El desafío de nuestra época: crisis socioambiental, revolución y transición socialista

La matriz de producción y consumo subordinada a la ganancia privada, con su régimen de propiedad privada de grandes corporaciones, con las fronteras nacionales que dividen de forma artificial a los pueblos del mundo, y sus consecuencias en materia socioambiental colocan a la civilización humana tal como la conocemos ante un desafío epocal nunca planteado como hasta ahora. Con este aporte sobre el tema en cuestión queremos abordar desde una visión marxista, socialista, internacionalista y revolucionaria las coordenadas para un plan de rescate de nuestro mundo colapsado por un modo de producción-apropiación-depredación históricamente caduco.

Luchamos por una reorganización integral de la economía, las relaciones sociales, la vida política y la construcción de un vínculo de la humanidad con la naturaleza, basado en otra racionalidad: sin la lógica del capital y la acumulación privada como ley suprema. Por eso, al curso ecocida del sistema capitalista le oponemos una perspectiva socioambiental que definimos como ecosocialista. Para la izquierda hay exigencias teórico-políticas, programáticas, de orientación y construcción militante frente a un fenómeno relativamente novedoso. Existen fuertes polémicas en el movimiento socioambiental que nos exigen posiciones categóricas en los principios y la estrategia, aunque sin dogmas y apelando a la elaboración colectiva para interpretar realidades del siglo XXI inéditas. De cualquier manera, no partimos de cero: hay un acumulado en el marxismo como método para movernos pisando tierra firme.

En definitiva este tema tiene mucha importancia para la LIS por las siguientes razones:

• Porque las consecuencias del desastre ecológico y sus impactos sociales son planetarias y no hay región del mundo libre de estas derivaciones.

• Porque es una problemática que activa la sensibilidad y movilizaciones de amplios sectores de vanguardia, que aunque con desigualdades, también abarca el mundo y especialmente (aunque no únicamente) interesa a la juventud (sector clave para la construcción de nuestras secciones y la formación de nuevos cuadros revolucionarios). Hay complementariamente también, cada vez más investigadores y científicos críticos, periodismo especializado anticapitalista y toda una intelectualidad con posiciones progresivas que crece y también es una oportunidad de influenciar y reclutar para la LIS.

• Finalmente, porque para un proyecto revolucionario internacional que se propone encabezar revoluciones para tomar el poder y construir la transición al socialismo, es directamente decisivo, contar con un programa de medidas “puente” para la remediación socioambiental del desastre con el cual la humanidad cargará superado el capitalismo. Todo en la perspectiva de recuperar eso que Marx llamaba el metabolismo de la sociedad humana con la naturaleza fracturado por la lógica de la acumulación privada1.

Una catástrofe en curso

A escala planetaria asistimos a un ciclo de cambios ecológicos que se retroalimentan de alteraciones en la economía y la política. Allá por 2015 el Programa Internacional sobre la Geosfera y la Biosfera, elaboró un informe en el que calculaban que se habían superado los umbrales de equilibrio del sistema terrestre en tres de los nueve parámetros de los que depende la sostenibilidad ambiental de la existencia humana2 :

• La concentración de gases de efecto invernadero.

• La destrucción de la biodiversidad.

• La alteración del ciclo del nitrógeno.

Pasada una década estos mismos investigadores plantean que los umbrales de sostenibilidad también se superaron para el agua dulce, la degradación del suelo y la contaminación por nuevas entidades químicas. Es muy probable que también se haya cruzado el umbral de la acidificación de los océanos. Por lo tanto, la dinámica de catástrofe ecológica ya es un hecho, no una amenaza futura. La tarea ahora consiste en frenarla, reducirla y evitar caer en un cataclismo entendiendo por tal cosa un evento del tamaño del asteroide que probablemente causó la desaparición de los dinosaurios hace sesenta millones de años. La diferencia cualitativa es que aquello fue un cataclismo natural. Hoy, la vorágine productivista del capital amplifica la amenaza de cataclismos que no son naturales, sino provocados por el actual modo de producción y consumo.

La ciencia ya tiene documentadas varias formas de cataclismos potenciales:

• Una forma poco conocida es la muerte de los océanos, que podría resultar de la alteración de los ciclos del nitrógeno y el fósforo.

• Otra forma, más conocida, es la cadena de retroalimentaciones positivas del calentamiento global que llevaría a la Tierra a un nuevo régimen energético: el planeta de vapor.

