Este 25 de mayo se recuerda el Día de la Liberación de África. La LIS realizó una actividad conmemorativa de esta fecha tan importante para los pueblos de África. De la misma participaron compañeros de Kenia, Guinea, Togo, Zimbabwe, Malawi, Uganda, Tanzanía y otros países. El debate permitió profundizar nuestra posición socialista e internacionalista sobre el panafricanismo revolucionario, se avanzó en coordinar el trabajo estudiantil en varios países y se resolvió redoblar la campaña de solidaridad con Palestina, con la pronta elaboración de una declaración común y acciones coordinadas. Compartimos el texto que sirvió de disparador de la reunión.
La necesidad del panafricanismo revolucionario como fuerza impulsora hacia la liberación africana
Por Ezra Otieno
Los pensadores marxistas panafricanos no sólo describieron la larga historia de la economía política africana como un medio para desarrollar estrategias para los movimientos de independencia nacional contra el colonialismo, sino que también abordaron la cuestión de cómo se podría lograr una verdadera libertad en todo el continente. Una de las principales disputas entre los marxistas panafricanos al analizar el tema de la liberación después del fin del dominio colonial formal fue entre aquellos que veían el retorno a las tradiciones precoloniales como camino hacia la liberación y aquellos que sostenían que el camino a seguir era abrazar «lo nuevo».
Para conmemorar el Día de la Liberación Africana, nos invito a revisar la teoría marxista panafricana y considerar lo que nos puede aportar para encarar la lucha en curso por la libertad. Durante el siglo XX, a medida que los movimientos de independencia nacional ganaron fuerza en el continente africano, los pensadores anticoloniales desarrollaron nuevos métodos para pensar la libertad desde una perspectiva panafricana. Esta línea teórica, también conocida como panafricanismo anticolonial, se estableció con el fin de ayudar a los movimientos de independencia nacional a lograr sus objetivos más revolucionarios mediante el análisis de la economía política y la cultura de África dentro del sistema global.
Algunos pensadores como Chiekh Anta Diop y Walter Rodney creían que redescubrir las tradiciones y la cultura precoloniales era una declaración vital de identidad nacional y un medio para superar la mentalidad colonial que persistió después de la independencia “de bandera”. Walter Rodney afirmó que «para conocernos a nosotros mismos, debemos aprender sobre la historia y la cultura africanas». Ésta es una de las etapas más significativas hacia la «liberación». Otros pensadores, como Frantz Fannon, resaltaron «lo nuevo» como método de emancipación. Fanon planteó que la reconstrucción de la cultura precolonial era ineficaz como táctica de liberación. Sostuvo que la cultura «se solidifica en un formalismo cada vez más estereotipado» frente a mecanismos sistemáticos que enfatizan la inferioridad de la cultura colonizada. En lugar de participar en la crítica y el desarrollo, el intelectual poscolonial que busca inspiración en el pasado tiende a idealizar formas culturales previas para oponerse a la agenda colonial de devaluar la cultura sobre terrenos definidos por el colonizador.
Fanon sostiene que recuperar una historia precolonial no alcanza para deshacer el daño causado por el colonialismo. En cambio, plantea que debemos mirar hacia adelante y crear un futuro en el que la liberación prevalezca sobre el colonialismo y sus restos. Esta visión de un nuevo futuro también debe buscar solidaridad en otras partes del Sur Global para abordar preocupaciones comparables, como las cuestiones sindicales o las económicas que surgen de una herencia colonial compartida.
Cabe reconocer que los dos puntos de vista opuestos en esta discusión no son tan diferentes. Ambos finalmente coinciden en que el objetivo de recuperar la historia y la cultura precolonial de África ocupa un segundo lugar después de la batalla revolucionaria contra el capitalismo y el neoimperialismo. Lo que distingue estos dos puntos de vista es la manera de lograr la emancipación real de África. La pregunta de fondo de la discusión sigue siendo: ¿el camino hacia la emancipación se encuentra recuperando el pasado o desarrollando perspectivas completamente nuevas sobre la situación actual?
