Agobiada por más de cinco décadas de brutal bloqueo imperialista la nación caribeña atraviesa una dura crisis económica. La dirección cubana lejos de intentar romper este largo bloqueo extendiendo su revolución, acaba de aprobar un proyecto constitucional que legaliza la propiedad privada, avanzando de esta forma en el camino que lleva a la restauración del capitalismo como ya realizó la ex URSS, China y el resto de los países que integraron el mal llamado “socialismo real”.
El pasado 23 de Julio el Parlamento de Cuba aprobó un proyecto que contiene una importante serie de reformas a la constitución de ese país, que ahora deberán ser aprobadas por un referéndum que entre el 13 de Agosto y 15 de Noviembre se realizará en los pueblos de la isla. La ratificación del proyecto es algo que se descuenta dado el régimen anti democrático de partido único que el Partido Comunista cubano representa y que no ha sido alterado en esta importante reforma constitucional.
El nuevo proyecto en sus 224 artículos, si bien ratifica el “carácter socialista” introduce reformas que legalizan y favorecen la introducción del capitalismo en la isla, tales como el reconocimiento del papel del mercado en la economía, la inversión extranjera y la propiedad privada. También se retira de la constitución la parte que alude a la “sociedad comunista” como un objetivo a alcanzar.
La introducción paulatina de reformas pro capitalistas viene ensanchando la desigualdad social en Cuba y achicando los beneficios sociales, que son una conquista de la revolución que gozan los cubanos. A la pobreza en que vive la población debemos sumarle medidas de recorte como el despido de 600.000 empleados del estado en el periodo 2010-2014 o la reciente eliminación de la gratuidad de algunos servicios médicos.
Los cambios constitucionales en loeconómico apuntalan las reformas realizadas por Raúl Castro que permitieron la actividad privada en ramas como la hotelería, el transporte y otros servicios. En el 2014 ya se autorizó en la ley de inversiones el ingreso de empresas con el 100% de capital extranjero. Ahora el nuevo presidente Díaz Canel profundiza este curso y empuja estas reformas que facilitan la inversión privada y el desarrollo del cuentapropismo, que es la actividad principal de más de 600.000 personas de los 11 millones que viven en la isla.
Siguiendo esta línea de fomentar la iniciativa privada el Estado cubano ya entregó, desde el año 2008, 2.100.000 ha de tierras estatales en usufructo a 244.000 personas naturales y jurídicas. Un tercio del total de tierras cultivables de la isla. Recientemente extendió la duración de estas concesiones a una duración de 20 años, que pueden renovarse en forma sucesiva. Estas reformas estarían justificadas, según el Ministerio de Agricultura, en que Cuba importa el 80% de los víveres que consume y gran parte de ellos podría producirse en el país.
En el terreno institucional la reforma instaura los cargos de presidente, vicepresidente y jefe del gabinete de ministros. Fija en 60 años la edad máxima que puede tener un presidente y limita su mandato a dos turnos de cinco años cada uno, reflejando los cambios y reacomodamientos en la burocracia gobernante de la isla. Ratifica el rol del PC como partido único y no abre, como eran las expectativas de algunos intelectuales, ningún resquicio legal sustancial para que pueda expresarse la oposición y disidencia con el régimen.
Lejos de permitir libertades democráticas y políticas, la reforma constitucional mantiene las características bonapartistas del régimen. Esta política de negarse a conceder algunos espacios de libertades se expresó con claridad en la reciente sanción del Decreto 349 que considera un delito ejercer como artista o periodista sin la aprobación de las autoridades estatales o la designación en el área de Cultura de jóvenes funcionarios muy resistidos por sus prácticas de censura.
En lo que es considerado como una conquista democrática de la lucha por los derechos de género, los cambios propuestos por el proyecto allanan el camino para el matrimonio homosexual, ya que define al matrimonio como la unión concertada entre dos personas, sin precisar sexo como lo hace la constitución vigente. Una importante reforma en un país donde los homosexuales han sido perseguidos e incluso internados en campos de “reeducación” por el régimen del partido comunista, que ahora debe ser reglamentada por la modificación de las leyes vigentes.
¿El fin del sueño cubano?
En forma paulatina Cuba avanza en un proceso de restauración capitalista. La heroica revolución instauró una economía no capitalista en las mismas fauces del gigante imperialista. Les dio a los cubanos conquistas sociales como ningún país del continente bajo el capitalismo lo hizo, generando una educación y salud pública de excelencia, que tienen uno de los mejores estándares internacionales. Ese sueño revolucionario está en un proceso de decadencia política y social.
