Por Peter Solenberger
Donald Trump firmó su ley One Big Beautiful Bill Act (OBBBA) el 4 de julio, un día después de que el Congreso la aprobara con un margen muy estrecho. La votación del 1 de julio en el Senado fue de 51 a 50, con el voto del vicepresidente JD Vance para desempatar. El 3 de julio, la Cámara lo aprobó por 218 votos a favor y 214 en contra.
Las votaciones se ajustaron en su mayoría a las líneas de los partidos, con todos los demócratas votando por el «no», la mayoría de los republicanos votando «sí» y un puñado de republicanos que se unieron a los demócratas para votar en contra, por izquierda porque pensaban que los recortes eran demasiado profundos y por derecha porque consideran que el déficit presupuestario es demasiado grande.
OBBBA es un plan de impuestos y gastos para robar a los pobres y dar a los ricos. Amplía los recortes fiscales promulgados por el primer gobierno de Trump en 2017, que beneficiaron principalmente a las corporaciones y a los ricos y que debían expirar el próximo año. Aumenta el gasto en el ejército y en el control de las fronteras y reduce el gasto en Medicaid, el programa de asistencia alimentaria SNAP y otros que benefician a los sectores pobres y los trabajadores; en salud pública, ciencia, investigación y educación; en medio ambiente; y en ayuda exterior no militar.
Es probable que la OBBBA sea el unico elemento legistalivo determinante del segundo gobierno de Trump, como lo fue el presupuesto de 2017 durante su primera presidencia. Trump no tiene los votos en el Congreso para conseguir más que eso, y es probable que los republicanos pierdan sus mayorías en la Cámara de Representantes y posiblemente en el Senado en las elecciones de mitad de mandato del próximo año.
A falta de una mayoría estable en el Congreso, Trump está haciendo estragos con sus órdenes ejecutivas. Sin embargo, vale la pena analizar de cerca la OBBBA, muestra tanto la continuidad del pensamiento de la clase dominante como las crueles innovaciones de Trump sin el ruido de los desplantes de Trump en las redes sociales.
El presupuesto federal antes de la OBBBA
El presupuesto federal de 2024 fue el último presupuesto del gobierno de Joe Biden y refleja las prioridades a largo plazo de la clase dominante estadounidense. La Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), no partidista, creó una herramienta útil pero engañosa llamada El presupuesto federal en el año fiscal 2024: Una Infografía. La siguiente tabla muestra sus principales categorías.
Presupuesto federal para el ejercicio 2024:

Para los lectores que no estén familiarizados con el presupuesto federal de EE.UU., gasto obligatorio significa pagos para programas de prestaciones cuyas normas de elegibilidad y fórmulas están establecidas por ley. Los presupuestos para estos programas son automáticos (obligatorios) hasta que cambia la ley. Por gasto discrecional se entiende el gasto para el que los legisladores establecen números específicos.
La Seguridad Social es el principal sistema público de jubilación. Medicare es el principal sistema público de seguro de salud para jubilados. Medicaid es el principal sistema público de seguro de salud condicionado a los recursos. La seguridad de los ingresos incluye el subsidio de desempleo, los ingresos por discapacidad, la ayuda a la infancia y a la familia y la ayuda alimentaria. «Otros gastos obligatorios» son principalmente la jubilación federal de civiles y militares y las prestaciones a veteranos.
El gasto discrecional no relacionado con la defensa incluye algunas prestaciones a veteranos, transporte, educación, algunas categorías de seguridad de ingresos, salud pública, policía y tribunales, asuntos internacionales, recursos naturales y medio ambiente, desarrollo regional, ciencia y tecnología, espacio, agricultura, energía y administración.
El gasto en defensa incluye operaciones, mantenimiento, personal, adquisiciones e investigación y desarrollo.
Por intereses se entiende los intereses de la deuda nacional menos los intereses que recibe el Gobierno.
Profundicemos
La categoría de defensa es engañosa. Estados Unidos no tiene enemigos de los que tenga que defenderse. La categoría se refiere a los costos de mantener el imperio estadounidense, del militarismo y la guerra.
