Es difícil tener una opinión clara que consista en decir sí o no a los golpes de Estado por la sencilla razón de que ¡ha habido varios tipos de golpes de Estado en África!
Por H-Alpha Traore Presidente de la Juventud de la Revolución Democrática Africana (JRDA) del Partido Democrático de Guinea de la Agrupación Democrática Africana PDG-RDA
Lejos de mi intención defender un golpe de Estado aquí y rechazar otro allá. Es mi deber situar cada golpe de Estado en su contexto real, para que cada cual pueda hacer su propia elección o análisis y añadir la pieza que considere que falta en el rompecabezas.
Llegados a este punto, conviene recordar que África, nuestro continente, ha conocido hasta hoy tres tipos de golpes de Estado.
1. Los golpes de Estado urdidos por el imperialismo o los colonialistas contra los pueblos africanos
Los golpes de Estado urdidos contra los pueblos africanos desde los albores de la independencia no fueron más que la reacción del imperialismo para cuestionar efectivamente la soberanía y las perspectivas de emancipación de la inmensa mayoría del continente africano, pero también para demostrar la incapacidad de nuestros Estados a través de la inestabilidad que provoca, para demostrar que nuestros pueblos, los pueblos africanos, se equivocaron al tomar en sus manos su soberanía y sus designios.
Hay que reconocer que el imperialismo, con su rápida reacción, ha conseguido recuperar el control de la mayoría de nuestros Estados en ese momento: ¡basta con ver Togo, donde África registró su primer golpe de Estado en enero de 1963, que frenó y desorientó inmediatamente a esta joven nación! Lo mismo puede decirse de otros Estados como Dahomey, hoy Benín, que sufrió su primer golpe de Estado en noviembre de 1965; la República Centroafricana en diciembre de 1965, el Alto Volta en enero de 1966, Nigeria y Ghana en el mismo año, por citar sólo algunos.
No hace falta decir que estos golpes de Estado contribuyeron a ralentizar o incluso detener el impulso progresista de estos países. Peor aún, a la cabeza de todos estos países, el imperialismo ha estado representado por apátridas a su sueldo y ha instaurado este sistema de democracia viciada que yo llamo demonocracia[1], ¡porque contiene todas las formas de libertinaje y envilecimiento que conducen al segundo tipo de golpe de Estado comúnmente conocido como golpe constitucional!
Estos tipos de golpe de Estado merecen ser condenados con la máxima energía por un revolucionario que debe, a través del pueblo y de todas las masas trabajadoras, preparar una réplica instantánea, como nos enseñaron nuestros predecesores cuando aprendieron las lecciones de los golpes de Estado anteriores en todo el mundo, particularmente en América Latina, en la Ghana de Kwame Nkruma, en todas las oscuras masacres de Nigeria, en las del Congo de Patrice Lumumba, en el asesinato del capitán Thomas Sankara, etc.; por nombrar sólo algunos, y han trabajado toda su vida para poner en marcha respuestas populares, coordinadas, instantáneas y eficaces.
2. Golpes de Estado “constitucionales”
Este otro tipo de golpe de Estado, al igual que el primero, es igual de antipopular y perpetrado contra el pueblo por presidentes “elegidos democráticamente” que el imperialismo designa para defender sus intereses. Una vez finalizado su mandato, normalmente se ven obligados por su supuesta democracia a entregar el poder para mantenerse en él; algo que comprendemos perfectamente, ya que en sus cargos, a riesgo de tener que dar la cara por su catastrófico balance y ante el temor de ser juzgados por el pueblo, tienen que mantenerse en el poder.
En esta categoría se encuentran Paul Bya, de Camerún; Alassane Ouattara, de Costa de Marfil, y Alpha Condé, de la República de Guinea, por citar sólo algunos. Estos dirigentes sinvergüenzas han manipulado y modificado constituciones, han obtenido ganancias ilícitas a costa del pueblo, han comprado las conciencias de la gente para poder mantenerse en el poder en beneficio de sus propios intereses egoístas y, lo peor de todo, ¡han desorientado a la juventud del continente, nuestro continente, la juventud africana!