El terrible bloqueo por parte de EEUU es responsable de enormes penurias para este pueblo caribeño. Los perjuicios anuales del bloqueo rondan los 4.700 millones de dólares (datos del año 2016) y si tomamos el perjuicio global desde que empezó el bloqueo, hace 54 años, se puede hablar de una cifra que ronda los 121.000 millones de dólares según estimaciones del gobierno de la isla. Un bloqueo financiero, económico y comercial que constituye el bloqueo más largo de la historia y que no solo impide las operaciones directas con EEUU, sino que afecta a otras empresas y países alcanzados por las sanciones norteamericanas impidiéndoles comerciar con la isla. Un bloqueo que ha afectado a los cubanos en servicios básicos como salud, educación, tecnología y turismo.
Cuba debió afrontar también otros desafíos para sobrevivir, como fueron la caída de la ex Unión Soviética y más recientemente la decadencia del régimen venezolano, que la asistía con petróleo barato, imprescindible para su economía. Las recientes reformas para favorecer la apertura capitalista son esgrimidas como un mal necesario para sobrellevar este cuadro de empobrecimiento.
La apertura que la burocracia cubana está desarrollando tiene, vale la pena decirlo, tal como ocurrió con la restauración del capitalismo en la ex URSS o los ex estados obreros burocráticos, simpatía en sectores de la población que ante el fracaso del modelo burocrático actual, y la falta de una alternativa revolucionaria que marque otro camino, tienen expectativas en que las inversiones y la actividad privada reactivarán la estancada economía, cuando en realidad lo único que desarrollaran será la desigualdad social y las penurias de la mayoría del pueblo cubano.
Incluso muchos defensores acríticos de la dirigencia cubana tienden a justificar estas medidas en la falta de conciencia de las nuevas generaciones y en la seducción que ocasionan en ellas las tentaciones del consumo capitalista. Repiten así los métodos de más de una dirigencia fracasada que le echan la culpa a los pueblos de sus propios errores.
Otros en cambio, señalan en defensa de la actual apertura económica, el hecho cierto que los bolcheviques utilizaron medidas de fomento capitalista a la economía como fue la NEP en vida de Lenin. Sin reparar que aquella medida de emergencia en una economía destruida por la guerra civil fue un giro táctico en el camino de profundizar la revolución, cuando de lo que se trata en Cuba es de aplicar reformas que llevan a modelos como la restauración capitalista de China (realizada sobre la super explotación de los trabajadores) o del resto de los países que dirigidos por la burocracia estalinista participaron del mal llamado “socialismo real”.
¿Había otro camino?
Esa gran conquista de los pueblos de América que fue la revolución cubana, constituyó no solo la primer revolución socialista del continente, sino la primera en décadas que no tenía una dirección estalinista a su frente. Fue el pico más alto en ese entonces de una serie de luchas y conflictos que impactaron no solo al subcontinente americano sino que tuvieron expresiones en otras partes del planeta.
El Che Guevara fue consiente desde un primer momento de que la suerte de Cuba estaba atada a la extensión y triunfo de la revolución en otros países: “Crear uno, dos, tres Vietnam es la consigna” fue una de sus frases más conocidas. Siguiendo el camino opuesto a esta concepción, el resto de la dirigencia cubana prefirió atar la suerte de la revolución a las exigencias y el modelo del estalinismo mundial.
Esta política de respetar el “estatus quo” y los acuerdos de “convivencia pacífica” de la burocracia del Kremlin con el imperialismo, fue la que llevó a la dirección de Fidel a perder la oportunidad de romper el aislamiento cubano y hacer pegar un salto enorme a la revolución centroamericana.
Cuando estalló la revolución nicaragüense y la salvadoreña a fines de los años 70. El enorme prestigio y el rol dirigente de la dirección cubana no fueron utilizados para que Nicaragua se transforme en una nueva Cuba. Al contrario en ese momento Fidel aconsejó: “no hacer de Nicaragua una nueva Cuba, ni de El Salvador una nueva Nicaragua”. El camino sostenido para la Nicaragua revolucionaria fue avalar los acuerdos para gobernar de la dirección sandinista con la burguesía de Chamorro y el mantenimiento de la economía capitalista bajo la engañosa fórmula de economía mixta. Casi 40 años después apoyan al gobierno de Ortega y sus brutalidades represivas para aplicar un ajuste dictado por el FMI y mantenerse en el poder.
Más recientemente, frente a la revolución bolivariana, que comenzó con el histórico “Caracazo” y sacudió al continente, dando origen al chavismo como una corriente pequeñoburguesa anti imperialista que empujó importantes medidas de resistencia a la dominación monopólica, la conducción cubana que tenía un enorme peso y prestigio en el proceso revolucionario de Venezuela, y al que envió a miles de cuadros cubanos a participar, lejos de impulsar el avance hacia medidas anti capitalistas, ayudó a la burocratización de la misma y al desastre actual encabezado por Maduro y la cúpula del PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela).
