Por Ruben Tzanoff
Los crímenes contra la humanidad no deben ser olvidados, ni permanecer impunes. Exigen castigo a los culpables y reafirman la disyuntiva socialismo o barbarie.
La conmemoración fue instaurada por la Asamblea General de las Naciones Unidas mediante la Resolución 65/209, del 21 de diciembre de 2010. La desaparición forzada de personas no es un hecho nuevo ni aislado. Es una práctica criminal encubierta por el poder político legal, que tiene como víctimas a opositores, antiimperialistas, revolucionarios, activistas de izquierda, sindicales o de derechos humanos, a sus familiares, a comunidades minoritarias u oprimidas por cuestiones raciales, sexuales o religiosas. Las personas sin militancia tampoco están exentas, cuando el objetivo del poder es provocar acciones ejemplificadoras para infundir terror en la población: cada “NN” queda marcado a fuego como una alerta de lo que le puede suceder a cualquiera. El terrorismo de Estado incluye detenciones arbitrarias, en centros de detención clandestinos, torturas y toda clase de vejaciones a los derechos humanos, que pueden culminar en la desaparición física.
Cuando las desapariciones no las provocan la policía y el ejército oficiales, las ejecutan bandas paramilitares armadas, solventadas, orientadas y apañadas por el poder político. El Estado burgués es especialista en acudir a estos servicios cuando lo considera oportuno, tanto cuando existen regímenes dictatoriales o hay guerras como cuando hay “democracia”. Cuando el Estado no es la institución que impulsa las atrocidades, tampoco se preocupa mucho por investigar a fondo, menos cuando lo que sucede es funcional a sus intereses o puede causarle contratiempos. Formalmente, los derechos humanos están reconocidos y los crímenes de lesa humanidad son condenados. Pero en la realidad, las personas siguen desapareciendo y, en la amplia mayoría de los casos, perdura la injusticia y la impunidad en sus casos. Cuando se investiga y se castiga es por la protesta de familiares y amigos, la insistencia de la movilización y el reclamo sostenido de distintos sectores sociales y defensores de los derechos humanos.
Los regímenes nazis y fascistas fueron especialistas en provocar crímenes de lesa humanidad en Europa, que finalizaban con el exterminio masivo o particular de personas o en su desaparición. Durante la guerra civil española y la represión posterior de la dictadura, se calcula que desaparecieron más de 140 mil personas. La dictadura militar y genocida de Argentina, instaurada por el golpe militar de 1976, causó la desaparición de 30 mil personas, entre las cuales se encuentran 100 detenidos desaparecidos del PST, antecesor del MST. Pasados los años, el 18 de septiembre de 2006, durante el gobierno del Frente para la Victoria de Néstor Kirchner, desapareció Jorge Julio López y, ahora ha desaparecido el joven Facundo Astudillo Castro, luego de ser retenido por la policía de la provincia de Buenos Aires. El pueblo chileno también sufrió este mal durante la dictadura de Augusto Pinochet y también el uruguayo.
Las desapariciones se cuentan de a miles en Perú, Guatemala, El Salvador y Colombia. En México hubo más de 40 mil desaparecidos durante los últimos 12 años; cabe recordar el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa de quienes no hay rastros desde 2014. Bajo el mando de la burocracia del Partido Comunista, no hay forma de saber cuántas personas desaparecen por la fuerza en China, la brutalidad llega a tal extremo que existe la Comisión Nacional de Supervisión (CNS), con potestad para mantener incomunicados a sospechosos durante seis meses, sin derecho a ningún tipo de defensa y sin avisar a su familia. En Irak se estiman más de 250 mil desaparecidos durante la invasión yanqui y en Siria más de 82 mil.
La monarquía de Arabia Saudita está detrás de la desaparición física del periodista opositor Jamal Khashoggi, visto por última vez el 2 de octubre de 2018, luego de ingresar al consulado saudí en Estambul. Sri Lanka y Zimbabue son otros de los señalados con mayor cantidad de desapariciones. Y, como se denuncia en www.noteolvidesdelsaharaoccidental.org, “Más de 400 familias saharauis siguen sin noticias de sus familiares desaparecidos a raíz de su secuestro por las autoridades españolas directamente (caso Sidi Mohamed Basiri, el 18 de junio de 1970), con su complacencia (casos de desapariciones forzadas del 31 de octubre de 1975 al 26 de febrero de 1976) y bajo su responsabilidad jurídica para todos los casos posteriores.” “Si bien la responsabilidad material es responsabilidad directa de las autoridades de ocupación marroquíes, España sigue siendo responsable jurídicamente como potencia “de iure” del territorio del Sahara Occidental.”
La lista puede extenderse mucho más, lo cierto es que más allá de la falta de datos estrictamente precisos, estamos en presencia de un flagelo mundial que no entiende de fronteras, que involucra al poder, a sus socios y protegidos. A veces, la desaparición es un objetivo en sí mismo, otras es el corolario de vejaciones anteriores a los derechos humanos. Por eso, también repudiamos las represiones, torturas y encarcelamientos sobre los pueblos que luchan en Argelia, Líbano, Turquía, Rusia y Bielorrusia, como eventuales antesalas del horror de desaparición.
Cada desaparición es una muestra del escaso valor que se le atribuye a la vida de las personas en el sistema capitalista imperialista dominante a nivel mundial. La organización, la movilización, la lucha y la investigación transparente muestran el camino para que no haya impunidad y se castigue a los responsables materiales y políticos de estos actos aberrantes. La Liga Internacional Socialista levanta bien alto la bandera del respeto a los derechos humanos y el castigo a los crímenes de lesa humanidad. Saludamos a los amigos, familiares y compañeros militantes de las personas que han desaparecido forzosamente en todo el mundo y a los que inclaudicablemente siguen luchando por su aparición, el esclarecimiento de su situación y el castigo a los asesinos.
Al mismo tiempo, hay que dar pelea por una salida de fondo que aleje al mundo de la barbarie capitalista, construyendo una sociedad distinta, en donde la vida valga más que las ganancias, tolerante con el otro, en donde las diferencias del tipo que sean, no se salden con violencia, es decir, el socialismo con democracia.