Es relevante marcar que la cadena podría empezar incluso por debajo de los dos grados centígrados y llevarnos con bastante rapidez a los cinco grados de calentamiento. El año pasado se superó por primera vez el umbral de un grado y medio de calentamiento medio con respecto a la era preindustrial. Ya estamos en la zona de peligro.

Un cataclismo como el del planeta de vapor sería irreversible a escala humana. Sus consecuencias ecológicas y sociales son inimaginables:

• Por ejemplo, elevaría el nivel de los océanos mucho más de diez metros.

• La Tierra podría incluso volver a ser un planeta sin hielo.

Desde el punto de vista de las derivaciones entramos en un escenario de alta incertidumbre. Pero dos cosas son absolutamente seguras: cuantitativamente, este punto de inflexión es incompatible con la presencia de ocho mil millones de seres humanos en la Tierra; cualitativamente, es incompatible con lo que llamamos civilización tal como se fue desarrollando desde la última glaciación hace 11 mil años. Ingresaríamos indudablemente en un terreno de barbarie estructural y humanidad fallida.

Tomadas de conjunto, la ciencia y la tecnología modernas posiblemente están en condiciones de repeler un asteroide que cayera hacia la Tierra. Sin embargo, bajo la dirección del capital son impotentes para frenar la catástrofe ecológica. Los conocimientos de la ciencia dominante son inútiles por la sencilla razón de que la ciencia hegemónica no quiere ver la causa social de la catástrofe, la ley básica de la acumulación capitalista. Y porque al final, la lucha contra la catástrofe ecológica es lucha de clases.

Ecofascismo y capitalismo verde: las dos recetas de la clase dominante

La polarización mundial extrema tiene su expresión también en el terreno socioambiental. De hecho, en la clase dominante mundial hay dos variantes tácticamente opuestas aunque estratégicamente convergentes:

El productivismo reaccionario, ecofascista de la ultraderecha mundial que combina incentivos a la industria fósil y negacionismo climático, terraplanismo ideólogico, racismo y xenofobia. Es la escuela del trumpismo y sus seguidores planetarios. Expresan a las corporaciones del petróleo, los bancos y las transnacionales extractivas más concentradas. Su tesis es que el cambio climático es un fenómeno natural y que los objetores de la industria del petróleo se oponen al desarrollo y el crecimiento económico. Aunque no tengan directa influencia en la juventud que se moviliza, más bien lo opuesto, es la línea con la que actúan a través de las burocracias sindicales sobre el movimiento obrero. De allí su importancia y que tengamos que combatirlos a fondo sobre todo en el ámbito de los sindicatos y las organizaciones obreras en general desnudando lo que realmente representan.

El capitalismo verde, el Green New Deal del reformismo y los progresismos de todo tipo (arrancando por EEUU y siguiendo por sus variantes europeas) que plantean “regulaciones a la contaminación”, “incentivos fiscales a la producción verde” y otras salidas reformistas e insostenibles en el marco del capitalismo y ambientalmente sin consecuencias positivas de fondo. Son una amalgama de neokeynesianismo y “economía verde”. Denuncian el calentamiento global y acuerdan en costosas cumbres climáticas medidas de protección ambiental, controles y grandes objetivos de reducción de emisiones, que no han sido más que posiciones declarativas. Las medidas en general radican en “impuestos” a las emisiones de CO2 para desincentivar la utilización de hidrocarburos. En el marco del capitalismo, eso más que desincentivar, hace que las corporaciones trasladen al precio final –que pagan los consumidores de la clase obrera- a la carga impositiva. Ningún sentido progresivo y más bien sí, nicho de negocios para empresas capitalistas “verdes” subsidiadas con esos impuestos por el Estado. Un negocio redondo y… contaminante.

Y como en el terreno político general, también en este campo de disputa de orientaciones, la frustración con las variantes del capitalismo verde (que no reducen la depredación ni garantizan transición real ni revierten las consecuencias sociales de las crisis capitalistas) le allana el camino a las expresiones de ecofascismo negacionista que ganan peso en sectores de la clase y el pueblo empobrecido con la impugnación al ecologismo anti-desarrollo económico y promueven como eslógan usar todos los recursos naturales que hagan falta para asegurar crecimiento económico y por esa vía mejoras para la clase obrera. Engloba a toda la crítica socioambiental como ideología ecologista anti-desarrollo y por lo tanto, de clase media, anti-obrera.