Los costos están muy infravalorados en el presupuesto. Como explica un artículo de noviembre de 2023 de Gisela Cernadas y John Bellamy Foster, «los gastos militares reales de Estados Unidos incluyen otras siete categorías: prestaciones a veteranos, seguro de vida de veteranos, otros costos de veteranos, seguro médico militar, las partes militares del gasto espacial, subvenciones en ayuda a otros gobiernos y la parte de los intereses netos atribuida a los gastos militares federales reales«. El gasto militar real de EE.UU. alcanzó los 1.537 billones de dólares en 2022, más del doble del nivel reconocido (765.800 millones de dólares).
La Seguridad Social y Medicare no forman parte del proceso presupuestario y no se incluyeron en las cifras presupuestarias hasta 1968, cuando Lyndon Johnson las añadió para ocultar el costo de la guerra de Vietnam. Son transferencias. Los impuestos sobre la nómina de los que trabajan proporcionan ingresos y asistencia sanitaria a los jubilados. Existen programas de transferencia similares para los empleados federales civiles y militares.
Los 881.000 millones de dólares que se gastan anualmente en intereses de la deuda nacional son sagrados para los banqueros, ya que gran parte va a parar a sus bolsillos.
El billón de dólares que se gasta anualmente en Medicaid y en seguridad de ingresos -la red de seguridad social- es el costo que supone para los capitalistas evitar alteraciones económicas y el malestar social que se produciría si millones de trabajadores carecieran de alimentos, vivienda y atención médica. La mayoría de las familias de la clase trabajadora pasan por épocas de desempleo, pérdida del seguro médico proporcionado por el empleador, enfermedad, discapacidad, deudas y dificultades económicas. Muchas pasan toda su vida en la pobreza.
Los capitalistas utilizan la red de seguridad para dividir a la clase trabajadora. Los políticos demagogos dicen a la gente que trabaja que sus impuestos están apoyando a gente que no lo merece y que no quiere trabajar. Esto es mentira, ya que la mayoría de los beneficiarios de la asistencia social son niños, padres trabajadores, enfermos, discapacitados o ancianos. Las prestaciones son tan escasas que nadie elige vivir de ellas, si tiene elección.
Pero la mentira sostiene las carreras de muchos políticos, y no sólo de los republicanos. Los demócratas pasaron de la «Guerra contra la Pobreza» de Johnson durante el boom de la posguerra a la «Ley de Reconciliación de la Responsabilidad Personal y las Oportunidades Laborales de 1996» de Bill Clinton, que cumplió su promesa electoral de «acabar con la asistencia social tal y como la conocemos.»
Después de todos estos gastos, sólo quedan unos 700.000 millones para la contribución del gobierno federal a la financiación del transporte, la educación, la sanidad pública, los programas alimentarios y médicos internacionales, los recursos naturales y el medio ambiente, el desarrollo regional, la ciencia y la tecnología, el espacio, la agricultura, la energía y la administración. Esto y la red de seguridad son los principales objetivos de la OBBBA.
Efectos presupuestarios de la OBBBA
La CBO elaboró un informe detallado titulado Estimated Budgetary Effects of an Amendment in the Nature of a Substitute to H.R. 1, the One Big Beautiful Bill Act, Relative to CBO’s January 2025 Baseline. Alicia Parlapiano, Margot Sanger-Katz, Aatish Bhatia y Josh Katz, del New York Times, analizaron ese informe en un artículo titulado A List of Almost Everything in the G.O.P. Bill, and How Much It Would Cost or Save (Una lista sobre casi todo lo que incluye la OBBBA y cuánto costaría o ahorraría). El siguiente gráfico procede de su análisis.
Variaciones presupuestarias a 10 años (billones de dólares):

El mayor costo de la OBBBA, con diferencia, son las prórrogas de los recortes fiscales de 2017. En conjunto con los nuevos recortes fiscales, el costo de los recortes fiscales de la OBBBA es de 5 billones de dólares en 10 años.
Las prórrogas no suponen ningún cambio con respecto al presupuesto de Biden, ya que los recortes existieron durante toda la administración Biden, y ésta no hizo ningún movimiento para revertirlos.
Tampoco es un cambio el aumento del gasto militar en 150.000 millones de dólares en 10 años. El gasto militar es un compromiso bipartidista. Los demócratas lo aumentan regularmente.
