Las autoridades de la Unión Europea, Alemania, Francia y el Reino Unido son la avanzada reaccionaria proisraelí. Han prohibido manifestaciones y realizan detenciones a quienes apoyan al pueblo palestino, acusándolos de “antisemitas” y “terroristas”. En Londres la movilización pasó masivamente por encima de los designios de “Su graciosa Majestad” y del millonario y ultraderechista primer ministro Rishi Sunak del partido conservador.
Por Roni Turus – LIS Reino Unido
El establecimiento del Estado de Israel en 1948 se basó en el objetivo de desplazar a los palestinos de sus tierras nativas. Este esfuerzo recibió asistencia sustancial y apoyo militar directo de los países occidentales, lo que resultó en la expulsión de cientos de miles, sino millones, de palestinos de su tierra natal. El objetivo principal del Estado israelí ha sido la expulsión de los palestinos de sus propias tierras. Si uno observa de cerca las declaraciones públicas de numerosos portavoces israelíes, nunca los oirá mencionar la palabra «Palestina». En cambio, todos utilizan consistentemente el término «árabes». Su razonamiento es que no existe un pueblo palestino distinto ni un país reconocido conocido como Palestina.
La situación actual brinda a los sionistas la oportunidad de eliminar permanentemente a los palestinos y borrar el concepto de Palestina de la memoria y de los mapas. Los países occidentales han brindado un apoyo inquebrantable y proporcionado recursos militares a Israel. Muchas potencias occidentales, agobiadas por la culpa del Holocausto, parecen estar intentando expiar sus pecados pasados con el sufrimiento de los palestinos. Sin embargo, permanecer en silencio y observar desde la distancia no es exclusivo de las potencias occidentales. La mayoría de los países del Medio Oriente carecen del coraje para defender la causa palestina. Países como Turquía, Egipto, Jordania, Arabia Saudita y otros pueden expresar su condena de las acciones israelíes, pero continúan participando en el comercio, los vuelos y manteniendo comunicación con las embajadas israelíes. Un proverbio común en Medio Oriente resume este sentimiento: «Los árabes son leones, pero los leones son guiados por burros».
El ejército israelí está bombardeando intensamente Gaza desde el aire con la aparente intención de exterminar a tantos palestinos como sea posible. Además, su objetivo es garantizar que no queden en pie estructuras, refugios, túneles, hospitales, escuelas o calles antes de que comience una invasión terrestre. Esta estrategia recuerda las acciones de Ariel Sharon, el «carnicero de los palestinos», que ordenó la invasión de Beirut en 1982. Se observó que el ejército israelí enfrentaría una resistencia significativa si la batalla se llevara a las calles de Beirut. La orden de invadir Beirut fue archivada porque se advirtió que el Estado sionista habría perdido una gran cantidad de soldados.
Esta lección se reafirmó en 2009 cuando el ejército sionista lanzó un ataque terrestre contra Gaza que le causó grandes pérdidas. El Estado israelí, motivado por sentimientos racistas, está decidido a minimizar la resistencia a su ocupación. Están demoliendo Gaza sin piedad, mientras el resto del mundo observa cómo se desarrolla esto en sus pantallas de televisión.
La resolución de este conflicto no vendrá de Estados Unidos, Reino Unido, Egipto, Arabia Saudita, Turquía ni ningún otro gobierno. Sólo puede detenerse mediante los esfuerzos colectivos de los palestinos y sus aliados, incluida la clase trabajadora, los sindicatos, los grupos oprimidos y los militantes socialistas. Esto se puede lograr estableciendo una campaña de solidaridad masiva que incluya el boicot al apartheid y al Estado racista de Israel.
La reciente protesta en Londres el 21 de octubre sirve como indicación de que la gente está dispuesta a salir a las calles y exigir el fin del apoyo incondicional de su gobierno a Israel. La marcha involucró a un número significativo de participantes, con estimaciones que oscilaban entre 150.000 y hasta 300.000 personas. Varios sindicatos, entre ellos RMT, UCU, Unite, Unison, PCS y NEU, se unieron a la manifestación. Decenas de miles de estudiantes, profesores de escuela, profesores universitarios, trabajadores postales, bomberos, enfermeras uniformadas y médicos vestidos de hospital, junto con activistas socialistas militantes que demostraron coraje y energía inquebrantables, hicieron que esta manifestación fuera distintiva.
Este momento es una oportunidad para que los sindicalistas, trabajadores y militantes de izquierda, socialistas y militantes movilicen su influencia, no sólo para expresar solidaridad con los palestinos sino también para desafiar a sus propios gobiernos. Otra Nakba (catástrofe) no sólo resultaría en la aniquilación del pueblo palestino, sino que también allanaría el camino para que gobiernos represivos criminalicen, prohíban y persigan a quienes abogan por una sociedad más justa, igualitaria y socialista.