Finalmente, son polos complementarios de la lógica capitalista que explota fuerza de trabajo y naturaleza con tácticas y ritmos distintos pero con el mismo carácter de clase.

La batalla ecocultural: polémicas en el movimiento socioambiental

El cuadro general de depredación del capitalismo coloca en agenda la cuestión “ecológica” como una realidad difícil de encubrir. A la vez, en los años previos a la pandemia con el movimiento activista y la referente Greta Thumberg y su expresión variada pero extendida en el mundo se amplificó la vanguardia en el sector. Todavía hoy no existen aparatos cristalizados inamovibles o burocracias que hegemonicen el movimiento objetivo de forma sólida. Por eso, identificar las corrientes que actúan y con las que competimos, sistematizando sus posiciones y nuestras críticas es muy importante e instrumental para armar a la militancia de la LIS.

El autonomismo anti-partido: esta corriente, con cierto peso ideológico en la vanguardia sectorial, es la que plantea que, frente a la dificultad de luchar contra el capitalismo, sus estados centralizados y desde el poder dar otro rumbo a la relación de la producción y el consumo con la naturaleza, la salida es construir “islas no-capitalistas” de “autogestión autónoma” de los estados. Elevan a estrategia experiencias localizadas de movimientos sociales alrededor de cooperativas, redes de comercio justo o variantes así. Es la teoría posmoderna de la coexistencia con el capitalismo depredador y contaminante. Alimenta frente al escepticismo una forma de posibilismo resignado. Tenemos que explicar que apoyamos las experiencias localizadas de movimientos sociales como formas de resistencia, pero que dependen de manera absoluta de relaciones de fuerza que al cambiar sepultan las “islas no-capitalistas”. En todo caso, esas experiencia tienen que ser punto de apoyo para una estrategia de cambio global y de fondo del conjunto del sistema capitalista.

El “ecologismo popular” y las variantes del eco-feminismo: promueven una concepción que se basa en los pueblos originarios, campesinos y el movimiento feminista, como sujetos de la “transición” pos-capitalista. Reivindican la relación con la naturaleza de esos sectores, y se apoyan en el hecho cierto de que, en muchas regiones del mundo, han sido importantes en el enfrentamiento territorial a los emprendimientos del capitalismo extractivo (la megaminería, el agronegocio o el fracking). Obviamente, niegan el peso de la clase obrera y a la vez promueven una especie de retorno a la “ruralidad” idealizando concepciones pre-marxistas. Nuestro planteo es que defendemos la más amplia unidad de acción con todos estos sectores en la pelea contra las corporaciones y gobiernos que saquean, contaminan y depredan, y a la vez polemizamos sobre el sujeto estratégico, la necesidad de partido revolucionario, le oponemos programa de transición a las reivindicaciones parciales y explicamos que en todo caso el socialismo que defendemos levanta reforma agraria, programa antipatriarcal y no se contrapone al reclamo de los pueblos originarios en términos del derecho a la autodeterminación y la plurinacionalidad o federación como forma de articulación sin asimetrías, ni opresiones.

El decrecionismo como salida: la síntesis sería que propone una especie de auto-limitación individual en las pautas de consumo para combatir la “ideología del crecimiento”, así sin apellidos de clase. El intelectual francés Serge Latouche3 lo promueve y tiene derivas muy reaccionarias, semi-malthusianas que le asigna al crecimiento de la población la causa de la crisis socioambiental. Al señalar el fenómeno en el sur pobre del mundo, se desliza hacia un eurocentrismo derechista bastante marcado. Hay versiones izquierdizadas de este planteo, pero en lugar de una salida de fondo, estructural y sistémica enfatizan la responsabilidad individual y cultural, de signo idealista como la solución a la catástrofe civilizatoria. Con ellos polemizamos explicando nuestra caracterización de las causas de la dinámica socioambiental y nuestro programa de medidas transitorias.

