Relaciones entre política, táctica, estrategia y principios
Hacia el 3° Congreso de la LIS, uno de los tantos temas en debate es sobre la importancia de los procesos electorales y que política llevar a adelante en esas disputas que se dan a lo largo del mundo. Ya hay aportes sobre estos temas, en particular un texto del camarada Franco Grisolia de Italia, que realizó un profundo material con el cual tenemos toda una serie de importantes acuerdos, y también algunos temas a debatir y precisar. También venimos teniendo intercambios y debates sobre el tema con los compañeros de la L5I, que intervienen con sus opiniones. Y en el propio Congreso abordaremos el punto en profundidad y surgirán también otras opiniones e ideas sobre esta temática de tanta actualidad política. Reflejamos una gran cantidad de experiencias diferentes que venimos desarrollando y sobre las cuales tenemos que sacar conclusiones.
Desde el Comité Ejecutivo de la LIS ponemos en debate este material que condensa nuestras posiciones en torno a la política electoral, sus diferentes tácticas, la ubicación general política de donde partimos y la relación con las experiencias de más de un siglo del movimiento revolucionario frente a los procesos electorales. Y junto con esto damos nuestra visión sobre los temas que están en debate, y sobre la relación de la política y tácticas electorales, con la estrategia revolucionaria y los principios.
Contexto e importancia de la participación electoral
El contexto del tema marca que desde inicios del siglo XX el movimiento revolucionario vino desarrollando debates y experiencias en torno a la participación electoral en instituciones burguesas bajo diferentes tipos de regímenes capitalistas. Como en otros temas, los bolcheviques desarrollaron importantes iniciativas en este plano e impulsaron debates y resoluciones al respecto en el seno de la 3° Internacional, tras la victoria de la Revolución Rusa. Esa experiencia indica una línea política general a seguir. Sabiendo siempre que no puede haber esquemas exactamente iguales en procesos y situaciones que son diferentes. Por dar un ejemplo, los propios bolcheviques en las primeras elecciones a la Duma llevaron adelante diferentes tácticas políticas, porque tomaron en cuenta la realidad y el contexto de situaciones diferentes. Boicot a las elecciones a la 1° Duma cuando se las convocó en medio de un gran ascenso para desviarlo. Y participación activa en las elecciones a la 2° Duma, cuando el ascenso había pasado y se utilizó la intervención para difundir propuestas socialistas.
Desde entonces han pasado muchas experiencias y debates, también cambios en la realidad. El surgimiento del fascismo, luego su derrota, el advenimiento de nuevas democracias burguesas en toda Europa Occidental. Hacia fines del siglo XX la caída de la Ex URSS y los procesos de restauraciones capitalistas y surgimientos de nuevos regímenes donde se combinan elecciones muchas veces maniatadas y a la vez fuertes autoritarismos que gobiernan. En Latinoamérica décadas atrás cayeron dictaduras y se abrieron regímenes de democracia burguesa, que con el tiempo y su desgaste perdieron credibilidad. También estuvo la primavera árabe y la crisis de regímenes dictatoriales que se habían sostenido durante décadas.
En los últimos años el mundo vive un salto en la disputa interimperialista entre EEUU y el imperialismo occidental, frente a los imperialismos emergentes de China, secundada por Rusia. Todo en un contexto de crisis sistémica, de problemas de arrastre desde la gran crisis de 2008, más el fracaso de regímenes democráticos burgueses con sus partidos tradicionales, que habilitaron el surgimiento de experiencias políticas por fuera de los mismos. Como ahora los fenómenos de derecha extrema, que hacen parte de los procesos electorales, en diferentes continentes en un mundo polarizado social y políticamente.
