Por Pablo Vasco
Del 16 al 18 de diciembre, una semana después del congreso nacional del Nuevo Partido Anticapitalista, uno de los principales partidos de la extrema izquierda francesa, se hará también el congreso de la Corriente Comunista Revolucionaria, una organización escindida del NPA hace un año y medio. Presentamos nuestra opinión crítica sobre los documentos del precongreso de la CCR, en el contexto de los retos políticos que se abren para la izquierda revolucionaria francesa y la necesidad de un nuevo reagrupamiento.
La CCR, más conocida por su web Revolución Permanente, es la sección nacional de la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional (FT-CI) que lidera el PTS argentino. Dicho sea de paso, si bien se le llama fracción a una parte diferenciada aunque integrante de un todo superior, es llamativo que se autodenomine así una corriente circunscripta a sí misma.
La CCR rompió con el NPA en junio de 2021 tras lanzar un candidato presidencial propio[1], lo que dio pretexto a la dirección de dicho partido para separarlos y así debilitar al ala izquierda. Un año después, en una conferencia nacional, 104 delegados electos por 300 militantes llamaron a construir “una nueva organización revolucionaria, a la altura de la urgencia de terminar con el sistema capitalista y sentar las bases de una sociedad comunista”[2]. Su congreso fundacional será del 16 al 18 de diciembre. En estas últimas dos semanas, en las asambleas pre-congreso, informan que participaron 400 personas entre militantes y observadores[3].
Cifras aparte, el primer problema político es que si la CCR, en vez de salir prematuramente del NPA se hubiera quedado a batallar junto a las otras tres corrientes de izquierda contra el equivocado seguidismo de la conducción mandelista hacia La Francia Insumisa (LFI), como lo vienen haciendo La Chispa, Anticapitalismo y Revolución y Democracia Revolucionaria, la relación de fuerzas dentro del NPA hoy sería claramente favorable a los sectores revolucionarios.
Esta no es una opción política menor ya que el NPA, junto a Lutte Ouvriere, aun en declive ambos, son las dos fuerzas históricas de la extrema izquierda francesa, que siempre fue una referencia para todo el trotskismo mundial. Y no es lo mismo un NPA como ala “izquierda de la izquierda” institucional, o sea de la LFI-NUPES de Mélenchon, que un NPA independiente de ese reformismo parlamentarista, inserto en la lucha de clases y con una dirección y estrategia revolucionarias. Sobre todo si realmente se quiere, como dice la CCR, construir una organización “a la altura de terminar con el sistema capitalista y sentar las bases de una sociedad comunista” en un país imperialista como lo es Francia. Pues bien, opinamos que si esa perspectiva retrocedió es en buena medida por responsabilidad política de la CCR, que en forma apresurada, sectaria y autoproclamatoria priorizó construir su grupo por separado en vez de construirse como parte de una alternativa revolucionaria unitaria y cualitativamente superior.
¿Cuál es la realidad del NPA hoy, cuya perspectiva más probable es una ruptura empujada por la dirección? Al revés de lo que auguraba livianamente en 2021 la CCR-PTS al escindirse, de que “las agrupaciones de izquierda del NPA terminarán en la más amarga impotencia”[4], éstas crecieron y ganaron nuevos militantes, como lo hizo por ejemplo La Chispa, que además de su presencia sindical hoy dirige la juventud del NPA. En las asambleas del pre-congreso del NPA, que se hace ahora, del 9 al 11 de noviembre, sobre unos 1.500 militantes que votaron, la plataforma del oficialismo mandelista logró un 48,3% de los votos, la plataforma unitaria de la izquierda un 45,6% y la tercera plataforma centrista un 6%. Insistimos: si la CCR se hubiera quedado, la izquierda en conjunto ganaba claramente este congreso y por ende la dirección política del NPA.
Problemas políticos
Para su congreso la CCR presenta tres textos -internacional, Francia y partido-, sobre los que aquí damos una mirada crítica.
Según su documento internacional[5], Rusia “no es una potencia imperialista”. Es una caracterización que consideramos errada, de la que deducen una política también equivocada hacia la guerra en Ucrania. En otros textos, la FT-CI no define a Rusia ni siquiera como un país subimperialista, sino de “dependencia atenuada”, de una “condición fundamentalmente subalterna”[6], es decir lo creen más bien similar a la gran mayoría de países de África, Asia y América Latina… aunque con algo más de armas.
En su obra El Imperialismo, etapa superior del capitalismo, Lenin hizo una descripción fáctica de dichas potencias que surgían, pero sin fijar tales características como condición inexorable. Y de las tres categorías de países que allí señala, imperialistas, dependientes e intermedios, la actual Rusia de Putin, visto su poderío y su rol económico, militar y geopolítico como un todo[7], que siempre es más que la suma de las partes, lejos de ser un país dependiente o subalterno es una potencia imperialista, opresora de pueblos en el Este europeo.