Las teorías de la “desobediencia”: uno de los colectivos que ganó más peso en la juventud movilizada en varios países fue XR, fundado en Inglaterra. Su programa reivindica la resistencia pacífica y la desobediencia civil. Remite a autores como el norteamericano Thoreau, incluso a Luther King o Gandhi. Es la idea de la acción colectiva que “fuerza” al poder político de los gobiernos a reaccionar y cambiar. En varios países es un competidor importante por la vanguardia de izquierda4 . Tiene el atractivo de la acción directa con medidas de boicot y a la vez, el posibilismo de lograr leyes positivas en parlamentos u otras instancias en los marcos del capital. Otra vez en este caso, desplegamos unidad de acción en la movilización para impulsar medidas de boicot, campañas por leyes positivas que sirvan como punto de apoyo para revindicaciones parciales, pero nunca dejamos de explicar que sin cambios sistémicos económicos, políticos y sociales no está garantizada ninguna medida parcial reformista que persista en el tiempo.

El “ecosocialismo” del SU: esta corriente, que se referencia en el viejo mandelismo, esencialmente presenta dos limitaciones estratégicas clave. Por una parte, incluye a la clase obrera como un “sujeto más” de la articulación social necesaria para superar los umbrales del capital. Y por otro, no le da ninguna valoración a la construcción militante de partido revolucionario mundial para la lucha por una transición al socialismo. El manifiesto ecosocialista de su último congreso avanza aun más en posiciones reformistas. Nuestra utilización táctica de la identidad “ecosocialista” para popularizar socialismo en el movimiento sociombiental, obviamente tiene otro contenido y concepción de perspectiva revolucionaria, militante e internacionalista.

Productivismo de izquierda y esnobismo teórico: también tenemos polémicas con corrientes del campo del trotskismo que oscilan entre un dogmatismo oxidado que no se animan a incorporar ninguna innovación que desde el método marxista permita interpretar los nuevos fenómenos del capitalismo en decadencia del siglo XXI y otras que se adaptan a las modas teóricas en el debate ambiental.

En el primer grupo podríamos incluir a corrientes como la UIT (CI) para quién no hay nada nuevo y está todo escrito en las obras de Marx y Engels. O bien el PO de Argentina que aunque no cuenta con una corriente internacional tiene algunas relaciones en el mundo y también se inscribe en esta posición que más alla de apoyar tal o cual lucha ambiental o integrarse a alguna instancia de frente único que pueda surgir, en lo programático su ubicación sigue siendo la del mantra del control obrero que resuelve todo.

Es decir: la lógica sería, que el capitalismo desarrolló fuerzas productivas hasta cierto punto y que ahora la tarea histórica de la clase obrera es arrebatarle la dirección política de la sociedad a la burguesía, poner toda la estructura productiva bajo control obrero y así finalmente se resuelven todos los problemas ambientales. Esta visión soslaya aspectos cruciales del desarrollo de fuerzas destructivas bajo el capitalismo en esta etapa bajo la forma de ramas enteras de la economía que no tienen ningún sentido social útil en su naturaleza, no en el sentido que le dan los capitalistas. La herencia que el capitalista en evolución a la barbarie dejará a la humanidad en transición al socialismo va a requerir abolir industrias, ramas enteras de la producción y reemplazarlas por otras reconvirtiendo profesional y laboralmente a los trabajadores de esos sectores. Todas las actividades extractivas (agronegocio, fracking, megaminería), la industria de la publicidad capitalista, el patrón de producción conocido como obsolescencia programada y otras variantes. Las problemáticas del maltrato animal o la industria alimentaria en general, también requieren replanteo programáticos más allá de todo dogma productivista.

Un caso especial para seguir es el de la LIT (CI) que viene de atravesar una nueva y muy profunda crisis, con varias rupturas. Según podemos deducir por la resolución que publicó la dirección oficial sobre la cuestión ambiental, también esta temática fue parte de las polémicas. Esta corriente tal como PO o la UIT han venido respondiendo durante años de forma dogmática y sectaria a las confusiones del activismo y a las falsas ideologías que circulan. Aparentemente la intención es actualizarse, veremos si esto termina en un avance entre otros temas en lo ecológico o se sigue en las mismas posturas equivocadas.