Vivimos en lugares muy dispares del mundo la combinación de crisis de regímenes políticos y decepción masiva hacia sus instituciones parlamentarias y presidenciales, a la vez con la continuidad de procesos electorales donde intervienen millones a la búsqueda de alguna solución o cambio. Esto hace necesario, en medio de crisis recurrentes y procesos de lucha de clases, que tengamos una política y táctica adecuada para intervenir y disputar políticamente por nuestras posiciones en la gran mayoría de los procesos electorales. Sin perder de vista que, en el nivel de conciencia actual, en muchos países todavía se considera a quienes tienen representantes en los Parlamentos como fuerzas más reales y existentes de quienes no la tienen. Entonces donde podamos obtener escaños y diputados de izquierda y usarlo a favor de nuestra estrategia, siempre es mejor que marginarse de esa posibilidad política.
La experiencia revolucionaria, partiendo de las primeras polémicas y luchas políticas contra el parlamentarismo y los sectores que se fueron adaptando a concepciones reformistas, fue el definir una línea de ubicar a los procesos electorales como una posibilidad de disputa política y de llegar a grandes franjas de la población trabajadora, con agitación política, propaganda socialista y con todas nuestras propuestas de clase, para ayudar al desarrollo de nuestra estrategia revolucionaria.
Porque nos referimos a un tema político táctico, ya que las elecciones burguesas no son nuestra estrategia ni nuestra prioridad, que siempre es la lucha de clases. Nosotros queremos liquidar todo el sistema capitalista y sus regímenes, incluyendo el régimen democrático burgués. Por eso el rol de nuestros diputados allí donde podemos tenerlos, no se reduce a lograr alguna que otra ley parcial a favor de los trabajadores, lo cual está bien hacer siempre que se pueda, sino el aprovechar cada intervención para denunciar de conjunto a gobiernos y oposiciones burguesas y propagandizar nuestro programa de fondo alternativo y socialista. Por eso las elecciones la usamos para desplegar con fuerza una política anticapitalista y socialista, que cuestiona todo el sistema y a todos los partidos del régimen capitalista, incluyendo a los reformistas y posibilistas.
En 1910, Lenin se refería a la forma de intervenir de los revolucionarios en las elecciones y decía: “Para la socialdemocracia, que considera ante todo las elecciones como medio de educación política del pueblo, el problema fundamental es, sin duda, el del contenido ideológico y político de toda la propaganda y agitación vinculadas a las elecciones. Este es el problema de la plataforma electoral. Para todo partido merecedor en lo más mínimo de ese nombre, la plataforma, mucho antes de las elecciones, es ya algo concreto, no algo especialmente ideado para las elecciones, sino resultado inevitable de toda la actuación del partido, de toda la organización de su trabajo, de toda su orientación en un período histórico dado ” . (1)
Una política electoral independiente y de clase
Que tomemos definiciones sobre la intervención política, táctica y electoral, es decir sobre un aspecto que consideramos importante pero no estratégico, no significa que sea algo ajeno a nuestra estrategia, son procesos relacionados. Por esa razón la política electoral siempre la realizamos con una total independencia política de nuestros partidos, en cualquier situación que afrontemos. Esa independencia política, de clase y organizativa, es un principio irrenunciable.
Como en todos los planos de la intervención política revolucionaria, en las elecciones también tenemos en cuenta la situación objetiva de cada país y la situación subjetiva, es decir el desarrollo y posibilidades de nuestros propios partidos. También tomamos en cuenta si son países imperialistas o dependientes. No se pueden tomar decisiones correctas sin tomar en cuenta la combinación de todas estas cuestiones. Como tampoco se pueden tomar decisiones correctas, si se las separa de nuestra estrategia política. Las tácticas electorales pueden ser variadas, pero una política de clase e independiente es un principio inamovible. Porque sin esa independencia, sobre todo si somos parte de frentes o listas comunes con otras fuerzas, no podemos desarrollar una política revolucionaria a fondo, por esa razón es innegociable y rechazamos cualquier participación electoral si se pretende restringir nuestras opiniones socialistas y de clase, o se nos quiere impedir nuestra propia organización política.
