Nuevamente sin convenio: luego de largas confrontaciones, el sindicato y la patronal no llegaron a ningún acuerdo para el sector durante la última negociación colectiva del año en Hamburgo. Una solución podría haber marcado la pauta para las futuras paritarias a nivel nacional. Aun así, la clase obrera no se rinde.
Por Carolina Menéndez Trucco
Faltantes de productos, estanterías vacías y empleados de paro en grandes cadenas de supermercados, entre otras tiendas, de varios Estados federados. Días antes de la Navidad así se encontraba el mercado minorista en toda Alemania. En pleno invierno europeo, alguien podría haberse preguntado: ¿es Coronavirus otra vez? Sin embargo, esto no tiene nada que ver con las perturbaciones en las cadenas de suministro provocadas por la pandemia o las consecuencias de la guerra. El devenir de las protestas y los cuellos de botella en las entregas era de esperarse por otras razones, ya lo había anticipado la organización sindical meses antes frente a la inflexible posición de la patronal. Después de repetidas huelgas durante meses y 60 rondas de negociaciones colectivas infructuosas entre la Asociación Alemana de Comercio Minorista (HDE) y el sindicato Ver.di (Sindicato de Servicios Unidos), la patronal puso una fecha límite: el 28 de diciembre de 2023 en Hamburgo como última oportunidad de acercamiento.
Tras una pausa de una semana, las discusiones comenzaron por la mañana de dicho jueves. El hecho de que horas más tarde las tratativas continuaran se tomó al principio como una señal positiva, pero al final culminó en otra nueva decepción. La ciudad portuaria y rica termina el año con malas noticias para la clase trabajadora del sector minorista. Si bien el acuerdo sólo iba a afectar a la zona arancelaria de Hamburgo, el compromiso podría haber servido como modelo para futuros acuerdos en los 14 distritos de negociación colectiva de todo el país, en los que se ha luchado por salarios más altos durante más de ocho meses. La patronal consideró la ronda como “la última oportunidad para un acuerdo este año”.
Pero la clase trabajadora no baja los brazos. Ante la imposición de plazos y tarifas, la dirigente del sector minorista en el Comité Ejecutivo Federal de Ver.di, Corinna Groß, aseguró: “¡No aceptamos dictados arancelarios!” Por lo tanto, ahora sólo es posible llegar a una conclusión si hay una mejor oferta patronal.
Una disputa de larga data
El conflicto en el comercio minorista se prolonga desde hace tiempo. Los empleados del sector llevan meses luchando y haciendo huelga por salarios más altos. Muchos empleados ganan actualmente poco más que el salario mínimo. El sindicato exige, entre otras cosas, al menos 2,50 euros más por hora en todas las regiones y un plazo de un año. Dependiendo del Estado federado, existen requisitos adicionales. Los empresarios dicen que ofrecen un buen aumento salarial del 10% repartido en dos años. Pero según Ver.di, esto sólo supondría un aumento de 1,04 euros en 2023. “Basado en un mandato de dos años, sólo sería 1,78 euros. Esto no es ni la mitad de lo que los empleados exigen para llegar a fin de mes durante la crisis”, criticó Silke Zimmer de la junta ejecutiva federal del sindicato.
Durante las negociaciones en Hamburgo, Ver.di y la Asociación de Comercio del Norte (la patronal local) no pudieron llegar a un acuerdo. Según la Asociación Alemana de Comercio Minorista (HDE), las negociaciones fracasaron de nuevo “debido a las ideas exageradas del sindicato”. Mientras que Ver.di acusó a la otra parte de no haber mejorado su oferta anterior. “Los empleadores no se han movido, eso significa una pérdida de salario real para los empleados”, dijo el sindicato. ¿Qué queda entonces tras esta ardua disputa salarial, aparte de estantes vacíos y un Papá Noel con menos peso en su espalda? Para poder lograr un acuerdo más justo, probablemente el 2024 comience con más protestas en los comercios de todo el país…
La política en escena
Con pocas palabras y media sonrisa, el canciller socialdemócrata Scholz ha pedido en su paso por el último Congreso Federal de Ver.di una postura clara contra el populismo de derecha. Un mes después, se estrechaba la mano con la primera ministra de ultraderecha de Italia, Giorgia Meloni, en la Cancillería alemana. Sin dudas no basta con pregonar la lucha contra la derecha si luego se mantienen relaciones diplomáticas con aquellos mismos, incluso con Estados genocidas como el de Israel.
Pero lamentablemente el asombro a veces pareciera infinito. “Es una buena señal que hayamos mejorado la seguridad del Estado de bienestar en Alemania en estos tiempos”, afirmó Scholz en el congreso del sindicato. Ahora bien, el Estado de bienestar devastado tras la pandemia, la crisis presupuestaria, la política de austeridad del gobierno y los recortes sociales que han dejado a tantos desprotegidos en las calles no aparecen en la balanza del canciller.
Prueba de fuerza
La dirección burocrática-reformista de los grandes sindicatos, muchas veces está más cerca de las patronales que de los trabajadores en las negociaciones. La Federación Alemana de Sindicatos (DGB), la organización paraguas que abarca ocho, entre ellos Ver.di, debería dar más señales actuando a favor de toda la clase obrera. La consulta y decisión democrática de las bases, la movilización consecuente por los reclamos, la solidaridad y la coordinación con otros sectores en lucha, ayudarán a desarrollar un ala sindical combativa.
En un contexto inflacionario, los salarios justos son un derecho fundamental. En el comercio minorista alemán en particular, ya que es un ámbito en el que las condiciones laborales suelen ser más precarias. Por ello mismo, es estratégico que el movimiento obrero juegue un rol cada vez más sólido. Solo habría que echar un vistazo a sus grandes luchas desde el 1º de mayo a las recientes del sector automotriz estadounidense para recordar el poder de la clase trabajadora. En Alemania, el comercio minorista sigue de pie.