de residencia a los migrantes ucranianos con gran esfuerzo y retraso. Aquí hay una gran burocracia, porque necesitas reunir muchos documentos y vivir en el campo durante cinco años. Además, se necesita al menos otro año para pasar por todos los círculos del infierno burocrático para, finalmente, obtener el derecho a la residencia permanente. Bueno, hasta ese momento estás absolutamente impotente en Francia y sujeto a la explotación más despiadada”.
Petro escribe: “Siento que aquí estoy aislado de mi proletariado y que no estoy en mi propio entorno. Aunque a nivel universitario siempre encontraré ideas afines entre los estudiantes y la intelectualidad local, pero hasta ahora no tengo conexión con los proletarios de Francia. Estoy pensando en empezar a trabajar activamente en el movimiento obrero socialista ya en Ucrania, adonde volveré después de terminar mis estudios universitarios en Francia”.
Nikita, Balakleya (región de Jarkiv)
Es muy difícil para mí agregar algo a la historia de la camarada Nikita. Quiero ofrecer su historia directamente de primera mano. “Mudarse resultó ser un gran problema, desde afuera puede parecer un cambio de escenario y una oportunidad de visitar otro país, pero en realidad todo es mucho más trágico… Imagina que te obligan contra tu voluntad a dejar tu casa, tus amigos, tus aficiones y tus estudios. Te ves obligado a viajar al extranjero, con el problema de no saber el idioma, la falta de reservas de efectivo y un miedo elemental a lo desconocido”.
“Por supuesto, no quería irme, pospusimos la mudanza tanto como fue posible, hasta el final. Durante tresmeses viví bajo la ocupación de los rusos en la línea del frente, pero las constantes batallas y disparos de artillería hacían imposible la continuidad allí. El comportamiento de las tropas de ocupación y la ausencia total de cualquier trabajo me obligaron a mudarme. El colmo para nosotros fue el momento en que un DPR (pro-ruso) muy borracho apuntó con una ametralladora a mi padre y, en un delirio de borracho, comenzó a pedir vodka… Finalmente, todo salió bien, pero se mantuvieron el miedo y un desagradable sabor amargo… Nuestra elección recayó en los países bálticos, ya que mucha gente aquí todavía habla ruso. Esto es un vestigio de la ocupación soviética, pero nos ayudó mucho a instalarnos”.
“Al principio nos pagaron pequeños subsidios y nos dieron vivienda a expensas del Estado, durante los primeros cuatro meses y tuvimos que buscar trabajo. En el lado negativo, puedo señalar que una mano de obra altamente calificada aquí se convirtió en un proletariado de segunda clase, debido a la falta de conocimiento del idioma o al boicot de las certificaciones ucranianas por parte de las autoridades locales y los empleadores. Yo personalmente vi cómo antiguos ingenieros, oficinistas, jefes de mecánica se convertían en montadores, cerrajeros y cajeros, quienes, además, eran tratados mucho peor que especialistas lituanos similares. Esto se reflejó en el nivel de ingresos, menos respeto de la gerencia y menos perspectivas de avance profesional”.
“Además, es un gran inconveniente la diferencia de mentalidad. Para muchos refugiados ucranianos, el ‘estilo de vida europeo’ simplemente no funciona. Hay diferencias en el comportamiento, la cultura del pensamiento en cuestiones de ética y moralidad: es muy difícil acostumbrarse a todo esto cuando has vivido toda tu vida en Ucrania”.
“La población local, de hecho, tiene opiniones políticas muy diversas. Algunos apoyan a Ucrania en la lucha contra la ocupación rusa, otros siguen siendo “rashists” (partidarios del imperialismo ruso) latentes que sienten mucha nostalgia por los tiempos del ‘pasado soviético’. Pero ambos están insatisfechos con los pagos sociales que asigna Lituania para ayudar a los refugiados ucranianos, lo que en sí mismo es un completo absurdo. Después de todo, incluso nuestra familia pagó tantos impuestos al presupuesto lituano el año pasado que cubren por completo todos los costos de las ayudas sociales a los refugiados ucranianos”.
“El gobierno lituano ha tomado una posición de apoyo militar incondicional a Ucrania, y a nosotros, los refugiados ucranianos, nos complace darnos cuenta de ello. Pero, por otro lado, esta decisión se debió más al temor de la burocracia local frente al agresor ruso que a una profunda simpatía por el pueblo ucraniano en la lucha por su autodeterminación. Al menos así veo yo la situación…”
Iván (Kiev)
Nuestro compañero Iván se las arregló para ir a estudiar a la Universidad de Canadá en una situación muy difícil. Es difícil adaptarse a la otra mitad del mundo. Iván apunta a la “insensibilidad de la burocracia universitaria”. También existe desorden en el transporte, el autobús pasa con poca frecuencia y a veces es muy difícil averiguar la ruta. “Me siento en mi dormitorio frente a la computadora, voy a la universidad para tomar clases, a veces salgo a la ciudad”. Iván también señala que Canadá se considera relativamente un “país social” y tiene una serie de programas sociales, “Pero cubren sólo a una pequeña parte de la población. A menudo hay que ver en las calles a personas desfavorecidas, a pesar de toda la riqueza del país y el relativo desarrollo de la asistencia social. Las injusticias de todo tipo se sienten particularmente agudas contra los pueblos indígenas de Canadá”.
Yegor (Kiev)
Se unió a nuestra organización, la LSU, sección de la Liga Internacional Socialista (LIS). Literalmente, unos días antes de la guerra se fue a Polonia y luego pudo transportar a sus padres a Varsovia. Yegor sabe varios idiomas y pudo conseguir trabajo como profesor en una escuela de inglés.En Varsovia respondió gustosamente a ayudar a traducir reuniones de la LIS del español al ucraniano.
Historias diferentes… Destinos diferentes… Nuestros camaradas tienen situaciones muy distintas… Sin embargo, todos arden en deseos de regresar a Ucrania después de la guerra y continuar la lucha socialista en su patria. Ahora se enfrentan a la prueba más difícil de sus vidas. Pero ninguno de ellos se quebró. Nadie abandonó sus ideales socialistas. Coraje y éxito, ¡juntos venceremos!