Otro tema central es que en las elecciones participamos siempre con la difusión de un programa socialista y anticapitalista que confronte con todos los partidos del sistema. Las elecciones no son un terreno para reducir y suavizar nuestro programa. Se trata de aprovechar una campaña electoral y debate político nacional, para propagandizar todo lo más posible nuestro propio programa. Lo cual significa que levantamos todo tipo de propuestas parciales y específicas, siempre relacionadas con la denuncia al sistema de conjunto, a la necesidad del poder obrero y de un gobierno de los trabajadores y el socialismo como salida. Y convocando a luchar en la calle por esa salida política de fondo.
Esto tiene una relación directa con la necesidad de nuestra independencia política. Porque donde nos presentamos en listas propias, obviamente lo hacemos con el conjunto de nuestro programa y propuestas. Pero en los casos donde somos parte de un frente electoral con otros, y el programa es correcto pero tal vez no contiene todos los temas que quisiéramos, la independencia política es la garantía de poder desarrollar otros puntos programáticos o políticos por nuestra propia cuenta. Por dar ejemplos prácticos de la actualidad, tanto en el NPA-R de Francia como en el FIT-U de Argentina, no hay acuerdo entre todos sus integrantes sobre la situación de la guerra en Ucrania y qué política hace falta levantar. Y eso no impide ni que seamos parte de ambas construcciones políticas y de sus campañas electorales, ni impide que al mismo tiempo digamos abiertamente lo que opinamos sobre la guerra en Ucrania por nuestra cuenta y en debate y polémica con otras fuerzas de izquierda. Lo mismo puede suceder ahora frente al acuerdo de paz en Gaza o sobre como lograr el triunfo palestino, donde puede haber diferentes visiones sobre caracterización, sobre el rol de Hamas y sobre la salida. Y en una campaña electoral común se puede hacer campaña en unidad por el apoyo a Palestina y a la vez necesitamos dar nuestra posición de fondo sin ningún tipo de traba. Lo mismo puede suceder frente a diferencias sobre temas nacionales y nosotros decir en esos casos nuestras opiniones.
Listas propias y frentes electorales de izquierda
Con la línea política en cada país y difundiendo nuestro programa de fondo, donde tenemos posibilidades participamos de los procesos electorales. Sea con nuestras listas propias o en algunos casos en el marco de frentes con otras fuerzas, bajo programas correctos anticapitalistas y socialistas. Sobre si priorizar listas propias o la participación en frentes hay lógicos debates en este Pre Congreso. En este tema tenemos una visión distinta a lo expresado en la minuta del compañero Grisolia de la ex OTI, donde tiende a definir la presentación en listas propias como una norma o ley general. Nosotros creemos que hay que definir de otra manera. En primer lugar, tenemos que ponernos de acuerdo en definir que, en nuestra presentación electoral, hay que poder desarrollar a fondo toda nuestra política y programa, con plena independencia política y al servicio de construir y fortalecer nuestros partidos. Este objetivo ordena nuestra política y decisión electoral; sea para conformar listas propias o a veces para participar en frentes. Ni una ni otra decisión es un tema de principios, es una decisión política a evaluar, de acuerdo en cada situación, viendo que es lo que más fortalece nuestros objetivos.
Por un lado, presentarnos con listas propias donde tenemos la posibilidad legal y la fuerza para hacerlo, puede ser una oportunidad de difundir directamente y a fondo todo lo nuestro, con una fuerte agitación política y propaganda de fondo de nuestras ideas socialistas, lo cual es positivo. Al mismo tiempo, la posibilidad de participar en frentes o coaliciones electorales de izquierda es también una posibilidad lícita, siempre que hacerlo contribuya a fortalecernos políticamente y a fortalecer la presencia política de nuestras organizaciones nacionales.
