Por Umar Shahid
Los trabajadores indios, en su mayoría organizados en 10 sindicatos, convocaron a protestas masivas a nivel nacional el 3 de julio en contra de las políticas antiobreras y antipueblo del gobierno. El documento redactado por los sindicatos establece lo siguiente “Después de la observación del día de la Protesta Nacional, una expresión concreta de no-cooperación y resistencia, se decidirá sobre un paro general nacional a través de la plataforma en conjunto de las centrales sindicales y los sindicatos y asociaciones independientes en su debido momento”. Este sería el segundo día de protesta nacional durante la pandemia. Los sindicatos pudieron llevar adelante exitosas protestas el 22 de mayo en contra de las políticas draconianas de Modi Sarkar. A pesar del aislamiento obligatorio por el coronavirus, hubo protestas desde Delhi hasta Bengala Occidental que contaron con millones de personas.
El coronavirus expuso ferozmente las contradicciones subyacentes del capitalismo en India. Los ricos pudieron salvarse tanto de la pandemia como de la crisis económica mientras que millones de pobres fueron dejados a la deriva. El gobierno se posicionó junto a las grandes corporaciones y al sector empresario. Según la Organización Internacional del Trabajo, la economía informal en la india representa más del 80% del empleo no agrícola. La actitud del gobierno frente a esta situación causó estragos para millones de esos trabajadores. Según los sindicatos “Hay más de 140 millones de personas desempleadas, y si contamos a los trabajadores que viven al día, bajo contratos o son trabajadores casuales, el número llega a los 240 millones de trabajadores que no pueden subsistir en la actualidad”. Incluso durante una pandemia los capitalistas ven incrementar su riqueza y la India es uno de los países donde la brecha entre ricos y pobres crece de manera exponencial. 10% de la población india posee el 77% del total de la riqueza nacional. Por otro lado, una persona común tardaría 941 años en ganar lo que gana un alto directivo. El sector de la salud se desmorona, aún así el último año India fue clasificado como uno de los mejores países para el turismo médico. El acceso a la salud se considera un lujo para la mayoría de la población. Según Oxfam, casi dos personas son empujadas a la pobreza cada segundo por el costo del acceso a la salud.
Desde de la pandemia, varios estados, incluyendo Maharashtra, Madhya Pradesh, Haryana, Uttarakhand, Himachal Pradesh, Uttar Pradesh y Gujarat, dictaron decretos y comunicados con grandes excepciones para los capitalistas en cuanto a las leyes laborales. Esto significó la suspensión de las leyes laborales y las protecciones para la clase trabajadora. En otro sentido los trabajadores pasaron a ser esclavos. Los estados aseguran que son excepciones temporales para poder mejorar la economía. Sin embargo, estas medidas son cheques en blanco para los jefes. Ahora los trabajadores ya no tienen derecho al descanso, a la seguridad en sus condiciones de trabajo, a organizarse y formar un sindicato, y además se ven sujetos a trabajar jornadas de 12 horas al día, seis días a la semana (un total de 72 horas) a diferencia de la jornada anterior de 8 horas, seis días a la semana (un total de 48 horas).La jornada diaria de 8 horas fue el resultado de una lucha de siglos entre los trabajadores y capitalistas. Los mártires de Chicago de 1886 demandaban 8 horas diarias, pero ahora el capitalismo moderno empuja a los trabajadores por detrás de un reclamo de 1886. Los ministros del gobierno defienden esas leyes polémicas afirmando que es necesario dar concesiones al establishment industrial. Una vez más nos remitimos a Karl Marx cuando dijo “La producción capitalista se orienta, por su naturaleza, a la apropiación del trabajo a lo largo de las 24 horas del día”.