La revolución que tuvo epicentro en Venezuela fue parte de una resistencia más global de los pueblos latinoamericanos a la penetración imperialista. De ahí el enorme prestigio de la gesta bolivariana y del mensaje anti imperialista de Chávez. Los dirigentes cubanos fueron el sector más conservador y enemigo de transformar esos enormes procesos revolucionarios en revoluciones que derribaran al capitalismo. Con esto no solo le dieron la espalda a una nueva ola de la revolución latinoamericana sino que profundizaron el aislamiento de la Cuba independiente que conducen.
Nicaragua y Venezuela son quizás dos de los más claros ejemplos de cómo la dirección cubana siguiendo el manual estalinista frustra la posibilidad de que una nueva revolución socialista triunfe en América Latina. Los que justifican el abandono de la política de la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad), que intentaba extender la revolución cubana a todo el continente y el giro de Fidel en los años 60 hacia el estalinismo mundial y sus compromisos con Moscú, afirman que era la única opción para la dirección de un pequeño país ubicado en la cercanía del gigante imperialista.
Sin embargo la revolución cubana fue el eslabón triunfante de una cadena de crisis y revoluciones que cruzaron la época. En el 65 la revolución en la República Dominicana provocó la invasión de 50.000 marines yanquis para sofocarla. En el 68 un levantamiento con gran peso en la juventud provocó el Mayo Francés, el Cordobazo, la primavera de Praga, el levantamiento y posterior masacre de los estudiantes mexicanos en Trateolco, las luchas masivas de la juventud yanqui contra la guerra de Vietnam. En el 71 la revolución que dio origen a la Asamblea Popular Boliviana y el ascenso de la revolución chilena y la lucha de este pueblo por un sistema socialista. El castrismo tuvo un peso importantísimo en varios de estos procesos, fundamentarte en LA y su política terminó acompañando a las direcciones que fueron incapaces de avanzar a nuevas revoluciones socialistas.
Luego en los 80 cuando la crisis de la deuda externa sacudió a todos los pueblos de nuestro subcontinente y enormes luchas lo cruzaron para enfrentar esa nueva forma de explotación imperialista, Fidel llamó acertadamente a constituir un frente de países deudores para enfrentar al FMI. El entusiasmo inicial que esta propuesta despertó rápidamente se vio frustrado al comprobarse que la dirección cubana no quería desarrollar esta política más allá de algún acto de propaganda política inicial.
Finalmente el emblocamiento con una posición campista la llevó a justificar los desastres de la dirección soviética, colocándose en la vereda de enfrente de muchas revoluciones y continúa con esa política al día de hoy, apoyando a conducciones repudiadas por sus pueblos. Por eso en 1968 repudió el levantamiento del pueblo checoslovaco contra los tanques soviéticos y en épocas más recientes apoya al gobierno genocida del presidente sirio Al Assad o a las brutalidades del Ortega en contra el pueblo nicaragüense.
Hace falta una nueva revolución
La defensa de Cuba contra el terrible bloqueo imperialista ahora encarnado por Trump sigue siendo una bandera fundamental de todos los anti imperialistas del continente.
Pero los anti imperialistas consecuentes deben saber que la restauración capitalista no está entrando con los mercenarios que invadieron la Bahía de Cochinos, ni de la mano de una invasión militar, está entrando por la vía de las reformas capitalistas que la dirigencia cubana alienta, la pobreza que atraviesa el pueblo y la falta de libertades para la organización que sufre, frente a una casta que goza de muchos privilegios.
Es que el viejo régimen que gobierna la isla, ha sido incapaz de seguir el ejemplo del Che y jugarse a extender la revolución, que es la única forma de liquidar el aislamiento y enfrentar al bloqueo. El PCC juega un rol nefasto contra los intereses del pueblo cubano. Primero se negó a extender la revolución, luego consolidó una casta burocrática privilegiada alrededor del aparato partidario y del estado, para finalmente convertirse en el principal agente de introducción de reformas capitalistas.
Por eso para defender las conquistas de la revolución cubana, para mantener la independencia de esa heroica nación del Caribe, hace falta una nueva revolución.
Una nueva revolución que termine con el régimen del partido único. Otorgue las libertades democráticas que el pueblo cubano reclama. Frene la apertura económica como está diseñada, termine con los privilegios de la casta gobernante y la creciente desigualdad social y reorganice al país al servicio de las necesidades de los trabajadores y el pueblo cubano en una Asamblea Constituyente realmente democrática. Y sobre esa base recurra a la solidaridad de los pueblos latinoamericanos y del mundo en defensa de la lucha anti imperialista y anti capitalista de Cuba.
Al servicio de esta tarea está planteada en Cuba la necesidad de crear un partido revolucionario que siguiendo las mejores tradiciones revolucionarias del país luche por un régimen basado en la democracia obrera, la defensa de un modelo socialista, y que se ponga al servicio de la revolución latinoamericana y mundial.
Gustavo Giménez