En el mundo hay experiencias diversas, como la de nuestros camaradas de The Struggle, con el Frente Revolucionario del Pueblo (PRF) en Cachemira, aprovechando el peso de conducir allí la Federación Estudiantil y presentándose en esa región con 3 candidaturas propias y junto a activistas y simpatizantes de izquierda. También hay variantes no exactamente iguales, pero también buenas, como los compañeros de Alternativa Socialista de Australia, que, a través de la conformación de Los Socialistas de Victoria, encabezaron sus listas y agruparon algunos sectores y activistas. En Argentina, antes de nuestro ingreso al FIT-U, también tuvimos intervenciones electorales propias que nos hizo ocupar un espacio y lograr una diputada en Córdoba, una provincia importante.
Tanto si en un país somos débiles y no podemos presentarnos por nuestra cuenta, como si hay diversidad de fuerzas de izquierda y tendencias a la unidad electoral que sean bien vistas por sectores de la vanguardia para enfrentar a los partidos capitalistas, la táctica de ser parte de un frente es una táctica posible y válida. No es una ley para utilizar siempre, pero sí en diferentes ocasiones puede jugar un rol positivo. Porque nos puede ser útil para llegar con más fuerza sobre grandes franjas, a las cuales tal vez, solos, siendo un grupo pequeño, no podríamos llegar. También en ocasiones un frente puede ser la única posibilidad de lograr parlamentarios de nuestros partidos. Lógicamente, todo esto solo puede ser positivo, siempre y cuando tengamos dentro de esos frentes una ubicación que nos permita actuar, que no estemos desdibujados y podamos difundir ampliamente nuestras propuestas socialistas y revolucionarias.
También hay que tomar en cuenta trabas de los regímenes, obstáculos, que a veces el ser parte de un frente ayuda a superar. Hay regímenes donde la cantidad de requisitos para presentarse son altísimos, u otros donde exigen obtener cierto porcentaje de cantidad de votos para mantener luego la legalidad electoral o porcentajes todavía más altos para poder tener representación en un Parlamento. En todos esos casos es lógico que la participación en un frente facilite un poco más, el tener una política electoral que logre objetivos positivos.
Aclarado esto, algo esencial a definir sobre la participación en frentes electorales, es que lo hacemos siempre teniendo claro que no son una estrategia sino frentes tácticos que no duran para siempre, que pueden ser útiles a nuestra construcción y estrategia propia durante un período. Cuando evaluamos que dejan de serlo, es cuando debemos cambiar esa táctica y definir otra.
Frentes posibles y realidades diferentes
En relación a los frentes electorales, otra cuestión en debate es en relación a en qué tipo de frentes es correcto participar o no. Partimos de definir que en todo frente de independencia de clase, de fuerzas anticapitalistas y socialistas con un programa de fondo, lógicamente es válido poder ser parte y un frente así es prioritario en nuestras posibles opciones electorales. Al mismo tiempo, esto no es un sinónimo de que sea el único tipo de frente electoral posible de integrar. En la realidad del mundo hay diferentes expresiones y componentes, crisis, rupturas, corrimientos a izquierdas. Y como decíamos, siempre tenemos que tomar en cuenta la globalidad de las valoraciones objetivas y subjetivas.
Por supuesto no alentamos nuestra participación en frentes electorales de políticas y programas reformistas o progresistas. A la vez la realidad muestra que, entre el reformismo clásico y sus principales organizaciones, y los partidos obreros anticapitalistas o trotskistas, hay muchas variantes intermedias, a veces más heterogéneas, con programas ubicados a izquierda, pero no tan profundos ni iguales al nuestro. Estos casos no son la norma de nuestra intervención ni nuestra prioridad electoral, y a la vez tenemos que evaluarlos sin rechazar de plano una posible participación táctica en algunos casos, siempre con un claro componente crítico e independiente.
Por ejemplo, en su momento era lícito que una corriente revolucionaria en Grecia pudiera ser parte de la campaña electoral con Syriza, tener candidatos en esa coalición y desde ahí difundir nuestro programa (y luego romper y difundir nuestra crítica a su traición). O a otro nivel, también era correcto lo que hicieron nuestros compañeros de SOL del Estado Español, participando años atrás, tácticamente en listas municipales de la CUP en Barcelona, a la vez que continuamente debaten y polemizan sobre temas de estrategia con esa fuerza. O en los últimos años en el PSOL de Brasil, donde cada vez nuestra visión crítica a la propia dirección de esa fuerza recorría la campaña, sin todavía salir de ahí, al no haber otra alternativa de izquierda, ni tener la fuerza propia para aplicar otra táctica electoral.
