¿Cuáles son los antecedentes históricos y contemporáneos de la rebelión búlgara reflejada la nota “Bulgaria: crisis, movilizaciones y dimisión del gobierno”?
Por Rubén Tzanoff y Oleg Vernyk
Decenas de miles de búlgaros movilizados durante diciembre, con los jóvenes a la cabeza, protagonizaron una rebelión popular. Fue un nuevo capítulo en el devenir de un país que, restauración capitalista de por medio, pasó de ser un satélite de la ex URSS a ser el segundo más pobre del bloque imperialista de la UE.
Bulgaria en el bloque del Este
En 1944, al final de la Segunda Guerra Mundial, el Ejército Rojo entró en Bulgaria y en 1946 se abolió la monarquía constitucional de la dinastía de Sajonia-Coburgo-Gotha. Simeón II fue el último monarca antes de proclamarse la República Popular de Bulgaria bajo el poder del Partido Comunista Búlgaro. El país se transformó en uno de los aliados más fieles y dependientes de la ex URSS dentro de la alianza militar del Pacto de Varsovia y económica del COMECON (Consejo de Ayuda Mutua Económica).
Salida del bloque y transición
En Bulgaria, Todor Zhivkov protagonizó uno de los mandatos más largos y autoritarios dentro del bloque stalinista (1954 – 1989) hasta que fue destituido luego de la caída del Muro de Berlín y entonces se inició una transición política relativamente pacífica hacia la restauración capitalista.
En 1990, el país abandonó el Pacto de Varsovia, se distanció política y económicamente de Rusia, pasó a llamarse República de Bulgaria, fue admitida en la OTAN (2004) y en la Unión Europea (2007) en condiciones de pobreza, como una nación periférica de las principales potencias europeas, sin formar parte de la zona euro (usa el lev búlgaro) y con integración parcial al espacio Schengen.
De esta forma el imperialismo europeo y los restos de la burocracia stalinista consumaron el proceso de restauración capitalista mediante el cual Bulgaria pasó de ser un país sometido y satélite de la URSS a ser el segundo país más pobre del Bloque. En los años 90, la crisis económica fue profunda, con hiperinflación, privatizaciones, aumento del desempleo, la pobreza y la deuda externa, con la “inestimable” intervención del FMI y del Banco Mundial imponiendo reformas reaccionarias y ajustes salvajes contra los trabajadores y el pueblo.
El capitalismo no ha resuelto las necesidades populares
Con la restauración capitalista, el PIB per cápita ha subido, pero Bulgaria sigue siendo el Estado miembro con la renta por habitante más baja de la UE, situándose aproximadamente un 34 % por debajo de la media comunitaria en PIB per cápita (precios relativos de 2024), y con niveles de consumo real y bienestar completamente rezagados, alrededor del 30% de la población está en riesgo de pobreza, hay una gran desigualdad social y la población joven emigra en busca de mejores condiciones. En resumen, la restauración capitalista no ha cambiado ni cambiará cualitativamente el nivel de vida de los trabajadores y el pueblo, por el contrario, lo seguirá deteriorando con la continuidad de la crisis sistémica iniciada en 2008.
Además persisten desafíos sociales y territoriales: tasas elevadas de riesgo de pobreza (alrededor del 30 % de la población según AROPE), fuerte emigración de población activa, envejecimiento y marcadas disparidades regionales, todo lo cual explica por qué, pese al crecimiento relativo acumulado, Bulgaria continúa entre los países más desfavorecidos del bloque comunitario.
Con desigualdades, fueron por el mismo camino en: Lituania, Estonia y Letonia (2004), ex URSS; Polonia, Hungría, Chequia, Eslovaquia, Eslovenia (2004), ex bloque del Este y, Rumania y Bulgaria (2007). Todos tienen un PIB per cápita con un promedio inferior a la media de la UE, destacándose Bulgaria entre los peores.
Antecedentes más cercanos
Boyko Borisov fue el líder del partido Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB) desde su fundación en 2006/2007, fue primer ministro por más de una década en varios mandatos acumulados entre 2009 y 2021, año en el que “cambió su suerte”.
