Compartimos, a 30 años del nacimiento del MST, las palabras de Alejandro Bodart, Secretario General de nuestro partido, quién dio el discurso central del acto que realizamos el sábado 17 de diciembre en el auditorio de la Facultad de Cs. Sociales en la Ciudad de Buenos Aires, que además fue transmitido en vivo para todo el país y para camaradas de la LIS de diversos países del mundo.
Para nosotros es una alegría grande este cumpleaños. Lo estamos festejando un poco tarde porque en realidad fue a mitad de año, pero este año vino muy cargado y no queríamos despedirlo sin hacernos este homenaje para todos. Por eso, quiero felicitar a todos aquellos que pusieron su granito de arena para que lleguemos hasta acá. A los que están y aquellos que se han ido, pero están en el recuerdo de todos nosotros. Treinta años es mucho tiempo. Los que venimos militando, incluso desde hace más de 30 años, en períodos más cortos hemos visto crecer y desaparecer organizaciones. Estar, estar fuertes y más vivos que nunca, para nosotros es una alegría y un orgullo muy grande. Hay muchos compañeros que han hecho de la construcción del partido su vida y gracias a eso tenemos un partido importante. Hay muchos compañeros que han colaborado aportando en una campaña financiera o siguiéndonos en algunas campañas. Todos, de una forma u otra, han colaborado para que lleguemos y estemos acá.
En la mesa, a través de los compañeros que están acá, queremos homenajear a todos los compañeros de las distintas camadas del MST. Algunos de los que están acá eran chiquitos cuando fundamos el MST. Celeste tenía 6 años, Mariano creo que tenía 9. Además de mí que tenía 28, creo que el más vejete era Sergio, que tenía 18 y empezó a militar justo ahí, cuando empezamos a dar los primeros pasos. En la mesa que preside este acto está un poco la síntesis de la dirección que fuimos construyendo, que incluye a compañeros más viejos y más jóvenes. Porque construir un partido es construir una dirección. Es construir un equipo de trabajo que pueda hacer frente a las distintas necesidades. Así que, yo les pido un aplauso para los compañeros que están acá, porque son la vanguardia de un equipo que ha puesto en marcha este proyecto, lo ha mantenido y lo seguirá haciendo.
La importancia del nacimiento del MST en un momento complejo
Eran las épocas de los ’90, donde había mucha confusión en las filas de la izquierda por una serie de acontecimientos que se habían dado. Fundamentalmente, por la crisis del «socialismo real», la caída de la Unión Soviética. En Alemania la parte capitalista terminó absorbiendo la parte socialista. Eran épocas de la Thatcher, que derrotaba a los mineros en Inglaterra y junto con Reagan largaban la globalización capitalista que se conoció mundialmente como neoliberalismo. En ese momento se fundó el MST. La confusión que se había abierto en la izquierda por el hecho de que caía el «socialismo», pero al no haber una dirección alternativa para superar al estalinismo, la restauración capitalista fue la salida que se fue dando en cada uno de esos países. Entró en casi todas las filas de la izquierda, y también entró en la organización que precedió al MST, que era el viejo MAS en la Argentina y la vieja organización internacional que nosotros habíamos construido, que era la Liga Internacional de los Trabajadores. Dos obras extraordinarias de Nahuel Moreno, pero que se vieron afectadas por esta ola de escepticismo mundial. Y la verdad, es que estuvo en riesgo la desaparición de la corriente que había conformado Moreno o, a lo sumo, que se transformara en pequeños grupos muy chiquititos, muy sectarios. Yo creo que la fundación del MST fue una batalla fundamental. Si no la hubiéramos dado, hoy no estaríamos acá. Por eso creo que es muy importante para nosotros reivindicar esa pelea que dimos y reivindicar la fundación del MST, no solo por lo que somos hoy, sino por el hecho de haber logrado darle continuidad a una corriente que peleó durante décadas por sacar al trotskismo de la marginalidad, por llevarlo a la clase obrera.