Obviamente, el otro polo unilateral y equivocado es el de la Fracción Trotskista (CI) que difunde todos los autores posmodernos de moda en el campo de la teoría ambiental sin desplegar una crítica a fondo de sus derivaciones programáticas equivocadas que normalmente apuntan a los mismos ejes: sujeto social (si la clase obrera es o no estratégica hoy), el sujeto político (partido, internacional, etc.) y planificación democrática de la economía. Claro que hay que estudiar todo y tomar sin ninguna cerrazón mental aspectos útiles o positivos de tales o cuales autores, pero siempre para integrarlos a una estrategia revolucionaria de transición socioambiental, que incorpore desde el marxismo científico innovaciones teóricas para alimentar el programa y la política para intervenir en las luchas del sector, disputar la dirección del movimiento y reclutar a los mejores activistas para la LIS. Normalmente estas corrientes aunque intervienen en las luchas socioambientales, les viene costando estructurar agrupamientos permanentes y crecer. Tenemos una ventaja relativa como LIS a partir del acumulado de experiencia en el movimiento en algunas secciones de nuestra internacional. Tenemos la tarea de sistematizar y socializar esas experiencias para que se puede aprovechar en las distintas secciones.

La dialéctica de la revolución, la transición y el socialismo

El movimiento socioambiental, y los debates en el sector, exigen de la LIS y toda su militancia, estudiar este tema, porque hay un activismo informado, porque tiene aspectos científicos, porque conecta con la economía y otras disciplinas y si tenemos el propósito de construir una tendencia orgánica con una sólida personalidad ideológica tenemos que darle mucho peso a la lucha de ideas y estar armados programáticamente. Esto implica una primera respuesta a las temáticas más candentes, programa alternativo y a la vez ser capaces de manejar lo que podríamos denominar dialéctica de la revolución, la transición y el socialismo con los ritmos desiguales y combinados de la lucha de clases.

Con ese encuadre, antes de entrar en definiciones de coordenadas programáticas específicas en lo socioambiental, queremos plantear un par de cuestiones gravitantes:

1) El programa de transición que levantamos propone el recorrido puente entre la superación del capitalismo y la construcción del socialismo. Así definimos medidas de reorganización integral de la economía, las relaciones sociales, el sistema político y la inter-acción con la naturaleza no-humana como horizonte estratégico. Es decir: trazamos los perfiles del mundo por el que luchamos.

2) Sin embargo, en esa transición, habrá lucha de clases, revolución, contrarrevolución y escenarios inciertos que obligan a contemplar elasticidad táctica ante determinados temas.

Vamos a ejemplificar con algunos temas de debate en diversas regiones del mundo:

• La energía nuclear y su utilización: nuestro horizonte estratégico apuntaría a prescindir de este vector de energía sobre la base de entender la peligrosidad de la gestión de los residuos radioactivos; el costo de la construcción de centrales y la vida útil limitada de las mismas. Ahora bien: en la transición al socialismo además del uso de la energía nuclear para fines medicinales o energéticos, planteamos el derecho inalienable de los trabajadores y pueblos en revolución de apelar a la energía nuclear como recurso de autodefensa militar.

• La explotación del litio y su utilización energética: no descartamos el uso del litio como insumo para aportar a un vector de energía no-contaminante en una transición energética a otra lógica de producción, planificada y al servicio de necesidades sociales mayoritarias (no autos eléctricos de élite, sino ambulancias, transporte público o variantes así), sobre la base de investigar formas de aprovechamiento con los menores costos ambientales posibles y siempre en base al debate democrático social y plurinacional, que incluya las comunidades territoriales afectadas por la decisión económica en cuestión. Sin embargo, en las condiciones del capitalismo extractivo proponemos declararlo bien común y patrimonio social no explotable ya que en la actualidad es commoditie de disputa inter-capitalista como materia prima para el desarrollo de industrias que producen mercancía, valor de cambio, bajo los patrones de la obsolescencia programada en condiciones de saqueo imperialista y condenando como zonas de sacrificio los yacimientos detectados con formas de extracción altamente contaminantes no por ser las únicas, sino por ser las más rentables.

Vale decir: en ambos casos nuestro programa contempla en el uso productivo de la energía nuclear o el litio el impacto socioambiental, pero a la vez en la transición habilitamos la suficiente elasticidad táctica como para subordinar las decisiones a los ritmos y necesidades de la revolución y la lucha de clases.

Dicho lo cual, enumeramos algunas pistas programáticas para responder a las temáticas del sector que complementan la propuesta de programa del BDI N° 1 y a la vez especifican aspectos para contribuir al debate:

• Por la exigencia de declaración de la inmediata Emergencia Socioambiental en nuestros países, dirigida a los gobiernos capitalistas de turno. Declarar bienes comunes de patrimonio social inalienable humedales, bosques, selvas, cordillera y otros ecosistemas fundamentales para la salud socioambiental.

