Por Rosa Favre y Tamara Madrid
Como era de esperar, el gobierno de François Bayrou cayó el 8 de septiembre tras una votación en la Asamblea Nacional, víctima de otra maniobra fallida de la que sólo Bayrou conoce el secreto. No nos arrepentiremos ni de él, político burgués, hipócrita y cínico, ni de su gobierno, repleto de reaccionarios racistas como Retailleau y Darmanin, ni de su política de ataque a todos los trabajadores.
El presupuesto de austeridad preparado por el gobierno Bayrou es una auténtica declaración de guerra contra la clase trabajadora: se suprimen dos días festivos, se ataca a los pensionistas y al seguro de desempleo, se introducen siete días de baja por enfermedad, se dejan de cubrir las enfermedades de larga duración, se da un año en blanco a los servicios públicos, etc. Es una auténtica sangría para preservar los beneficios de los empresarios y las fortunas de los ultrarricos, a los que no se les pide ningún esfuerzo. Además, se acelera la campaña de rearme, con decenas de miles de millones gastados en armas al servicio del imperialismo francés.
Aunque el gobierno de Bayrou haya caído, una cosa es segura: el próximo gobierno, ya esté dirigido por un leal a Macron, una figura de la derecha o un socialista, repetirá la misma política de austeridad y los mismos ataques. No tardarán en proponer un «nuevo» presupuesto inspirado en la misma política.
Desde julio circula por las redes sociales un llamamiento a un «paro general total e ilimitado del país» a partir del 10 de septiembre para poner fin a la austeridad. Es anónimo, hace un llamamiento al pueblo y a los ciudadanos, y afirma que «nuestro único poder es el boicot». Desde entonces ha sido ampliamente recogida por sitios web de extrema derecha e izquierda, así como por varias federaciones sindicales.
El hecho de que la convocatoria de acción del 10 de septiembre procediera de un grupo anónimo y supuestamente apolítico es indicativo de la debilidad y la falta de combatividad de las direcciones sindicales nacionales, que, tras muchas vacilaciones, convocaron una jornada de acción el 18 de septiembre.
A pesar de las limitaciones, debilidades y confusión del llamamiento, estamos completamente de acuerdo con la dirección del NPA-R. ¡Debemos aprovechar esta fecha y retomar la lucha, con nuestros medios, nuestras reivindicaciones y nuestros métodos!
A partir de ahora, nos dirigimos a los trabajadores y a los jóvenes en las empresas, los barrios y los lugares de estudio. En todas partes, tenemos que discutir nuestras reivindicaciones colectiva y democráticamente en Asambleas Generales. Aquí proponemos lo que nos parece esencial:
¡Abajo el presupuesto de austeridad y todos sus recortes contra los trabajadores, los parados, los enfermos y los pensionistas! ¡Por un aumento salarial general! ¡Igualdad salarial para todos los trabajadores!
Por un plan masivo de contratación e inversión en servicios públicos: sanidad, educación, universidades, transportes, etc.
¡Movilicémonos para detener todos los cierres de fábricas y despidos! Ocupemos todas las fábricas amenazadas de cierre.
¡Ni un céntimo, ni una persona para el imperialismo francés! Pongamos fin a la militarización y al rearme generalizado. Se nos dice que todo esto es para defender al país. En realidad, desde hace siglos esas armas y esos ejércitos no tienen otro objetivo que esclavizar a otros pueblos, saquear sus riquezas y explotarlos. O para sofocar las revueltas de la clase obrera y de los jóvenes.
Abrir las fronteras, abolir todas las leyes racistas, exigir el fin de las redadas de inmigrantes de Darmanin y Retailleau. La extrema derecha nos envenena e intenta dividirnos con sus viles mentiras. Los inmigrantes y los emigrantes son nuestros hermanos de clase: ¡juntos podemos vencer!
¡Derogar la ley Duplomb! No a las megapiscinas, los pesticidas y otras sustancias tóxicas que contaminan el aire que respiramos y el agua que bebemos.
Salirnos con la nuestra en estas reivindicaciones requiere mucho más que un simple «boicot» o bloquear algunas rotondas. Sólo una huelga general masiva e ilimitada, como en 1936 o 1968, puede conducir a la victoria. Para lograrlo, es esencial crear una organización democrática que dirija la lucha, con asambleas generales, comités de huelga y representantes elegidos que sean responsables y puedan ser destituidos, en cada empresa y en cada barrio.
Es la clase obrera la que produce toda la riqueza en este país. Es la clase obrera la que tiene la fuerza para imponer estas reivindicaciones y vencer. Es la clase obrera la que debe dirigir esta lucha y dirigir el país. En la actual crisis de la V República, se plantea la cuestión del poder. Ni un nuevo gobierno de cohabitación con Macron, ni una disolución, ni la destitución de Macron podrán satisfacer nuestras demandas en el marco de la democracia burguesa. Necesitamos un gobierno obrero, basado en nuestros comités de huelga, nuestros delegados, nuestra organización de clase.