Hoy Argentina es un lugar donde se le presta mucha atención a la izquierda y al trotskismo. Porque el trotskismo es la principal fuerza de izquierda en nuestro país. Y si el trotskismo tiene este peso aquí, tiene que ver con la construcción de nuestra corriente, que no nació hace 30 años, nació hace casi 80, pero que el MST en un momento muy difícil dio la pelea para que esa continuidad histórica siguiera existiendo. Y creo que es muy importante que todos seamos conscientes de esto. Muchos de los dirigentes que encabezaron un debate muy escéptico al interior del viejo partido hoy no están prácticamente organizados y no ha quedado casi nada de eso. Mientras que el MST está más vivo que nunca, porque supo defender las banderas históricas de nuestra corriente y, al mismo tiempo, supo también avanzar sin dogmatismos, sin sectarismo, sin oportunismo y seguimos construyendo y reelaborando.
El marxismo no es un dogma
El marxismo no es una receta que ya está escrita y uno puede leer y encontrar solución a todos los problemas. El marxismo es una ciencia viva, se necesita permanentemente de la intervención en la lucha de clases y un espíritu crítico para elaborar a partir de la realidad. No solo se aprende de los aciertos, sino sobre todo de los errores. Y hemos cometido muchos, pero tuvimos también el espíritu autocrítico de aprender de los errores, de tratar de mejorarnos, de permanentemente tratar de avanzar. Creo que el morenismo fue la corriente que más enriqueció al marxismo, que más enriqueció las enseñanzas de Lenin y Trotsky después de la Segunda Guerra Mundial. Y era un crimen tremendo que se perdiera esa tradición, porque implicaría para la clase obrera y los trabajadores un retroceso enorme, que costaría décadas volver a recuperar. Tenemos que defender nuestra tradición, nuestra tradición morenista. Saber que incluso hasta el día de hoy, como le pasó a Lenin y Trotsky, hay muchas corrientes que atacan al morenismo con falsedades, con calumnias, como fue atacado permanentemente el trotskismo, el leninismo, el marxismo. Tenemos que defenderlo y, al mismo tiempo, entender que Moreno murió antes de ver muchos de los grandes cambios que se fueron produciendo en la humanidad. No pudo ver la caída de la Unión Soviética que tuvo un carácter muy contradictorio y que, mientras la mayoría solo veía la parte negativa, nosotros intentamos con mucho esfuerzo ver la contradicción de ese período. Período que también tuvo como uno de los fenómenos fundamentales, la caída del aparato más monstruoso que había surgido al interior de la clase obrera: el estalinismo. Y que, por lo tanto, no se abría una etapa negra donde el socialismo dejaba de ser la perspectiva para la humanidad, sino que rápidamente iría quedando claro, como sucedió, que lo que se está pudriendo es el sistema capitalista y que más que nunca la única alternativa que tiene la humanidad es avanzar al socialismo.
Si no lo logramos, posiblemente el capitalismo termine destruyendo a la humanidad. Fíjense lo que pasa hoy, nuevamente vuelve a estar planteada la amenaza de que algún oligarca ruso, algún capitalista yanqui, apriete el botón y la humanidad desaparezca. Crece el armamentismo, crecen las guerras fratricidas, crece la agresión permanente al único planeta que tenemos. Y no les interesa nada de lo que pueda pasar con las generaciones futuras. Haber mantenido firme la convicción y la confianza en la clase obrera, la confianza en la experiencia de dos siglos de lucha de los trabajadores, la confianza en una tradición que nos fue mostrando el camino, creo que fue muy importante para mantenernos en pie, para que no aflojáramos cuando todos nos decían que no iba más el Partido Revolucionario, para seguir peleando con fuerza, muchas veces contra la corriente, o con el viento en contra. Pero a los pocos años de ese período, empezó nuevamente a salir el sol. Empezó nuevamente a quedar en claro la vigencia del socialismo como la única alternativa para terminar con la catástrofe que, si no frenamos, se nos avecina. Y fue importante en esa pelea que dimos en aquel momento, cuando todos nos decían que estábamos locos, habernos mantenido firmes. Gracias a esa firmeza creo que hoy estamos acá, más vivos que nunca. La izquierda está creciendo en nuestro país, se empieza a hundir el PJ, el radicalismo ya no es alternativa, y todos los que estamos acá, somos protagonistas de un cambio que nosotros estamos convencidos de que, más temprano que tarde, nos va a plantear la posibilidad de la disputa por el poder. La posibilidad de cambiar las cosas, como dice Celeste, de dar vuelta todo y de que los trabajadores, de una vez por todas, agarremos las riendas de nuestro país, agarremos las riendas del mundo y empecemos a cambiar la historia.