La novedad de gasto de Trump son los 130.000 millones de dólares adicionales en 10 años para el control de fronteras, es decir, para aterrorizar a los inmigrantes.
Los recortes fiscales de la OBBBA provocarán un gran aumento del déficit federal. La OBBBA lo compensa principalmente reduciendo el gasto en Medicaid. En su campaña presidencial de 2024, Trump prometió no tocar el programa. Sus recortes pueden volverse en su contra, ya que millones de sus partidarios dependen de Medicaid.
La OBBBA también recorta el gasto en energía verde, medio ambiente, préstamos a estudiantes, asistencia alimentaria y sanidad pública. Trump argumenta que estas cuestiones deben dejarse en manos de los Estados o de los mercados. Eso también puede volverse en su contra.
Costos humanos
La OBBBA roba a los pobres para dárselo a los ricos. Un informe de la CBO, titulado How H.R. 1, the One Big Beautiful Bill Act, Would Affect the Distribution of Resources Available to Households (Cómo afectaría la ley H.R. 1 a la distribución de los recursos disponibles en los hogares), concluía lo siguiente:
Variación media anual de los recursos de los hogares (2026-2034)

Como en 2017, Trump incluye demagógicamente recortes fiscales para los niveles superiores de la clase trabajadora. No son ni de lejos tan grandes como los recortes para el 12% o el 1% más rico, pero son lo suficientemente grandes como para persuadir a sectores de la clase trabajadora de que estén de acuerdo con los recortes de prestaciones para los pobres.
A menos que sean revertidos por la lucha, los efectos humanos de los recortes serán graves. La CBO calcula que la OBBBA hará que unos 8,6 millones de personas queden excluidas de Medicaid. Calcula que otros 5 millones perderán el seguro médico por la expiración de los subsidios ampliados de Obamacare adoptados durante la pandemia, y por otros cambios políticos dejados en vigor por los demócratas.
Que catorce millones de personas pierdan su seguro médico es malo, pero las repercusiones internacionales son aún peores. OBBBA reduce la ayuda alimentaria y médica internacional y confirma la eliminación de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID).
Un comunicado de prensa del 2 de julio de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) informa: «Un estudio del que es coautor un investigador de la Escuela de Salud Pública Fielding de la UCLA concluye que los recientes recortes a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, o USAID, pueden provocar más de 14 millones de muertes adicionales en todo el mundo para 2030, incluidos más de 4,5 millones de niños menores de 5 años».
Capitalismo y Trumpismo
El OBBBA expresa en su mayor parte las mismas prioridades de la clase dominante que los presupuestos de las administraciones anteriores, incluido el de Biden: gasto militar, policía y prisiones, infraestructuras y servicios gubernamentales que necesitan los capitalistas, pago de intereses de la deuda nacional y la provisión social mínima necesaria más allá de eso para reproducir a la clase obrera y mantenerla a raya.
Estas prioridades han ayudado a los capitalistas a desplazar los ingresos y la riqueza hacia arriba durante 45 años, a llevarse para sí casi todas las ganancias de la creciente productividad del trabajo. En términos marxistas, para elevar la tasa de explotación. Han contribuido a dividir a la clase trabajadora mediante la competencia, enfrentando a blancos contra negros y marrones, a nativos contra inmigrantes, a hombres contra mujeres, a heterosexuales contra LGBTQ+.
Las innovaciones de Trump con la OBBBA son 1) aumentar el gasto para el control de fronteras, y 2) reducir el gasto en Medicaid, energía verde, medio ambiente, préstamos estudiantiles, asistencia alimentaria y salud pública. En comparación con el gasto militar, las cantidades son relativamente pequeñas, pero perjudicarán a las personas vulnerables de inmediato y a toda la clase trabajadora -de hecho, a toda la clase trabajadora mundial- con el tiempo.
Esto, además de las depredaciones crónicas del capitalismo: decenas de millones de trabajadores en Estados Unidos y cientos de millones en todo el mundo desempleados, subempleados, mal pagados, con exceso de trabajo, sin respeto, oprimidos por motivos de raza, nacionalidad, estatus migratorio o género, privados de derechos democráticos, devastados por el hambre, la sequía, las guerras, la limpieza étnica y el genocidio. Todo ello empeorará a medida que se intensifique la confrontación imperialista y se agrave la crisis climática.
