Por Liga Socialista Revolucionaria
Con la presentación de la Ley de Finanzas de 2024 en Junio, el gobierno keniano dio a conocer nuevas medidas fiscales que desencadenaron manifestaciones en Nairobi, la capital del país. Estas medidas incluían una suba del 5% de los impuestos sobre las transferencias de dinero, un impuesto del 16% sobre el pan, los servicios financieros y el transporte de azúcar, anteriormente exentos de impuestos. Los propietarios de pequeñas empresas se vieron desproporcionadamente afectados por estas medidas. Desde que asumió el cargo en 2022, con la ayuda del FMI, el presidente William Ruto ha propuesto una serie de subidas de impuestos, las más recientes de las cuales son éstas. Las últimas manifestaciones de Kenia en los últimos meses han acaparado la atención internacional debido a la rabia de la población y al uso por parte de la policía de municiones reales contra los manifestantes. Algunos manifestantes también han sido secuestrados y recluidos en régimen de incomunicación sin cargos, algunos de los cuales nunca han vuelto a aparecer.
El despliegue de comandos de la policía keniana en Haití el mes pasado, a pesar de la indignación mundial, fue visto por muchos kenianos sorprendidos como la confirmación de que el gobierno de Ruto está dispuesto a ser una herramienta del imperialismo occidental. El mismo imperialismo occidental que ha provocado las crisis del coste de vida, interminables conflictos mortales y la imposición de medidas fiscales perjudiciales en el Sur Global. La visita de Ruto a Estados Unidos en Mayo fue la primera de un presidente africano en quince años, y se saldó con “recompensas concretas” como dinero para proyectos y la posibilidad de que Kenia se convierta en un aliado mayor no perteneciente a la OTAN. Esta acción podría considerarse un esfuerzo deliberado de Estados Unidos por apuntalar su desvanecida influencia en Kenia y en toda África.
Kenia tiene una larga historia de imperialismo. De hecho, es un país en el que “el capitalismo está en casa”. Desde su independencia, el Estado keniano ha estado estrechamente asociado a las ambiciones capitalistas e imperialistas. Por ejemplo, Kenia mantuvo contactos con el sistema de apartheid de Sudáfrica cuando otros países africanos lo boicoteaban. Sin embargo, existen numerosas historias simultáneamente. La existencia de esfuerzos de liberación y resistencia ha sido frecuentemente pasada por alto y eclipsada por las historias del capital.
Se han establecido vías alternativas antes, durante y después de la independencia, que van desde los Mau Mau en la década de 1950 hasta el movimiento clandestino marxista Movimiento Doce de Diciembre-Mwakenya (DTM) en la década de los ochentas.
La crisis del capitalismo ha llegado a un punto crucial. En Kenia, estos problemas han dado lugar a la privatización de las instituciones públicas y los sistemas sanitarios, que atienden a unos pocos elegidos a precios exorbitantes. El año pasado, la administración propuso casi triplicar el coste de las matrículas. Si se autoriza, esta imposición de impuestos a la educación alienará y marginará a los estudiantes de bajos ingresos. Las desigualdades económicas han aumentado, y el público en general está cada vez más deprimido y desesperanzado. A pesar de sus promesas, el liberalismo no ha dado respuestas tangibles a la pobreza generalizada. Por el contrario, sólo ha contribuido a rehabilitar y sostener el capitalismo.
El panorama en Europa y América ofrece una nota de advertencia. La democracia liberal ha demonstrado estar peligrosamente cerca del fascismo y de la extrema derecha. Estos grupos de extrema derecha se esfuerzan ahora por restablecer relaciones con los líderes políticos africanos para mantener su influencia en un mundo que amenaza cada vez más su supremacía unipolar. A pesar de estos obstáculos, las organizaciones campesinas y obreras, los movimientos socialistas y los partidos políticos continúan su labor. Kenianos de todas las clases sociales denunciaron en las redes sociales el impacto negativo de la nueva ley en sus vidas con el hashtag #RejectFinanceBill2024, lo que dio lugar a una oleada mundial de apoyo.
Millones de personas se unieron a las concentraciones contra la subida de impuestos que comenzaron el 18 de Junio, y nos enfrentamos a armas de fuego, cañones de agua y gases lacrimógenos. Miles de personas fueron secuestradas y cientos detenidas ilegalmente. Las manifestaciones han estado encabezadas en su mayoría por adolescentes y adultos de veintipocos años (a veces conocidos como Generación Z), que han aprovechado la movilización por Internet para transformarla en masas presenciales.
Esta generación, antes considerada apolítica, es ahora la principal fuerza de oposición a las políticas neoliberales del gobierno de Ruto. A pesar de los secuestros oficiales ilegales y otros tipos de opresión, la protesta popular triunfó, y la medida se derogó por completo el 26 de Junio.
La lucha actual refleja otra cara del relato de la resistencia de Kenia, en la que la gente corriente se opone activamente y busca soluciones a la actual crisis económica.
Para las organizaciones socialistas, hay lecciones que aprender del reciente levantamiento para equiparnos bien de cara a la inevitable segunda oleada de la revuelta. Podemos calificar la situación reciente como una situación prerrevolucionaria en la que la clase dominante se ha unido contra las masas. La reciente “reconciliación” entre Ruto y el líder de la oposición Raila Odinga, en un intento de sofocar las manifestaciones, tuvo éxito en parte, ya que consiguió desmovilizar en gran medida a las masas.Sin embargo, las conversaciones de resistencia siguen en curso, en línea y en las calles. Se está produciendo un cambio de paradigma en la naturaleza de las conversaciones políticas, que cada vez son menos tribales y más basadas en los problemas. Desde la independencia, la clase dominante ha utilizado la tribu para dividir a las masas. Las recientes protestas los han tomado desprevenidos y no les han dejado otra opción que unirse entre ellos.
Para las organizaciones revolucionarias, el cambio de paradigma ha supuesto una oportunidad para reclutar a camaradas jóvenes y llenos de energía deseosos de derrocar al capitalismo. El inconveniente de las recientes protestas es que, debido a la intimidación, el secuestro y la muerte de algunos camaradas, algunos de ellos se han retirado.
Ahora más que nunca, necesitamos alinearnos con las masas y guiarlas en la dirección correcta para que cuando llegue la próxima oportunidad, estemos preparados.