Para este tema de los frentes y sus componentes, también tomamos en cuenta el contexto. No estamos en el período de los bolcheviques donde había una fuerza revolucionaria clara y una 3° Internacional con peso y gran autoridad frente al reformismo. Tampoco en el mundo solo hay sectores obreros eligiendo entre reformistas y revolucionarios, sino también variantes pequeñoburguesas disputando la base obrera y popular, que en algunos casos pueden radicalizarse un poco y obtener el apoyo o simpatía de sectores importantes de la vanguardia obrera. En la realidad del mundo hay mucha diversidad política, dispersión, fenómenos nuevos, diferentes corrientes dentro del amplio espectro de la izquierda, mientras la izquierda revolucionaria no es vista todavía como alternativa. Incluso dentro del trotskismo hay muchas diferencias, por lo cual tampoco un frente solo de trotskistas puros garantiza una política acertada y cuando se dan esas unidades, hay mucha disputa política a su interior. Entonces más que nunca hay que ver cada situación, evaluar todos los actores políticos en cuestión, para ver que es más conveniente. Sin rechazar de plano, como entendemos opinan equivocadamente los compañeros de la L5I, que en algunos casos específicos podamos tener una participación táctica electoral con alguna variante pequeñoburguesa, ubicada a la izquierda de todas las fuerzas tradicionales del régimen. Siempre que lo hagamos con la garantía de nuestra independencia política y de clase, independencia organizativa y difundiendo nuestro programa.
Como parte de nuestra lucha política, allí donde somos parte de un frente electoral rechazamos que su política conduzca a ir fortaleciendo variantes reformistas. Por ejemplo, en Brasil, que participamos durante años de campañas electorales del PSOL, opinamos que fue un grave error que en su momento se le permita ingresar a varias corrientes claramente reformistas, que luego fueron tomando la dirección de esa fuerza amplia de izquierda y llevándola a un curso de adaptación al régimen y colaboración directa con el PT. Por lo cual hoy no representa nada de su proyecto original ni juega un rol positivo en el escenario nacional, razón por la cual estamos evaluando qué hacer en adelante. Otro ejemplo es en Francia donde polemizamos y no acompañamos la línea del SU y su sector del NPA, proclive a fortalecer a Mélenchon y su proyecto de La France Insoumise, mientras participamos del NPA-R que sí tiene una ubicación política anticapitalista, desde donde también polemizamos con la línea divisionista, sectaria y oportunista de la Fracción Trotskista y su sección francesa.
En Argentina hay una situación diferente, el FIT-U es un frente electoral y táctico de cuatro organizaciones trotskistas con acuerdos e importantes diferencias entre sí, en un país con diversas culturas de izquierdas y con la necesidad política de arrancarle franjas de base de trabajadores y jóvenes al peronismo. Por lo cual nuestra política es ser parte del Frente de Izquierda con un programa anticapitalista y socialista y con independencia de clase, sin que puedan ingresar corrientes reformistas. Y a la vez proponiendo que deje de ser solo un frente electoral, se transforme en algo superior, un partido unificado de la izquierda con libertad de tendencias, que intervenga en común en la lucha de clases, tendiendo puentes a la participación de intelectuales independientes, referentes sociales, grupos anticapitalistas, que no tengan la posibilidad de tener peso en la dirección del FIT-U, pero sí contribuir a llegar a más sectores y fortalecer un polo de izquierda contra todas las fuerzas capitalistas.