Desde julio de 2020, Bulgaria vivió meses de protestas contra el gobierno de Borísov y la gota que rebalsó el vaso fueron imágenes tomadas en su dormitorio oficial, filtradas de forma anónima que lo mostraban durmiendo con fajos de billetes de 500 euros en la mesita de luz, lingotes de oro y un arma junto a la cama. El escándalo llevó a la convocatoria de elecciones, las cuales ganaría la coalición Continuamos el cambio – Bulgaria Democrática (PP-DB), liderada por Kiril Petkov.
Desde entonces, ningún gobierno en el país ha conseguido estar en el poder por más de un año. Desde abril de 2021, los búlgaros han ido a las urnas un total de siete veces para elegir su parlamento (abril 2021, julio 2021, noviembre 2021, octubre 2022, abril 2023, junio 2024 y octubre 2024). Ha habido ocho gobiernos de transición; tres coaliciones breves que han gobernado (el gobierno de Petkov 2021-2022, la gran coalición Denkov-Gabriel 2023-2024 y la coalición de Rosen Zhelyazkov en 2025); y numerosas mociones de censura: tan solo en 2025 se han presentado seis mociones. El último en caer ha sido el Ejecutivo de Zhelyazkov, que echó a andar en enero de este mismo año.
Hartazgo explosivo
Décadas de apatía y hastío -en las elecciones sólo participa el 39%- de corrupción sin límite y pobreza, han derivado en las manifestaciones durante diciembre, otra vez con la emergencia de la juventud, que en muchos alzamientos ha dado en llamarse “generación Z”. En esta ocasión, con decenas de miles de personas en las calles desde el 1 de diciembre, tras el anuncio de los presupuestos para 2026, en un momento en el que el país se prepara para adoptar el euro, que entrará como moneda el 1 de enero de 2026 y forzaron la dimisión del gobierno el 11 de diciembre. El borrador despertó una fuerte contestación social debido a los recortes en gasto social, el aumento de la carga fiscal sobre autónomos y pequeñas empresas, y la falta de medidas contra la inflación y la corrupción. Fueron las movilizaciones más grandes en la última década, con más de 200.000 personas en todo el país y 100.000 en Sofía, la capital de Bulgaria.
Últimas reflexiones
- Se confirma por enésima vez que el capitalismo imperialista es un sistema de explotación y opresión que jamás resolverá ninguno de los problemas de fondo los trabajadores y los pueblos ligados a los derechos democráticos y sociales. La UE no es la salvadora de los países del Este europeo sino su opresora ya que incorpora algunos países de la región solo para extender la influencia del imperialismo occidental en su disputa con el imperialismo ruso y saquearlos en condiciones de semi colonias. Lo que sucede con Bulgaria y otros países del Este absorbidos por el imperialismo europeo es una alerta del destino que tienen proyectado para Ucrania, aunque de momento, no se plantean ni siquiera incorporarla plenamente.
- En junio de 2025 una multitudinaria Marcha del Orgullo con masivo apoyo popular desafió la represión del gobierno ultraderechista de Viktor Orbán. En agosto de 2025 -desde 2024- hubo violentas y reiteradas protestas juveniles en Serbia y hay otros ejemplos. En un contexto de persecución estatal, censura, odio institucional y fuerte polarización con la ultraderecha, se vienen repitiendo las protestas por derechos sociales y democráticos en países del Este, tanto comunitarios como extracomunitarios. Son indicativos de la situación de inestabilidad y crisis europea, dentro y fuera del Bloque, agravada por la guerra en Ucrania, los roces con EE.UU. y la continuidad de la crisis capitalista de la cual no escapan los países centrales y abre un interrogante sobre que sucederá en el futuro.
- Los trabajadores y los pueblos siguen luchando sin dirección revolucionaria al frente, con lo cual aún grandes gestas terminan siendo canalizadas por los mecanismos de la democracia burguesa o en derrotas más o menos categóricas. Para romper ese círculo vicioso, es necesario construir partidos de izquierda consecuente a nivel nacional y reagrupar a los revolucionarios a nivel internacional, tarea central que desarrolla cotidianamente, la Liga Internacional Socialista y que recibido un fuerte impulso en su III Congreso. Hace falta que gobiernen los trabajadores, con democracia obrera, sin patrones ni burócratas.




