Ante el Acuerdo entre la LIS, la L5I y la OTI por un reagrupamiento internacional de los revolucionarios[1], en una reciente nota el Partido Obrero argentino intenta penosamente descalificarlo. “Flojo de papeles”, nos acusa[2].
Refutamos aquí al PO, un partido nacionaltrotskista que debate de manera vulgar y que, más que de papeles, está flojo de principios internacionalistas.
Por Pablo Vasco
En tiempos de avances de la ultraderecha en todo el mundo, y cuando lamentablemente lo más frecuente en el arco trotskista suelen ser las crisis, divisiones y rupturas, el PO debería reflexionar menos a la ligera frente al inicio de un proceso que procura una fusión entre tres corrientes revolucionarias internacionales. Primero, porque tal circunstancia no ocurre todos los días y por lo tanto merece atención en toda la izquierda y la vanguardia obrera y juvenil. Y segundo, porque aun manteniendo sus divergencias políticas el PO podría aprovechar para elevar un poco su nivel de debate.
Es sabido que, si se desarrollan bien, los debates enriquecen y clarifican. Por el contrario, cuando se anteponen las chicanas a los argumentos, dañan y sobre todo a quien actúa de ese modo. Por ejemplo, denominar “tres grupos” a corrientes que tenemos trabajos militantes organizados en más de 40 países del mundo y relaciones en los cinco continentes es una chicana típica de quien se disgusta ante los avances que le son ajenos. Son malos hábitos a desterrar en la izquierda y entre revolucionarios.
“El documento traza un breve panorama, a vuelo de pájaro de temas en los que coinciden”, describe PO. Y luego se limita a polemizar sobre la guerra en Ucrania. Es reduccionismo puro. En realidad el Acuerdo entre la Liga Internacional Socialista (LIS), la Liga por la Quinta Internacional (L5I) y la Oposición Trotskista Internacional (OTI) reseña no una sino varias coincidencias políticas principistas sobre los hechos centrales de la lucha de clases. Es decir, sobre el análisis de la situación mundial, la polarización desigual, la crisis de dirección revolucionaria, la necesidad de una nueva internacional; la caracterización de China, Rusia y el conflicto interimperialista; la política revolucionaria hacia Ucrania y Palestina. No es poca cosa, por cierto.
Ucrania, una vez más
En cuanto a la guerra de Ucrania, el Acuerdo reafirma que “la política revolucionaria implica apoyar a la resistencia para que gane y defender el derecho a la autodeterminación del pueblo ucraniano, como así también del Donbass, y a la vez enfrentar las políticas antiobreras de Zelensky y luchar por la disolución de la OTAN”. Pero el PO recurre una vez más al método infantil de cortar nuestra cita por la mitad y ocultar esa segunda parte…
Además, dicen que “no hay una sola prueba de una resistencia popular ucraniana independiente”. ¿Y por qué ese condicionamiento? Si una potencia imperialista invade a un país semicolonial o capitalista intermedio, para apoyar a su resistencia no le exigimos que sea independiente del gobierno: puede serlo, ser combinada o sólo haber ejército regular. Nuestro apoyo en el plano militar debe ser siempre al país invadido, más allá de quién gobierne y de dónde obtenga sus armas, manteniendo plena independencia política respecto de ese gobierno.
Al PO le serviría repasar alguno de los tantos textos de Trotsky sobre las guerras: “No colocamos ni jamás lo hemos hecho a todas las guerras en el mismo plano. Marx y Engels apoyaron la lucha revolucionaria de los irlandeses contra Gran Bretaña, la de los polacos contra el zar, aunque en ambas guerras los dirigentes eran, en su mayor parte, miembros de la burguesía y aun a veces de la aristocracia feudal… Lenin dedicó cientos de páginas a demostrar la necesidad básica de hacer la distinción entre naciones imperialistas y naciones coloniales y semicoloniales, que comprenden a la gran mayoría de la humanidad. Hablar de ‘derrotismo revolucionario’ en general, sin distinguir entre países explotadores y explotados, es hacer una caricatura miserable del bolchevismo y poner esa caricatura al servicio del imperialismo.
“Lejano Oriente nos proporciona un ejemplo clásico. China es un país semicolonial al que Japón está transformando, ante nuestros propios ojos, en país colonial. La lucha de Japón es imperialista y reaccionaria. La lucha de China es emancipadora y progresiva.
“Pero, ¿y Chiang Kai-shek? No tenemos que hacernos ilusiones con Chiang Kaishek, su partido y toda la clase dominante china así como Marx y Engels no se las hicieron con las clases dominantes de Irlanda y Polonia. Chiang Kai-shek es el verdugo de los obreros y campesinos chinos. Pero hoy se ve obligado, contra su voluntad, a luchar contra Japón por lo que resta de la independencia china. Puede que mañana vuelva a traicionar. Es posible. Es probable. Hasta es inevitable. Pero hoy está luchando. Sólo los cobardes, imbéciles totales o canallas, pueden negarse a participar en esa lucha”.[3]
Por supuesto, el hecho de que China recibiera buena parte de sus armas de EE.UU., país sin duda alguna imperialista, no le impidió a Trotsky ubicarse claramente en el campo militar chino.