• Transición energética hacia limpias y renovables, en base a la expropiación de las industrias hidrocarburíferas bajo control de los trabajadores y una nueva matriz, no petro-dependiente, pero diversa combinando distintos vectores (eólica, solar, mareomotriz, etc.)

• Lo anterior incluye la reconversión laboral-profesional de todos los trabajadores de las industrias afectadas con garantía de continuidad salarial y el piso de derechos laborales anteriores.

• Prohibir el fracking, el agronegocio, la megaminería y la cementación urbana con fines especulativos. Reconversión productiva basada en las reales necesidades sociales, en base a una planificación democrática con intervención de la clase obrera.

• Otro modelo alimentario, en base a parámetros agroecológicos, sin transgénicos ni agrotóxicos, para garantizar la comida como derecho social suficiente, saludable y accesible a las mayorías. Cuestionar el modelo basado en la agro-ganadería industrial capitalista, explotadora, maltratadora de naturaleza vegetal, animal y contaminante. Prohibir las granjas porcinas y el feedlot. Reforma agraria integral con expropiación sin indemnización de pooles y terratenientes.

• Garantizar como derecho social el uso de los servicios públicos, empezando por el transporte estatal bajo control social de trabajadores y usuarios. Estatización de todas las privatizadas y ampliación de infraestructura de las mismas, como forma adicional de desincentivar el uso del transporte individual.

• Reorganizar los sistemas de salud en todo el mundo, en base unificar en un solo dispositivo público y estatal, toda la infraestructura pública y privada, bajo control de los trabajadores del equipo de salud y comités de usuarios. Robustecer los presupuestos en base a la cancelación de las deudas con el FMI y otros organismos financieros internacionales.

• Reparto de las horas de trabajo entre toda la mano de obra disponible y reducción de la jornada laboral. Incorporación masiva de tecnología no para reemplazar personas por máquinas, sino para alivianar la carga colectiva del trabajo.

• Eliminación de la industria del empaquetado y reducción de residuos en base a separación en origen, reciclado y educación socioambiental estatal en todos los niveles escolares.

• Prohibición de la industria publicitaria capitalista que fomenta el consumo artificial, confunde y miente a la población. Reemplazar por el derecho social a la información pública. Democratización general de los medios masivos de comunicación, en base a la propiedad estatal con control social de los mismos.

• Activar mecanismos de consulta popular vinculante para que sean los pueblos los que decidan toda controversia sobre desarrollar o no determinadas industrias que puedan contaminar. Incorporar el principio progresivo precautorio del derecho ambiental, que dice que toda modalidad productiva que pueda impactar socioambientalmente debe ser suspendida y sometida a investigación y debate social.

• Presupuesto para remediación ambiental y preservación de especies, bosque nativo y otros bienes comunes de la naturaleza, patrimonio de la humanidad en base a la expropiación de activos de empresas contaminantes.

 • Apertura de todas las fronteras a las corrientes de migración climática.

Estos son ejes aproximativos, que podemos combinar y utilizar en cada país, en una articulación discutida y resuelta según corresponda a cada desigual realidad nacional. Por supuesto, todo asociado de fondo, a la lucha por gobiernos obreros y de los sectores populares, en el camino del socialismo regional y mundial. Es un piso mínimo de referencia para actuar con unidad político-programática como LIS a escala internacional.

Fake news antimarxistas: refutando prejuicios y mitos

Aunque el centro del desarrollo teórico de Marx (e incluso Engels) no fue la cuestión ambiental, dejaron una serie de coordenadas o pistas metodológicas, hipótesis a desarrollar de un enorme potencial para pensar la actualidad del siglo XXI:

• Dice en “El Capital”, que este sistema en su lógica de acumulación y competencia “agota tendencialmente las dos fuentes de creación de riqueza social”. Se refiere al trabajo humano y la naturaleza.5

• Plantea, además, que el capitalismo al instalar una dinámica que persigue exclusivamente la acumulación privada, “produce por producir” (productivismo), y por lo tanto el capital “tiene como fin el propio capital (la acumulación)”. Por eso, cambia la relación de la humanidad con su entorno, con la naturaleza. Dice Marx que “quiebra o fractura el metabolismo de la humanidad / naturaleza”.

