La solidaridad no se negocia

Por: Carlos Guevara, simpatizante de la LIS-CI

Ya nadie hace referencia a lo bueno o lo malo del actuar del Rector de turno. La izquierda complaciente guarda silencio. Esa pasividad explica la etapa de contrarrevolución en la que nos encontramos tras la derrota contundente de la huelga. Mientras tanto, el régimen avanza sin freno en su plan de ajuste neoliberal, obedeciendo a los dictados del capital y las imposiciones externas.

Los gringos presionan, movidos por el afán de contener la creciente influencia del imperialismo chino en el país, y ante eso, el silencio es casi absoluto. Pero la complicidad tiene un límite: quienes financian y apadrinan el genocidio del pueblo palestino no pueden tener presencia impune en nuestros espacios académicos. Solo por eso ya debería haberse organizado una respuesta clara, acciones de rechazo directo contra la injerencia yanki en la Universidad de Panamá.

Estas acciones deben impulsarse de manera unitaria, en conjunto con todo el movimiento popular, estudiantil y sindical, y con todas las personas y organizaciones que se mantengan firmes en la causa palestina y en la lucha antiimperialista.

En otrora, la Universidad de Panamá fue vanguardia en la lucha antiimperialista, por la defensa de la soberanía nacional y la recuperación del Canal de Panamá, enfrentando con dignidad la política del establishment norteamericano. Fue también solidaria con las causas de los pueblos oprimidos por el imperio yanqui, incluyendo la causa palestina. Sin embargo, hoy, frente a la masacre, el exterminio y el genocidio de niños, niñas, mujeres y hombres civiles en Gaza, se desnuda el verdadero carácter de su actual administración y de sus aliados ideológicos, marcados por la tibieza, el cálculo político y la subordinación al poder.

Panamá, 18 de octubre de 2025