Por Alternativa Socialista Perú, sección de la Liga Internacional Socialista
El Paro Nacional del 15 de octubre marcó un nuevo punto de inflexión en la lucha de clases en el Perú. Lo que comenzó como una convocatoria de la Generación Z, los movimientos estudiantiles y diversos colectivos obreros y populares, se transformó en una gigantesca jornada nacional de protesta contra el régimen ilegítimo encabezado por José Jeri, un gobierno sin base social ni legitimidad, sostenido únicamente por las bayonetas de la represión y los acuerdos corruptos del Congreso. Desde Puno hasta Piura, de Cusco a Trujillo, el pueblo salió a las calles para gritar “¡Basta ya!” al hambre, a la inseguridad, al desempleo y a la violencia institucional que ha convertido al país en un territorio de miedo y muerte.
En Lima, la Plaza Francia se convirtió en el epicentro de la resistencia y también del dolor. Allí fue asesinado el joven Eduardo Ruiz Sáenz; integrante del Bloque Hip Hop, un colectivo cultural que lleva años construyendo conciencia popular desde el arte urbano. Eduardo cayó víctima de disparos ejecutados por un policía vestido de civil del grupo “Terna”, una fuerza represiva infiltrada entre manifestantes cuyo único propósito es sembrar terror y desmovilización. Su asesinato no fue un “exceso”, sino una ejecución política, una señal de que el Estado está dispuesto a seguir matando para sostener un régimen en ruinas.
El Ministerio de Salud reportó 15 heridos, de los cuales 2 permanecen en estado crítico en la Unidad de Trauma Shock del Hospital Loayza, mientras que 4 periodistas resultaron heridos con perdigones disparados al cuerpo, víctimas también de la censura a balazos que el gobierno practica contra quienes se atreven a mostrar la verdad. En todo el país, las imágenes se repitieron: policías disparando gases, perdigones y balas, jóvenes resistiendo con banderas, pancartas y dignidad, y un pueblo entero que comienza a perder el miedo.
Este crimen no es un hecho aislado. Es la continuidad del mismo régimen represor que, bajo Dina Boluarte, dejó más de 50 muertos durante las protestas de 2022 y 2023. Hoy, con José Jeri al frente, la historia se repite: un Estado capitalista que responde a las demandas populares con represión y sangre. No hay diferencias sustanciales entre Boluarte, Jeri o Rospigliosi —el nuevo rostro autoritario del Congreso—, todos forman parte del mismo bloque burgués y neoliberal que protege los intereses de los grandes empresarios, las mineras, las mafias del crimen organizado y los militares impunes amnistiados por el Parlamento.
El asesinato de Eduardo Ruiz no puede quedar impune. Su nombre ya se grita en los barrios, universidades y plazas: “¡Eduardo Ruiz, presente, ahora y siempre!”. Él simboliza a toda una juventud rebelde que se levanta contra la precariedad, el desempleo y la represión. Una generación que no teme usar TikTok y las redes sociales como trincheras digitales, pero que también sale a la calle a enfrentar, cara a cara, el poder del Estado.
Mientras tanto, el gabinete de José Jeri sigue sin obtener el voto de confianza del Congreso, y ya se ha presentado una moción de censura que amenaza con desmoronar el frágil equilibrio político del régimen. El país entero vive en una situación de crisis orgánica, donde ninguna institución conserva legitimidad y donde la represión ya no logra contener el descontento social. Por eso, las organizaciones populares han anunciado una nueva convocatoria a Paro Nacional para el 20 de octubre, con la exigencia de justicia para Eduardo Ruiz y todos los caídos, la caída inmediata del gobierno de Jeri y la disolución del Congreso corrupto y criminal.
Frente a todos estos hechos, el camino no puede ser la simple sustitución de un gobierno por otro. Lo que se requiere es una ruptura total con el régimen del 93 y con el Estado burgués, un proceso que abra paso a una Asamblea Constituyente libre y soberana, impuesta desde las calles, que reorganice el país sobre nuevas bases: el poder obrero, campesino y popular.
El sacrificio de Eduardo Ruiz no será en vano si su nombre se convierte en bandera de lucha. Que su asesinato sea el punto de no retorno para que el pueblo peruano diga basta, y para que la juventud obrera, estudiantil y popular levante un proyecto revolucionario que unifique todas las luchas.
¡Justicia para Eduardo Ruiz y todos los caídos!
¡Fuera Jeri, fuera el Congreso corrupto!
¡Abajo el régimen asesino del 93!
¡Por un gobierno de trabajadores y trabajadoras que ponga fin a la barbarie capitalista!