Sobre el voto crítico a fuerzas reformistas o no obreras
En nuestro Pre Congreso existe también otro debate lícito: ¿se puede definir un voto crítico a fuerzas reformistas obrerasburguesas, pequeñoburguesas o muy excepcionalmente a burguesas? Sobre esto, y de acuerdo a varios intercambios que hemos tenido, surge que tenemos algunos debates y diferencias de criterio con los compañeros de la L5I, que parten de no ver esa posibilidad. Para nosotros, igualmente la primera definición es que en líneas generales partimos de votar por nuestras listas propias o por listas electorales de izquierda. Esa es la norma general de nuestra participación en todas las primeras vueltas electorales, donde existe la posibilidad de hacerlo porque tenemos fuerza y legalidad para hacerlo, sea solos o en acuerdo con otras fuerzas de izquierda.
Bajo esa definición central, creemos que sí puede haber situaciones específicas por contextos objetivos y subjetivos que habiliten un voto crítico a otras fuerzas. De hecho, lo hicieron los bolcheviques antes y después de la Revolución Rusa. Lo han hecho los trotskistas en España, lo aconsejó Lenin frente al laborismo reformista en Inglaterra para que la clase obrera haga su experiencia con ellos, entre otros ejemplos. Es decir, fueron y son decisiones políticas específicas, que no violentan nuestros principios.
Siempre es esencial partir de la realidad para tratar de no equivocarnos. Estas posibilidades pueden darse en algunas situaciones específicas, en países donde hay polarización entre fuerzas tradicionales, no tenemos opción propia y tal vez sí haya alguna variante más ubicada a izquierda, sin ser directamente anticapitalista. En estos casos es posible si tiene utilidad para nuestra construcción, dar un voto crítico a esa fuerza. Como ejemplo reciente, en las pasadas elecciones de EEUU, los compañeros de la ex OTI impulsaron el voto crítico a los Verdes, en oposición a las dos fuerzas tradicionales del régimen imperialista y ante la ausencia de listas propias y de fuerzas obreras presentándose. Y a nosotros nos pareció lícito acompañarlos en esa decisión, para tener alguna propuesta por la positiva.
También puede suceder otra variante de voto crítico, en regímenes donde hay segundas vueltas. En estos casos, en primer lugar, estamos en contra de esa política de los regímenes que utilizan las segundas vueltas para arrastrar a toda la población a elegir solo entre dos fuerzas. Siempre denunciamos esto. A la vez la realidad es que existen y que muchas veces van a segundas vueltas partidos burgueses esencialmente similares en su proyecto y por eso la gran mayoría de las veces llamamos a no votar por ninguno de los dos candidatos.
Sobre esta base, frente al salto de la extrema derecha hay y seguirá habiendo en algunos países, segundas vueltas entre el candidato de la ultraderecha y otro más de perfil reformista-progresista. Ahí las franjas más afines a la izquierda no querrán que gane el de extrema derecha porque lo ven como un peligro inmediato a sus derechos y conquistas. ¿Cómo dialogamos con esa situación, para que nos sirva a nuestra estrategia de construcción de partido revolucionario? En esos casos puede ser votar críticamente, o hacer una campaña por la negativa “para que no gane la ultraderecha”. Como se hizo en las pasadas elecciones a segunda vuelta en Brasil, entre Bolsonaro y Lula y el PT, donde fue correcto votar críticamente a Lula, marcando a la vez toda nuestra diferenciación con su proyecto.
Por supuesto que esta variante táctica, necesita como prioridad una explicación política muy clara que nos diferencie tajantemente de ese candidato y de su partido. No le damos apoyo político, por el contrario, explicamos que no apoyamos ni su programa ni su proyecto, que si gana seremos su oposición desde la izquierda y que el contenido del voto crítico no es en apoyo a ese candidato, sino contra el candidato de la derecha extrema. Un caso diferente, pero donde también puede ser lícito un voto crítico, pudiera ser en elecciones parlamentarias, por ejemplo, en Francia con el Frente Popular.