Además de flexibilizar las leyes para los capitalistas, se anunció la implementación de un paquete de estímulo de 270 miles de millones de dólares, que equivale a 10% del PBI de la India. Grandes fracciones de ese paquete son ganancias para los grandes capitalistas en forma de exenciones fiscales, préstamos sin interés y quitas en deudas ya existentes. Solo una pequeña porción de ese monto se gastará en el pueblo. La ministra Nirmala Sitharaman defendió este paquete diciendo “no existe un almuerzo gratis”. Mientras tanto, el gobierno de Modi impulsará un proyecto de 20 mil millones de dólares para construir un nuevo edificio parlamentario y rediseñar el Central Vista de Nueva Delhi, acción que ni siquiera Rajya Sabha apoya. Modi también actúa agresivamente acorde a la agenda neoliberal de las instituciones financieras imperialistas. En nombre de la “reestructuración” ya está en marcha las privatizaciónes. Podría considerarse el programa de privatización de mayor alcance en la historia moderna: 8 sectores de gran importancia como el carbón, los minerales, la producción de defensa, la gestión del espacio aéreo, proyectos sociales de infraestructura, empresas de distribución de energía sectores espaciales y de energía atómica, todos ellos se van a abrir al sector privado. Por primera vez en la historia de la India, el gobierno va a promover la extracción comercial de carbón. La inversión directa extranjera aumentará hasta un 74% en la producción de defensa, se abrirá espacio aéreo para la circulación de aerolíneas privadas y se privatizará Air India. La privatización de las empresas distribuidoras de electricidad y la estimulación de las inversiones privadas en infraestructura social también están incluidas. Simplemente significa perjudicar más los bolsillos vacíos de la gente.
Por otro lado, India está pasando por su peor momento. Los capitalistas son beneficiados con rescates masivos mientras los pobres mueren. Esta es otra manera de profundizar las heridas de los pobres. Incluso durante los aislamientos, fueron los pobres y los trabajadores los que más sufrieron mientras la clase media y los ricos siguieron haciendo ruidos desde su cuarentena cómoda y lujosa por los que están en la primera línea. El Coronavirus expuso el capitalismo indio. Incluso en una crisis, los ricos pudieron ver cómo aumentó su patrimonio mientras que en cuarentena los pobres no tuvieron otra opción. El Centro de Monitoreo de la Economía India recientemente informó que casi un cuarto (24%) de la fuerza de trabajo en India tienen trabajos remunerados. Las estadísticas indican que se espera un aumento en el desempleo sobre el ya presente 8%. A partir de las estimaciones de abril, más de 122 millones de personas perdieron su trabajo, el 75% de ellos eran pequeños comerciantes y trabajadores asalariados. Los capitalistas dejan el peso entero de la crisis en los hombros de los trabajadores y ahora mismo ocurren despidos masivos. “Estamos recibiendo más de denuncias cada día sobre el no pago de salarios en la oficina de reclamos” comentó el comisionado adjunto de trabajo PK Singh de Uttar Pradesh. El advirtió que una vez que terminara el aislamiento y la situación mejore, se encontraron inundados de ese tipo de quejas. Requerimos la orientación del gobierno en esos casos”. Es solo el caso de un distrito específico de Uttar Pradesh, pero a grandes rasgos los números en India son mucho más altos de los que preveía el gobierno.
El improvisado anuncio de el aislamiento obligatorio pegó con un solo puño a millones de trabajadores migrantes. Sin ningún tipo de resarcimiento o acuerdo para ellos, se vieron atrapados en las ciudades. Muchos de ellos decidieron caminar a sus casas aunque, como resultado, varios murieron en accidentes en el camino. Algunos analistas comparan la escala de inmigración a la de 1947, cuando, sin dinero ni alimentos, millones se vieron obligados a viajar descalzos largas distancias. Pero su miseria no terminaba ahí, sino que los migrantes también fueron víctimas de tortura y fueron detenidos por las fuerzas policiales. Tal como en la desmonetización, según un estimativo acotado, más de 100 millones (algunas estadísticas indican 140 millones) de trabajadores informales sufrieron lo peor. Esta crisis de trabajo migratorio expuso las fuerzas estructurales de desorganización que son parte del crecimiento económico irregular de India. El desarrollo industrial en India se ha reducido a solo un par de áreas y una gran parte de la población aún no se beneficia con ese desarrollo. La periodista india Shikha Mukherjee citó algunas estadísticas laborales en su reciente publicación en The Wire: “Del 93% de aquellos que trabajan en el sector informal, 30% son empleados regulares, el otro 70% está bajo contrato. De ese total 71% no tienen contratos por escrito, al 54,2% no se le otorgó licencia paga y el 49,6% no tiene obra social”. Esto expone lo frágil que es el capitalismo en India, cuyas bases se construyen sobre la explotación de la clase obrera.
