Se aproxima un nuevo Día Internacional de los Trabajadores. La crisis sistémica del capitalismo sigue su rumbo destructivo. Las grandes corporaciones multinacionales, sus organismos internacionales y sus gobiernos nacionales no han logrado superar la crisis económica que estalló en 2008, mientras sus analistas pronostican, con creciente preocupación, la cierta posibilidad de que estemos cerca de un nuevo crack. Esto aumenta las tensiones, los roces y los enfrentamientos inter imperialistas.
El origen de la crisis está en que el capitalismo no ha logrado imponerle a los trabajadores del mundo niveles de explotación que les permitan sostener la acumulación de ganancia de la que depende el funcionamiento del sistema capitalista. Por eso, los gobiernos burgueses, de los más diversos colores políticos, implementan o intentan implementar planes de ajuste que atacan los ingresos y los derechos de los trabajadores. Y para imponer tales planes contra la voluntad mayoritaria, los gobiernos también intensifican su autoritarismo y despliegan la represión.
Pero los trabajadores del mundo, como han hecho siempre, resisten y dan pelea. Luchan en defensa propia, contra las medidas de ajuste, y avanzan contra los gobiernos que las aplican. Es esta terca y valiente resistencia de los pueblos, que ha impedido al capitalismo resolver la crisis a su favor, y que ha mutado a la crisis económica en una crisis también política. Son muchos los gobiernos que arrancaron aplicando ajustes y terminaron derribados por la movilización popular. En varios casos la movilización se ha llevado puesta, además, a regímenes que llevaban décadas garantizando la estabilidad de los negocios capitalistas.
Semanas atrás, las masas trabajadoras de Argelia y Sudán derrocaron a sus gobiernos, en lo que podría ser el inicio de una nueva Primavera Árabe. Al igual que en 2010-2013, la vanguardia de la movilización revolucionaria la constituye la juventud trabajadora, que se radicaliza y actúa contra un establishment que pretende dejarla sin futuro. Es un rasgo común de los procesos de movilización a escala mundial. También como en la anterior Primavera, en Argelia y Sudán se combinan reclamos sociales y económicos, con demandas democráticas contra regímenes autoritarios que llevaban largos años enquistados en el poder. La juventud trabajadora quiere vivir, y quiere decidir.
Estos rasgos se repiten en Francia, donde el poderoso movimiento de los Chalecos Amarillos lleva meses enfrentando el ajuste de Macron, desafiando la represión policial cada sábado en las calles de París y decenas de otras ciudades. Comenzaron protestando contra un impuesto al combustible, que Macron ya tuvo que anular, y le arrancaron importantes concesiones al gobierno francés: aumento del salario mínimo, congelamiento de las tarifas e indexación de las jubilaciones menores de 2000 euros. Pero las protestas no cesan, exigen que Macron se vaya. En su última “asamblea de asambleas” los Chalecos Amarillos llamaron al pueblo a “adoptar una postura de ruptura con el sistema actual para crear, juntos, un nuevo movimiento social, ecológico y popular”, y a pelear por un “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
Las mujeres trabajadoras también se han ubicado en la vanguardia de la lucha de clases mundial. La ola feminista que recorre el mundo, tiene a su cabeza a las mujeres más radicalizadas, que le imprimen al movimiento un cuestionamiento global al sistema capitalista. El paro internacional de mujeres de este 8 de marzo marcó nuevos récords con acciones en 80 países y puntos altos con cientos de miles tomando las calles en España, Argentina y Chile.
El elemento predominante en el movimiento de masas mundial es el rechazo al establishment, que deriva en polarización política, abriendo espacio a los extremos por izquierda y derecha. Donde las masas movilizadas han encontrado alternativas al establishment por izquierda, han optado por estas. Pero donde no ha habido, o donde estas alternativas han decepcionado, por limitarse a un programa reformista y terminar claudicando al ajuste capitalista, ha podido avanzar la derecha.
Sin embargo, como la derecha tampoco ofrece solución a los trabajadores, y no ha tenido la fuerza para aplastarlos e imponer el ritmo de explotación que le permita al capitalismo recuperar capacidad de acumulación, también encuentra rápidamente sus limitaciones. Por eso, Bolsonaro no ha podido implementar ninguna de las medidas clave de su programa y se encuentra empantanado en una profunda crisis política a poco más de 100 días de haber asumido. Por eso Trump se encuentra perdiendo en las encuestas con el autodenominado socialista Bernie Sanders. Por eso Macri, en Argentina, no ha podido implementar las reformas fundamentales que le exige el FMI y también se ve perdiendo las próximas elecciones presidenciales.
Hay una salida a la crisis para la clase trabajadora. Los recursos y la riqueza sobran en el mundo para satisfacer las necesidades y los deseas de las grandes mayorías. Pero hay que arrancárselas al puñado de capitalistas que las acumulan, y para arrancárselas, hay que desalojarlos del poder. El peso en números del 99% que vive de su trabajo y la fuerza de esa potencia movilizada se evidencia constantemente. Este 1ro de mayo tiene que ser, en todo el mundo, una nueva manifestación del poder de la clase obrera, con movilizaciones y actos en cada país.
Pero para derrotar al imperialismo capitalista, esa potencia requiere de una dirección con un programa y una estrategia anti-capitalistas y revolucionarias. Que no prometa soluciones imposibles dentro de un capitalismo reformado, sino que proponga direccionar la fuerza de la clase trabajadora movilizada contra el sistema entero e ir por todo. Que luche por un mundo socialista en el que gobiernen las mayorías trabajadoras democráticamente.
Por eso, las organizaciones que conformamos Anticapitalistas en Red junto a los compañeros del SEP (Turquía) y de varios países más nos encaminamos a dar un paso importante en la construcción de una nueva herramienta política internacional, socialista y revolucionaria, que tendrá su primera actividad, fundacional, del 24 al 26 de mayo en Barcelona.
Anticapitalistas en Red
29-04-2019