Resistencia y rebelión
La resistencia ha vuelto al nivel que tenía durante la primera administración Trump. La resistencia comenzó en 2017 con la Marcha de las Mujeres, las concentraciones en los aeropuertos contra la prohibición musulmana de Trump, las protestas contra el oleoducto Dakota Access, la Marcha por la Ciencia y la Marcha Popular por el Clima, y continuó con las protestas de Black Lives Matter de 2020.
Las elecciones de noviembre de 2020 pusieron prácticamente fin a las protestas, ya que el Partido Demócrata y los líderes de los sindicatos y las organizaciones del movimiento se opusieron a interrupciones que pudieran perjudicar a la campaña electoral del partido y, posteriormente, al gobierno de Biden. «Dejadnos la política a nosotros», dijeron los líderes del partido, los sindicatos y el movimiento.
No hacer frente a la administración Biden permitió a los capitalistas continuar con sus depredaciones, desmoralizó a la base demócrata, energizó a la base republicana y condujo a la estrecha victoria republicana en las elecciones de 2024. Biden demostró ser un camino de ida y vuelta hacia Trump.
Trump es débil. Sus políticas son impopulares. Su base se está fracturando. La clase trabajadora podría detener fácilmente los ataques contra los inmigrantes indocumentados y otras poblaciones vulnerables. Podría comenzar a revertir el daño hecho bajo las administraciones demócratas y republicanas desde Jimmy Carter y Ronald Reagan.
En diciembre de 2005, la Cámara de Representantes, dirigida por los republicanos, aprobó la «Ley de Protección de Fronteras, Antiterrorismo y Control de la Inmigración Ilegal de 2005», que habría criminalizado la ayuda a los inmigrantes indocumentados. Dado que la mayoría de la población latina tiene familiares y amigos indocumentados, la ley habría criminalizado a decenas de millones de personas.
Estallaron protestas, la más espectacular de las cuales fue la Gran Huelga Americana del 1 de mayo. Millones de trabajadores latinos -respaldados por sus comunidades, aliados con sindicatos con miembros latinos y con un amplio apoyo público- inundaron las calles de Los Ángeles, Chicago, Dallas y otras ciudades. Muchas empresas decidieron cerrar o se vieron obligadas a hacerlo por falta de trabajadores. Los conductores latinos paralizaron los puertos de Los Ángeles y Long Beach al negarse a transportar mercancías hacia o desde ellos.
Los republicanos abandonaron la legislación. George W. Bush había estado en la cresta de la ola en 2004. El enfrentamiento de la inmigración -el punto álgido de un renacimiento de la lucha- destrozó su agenda y le convirtió en un presidente cojo. Barack Obama ganó las siguientes elecciones presidenciales. Para más información, véase How the Biggest General Strike in American History Revived the US Working Class on May Day, de Paul Ortiz.
Volviendo a la actualidad, el verano es la estación de la agricultura, la construcción y las vacaciones en la mayor parte de Estados Unidos. Los inmigrantes, incluidos los indocumentados, trabajan en esas industrias. Una Gran Huelga Estadounidense de una semana de duración destrozaría la agenda de Trump.
La clase obrera estadounidense tolera a Trump principalmente porque los trabajadores no ven otra alternativa. Obama no cumplió su promesa de «un cambio en el que creer». Biden hizo una campaña lamentable sobre no ser Trump. Cuando Kamala Harris intentó repetirlo, seis millones de demócratas se quedaron en casa y perdió.
Los marxistas revolucionarios vemos la alternativa: manifestaciones masivas, huelgas, ocupaciones, autodefensa colectiva, un partido político de la clase obrera, y a partir de ahí. Pero carecemos de los números y la influencia para hacerlo realidad.
Nuestra tarea, a veces frustrante, a veces inspiradora, consiste en unirnos a otros activistas para construir las luchas existentes, ayudar a organizarlas, ampliarlas e intensificarlas, y explicar pacientemente la necesidad de más.