En todos los casos aquí expuestos, siempre específicos y puntuales, el contenido político de nuestro voto es acompañar a millones de obreros y jóvenes para que no gane la ultraderecha, es un apoyo a esa necesidad que sienten millones. No aislarnos de esa pelea y que nos vean peleando juntos, mientras explicamos nuestro programa y salida. Hacer esto, es una decisión política táctica y no un problema de principios. Lo que es de principios es no integrar gobiernos burgueses ni darles apoyo político a gobiernos de nuestra clase enemiga. Algo que no hacemos nunca, ni siquiera en un balotaje si usamos un voto crítico explicando toda nuestra posición y diferenciación como prioridad política.
En relación a fuerzas burguesas darles un voto crítico en una segunda vuelta frente a una variante de extrema derecha es un debate que tenemos que encarar. En Argentina el MST no le dio apoyo al candidato Massa del PJ frente a Milei en las pasadas elecciones presidenciales, pero puso el acento en votar contra Milei y no a los dos candidatos al mismo nivel para no romper el diálogo con sectores obreros que querían que no gane la ultraderecha. Los compañeros del PCL de Italia consideran que había que llamar a votar críticamente a Massa. Creemos que es un debate válido y táctico, no de principios como creemos que opina la Liga por la Quinta. Y que ante el avance de la ultraderecha puede obligarnos a debatir este problema en profundidad en determinados lugares muy específicos. Repetimos, lo de principios es no darle ningún apoyo político a fuerzas no revolucionarias y mucho menos apoyar gobiernos burgueses o de frente popular.
Partidos Amplios, tácticas entristas y experiencias particulares
Junto a todas estas variantes y decisiones políticas y electorales, hay otra táctica que tiene diferentes formas de utilización, que es algún tipo de entrismo sobre algunos fenómenos políticos centristas, Partidos Amplios o sectores con crisis internas y corrientes en su seno que pueden ir a izquierda y sobre las cuales queremos actuar. En estos casos donde hacemos entrismo, no rigen los mismos criterios que aquí definimos para la participación en frentes electorales, sino los que sean posibles dentro del marco de esa situación específica determinada. Por ejemplo, dentro de una táctica entrista, la independencia política, de clase y organizativa también es un principio y la practicamos, pero no se aplica igual, porque decir lo que opinamos abiertamente, en cualquier tiempo y lugar, o hacer públicas nuestras reuniones si no hay condiciones, podría derivar en que nos expulsen apenas estamos comenzando a hacer esa experiencia. Entonces buscamos las formas de dar nuestra opinión e ir ganando influencia, partiendo de la realidad de esa experiencia.
Por supuesto, hablamos de entrismo en sentido amplio, ya que los fenómenos no son todos iguales. Siempre tenemos en cuenta que hay situaciones muy diferentes, en experiencias de Partidos Amplios puede haber bastante libertad para movernos y opinar públicamente, y en esos casos tenemos que aprovecharlo al máximo. En otras variantes pueden ser estructuras más rígidas y necesitemos otras formas para poder expresar nuestras opiniones y disputar por dentro un período de tiempo.
Vale entre muchos otros, el ejemplo del trotskismo norteamericano, que aconsejado por Trotsky hizo entrismo en el PS. Como bien cuenta Cannon en una serie de Conferencias, donde explicaban las diferentes formas de desarrollar su política y organización, tomando en cuenta las condiciones reales de como poder hacerlo.(2) También tenemos experiencias más recientes, como nuestro ingreso en 2007, al reciente fundado PSUV de Venezuela en vida de Chávez, en ese momento un Partido de masas, que en sus inicios agrupaba a lo mejor de la vanguardia obrera, popular y de la juventud de ese país. Por entonces la corriente Marea Socialista, que había sido fundada poco tiempo antes, decidió ingresar tácticamente a ese partido, manteniendo una organización independiente con reuniones de cuadros no públicas, para preparar la intervención allí, lanzando un periódico público con sus posiciones y reuniones de cuadros que se armaban con textos orientativos sobre la situación y sobre cómo actuar como corriente sin alentar la participación individual en esa experiencia. (3)
En la actualidad, hay otras experiencias entristas en pleno desarrollo y llevadas adelante por compañeros nuestros en Europa, que seguramente en el Congreso de la LIS serán socializadas. Sabiendo además que, en nuestra participación en Partidos Amplios o variantes similares, a la hora de las campañas electorales podemos actuar impulsado el voto a nuestros propios candidatos, combinando esto con el voto crítico a otras candidaturas. E incluso en algunos casos no haciendo campañas por algunos candidatos. Todo eso por ejemplo fue posible de hacer dentro de las campañas del PSOL, pudo haberse hecho en Syriza y en otros fenómenos similares. Y podría haberse hecho por ej. en el DSA de EE.UU.