En aras de justificar su tergiversación, el PO evoca la correcta política de derrotismo revolucionario de Lenin, Trotsky y Rosa Luxemburgo… ante la Primera Guerra Mundial. El “pequeño detalle” es que ésa era una guerra entre potencias imperialistas, no entre una potencia invasora y un país invadido. Proponer el derrotismo revolucionario para la actual guerra Rusia-Ucrania, como hace el PO, es negar de un plumazo el derecho de autodeterminación del pueblo ucraniano y, en los hechos, apoyar al invasor imperialista ruso y capitular a Putin.
Sobre Rusia, papeles y principios
Nuestro Acuerdo expresa: “Coincidimos en la caracterización de China y Rusia como potencias imperialistas emergentes que comienzan a competir con un imperialismo occidental todavía hegemónico pero en decadencia. Vemos una dinámica de agudización de la disputa interimperialista global entre EE.UU. y China y sus respectivos aliados, que llevará a crecientes roces, conflictos y guerras regionales e indirectas.”[4] Es decir, hay coherencia entre compartir la caracterización de Rusia y la política a seguir.
Por el contrario, según el PO Rusia no sólo no es un país imperialista o un imperialismo regional sino que ni siquiera se habría completado allí el proceso de restauración capitalista. Por eso consideran a Putin una burocracia restauracionista[5] ya que Rusia todavía sería un Estado obrero deformado o un país semicolonial[6], definiciones que consideramos muy equivocadas. Pero lo más llamativo, por poco serio, es que “acuerden” en la política hacia este conflicto con el SEP de Turquía… que define a Rusia como un país imperialista. Esos sí que son acuerdos sin principios, sólo para mostrar que se tiene alguna relación internacional.
Sangran por la herida
La nota del PO critica nuestro Acuerdo porque “la posición que fijan sobre ella [la guerra en Ucrania] es suficientemente demostrativa de la orientación de todo el documento”. No obstante, un par de párrafos más adelante, sobre la situación en Medio Oriente, reconoce que estamos “por la derrota del Estado de Israel y a favor de la resistencia de Palestina, el Líbano y todo pueblo atacado por el sionismo. Esto es, contra la Otan”. ¿En qué quedamos, PO? ¿No era que Ucrania demostraba la orientación de todo el documento?
Por último, en vez de valorar positivamente que el Acuerdo señale que “las corrientes internacionales de las que provenimos… no han estado exentas de errores que nos proponemos corregir”, práctica que el PO desconoce, cierra su nota con otra chicana: nos tilda de ser “el enésimo rejunte de sellos y grupos, sin una base política sólida, y por lo tanto de aparato… organizativismos oportunistas”.
Hay allí un cierto “sangrar por la herida” por parte del PO. Durante años compañeros del PCL-OTI tuvieron un vínculo con ellos, pero se alejaron hace tiempo al sacar la conclusión de que con ese partido -que todo lo tamiza por su optica nacional- era imposible avanzar y ahora son parte activa de nuestro reagrupamiento internacional. En cambio, la incomprensión del PO sobre la necesidad vital de construir una dirección revolucionaria internacional lo hace caer en el nacionaltrotskismo, desviación que va frontalmente en contra de todas las lecciones del marxismo, el leninismo y el trotskismo.
Entonces ni rejunte, ni sellos ni sin base política sólida. Todo lo contrario. El proceso de convergencia en el que estamos comprometidos la LIS, la OTI y la L5I se sustenta en acuerdos políticos y metodológicos principistas y trabajamos para tratar de llegar a la fusión de nuestras corrientes. Sería un nuevo y destacado avance en el reagrupamiento internacional de las y los revolucionarios, hoy más necesario que nunca. En ese camino, nuestras elaboraciones políticas las construimos desde la praxis militante revolucionaria en decenas de países, incluidas nuestras secciones en la propria Ucrania y el Líbano. Nunca las anteojeras nacionales, y menos todavía si son desde un solo país, llevan a buen puerto.
[1] https://lis-isl.org/2024/11/21/for-a-regroupment-of-revolutionaries/
[2] https://prensaobrera.com/internacionales/un-reagrupamiento-flojo-de-papeles
[3] https://www.marxists.org/espanol/trotsky/eis/1937.Sobreguerchino-japonesa.pdf
[4] Y agrega la perspectiva de una guerra mundial, no a corto plazo sino como posibilidad futura.
[5] https://po.org.ar/comunicados/guerra-a-la-guerra-fuera-la-otan-y-el-fmi-abajo-la-burocracia-restauracionista-de-putin/
[6] En su nota incluso dicen que “la Otan… apunta a la colonización de Rusia”.