La crisis del viejo MAS y la fundación del MST
El MST se fundó el 1º de Mayo de 1992 con un acto en Plaza de Mayo en apoyo a los trabajadores ferroviarios que en esa época enfrentaban la privatización de Menem. Una lucha heroica, que prácticamente paralizó al país durante meses y nos tuvo como protagonistas. Fue un sello de lo que es nuestro partido, porque a partir de ahí prácticamente en todas las luchas que se han desarrollado el MST estuvo poniendo un granito de arena.
Del viejo MAS pudimos rescatar un grupo pequeño de cuadros y militantes, pero con mucha firmeza política y ganas de reconstruir lo que la crisis, en ese momento tan complejo, había hecho retroceder. De los viejos dirigentes arrancamos con un grupo muy pequeño, muy golpeados por la crisis, por los errores que se habían cometido luego de la muerte de Moreno. Errores gruesos pese a que, como se había dicho en un acto para despedirlo, Moreno había dejado cimientos sólidos. Pero lamentablemente la dirección que quedó a cargo del viejo MAS cuando murió Moreno, lejos de apoyarse en esos cimientos, a través de muchos errores, los fue demoliendo, al punto que la crisis solo nos permitió rescatar un puñadito de viejos dirigentes. Acá tenemos a uno de ellos, Mario Doglio, para el que pido un fuerte aplauso, porque es uno de los dirigentes de la vieja corriente que está con nosotros. La vanguardia de la construcción del viejo partido la tuvimos que asumir cuadros medios y un par de dirigentes regionales que veníamos de la construcción del viejo MAS. Y al poco tiempo de fundar el nuevo partido empezó a haber muchos debates entre los que habíamos salido juntos del viejo partido. En un sentido nos había unido el espanto a una corriente liquidadora que surgió al interior del partido. Pero cuando tuvimos que empezar a construir, por la positiva, nos dimos cuenta de que en realidad no teníamos todos sacadas las mismas conclusiones. Muchos de los viejos dirigentes nunca asimilaron los errores tremendos que se habían cometido luego de la muerte de Moreno y, sobre todas las cosas, como no asimilaban los errores tampoco tenían la convicción de que había que formar una nueva dirección porque la anterior había explotado. Se empezaron a dar muchísimas discusiones y debates.
El MST en los primeros años fue caótico, de congresos que muchas veces no se sabía si iban a terminar. Porque empezó a surgir un debate: el nuevo partido tenía que basarse lógicamente en la tradición de nuestra corriente, pero: ¿por qué el MAS de ser el principal partido de la izquierda en Argentina y en el mundo, en pocos años de haber entrado en una crisis, en una división tremenda de la dirección estuvo a punto casi de desaparecer? Los nuevos cuadros teníamos la convicción de que se habían cometido muchos errores y que era fundamental, en primer lugar, discutir los errores para no volverlos a cometerlos; y, en segundo lugar, para aprender de esos errores y sacar experiencia que nos sirviera para seguir avanzando. Mientras muchos de los viejos dirigentes en realidad se negaban a aceptar que habían sido parte de eso, y se negaban a poner lo que había que poner, para conformar una nueva dirección, un nuevo equipo con los cuadros que habían dado la pelea para rescatar a la mayoría de la militancia al frente de ese equipo.
El Partido y la dirección
La construcción de un partido revolucionario pasa por una construcción colectiva, pero que se sintetiza en la construcción de una dirección que combine experiencia y tradición, pero al mismo tiempo, sangre joven que apueste al futuro, que no se enamore de sí misma, que permanentemente apueste a que nuevos compañeros puedan rejuvenecerla, puedan ayudarla a seguir avanzando. Esto nos llevó, prácticamente desde que nos conformamos como partido hasta casi fines de la década del ‘90, a debates tremendos hasta que luego de varias crisis logramos estabilizarnos. En esos años entró en nuestras filas, por ejemplo, una campaña de moda lanzada también desde las usinas del imperialismo, que fue el horizontalismo. La máxima figura que habíamos logrado construir en el MAS y que arrancó con nosotros en el MST, Luis Zamora, empezó a dar una batalla al interior de nuestro partido para que cambiáramos la esencia del partido leninista. Había comprado que el leninismo era parte del pasado, que había que ir a otro tipo de funcionamiento, empezó a adorar a Holloway y a todos los teóricos de moda de la época. Sin embargo, los cimientos que habíamos empezado a construir permitieron que ese debate lo lleváramos adelante y que, prácticamente, el partido saliera un cien por ciento firme en que había que seguir construyendo el partido.
