El domingo 12 de mayo, las cordobesas y cordobeses fuimos a votar, tras una campaña muy breve en la que el debate estuvo ausente. Los resultados de esta elección dejan a un PJ fortalecido (sacó 54% de los votos, recuperó la capital luego de 20 años y tiene dos tercios de la Legislatura) y a una UCR fracturada y con un alto nivel de deterioro.
En la izquierda nuestra fuerza creció y se consolidó, conquistando una banca en la Legislatura, algo que nunca había logrado un partido de izquierda presentándose solo. La contracara de este avance fue el gran retroceso del FIT, que por su negativa a ampliar la unidad y su campaña defensiva perdió casi el 50% de sus votos respecto de las últimas elecciones provinciales, perdiendo así dos de sus tres bancas. Estos resultados merecen algunas reflexiones.
Triunfo previsible, futuro incierto
Con su victoria, Schiaretti le garantizará al PJ estar al frente de la provincia por casi un cuarto de siglo. Las consecuencias de esta gestión son dramáticas: crecen la pobreza, la precarización, la falta de acceso a la salud y la educación, la destrucción ambiental y de lo público, la desprotección de las mujeres, el peso de la Iglesia dentro del Estado, la falta de acceso al aborto no punible, entre otros aspectos que demuestran que Córdoba está muy lejos de ser el paradigma de la «justicia social», como le gusta mostrarla a nuestro gobernador.
Como bien denunciamos durante la campaña, Schiaretti es un gran socio de Macri: fue un puntal clave en el armado del pacto fiscal y le votó todas las leyes antipopulares, incluidas la reforma previsional y el Presupuesto nacional 2019 del FMI.
A favor de su triunfo jugaron la división de Cambiemos y el perfil de «hacedor» construido a fuerza de inauguraciones. En un año se pusieron en marcha en Córdoba más obras que en todas las gestiones del PJ, desde ya a costa de una deuda en dólares gigantesca que es una verdadera bomba de tiempo. Se terminaron algunas obras iniciadas hace décadas y se volcó una enorme cantidad de fondos públicos en publicitarlas. Todo eso cimentó la votación de Schiaretti.
Como resultado, Schiaretti tiene mayoría absoluta en la Unicameral y, aunque diga no ser «el macho alfa» de Alternativa Federal, se tonificó de cara al debate nacional. Aun así no hay entusiasmo en la población y para nada ese 54% es un cheque en blanco.
En este marco, el papel de la dirigencia kirchnerista fue lamentable: primero bajaron las listas en un claro gesto hacia el PJ y luego llamaron a votarlo, convalidando el proyecto ajustador y antiobrero que encabeza Schiaretti. Con la excusa de «darle un duro golpe» a Macri, sumaron entusiastas sus esfuerzos a fortalecer al espacio que desde 2015 aplicó a rajatabla el ajuste macrista.
La agonía de la gallinita macrista
El principal derrotado de esta elección es Cambiemos. Y podríamos decir que el golpe lo recibió mucho antes del 12, cuando su alianza se dividió y presentaron dos candidatos. Negri creyó que ser bendecido por la Casa Rosada era una ventaja, pero terminó por hundirlo. La visita de Carrió, lejos de colaborar, generó un escándalo nacional. Aunque luego trajeron a Vidal y Larreta para intentar remontar, no lo lograron y protagonizaron uno de los mayores papelones de Cambiemos en la ronda de elecciones anticipadas.
A su vez, el resultado de Mestre terminó siendo un plebiscito a su lamentable gestión municipal en Córdoba. Pegar la elección municipal a la provincial fue un mal negocio. Perdieron 28 municipios, entre ellos el principal: Córdoba capital.
Más allá de los problemas y divisiones, la raíz del derrumbe de Cambiemos hay que buscarla en el rechazo masivo a las políticas de ajuste del gobierno nacional, que contradictoriamente beneficio a Schiaretti.
Izquierda: el alto costo del sectarismo
La izquierda sufrió la contracción de su caudal electoral a casi la mitad. Pasó del 10% en 2015 a poco más del 5%. Pero la merma no golpeó a todos por igual. El FIT fue el más perjudicado al perder 51.800 votos y dos de sus tres diputados. También se redujo casi a cero el Nuevo MAS, que perdió más del 80% de sus votos. En nuestro caso, por el contrario, crecimos en votos y en representación, logrando que nuestra compañera Luciana entre a la Legislatura.
El severo retroceso del FIT amerita sacar conclusiones. Por desgracia, el único problema que ven ellos es que exista más izquierda además del FIT. Es decir, nos culpan a nosotros de sus fracasos. Pero la verdad es otra: su sistemática negativa a la unidad, la autoproclamación, el intento de ninguneo y luego la campaña sucia hacia el MST fueron algunas de las causas que provocaron su retroceso. A eso se sumó cierta asimilación al parlamentarismo: Liliana Olivero y el FIT han estado casi 20 años en la Legislatura y no jugaron un rol relevante. Como resultado, la fuerte apuesta por la renovación de la izquierda hizo crecer nuestros votos, lo que a su vez permitió igualar las bancas legislativas de ambos espacios (siendo el FIT tres partidos y nosotros uno).
Renovar a la izquierda para dar vuelta todo
Renovar la izquierda fue un eje de nuestra campaña, porque es imprescindible para construir una alternativa real para las y los de abajo. Y renovación no sólo en cuanto a lo generacional, sino también renovación programática y en la forma de hacer política. Con mucho esfuerzo militante, nuestra campaña fue muy propositiva y novedosa. Luciana y Maru Acosta, quienes estuvieron al frente de este proyecto colectivo, recorrieron toda la provincia y la capital difundiendo nuestras propuestas para dar vuelta todo.
Nuestra militancia llegó a todos los rincones de nuestra extensa y querida Córdoba. Logramos abrir nuevos locales en el interior y la capital, creció nuestra fuerza militante y queda planteado el desafío de seguir extendiéndonos.
En resumen, hemos conquistado una banca legislativa y nuestra alegría es tan grande como la responsabilidad que significa. Esta banca será un puesto de lucha para enfrentar el ajuste contra la clase trabajadora, los jubilados y la juventud. También para que los derechos de las mujeres y las disidencias, la pelea contra el desmonte y los agrotóxicos, el rechazo a la corrupción y los privilegios políticos y la defensa de lo público tengan una voz.
De este modo, hemos plantado bandera en la Legislatura cordobesa para llevar allí los debates que los gobernantes y sus cómplices quieren callar y para potenciar las luchas que damos todos los días en las calles.
Viki Caldera y Marcelo Maceira