Las zonas rurales son las más afectadas debido al inesperado aislamiento obligatorio y sin acceso al mercado. Ahora los campesinos desechan sus cultivos en las rutas. Las tasas de cultivo son mucho menores que los costos de producción. El bajo ciclo monzón, los ataques de langostas y los ciclones solo suman más desastres para los campesinos. Los granjeros se encuentran endeudados y no pueden ni comprar comida para alimentar a sus familias. Aumentan las tasas de suicidios entre ellos, esas son las razones por la cual un sindicato, Toda India Kisan Sabha, una organización de 200 campesinos, convocó a una concentración el 27 de mayo. La asistencia anunciada para los campesinos es en realidad para los grandes producciones, aquellos que aún están caminando hacia sus casas no recibirán ese beneficio.
Modi Sarkar promueve el fanatismo religioso. Aunque Modi y el Partido Popular Indio están empapados en escándalos de corrupción, aún juegan la carta Hindú-Musulmán en el juego social y político. Muchos de los estudiantes de Jamia Millia fueron arrestados y encarcelados durante el aislamiento. Se les atribuyeron cargos de seducción y se tomaron medidas severas entre los dirigentes de los estudiantes por haber protestado en contra de la Ley de Enmienda de Ciudadanía y el Registro Nacional de Ciudadanía. La misma autocracia se repite en Kashmir y otras partes de India donde las voces disidentes son silenciadas con el pretexto de la emergencia por el COVID-19. Mientras el BJP y el congreso se concentran en cuestiones sin importancia, las asistencias económicas y los resarcimientos para los pobres ni se nombran. Todos los partidos burgueses del congreso, hasta el Partido Popular Indio, han sido expuestos repetidas veces. Lo mismo aplica para los partidos comunistas, que en lugar de tener un plan de acción correcto, se limitan a protestas pacíficas. A principios de este año el 8 de Enero del 2020, casi 250 millones de trabajadores indios hicieron un paro general de 24 horas. Al mismo tiempo se desarrollaban protestas en contra de la Ley de Enmienda de Ciudadanía y el Registro Nacional de Ciudadanía, sin embargo todas las direcciones comunistas fallaron en conectar ambos movimientos y le dieron la ventaja a Modi Sarkar.
Ahora estamos ante un levantamiento espontáneo de la clase obrera, hasta en las zonas rurales. Incluso en muchos lugares donde no había un sindicato concreto o solo había un miembro, los trabajadores protestaron. La protesta promovió la solidaridad de clase y se planearon acciones en todo el país con un desafiante mensaje a todos los trabajadores del mundo expresando que podemos dar la pelea en estas situaciones y generar un cambio. La clase obrera india prueba una vez más s u potencial para derrotar el yugo del capitalismo pero las direcciones no tienen un plan de acción concreto. La clase trabajadora una vez más se vuelca a las calles y expresa su enojo contra este sistema. La clase obrera se despierta y las medidas contrarrevolucionarias de Modi Sarkar actúa como un látigo. Los efectos de este levantamiento no se quedarán dentro de las fronteras indias sino que irán más allá en el subcontinente.
Expresamos toda nuestra solidaridad con los trabajadores indios, nuestras heridas son las mismas, nuestras miserias son las mismas, somos ambos víctimas de este sistema perverso. Nos une un vínculo, el de la clase. Y ese vínculo es más fuerte que cualquier religión, raza o idioma.