Porque, en definitiva, el gran debate desde los ‘90 para acá, a través de una moda u otra, ha tenido que ver con el escepticismo y a partir de allí se ha cuestionado si vale la pena seguir construyendo un partido leninista, de combate, revolucionario o no. Se ha manifestado de distintas formas, pero siempre al final el cuestionamiento es el mismo. Están los que dicen, por ejemplo «para qué le vamos a dedicar nuestro tiempo a la construcción del partido revolucionario, si no está planteado el poder por lo menos en los próximos 50 o 100 años». Y proponen que nos dediquemos a otra cosa, a construir como estrategia partidos amplios junto a sectores reformistas, que peleemos por radicalizar un poquito más la democracia, por hacer algún tipo de reforma. Hemos tenido muchos debates de ese tipo también al interior de nuestras filas. Porque el Partido es un organismo vivo, que no puede tener una coraza para que todos los debates que haya en la realidad no se le metan adentro. Lo que es importante es tener los anticuerpos suficientes como para poder repeler todo ese tipo de falsas ideologías. Ideologías que son creadas por el enemigo, creadas por el capital para destruir la única posibilidad que tiene la humanidad de que, alguna vez, las cosas cambien: construir una alternativa revolucionaria nacional e internacional que le de batalla todos los días a la burocracia, a los capitalistas, al imperialismo. Creo que el MST en estos años demostró que tuvo esa fortaleza, y por eso estamos acá, y por eso no sucumbimos a ninguna de las modas, como otros que fueron sucumbiendo.
Este debate es trágico. Por ejemplo, el fin de semana que pasó se terminó de destruir el NPA francés, que había surgido a partir de una iniciativa de la corriente mandelista, de la Liga Comunista Revolucionaria francesa. Se acaba de destruir porque hace muchos años los dirigentes del Secretariado Unificado, del mandelismo, compraron esta nueva moda de que el partido revolucionario no está planteado por un período largo de tiempo y que por eso lo realista era dedicarse a construir partidos amplios, sin delimitaciones, disolviendo el partido revolucionario si fuera necesario, como hicieron en Francia. Y entonces, una iniciativa muy importante que llegó a agrupar a 9.000 militantes como el NPA, en uno de los países capitalistas más importantes, acaba de terminar explotando fruto de haber comprado esta falsa ideología, que los termino llevando a despreciar la construcción revolucionaria en post de unirse a una construcción frentepopulista como la NUPES. Esa es una conclusión práctica de a dónde llevan estas nuevas modas que intentan tirar por la borda 200 años de construcción de la clase obrera. Nosotros somos parte en Francia de los que están dando la pelea contra todo esto y que han logrado ganar a la mitad del NPA para seguir construyendo partido revolucionario, independiente de la burguesía y la centroizquierda pro imperialista.
Construyendo el MST en las luchas y la clase obrera
Fuimos construyendo nuestro partido nacional, porque cuando arrancamos no éramos un partido nacional, esencialmente estábamos agrupados un poquito en Capital, en Provincia de Buenos Aires, y teníamos algunos compañeros en las provincias. Pero fuimos construyendo un partido nacional a partir de las luchas que se fueron dando en nuestro pueblo. Porque el menemismo, que logró durante un periodo cierta estabilidad, al poco tiempo de conformar el MST, empezó a entrar en crisis y se empezaron a dar luchas extraordinarias, principalmente en las provincias. Tienen que saber que el MST, en sus primeros años, participó activamente en las primeras grandes luchas de los desocupados, que surgieron en aquellos pueblos arrasados por las privatizaciones de Menem. Y así nos fuimos fortaleciendo en el sur, donde jugamos un rol importante en los primeros levantamientos, luego en Jujuy y otras provincias. Participamos activamente en el Santiagueñazo y los distintos azos provinciales que se desencadenaron. Nos fuimos haciendo en luchas obreras importantes, como la de Las Heras por ejemplo que nos permitió, junto a viejos compañeros que habían mantenido la llama encendida (y acá está nuestra compañera Lucía Sandoval para la que pido también un fuerte abrazo) construir el partido en otra provincia.