Por eso, siguiendo el ejemplo de Trotsky ante la guerra China-Japón en 1937 y otros similares, hoy una postura revolucionaria debe combinar el repudio a la invasión rusa, la denuncia de la OTAN y el apoyo a la resistencia armada ucraniana, con total independencia política del gobierno de Zelensky. En cambio la CCR repite el grave error de toda la FT-CI de negar por completo el componente de guerra justa de liberación o autodefensa de Ucrania frente a la invasión y, al igual que todo el campismo, en una postura funcional a Putin afirma que la victoria de Ucrania “fortalecería al imperialismo” occidental. Un análisis completamente antimarxista, que desconoce que en primer lugar una derrota de Putin tonificaría y alentaría a salir a pelear por sus derechos no sólo al pueblo trabajador ucraniano, sino a sus hermanos de clase rusos y a los de todas las repúblicas y nacionalidades de la región para las cuales el imperio opresor concreto y directo es Rusia.
Además el texto de la CCR, que detalla con minucia las variables superestructurales y militares de ese conflicto, y que exagera un alejamiento de Alemania respecto de la Unión Europea para erigir un nuevo eje imperialista, habla poco sobre la lucha de clases en el mundo, nada sobre la vanguardia obrera y juvenil, las luchas feministas y ecologistas, la izquierda revolucionaria y apenas dedica un ínfimo 0,6% de su extenso espacio al proceso revolucionario en Irán, al que minimiza como una simple “ola de revueltas”.
Tampoco hay una caracterización marxista de si la situación mundial es revolucionaria, pre-revolucionaria, no revolucionaria o contrarrevolucionaria. “Una era caótica”, dicen vagamente, con “cambios estructurales”, que “pueden conducir a puntos de inflexión en la lucha de clases”. Y tras reconocer que entran en lucha “sectores cada vez más importantes de la clase obrera”, en unas pocas líneas enumeran la importancia de la pelea salarial, de “una política audaz para quebrar el peso conservador de la burocracia sindical” y que “urge abordar la construcción de partidos revolucionarios con una clara orientación estratégica y programática”. Así, generalidades. Parece que la CCR, como se dice en Francia, “descubrió el agua caliente”…
El texto nacional señala un agravamiento de la crisis económica y política francesa, dos proyectos bonapartistas (Macron y Le Pen), una nueva mediación neorreformista (NUPES), el seguidismo del NPA y un avance de las luchas. Su programa destaca las consignas de escala móvil de salarios, huelga indeterminada, plan de lucha y un programa democrático radical contra el régimen autoritario, pero carece de toda consigna de poder para propagandizar, como por ejemplo un gobierno de las y los trabajadores. Otra omisión notoria es que tampoco aparecen consignas por la disolución de la OTAN, ni contra la Unión Europea y sus instituciones ni la estrategia alternativa de una federación europea de repúblicas socialistas, una Europa de los trabajadores y los pueblos u otra similar.
Si bien su texto sobre partido incluye una frase general, “estar siempre junto a los pueblos oprimidos por las potencias imperalistas y muy particularmente cuando se trata del imperialismo francés”, omiten exigencias antiimperialistas elementales como la independencia definitiva de los territorios de ultramar, la ruptura de los pactos que atan a las ex colonias francesas y el retiro de todas las tropas y bases militares francesas en el extranjero (14 países[8]).
Asimismo, en dicho documento la CCR se propone “contribuir a la construcción de un partido obrero revolucionario capaz de transformar las revueltas en revolución”. Pero luego sólo valoran sus propias recetas y acusan a las corrientes de izquierda del NPA de “temor” y de que “apostaban a formas de conciliación con la dirección”. Según dicen, “de acuerdo al resultado del congreso del NPA y las conclusiones que saquen se podría replantear este debate”…
Si la CCR persiste en mirarse el ombligo con autosuficiencia, será una nueva secta trotskista de las que ya abundan en Francia y muchos otros países. Si de verdad quieren “transformar las revueltas en revolución” no deben condicionar un planteo frentista hacia las otras corrientes revolucionarias, y proponerse ya sea avanzar hacia un partido revolucionario en común con libertad de tendencias, un frente al estilo del FIT Unidad argentino u otras variantes. No hacerlo es criminal. La disyuntiva está planteada.
[1] Al final no se pudo presentar, ya que la CCR sólo alcanzó la mitad de las firmas legales requeridas.
[2] https://www.revolutionpermanente.fr/Appel-Pour-la-creation-d-une-nouvelle-organisation-revolutionnaire
[3] https://www.revolutionpermanente.fr/Nouvelle-organisation-revolutionnaire-400-personnes-dans-les-AGs-pre-Congres-dans-toute-la-France
[4] https://www.laizquierdadiario.com/Francia-crisis-terminal-del-NPA-y-emergencia-de-una-nueva-corriente-revolucionaria
[5] https://www.revolutionpermanente.fr/La-guerre-en-Ukraine-et-l-acceleration-des-tendances-aux-crises-guerres-et-revolutions
[6] https://www.laizquierdadiario.com/Semiperiferias-Subimperialismos-Debates-sobre-el-imperialismo-hoy
[7] País más extenso del mundo, primera potencia energética , primera potencia mineral, segunda potencia militar (con bases y tropas en otros 15 países), segunda potencia nuclear, undécima economía del mundo e influencia regional y global. Es uno de los cinco únicos países con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU.
[8] Líbano, Emiratos Árabes Unidos, Costa de Marfil, Yibuti, Gabón, Senegal, Chad, Níger, Antillas, Guyana, Polinesia, Reunión, Nueva Caledonia e Índico Sur.