• Un propósito entonces sería, recuperar la “gestión racional” de ese intercambio fracturado a partir de una reorganización de la producción, la distribución y el consumo sociales.6

Estas tres definiciones – agotamiento de “las dos fuentes”; la “fractura del metabolismo” y la “gestión racional”-, en nuestra opinión tienen que ser el punto de partida para pensar creativa, innovadora y valientemente, todas las derivas del calentamiento global y la alteración general de las condiciones de vida sobre el planeta; como así también, las consecuencias de la forma particular del capitalismo imperialista en regiones del mundo como América Latina, en su expresión extractivista.

También, delimitarnos de toda la experiencia estalinista y burocrática, profundamente contaminante y desastrosa. Y explicar por qué entonces, no alcanza con socializar los medios de producción y poner a la clase obrera a controlar todo: hay otros parámetros a tener en cuenta.

Por un lado, la concepción de la “herencia” como nosotros la llamamos, es equivocada y termina en planteos hasta reaccionarios. Concretamente, el punto de vista de que la tarea de la clase obrera y los socialistas revolucionarios, consiste en expropiar a la burguesía, apropiarnos de su desarrollo dado de fuerzas productivas, pero simplemente cambiando el contenido social de su administración, de su gestión, es limitado. Porque en su decadencia y sobrevida histórica, el capitalismo para contrarrestar la caída tendencial de la tasa de ganancia, no solo “agota las dos fuentes”, las exprime, las depreda, las destruye. Todo el uso de la ciencia aplicada al servicio de ese objetivo anti-social y humano, la ganancia, está en la base de todos los desastres socioambientales. En este punto, una clave es señalar categóricamente que no todas las tecnologías son “neutras” (en el sentido de que sus efectos dependen de la clase social que la administre), ni todas las ramas de la producción son útiles o tienen readaptación bajo las condiciones de una transición al socialismo:

• Un objetivo esencial de “rescate socioambiental” de la transición al socialismo, radica en reducir radicalmente el volumen material de lo producido y su transporte. Esto no implica “privaciones” o “autolimitación” social. La anarquía del capital super-produce en base a fomentar el hiper-consumo utilizando la distorsiva publicidad capitalista y la obsolescencia programada (el método de producir con vencimiento limitado de los materiales y cosas, para reiniciar el ciclo de forma corta). Esa lógica, de producir valores de cambio, cosas para ser vendidas y realizar plusvalía, no tiene sostenibilidad posible, ecológicamente hablando. La planificación democrática de la producción y distribución de valores de uso, de cosas socialmente necesarias, modifica toda la ecuación socioambiental y es el punto de partida para “reestablecer el metabolismo fracturado”. Eso implica producir y transportar menos.

• Hay que suprimir ramas enteras de la producción socialmente inútiles y ecológicamente desastrosas. La megaminería, el fracking, el agronegocio, la publicidad comercial capitalista y otras. Esto supone no “expropiar y poner a producir bajo control obrero”, sino suprimir, abolir. Y obviamente, reconvertir la producción y la actividad laboral de los trabajadores implicados. Eso es elemental.

En el mismo sentido, entrar en debates que son de vanguardia pero que responden a las distorsiones que el capitalismo produce como la agro-ganadería industrial, sus efectos contaminantes, a la vez dañinos para la salud y con niveles de explotación humana y animal, brutales. Sin caer en las unilateralidades de colectivos militantes vanguardistas del sector, pero si encarando un problema real, que como socialistas también habrá que abordar con criterio revolucionario, como es la dieta humana a escala mundial y lo que la industria capitalista de la comida produce.

Nuestro punto de vista, obviamente, está atravesado por una variable decisiva: todas estas medidas transicionales y estratégicas para una reorganización de la producción sobre bases que garanticen lo socialmente necesario en términos sostenibles con la naturaleza, tendrá la mediación del proceso de lucha de clases, su desarrollo desigual y las necesidades transitorias de la revolución mundial. Pero, como estrategia, nos inclinamos por integrar el desafío socioambiental como un centro de las tareas de reorganización socialista de la civilización.

Nuestra orientación: primera línea en las luchas, fortalecer la batalla ideológica y construir organización militante

El capitalismo decía Marx, destruye la fuerza humana de trabajo y la naturaleza 7 . Esto última implica en concreto un plan de guerra contra la mayoría social que provoca reacción, movilización y nuevos procesos. El frente socioambiental es una ventana de oportunidad para nuestra intervención y construcción militante.