Cuando Luis Zamora se fue, nos vimos en la necesidad de construir una nueva vocera, Fue fácil decidirnos por Vilma, que se fue transformando en esos años en una dirigente muy importante y reconocida por la clase trabajadora, como diputada, como enfermera, como una compañera que volvió a trabajar después de haber sido diputada.
Fuimos vanguardia en la lucha de Derechos Humanos. Cuando surgió el MST, estaban vigentes las leyes de obediencia debida y punto final que había firmado Alfonsín con el apoyo del PJ y el indulto de Menem. En el video de apertura vieron una imagen, y hay muchas imágenes del MST en sus primeros años acompañando la lucha de las madres, acompañando los escraches, los primeros escraches de H.I.J.O.S. Pero tienen que saber también que, a partir del MST, y de Izquierda Unida unos años después, fuimos nosotros los que presentamos en el Parlamento la ley que volteó las leyes de impunidad, de la que se intenta apropiar el kirchnerismo, cuando en la Cámara de Diputados nuestros compañeros pelearon contra los K, que lo que querían era una ley que permitiera derogar las leyes sin abrir nuevos juicios. Y gracias a la pelea que dimos nosotros, junto al pueblo movilizado, logramos que se voltearan esas leyes y hasta el día de hoy se juzgue y los milicos terminen en cana. Por eso estamos orgullosos de toda nuestra historia, que no la vamos a encontrar en C5N ni en TN, no la vamos a encontrar en ninguno de los medios que intentan cambiarla y hacer referentes de derechos humanos a tipos que se fueron a hacer guita en los peores momentos, y que siendo abogados nunca presentaron un hábeas corpus. Nosotros tenemos el orgullo de haber sido parte de esa vanguardia, parte de todas esas luchas desde el origen del viejo MAS y que continuamos con el MST.
Hemos sido vanguardia en la lucha por la unidad de la izquierda, al servicio de construir herramientas lo más fuertes posibles para disputarle el movimiento de masas y la clase trabajadora al PJ y la centroizquierda. Construyendo Izquierda Unida, haciendo una experiencia con Proyecto Sur, que nos permitió enriquecer nuestro programa y ahora estar el FITU entre otras tantas iniciativas unitarias.
También hemos sido una de las corrientes que más avanzó en los debates y la comprensión de la importancia de las peleas de género como motores de la lucha revolucionaria y como motores de la construcción del partido revolucionario. Es un debate que incluso cruza a muchas organizaciones revolucionarias que siguen, pese a todo lo que se ha visto y se puede ver, negando la importancia que tiene la lucha de género, negando el patriarcado, negando el feminismo. Y no hablo de corrientes estalinistas o burguesas, hablo de corrientes que se dicen trotskistas, pero que minimizan esa batalla fundamental. Y el MST tiene elaboración, tiene constancia, y ha sido parte fundamental de las movilizaciones que lograron torcerle el rumbo a este régimen patriarcal y clerical, y que lograron el aborto. Están todas las imágenes y todas nuestras compañeras para atestiguar que han sido vanguardia en cada una de las luchas, y siguen siéndolo en todo este período.
Tenemos el orgullo de haber sido la corriente socialista revolucionaria, que más avanzó en entender la unidad de la lucha de la clase obrera por su emancipación con la necesidad de integrar la lucha socio-ambiental. Porque el planeta está en riesgo, y no basta solo pelear por el salario ni por el control obrero, hay que destruir a todas aquellas industrias que terminan destruyendo el medio ambiente, ir a otro tipo de modelo productivo. Y hay que tener lo que hay que tener, para sacarse de encima dogmas, para sacarse de encima viejas recetas, que se demuestran que no sirven para nada.
Por todo esto tenemos que ser orgullosos de lo que hemos construido. Porque hemos construido, pero también estamos dejando huellas históricas que van a servir para las próximas generaciones, para no partir de cero en muchas peleas, en muchas elaboraciones.
