Julian Assange, que lleva casi 14 años en cautiverio en el Reino Unido, aún debe esperar varias semanas más para saber si es extraditado a Estados Unidos o puede recurrir su caso ante la Justicia inglesa.
Por Flor Salgueiro
El dictamen de la justicia británica
El Alto Tribunal de Londres dictaminó, hace pocos días atrás, que Assange puede volver a apelar su extradición a Estados Unidos. Su entrega también la puede detener el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo o un acuerdo de última hora con el Departamento de Justicia estadounidense. Aunque la decisión del tribunal británico es ambigua, le permite a Assange ganar tiempo, a la vez que obliga a que la Justicia yanqui presente más información, requerida para la audiencia que se celebrará el próximo 20 de mayo. Los magistrados le exigen a Washington garantías de que sus Tribunales respetarán el derecho a la libertad de expresión, (contemplado en la Primera Enmienda de la Constitución), que Assange recibirá las mismas garantías procesales que cualquier ciudadano y un compromiso formal de que no será condenado a pena de muerte. Si EE. UU. no acepta estas tres condiciones, el cofundador de WikiLeaks podrá volver a presentar un recurso contra su extradición ante los Tribunales británicos.
Imparten impunidad no justicia
La justicia del imperialismo, según los argumentos presentados en el mes de febrero pasado en Londres, asegura que Assange “no es un periodista” y no respetó los estándares de medios que colaboraron con él en 2010, como el New York Times, El País y The Guardian. Varias asociaciones de defensa de periodistas aseguran que el caso de Assange y el hecho de que se utilice la Ley contra el Espionaje de 1917, pueden sentar un gravísimo precedente en la limitación a libertad de prensa. En caso de concretarse la acusación actual de espionaje contra el editor, y la pretensión de que sea condenado a 175 años de cárcel, será el golpe más grave a la libertad de prensa y expresión de las últimas décadas. La persecución a Assange y WikiLeaks es un ataque al periodismo independiente, de investigación, a los que denuncian y revelan los secretos de los poderosos, como también sucedió con los casos Panamá Papers y Pandora Papers, entre otros. Los imperialistas pretenden dar un mensaje amedrentador a quienes denuncien los asesinatos de su ejército y la OTAN. Además, se presentan como depositarios de la ecuanimidad, la justicia, “la seguridad contra el terrorismo”, “la paz y la democracia”, cuando en realidad son responsables de la desigualdad, los crímenes y la impunidad generalizada que deviene de su hegemonía mundial agresiva y saqueadora.
Pretenden tapar atrocidades
La justicia norteamericana abrió un caso contra Assange, cuando Donald Trump era presidente, que continúa con la gestión de Joe Biden. La Fiscalía lo acusa de conseguir información ilegalmente, de publicar desde WikiLeaks (2010-2011) documentos “confidenciales”, “secretos” y de poner en peligro a quienes aparecían en ellos. Las filtraciones llegaron a la prensa internacional, con la publicación de las comunicaciones entre el Departamento de Estado y sus embajadas alrededor del mundo. En los videos se mostraban las masacres de las tropas yanquis contra civiles en la invasión a Irak, y las atrocidades realizadas tanto en ese país como en Afganistán.
Crónica de una persecución inhumana
En agosto de 2012 Assange se asiló en la embajada ecuatoriana ubicada en el Reino Unido, y aunque en 2017 obtuvo la ciudadanía, le fue retirada en 2019 por el entonces presidente de Ecuador, Lenin Moreno quién, además, dejó de brindarle asilo a partir de lo cual fue detenido por agentes de civil de Scotland Yard. En Suecia sufrió acusaciones de violación y acoso sexual cuya investigación finalmente fue cerrada por la Fiscalía. Assange sufrió un largo periplo de persecución antihumana que le causó severos daños físicos y mentales.
Movilización contra la extradición y por la libertad
La detención y extradición de Assange, independientemente de sus posiciones políticas, es un ataque del capitalismo imperialista contra los derechos democráticos elementales y el periodismo independiente. Es necesario reavivar la campaña mundial contra la extradición y por su inmediata liberación sin cargos, al igual que la de todas las personas implicadas por colaborar con Assange. Es necesario exigir la apertura de todos los archivos de guerra, la abolición de los secretos de estado y el castigo a los invasores, criminales y torturadores al servicio del imperialismo, se encuentren en el país que se encuentren. Estos son los criminales a los que hay que castigar.