La famosa frase de Marx del 18 Brumario es que la historia comienza como una tragedia y termina como una farsa… Las tradiciones de las generaciones muertas pesan como una pesadilla en la mente de los vivos. Y justo cuando parecen estar revolucionándose a sí mismas y a las cosas, creando algo que nunca antes había existido, convocan ansiosamente a los espíritus del pasado a su servicio y toman prestados sus nombres, gritos de batalla y disfraces para establecer el nuevo escenario de la historia mundial con este disfraz y lenguaje consagrados por el tiempo.
Marx describe un retorno cíclico en el que cada nueva fase del ciclo toma prestado de la fase anterior pero es distinta de su predecesora debido a nuestra necesidad de novedad combinada con nuestra incapacidad de conjurarla sin que lo viejo exista dentro de lo nuevo.
La pregunta esencial es ¿cuál es el siguiente paso? ¿Recurrimos al panafricano revolucionario del momento de la independencia “de bandera” para enfrentar los problemas actuales hasta la liberación panafricana, o necesitamos nuevos conceptos e ideas rectoras para marcar el comienzo de la emancipación que la independencia prometió pero no logró? Necesitamos evaluar, valorar y debatir la cuestión esencial de si el panafricanismo revolucionario puede conducir a la emancipación.
En su artículo «Sobre la violencia» (1961), Fannon destacó una cuestión clave para los movimientos independentistas: ¿qué sentido tuvo luchar por la independencia si nada cambió en los años posteriores? Fanon se refería, por supuesto, al sistema de clases que persistió después de la independencia “de bandera”, y planteó esta cuestión como una crítica sobre cómo, si bien la dominación política formal de Europa se había logrado, los movimientos independentistas no hicieron nada para enfrentar al capitalismo y al imperialismo. Siempre he sostenido que debemos llevar este tema vital un paso más allá y explorar cómo la promesa revolucionaria de independencia se desintegró rápidamente con la propagación de dictaduras en la mayor parte del continente.
Los dirigentes locales reprimieron al mismo pueblo que acababa de obtener la independencia de manera idéntica a los gobernantes coloniales contra quienes lucharon. Y hoy vemos un renacimiento de grupos que buscan alcanzar el nivel de libertad que la independencia prometió pero que no logró otorgar. Sin embargo, el tema de la libertad política sigue abierto en la actualidad, ya que los grupos de extrema derecha se esfuerzan por frenarla mientras continúan los movimientos de liberación.
En la era moderna, hemos visto varias luchas de liberación en el norte de África, Sudán y otros lugares, así como movimientos estudiantiles activos en todo el África subsahariano y una serie de otros movimientos que apuntan a lograr diversos tipos de emancipación. Sin embargo, los movimientos modernos, particularmente los movimientos políticos dirigidos a imponer cambios de régimen, se han visto obstaculizados por el control autoritario, así como por elementos nacionalistas religiosos que han secuestrado los objetivos más revolucionarios de los movimientos actuales.
En el mundo actual, cuando el panafricanismo está siendo diluido por el populismo y la retórica superficial, la necesidad de un panafricanismo revolucionario revitalizado es mayor que nunca. La fuerza de este movimiento surge de su inquebrantable oposición al imperialismo y el capitalismo, así como de su adhesión al análisis crítico del socialismo científico. La juventud africana debe estar equipada con conocimientos históricos y capacidades analíticas para distinguir entre llamamientos populistas vacíos y verdaderas filosofías revolucionarias. Cuando hablamos de internacionalismo revolucionario, entendemos la naturaleza contradictoria de esta ideología, pero creo que es la mejor táctica para alcanzar el socialismo en el continente africano.
El panafricanismo revolucionario es fundamentalmente una barrera intelectual al imperialismo y al capitalismo. Al contrario de los detractores que descartan la reflexión histórica como mera nostalgia, la esencia del panafricanismo revolucionario reside en los ideales y la historia del socialismo científico. El panafricanismo surgió como resultado de la devastación causada por la trata transatlántica de esclavos y el colonialismo en África y sus pueblos.
En resumen, el panafricanismo populista diluye y despolitiza los movimientos políticos de base genuinos, dejándolos vulnerables a lemas ambiguos, discursos superficiales y direcciones regresivas. Al discriminar entre lo superficial y lo sustancial, la juventud africana puede sentar las bases de un futuro brillante. Este futuro vería arder brillantemente las llamas del verdadero panafricanismo, inspirado por la creencia en el socialismo científico como objetivo último de la unidad panafricana.