Desde ya hemos estado presentes en las luchas más importantes de nuestra clase, la clase obrera. Tenemos un orgullo grande, por ejemplo, para no remontarme a la historia, sino simplemente a los últimos años, de tener a la corriente más dinámica entre la famosa primera línea que se bancó uno de los desastres más grandes del capitalismo que fue la pandemia. Y de tener dirigentes y sindicatos de enfermeras, de médicos, en Capital, en Provincia de Buenos Aires, en Córdoba y en el interior. Hemos dado una pelea por instalar un nuevo modelo sindical, porque el modelo que hay que destruir en el sindicalismo no es solamente el de la burocracia podrida de los carcamanes de la CGT o de los verseros de las CTA. Lamentablemente la izquierda reproduce métodos burocráticos al interior del movimiento obrero, y muchas veces retrasa la posibilidad de la formación de una nueva dirección tan necesaria para nuestra clase. Y nosotros hemos tenido la valentía de dar esa pelea. Porque no peleamos para tener un sello más. Peleamos por educar a la clase obrera en la necesidad de que se auto determine, de que sea ella la que resuelva los problemas. Es una batalla estratégica a dar con nuestros socios al interior del Frente de Izquierda, con los cuales todavía no hemos podido construir más que un frente electoral limitado. Nos cuesta mucho intervenir unitariamente en la lucha de clases o dar peleas realmente revolucionarias en los sindicatos. Hay que estar atentos, porque el estalinismo todavía le marca la huella a muchas organizaciones que se dicen anti estalinistas y es una batalla que tenemos que seguir dando.
Somos pocos, por problemas de edad, los que tuvimos la suerte de participar de la gran revolución que se produjo acá y termino en la caída de la Dictadura. Éramos muy jóvenes en aquella época, estoy hablando del ’82. Pero tenemos el orgullo como MST de haber podido participar de la segunda gran revolución en Argentina, que fue el famoso Argentinazo, y de haber sacado conclusiones. Porque ese proceso revolucionario, nos hizo sacar conclusiones tremendas que fueron muy útiles para la continuidad posterior del MST. Y sobre todo para sacar una conclusión: el marxismo, ya lo dije antes, no es un dogma. Moreno dio un aporte extraordinario a la teoría de la Revolución Permanente, a la teoría de la revolución, pero falleció antes de que se dieran nuevos fenómenos que cambiaron la etapa. Con las herramientas que nos había dado, había que reelaborar, había que rediscutir, había que pensar. Luego del Argentinazo tuvimos otra crisis, con un grupo de compañeros que a los que pensábamos esto, como yo, nos consideraban prácticamente herejes, porque creían que estaba todo escrito. Algunos de estos compañeros están en el FIT Unidad, en otra organización. Creían y siguen creyendo que no había nada que repensar, que no había nada que elaborar, y así les va. El MST tuvo la audacia de romper los moldes cuando había que romper los moldes. Y hay que saber romper los moldes, hay que saber ser crítico de uno mismo. El que no es crítico de uno mismo, no avanza nunca, porque se enamora de sí mismo y se enamora de los errores que comete. La única forma de avanzar, es tener la valentía de cuando se produce un error, saber asimilarlo. Y cuando algo no anda, tener la valentía de cambiarlo y de elaborar, porque el marxismo es una ciencia viva. Podríamos decir que, por ejemplo, Lenin fue un hereje que prácticamente violentó todo lo que había pensado Marx, porque Marx decía que la revolución solo se podía hacer en los países más avanzados. En ese sentido tenían razón los mencheviques, que planteaban que no había que hacer la revolución en Rusia. Pero si no era por Lenin y Trotsky, que se animaron a cuestionar lo que evidentemente no servía y hacer la revolución en el país más atrasado de Europa, el marxismo revolucionario hoy no sería lo que es. Moreno tuvo la valentía de cuestionar algunos aspectos de la teoría de la Revolución Permanente, porque no hay santos intocables en el marxismo. Y nosotros tuvimos también la valentía de tocar muchos aspectos de lo que nos había planteado Moreno, porque evidentemente la situación había cambiado. No era lo mismo un mundo con el estalinismo y con toda la Unión Soviética y el bloque del Este, que un mundo donde se había desplomado todo, donde había empezado la restauración capitalista a extenderse, donde había que pensar, cuestionar pronósticos que no se habían dado, elaborar y elaborar. Y esto, compañeros, es muy importante para la pelea que estamos dando con la Liga Internacional Socialista, porque la Liga Internacional Socialista, no se pudo construir con viejos moldes del pasado. Se pudo construir porque tuvimos la audacia de cuestionar y repensar muchas cosas.