Estos esbirros a sueldo exclusivo del imperialismo confiscan los poderes del pueblo en beneficio de un grupúsculo al que ni siquiera pertenecen, ¡y siguen mintiendo y manipulando a las masas populares! Pero como decía el camarada responsable Ahmed Sékou Touré: “Se puede engañar a un individuo y a una parte del pueblo por un momento y todo el tiempo, pero en cuanto a todo el pueblo, sólo se le puede engañar por un momento, pero nunca todo el tiempo”. Éste descubrirá la verdad y se dará cuenta de la manipulación, el engaño y el falso fingimiento del que ha sido víctima todo este tiempo; puedo asegurarles con certeza que, a partir de ese momento, ¡nada ni nadie podrá detenerlo! Y esto es seguro: ¡por poderoso que sea el poder de fuego de los reaccionarios, por complejas que sean sus estrategias de desestabilización, ya no podrán detener la marcha de los pueblos conscientes en lucha!
Hoy no hace falta un dibujo ni una tabla para comprender que la inmensa mayoría del continente africano se encuentra en esta última fase, que llamamos la reacción del pueblo al gobierno de los reaccionarios.
3. Reacción del pueblo al gobierno de los reaccionarios
Este tercer tipo de golpe de Estado difiere de los dos anteriores en sujeto y objeto.
Este otro tipo, a diferencia de los otros dos, está protagonizado por el pueblo, que, como hemos dicho, llega un momento en que no puede más, rechazando las realidades con las que se ve confrontado, realidades por supuesto queridas y cuidadosamente preparadas por el imperialismo y el neocolonialismo con el único objetivo de sacar la mejor tajada del partido; ¡realidades por simples y básicas que los reaccionarios y apátridas convierten en místicas para engañar al pueblo! Pero como hemos dicho, una vez que se quiten las máscaras y se den las condiciones objetivas, entonces la reacción de los pueblos será tan espontánea y tan brutal en todas partes y en todo momento que se preguntarán cuál de sus partes se ha vuelto defectuosa.
Alpha Condé de la República de Guinea y su gobierno no nos dirán lo contrario, ¿lo harán Mohamed Bazoum de Níger y su gobierno? ¿Y Burkina Faso o Malí? Por nombrar sólo algunos.
Estos tránsfugas neocolonialistas han sido culpables de la más alta traición contra sus pueblos, y en algún momento los pueblos decidieron naturalmente tomar su destino en sus propias manos, ¡de ahí la multiplicidad de golpes de Estado en África en los últimos tiempos!
Sin embargo, aunque estos golpes de Estado sean la expresión de una voluntad popular, ¿debemos apoyarlos o combatirlos?
Como patriotas, revolucionarios, socialistas y amigos del pueblo, para no encontrarnos en la tesitura de tener que elegir entre un buen golpe de Estado y uno malo, debemos evitar a toda costa los golpes de Estado, ¡porque en cualquier caso son un freno para el desarrollo de una nación!
No perdamos de vista que, en la mayoría de los casos, los golpistas populares tienen todas las condiciones objetivas, pero carecen cruelmente de condiciones subjetivas, de dominio o incluso de conocimiento de los sistemas; ¡porque carecen de formación ideológica y, por tanto, de conciencia revolucionaria!
Por eso es deber de todos los militantes de la Revolución Socialista, de todos los pueblos progresistas, armarse con el arma más formidable, la formación política, ideológica, científica y técnica, ¡y con el deseo más ardiente de rehabilitar la historia africana, de salvar el África de hoy y de servir al África de mañana!
Por último, debemos movilizar y unir a todas las fuerzas revolucionarias progresistas, y prepararnos en todos los campos para poder controlar nuestros sistemas y prevenir a África de cualquier forma de golpe de Estado, ¡así debe ser la posición de un revolucionario!
[1] Imperio de un demonio.