Hay una muy extendida sensibilidad socioambiental que tiene un componente muy positivo de cuestionamiento anticapitalista, de predisposición a la unidad internacional de las luchas y una fuerte vocación por la democracia para decidir y la acción directa. Al mismo tiempo, es un movimiento heterogéneo, atravesado por luchas ideológicas y disputa por la salida estratégica. Para ganar un lugar de autoridad en la pelea por dirigir el movimiento se necesita ser primera línea en las luchas, pero también solidez teórica, programática y política para ganar la batalla de ideas y reclutar a los mejores activistas que dé el movimiento.

La LIS tiene experiencia en varias de sus secciones en participación en este movimiento con aciertos, errores y elaboración programática. Tenemos que ser una fuerza política en este proceso que conecta con las preocupaciones centrales de lo mejor del activismo y que da respuesta a partir de ahí a la necesidad de una transición revolucionaria que supere el capitalismo depredatorio.

Lógicamente el mundo no es homogéneo, hay realidades diversas según la región del planeta que nos toque, y el peso distinto de las corrientes ideológicas y políticas, como así también, el grado de desarrollo de nuestras organizaciones en cada país. Sin embargo, utilizar a la LIS en este tema a partir de sus experiencias más avanzadas, nos puede servir para progresar en todo el mundo. Existe un potencial de reclutamiento, de captación de jóvenes activistas para nuestras organizaciones y nuestro programa, prácticamente en todas partes.

La condición para empalmar con esa franja es partir de sus necesidades y nivel de conciencia inmediato. Esto implica tener política y programa para el sector. Y al mismo tiempo evitar caer en dos errores unilaterales equivalentes:

• El propagandismo abstracto del socialismo en general

• O su polo antagónico que sería el sindicalismo ecologista del programa mínimo

Tenemos que militar con la dialéctica del programa transicional: de lo inmediato a la conexión con la salida estratégica. Con ese marco general, planteamos como esquema de medidas de orientación para la LIS en este frente de acción militante las siguientes:

• Intervenir en las luchas del sector, levantando un programa de transición que parta de ser los mejores activistas por cada reclamo justo, y a la vez, hacer propaganda de nuestra salida ecosocialista global, revolucionaria e internacionalista.

• Participar en el debate ideológico que hay en el movimiento, en foros, cumbres, contracumbres, conferencias y eventos donde van muchos activistas interesados. Asimismo, organizar nuestros propios eventos de debate para atraer vanguardia.

• Construir colaterales o agrupaciones en el sector ligadas y dirigidas por nuestras secciones en cada país como táctica para agrupar con nuestra política y ganar militantes para la estrategia global de nuestra internacional. Desde hace tiempo la LIS utiliza tácticamente a través de agrupaciones la identidad “ecosocialista” con muy positivos resultados en la disputa. Sin embargo, si en un país donde actúan organizaciones que están en proceso de integración a la LIS y vienen actuando con otra variante táctica será válido también.

• Aunque el centro de nuestra orientación sea ganar juventud en el movimiento y llevar nuestras posiciones al movimiento estudiantil, estudiar experiencias y elaborar política para llevar nuestra política al movimiento obrero para combatir a las burocracias que son correa de transmisión del eco-fascismo negacionista o de las variantes reformistas del capitalismo verde.

• Elaborar un Manifiesto de la LIS sobre el tema para popularizar nuestras posiciones.

• Diseñar un plan de propaganda con cursos, charlas, jornadas y seminarios para especializar cuadros y politizar sobre esta temática que tiene especificidades, empezando por publicar artículos más regularmente en la web y en la revista.

• Trabajar para crear una Comisión Socioambiental de la LIS.

Aprobado por el III Congreso Mundial de la LIS


1. Marx, Carlos (2003), El Capital, Tomo III, Siglo XXI Editores.

2. http://www.igbp.net/download/18.950c2fa1495db7081e25bf/1433835587044/IGBP-AR_2014-web.pdf

3. Latouche. S. (2011), La hora del decrecimiento, Octaedro.

4. Broffoni, F. (2020), Extinción, Sudamericana.

5. Marx, C. (2013), El Capital, Tomo III, Biblioteca del Pensamiento Socialista.

6. Ibidem

7. Marx, Carlos (2003), El Capital, Tomo I, Siglo XXI Editores.