Nuestro sello de origen: el internacionalismo.
Creo que el trotskismo argentino, formado por Moreno, ha creado la camada militante más internacionalista que existe actualmente en el mundo. A mí que me toca viajar, ir a diferentes países, lo veo y creo que eso es algo muy importante tenerlo bien claro. El MST es un fiel heredero de eso, porque nosotros hemos decidido muchas veces debilitar nuestra construcción para poder fortalecer la construcción de otro país, para poder ir a apoyar una lucha que se desarrollaba en lugares muy lejanos. Tener la valentía de saber que sin internacional no somos nada, que no se puede disputar el poder, que no hay trotskismo sin internacional. Porque el trotskismo es internacionalismo, la revolución socialista es mundial o nunca va a ser. Y para poder hacerla, necesitamos hacer todos los esfuerzos, incluso debilitar coyunturalmente la construcción nacional. Y creo que el MST ha tenido esa valentía, y por eso desde que se reventó la LIT, fundamos primero la CIR y luego la UIT. Cuando esta última defeccionó, intentamos reagrupar internacionalmente a los revolucionarios a través de múltiples iniciativas y hoy somos puntales en la LIS.
Nos hicimos fanáticos de la Revolución Venezolana de principio de siglo y a partir de ahí empezamos a conocer compañeros y compañeras de distintas partes del mundo con una comprensión común, ni sectaria ni oportunista, mientras otras corrientes caían en una u otra desviación ya que uno de los grandes defectos de parte de la izquierda pasa por confundir permanentemente los procesos que se dan, con su dirección. El sectarismo en las filas del trotskismo, parte de un razonamiento antimarxista. Como al frente de un proceso esta una dirección mala, reformista o reaccionaria el proceso no sirve. Muchos de esos razonamientos están presentes en algunos aliados en el Frente que integramos, y por eso se negaron a participar y disputar en la Revolución Bolivariana. Le encuentran siempre el pelo al huevo frente a cada movilización, frente a cada proceso revolucionario, y se cuidan más de mancharse, de no meterse en el barro, que en participar y responder a las necesidades de la clase obrera. Que tiene muchas veces direcciones malas, pero que hace esfuerzos tremendos por superarlas, por construir alternativas frente a esos procesos. Algo similar estamos viendo ahora con relación a la resistencia ucraniana contra la invasión rusa, que una parte de la izquierda se niega a apoyar porque al frente del país está un pro imperialista como Zelenski.
El oportunismo parte de un razonamiento similar, pero a la inversa. Cuando hay un proceso revolucionario sacan la conclusión de que la dirección debe ser si o si revolucionaria y le claudican.
Sacamos un balance muy crítico del trotskismo de posguerra, muy crítico. Porque lamentablemente el trotskismo de posguerra a partir del revisionismo pablista hizo que se cayera en una atomización tremenda del movimiento revolucionario. Con mini internacionales que empezaron a surgir por todos lados, alrededor de un partido. Se cayó en una desviación, la del «partido madre», creyendo que desde un partido se puede hacer una internacional, buscando gente que piense igual que el partido madre, y expulsando al que no piense así. Nosotros sacamos la conclusión que ese modelo, que puede haber servido para mantener la llama, para que las enseñanzas de Trotsky y Lenin no se perdieran en el basurero del estalinismo, había llegado a su fin con la muerte del estalinismo, y había que buscar otro. Un modelo que nos permitiera a los revolucionarios volver a reencontrarnos, aportar cada uno su tradición. Entender que hay otras tradiciones en el movimiento revolucionario y que de lo que se trata, es de volver a los orígenes, volver a las enseñanzas de las viejas internacionales, que no se hacían a partir de un partido imponiéndole al resto, sino a través de la unión, la solidaridad, del debate franco, la convivencia con distintas corrientes, con matices. Eso nos permitió encontrar compañeros de otras tradiciones y empezar a construir juntos la LIS.
El viejo modelo nunca hubiera permitido que nosotros empalmáramos con los compañeros de Pakistán, que vienen de otra tradición y son una gran corriente revolucionaria en el Asia, y aprender de ellos, de saber que no somos los únicos que hemos en esta larga lucha intentado resolver los problemas de la clase trabajadora. O empalmar con los compañeros de África, que vienen de hacer una experiencia con el estalinismo, porque no existía el trotskismo, pero que avanzaron, siendo muy jóvenes rompieron con el estalinismo, lo hicieron pelota y empezaron a buscar, y nos buscaron a nosotros como alternativa. Y no les pedimos análisis de sangre, como les piden otras de las organizaciones, para ver si están aptos para ser partícipes de la secta. O con las corrientes del sindicalismo revolucionario en Ucrania, Bielorrusia, Kazajastan o Rusia. O con los compañeros del Líbano. O relacionarnos con los compañeros de Australia que, en un país conservador, acaban de hacer una elección extraordinaria. Esta noche vamos a participar de una conferencia que arranca a las 21 hs, porque hay 14 horas de diferencia, pero que están entusiasmadísimos, y que han hecho un material que es muy importante que lo conozcan. En ese material plantean la larga historia en el desierto que han tenido que pasar, cuando todos les decían que había que abandonar, que no valía la pena, que un país conservador, imperialista, que la clase obrera nunca iba a cambiar, era toda aristocrática, pero por mantenerse firmes, acaban de provocar un boom electoral y están creciendo, y son parte de un fenómeno que muestra las posibilidades que hay hoy en el mundo. O tener relaciones fraternales con los compañeros de The Tempest, de Estados Unidos. Es decir, no podríamos haber hecho nada de esto sin internacionalismo, sin la claridad de que hay que animarse a cambiar, sin la claridad de que el dogma no existe más, de que no tenemos la verdad revelada, pero tenemos voluntad de cambiar las cosas.
Sigamos luchando y construyendo el partido y la LIS
Compañeros, no nos dejemos engañar con el verso de que el socialismo es utópico. Lo único utópico en la humanidad es seguir bancando este sistema, que nos va a llevar a la destrucción. La única luz de esperanza para la humanidad es el único sistema alternativo que existe: el socialismo. Pero para llegar al socialismo hace falta construir Partido Revolucionario. Por eso tienen que estar orgullosos de colaborar con la única herramienta que puede permitir que el mundo no se desbarranque y que las generaciones futuras puedan vivir dignamente, que es construir un partido, en este caso el MST y a nivel internacional la Liga Internacional Socialista. Sin militancia, sin abnegación, no se pueden construir partidos. Muchos compañeros lo dijeron en los vídeos iniciales, la construcción de un partido exige sacrificios, dejar muchas cosas personales de lado. Muchas veces la sociedad capitalista nos presiona para que esencialmente pensemos en nosotros mismos, para que dejemos de pensar en lo colectivo y nos dicen «dedicate a lo tuyo, ya estás grande, ya se te pasó el momento rojo de estudiante».
Compañeros y compañeras; vale la pena militar. Porque es la única actividad realmente gratificante. Porque es la única actividad que nos permite en colectivo dar una pelea para que nuestros hijos, nuestros nietos, nosotros mismos, podamos disfrutar de este planeta y de esta vida, que es hermosa pero que hay un sistema que no nos permite disfrutarla. Pero a nuestra manera la disfrutamos, dando pelea para destruir este sistema y construir otro hermoso. Por eso, yo creo que el mejor homenaje a 30 años, es juramentarnos que vamos a seguir peleando, militando, construyendo partido nacional e internacional. Discutiendo todo lo que haya que discutir, sin dogmas, sin ningún preconcepto, pero firmes en la convicción de que el socialismo es posible, de que la clase obrera no está derrotada. Y sino, fíjense en el esfuerzo tremendo que está haciendo la clase obrera de Irán con una represión brutal, que surgió a partir del asesinato de una mujer, pero que se ha transformado en una de las revoluciones más importante del planeta. O del pueblo peruano que, sin dirección, traicionado veinte veces, sigue peleando, sigue arrinconando al poder. Y lo vimos en Sri Lanka en esa manifestación que arrasó con todo. O en cada una de las rebeliones que sacuden el país mes a mes. Todos los días la clase obrera nos da muestras de que no deja de pelear. No dejemos de pelear nosotros. Peleemos más que nunca. Porque si seguimos haciendo lo que hemos hecho estos 30 años, y redoblamos el esfuerzo, el futuro tiene que ser nuestro.