Estos y otros ejemplos enriquecerán el debate de este tipo de oportunidades de intervención, que siguen siendo tácticas necesarias en diferentes lugares y ocasiones. Más teniendo en cuenta que la crisis de los partidos y regímenes están dando lugar a nuevas experiencias de este tipo.
Táctica electoral, estrategia de partido y lucha de clases
Frente a toda táctica y política electoral que definamos en cada país, existe un tema central y es el siguiente: la intervención electoral, como toda intervención política, tiene que servir para construir el partido revolucionario y para impulsar el desarrollo de la lucha de clases. Si la táctica es oportunista, nos arrastra detrás del programa de fuerzas burguesas o reformistas, nos debilita para esa estrategia. Y lo mismo su contrario; si no vemos que una buena táctica electoral es una oportunidad para fortalecer nuestra construcción partidaria, también nos debilita en nuestra estrategia, al desaprovechar esa oportunidad y por otra vía fortalecer al reformismo y a fuerzas burguesas. Levantamos una línea política siempre relacionada a la estrategia de partido revolucionario, viendo si esa táctica electoral nos hará crecer más o nos va a debilitar en nuestras posibilidades de construirnos, hacernos más conocidos, tener más figuras, más espacio políticos y más militantes. No hay parámetro a tomar en cuenta, que sea más concreto que éste. Y al mismo tiempo, esa misma línea política y táctica tiene que relacionarse y ayudar al impulso de la lucha de clases en cada país. Porque una campaña electoral no es un fenómeno ajeno a la disputa más general que damos siempre contra los gobiernos, sus planes, sus partidos y sus burocracias en el seno del movimiento obrero y popular.
Esta relación, entre la táctica, la política electoral y la estrategia, es fundamental, decisiva. Y a la vez se aplica no en forma aislada sino relacionada a la situación de lucha de clases en cada país. Lo cual ha sido así desde las primeras experiencias revolucionarias. En 1906, Lenin expresaba al respecto: “la participación de los socialdemócratas en la campaña para la Duma reviste carácter completamente distinto al de la participación de los demás partidos. A diferencia de ellos, nosotros no atribuimos a esta campaña una importancia independiente, ni siguiera primordial. A diferencia de ellos, subordinamos esta campaña a los intereses de la lucha de clases ”.(4)
Visto desde otro lugar y experiencia, y relacionando a fondo un reclamo de lucha genuino con las elecciones, en Alemania Rosa Luxemburgo manifestaba este ejemplo: “La actual lucha de masas en favor de los derechos políticos de la mujer es sólo una expresión y una parte de la lucha general del proletariado por su liberación. En esto radica su fuerza y su futuro. Porque gracias al proletariado femenino, el sufragio universal, igual y directo para las mujeres supondría un inmenso avance e intensificación de la lucha de clases proletaria. Por esta razón la sociedad burguesa teme el voto femenino, y por esto también nosotros lo queremos conseguir y lo conseguiremos. Luchando por el voto de la mujer, aceleramos al mismo tiempo la hora en que la actual sociedad se desmorona en pedazos bajo el martillo del proletariado revolucionario ”.(5)
Lo mismo sucedía en torno a la relación de la lucha campesina en España con las elecciones. Allí Trotski lo explicaba con extrema claridad, dándole unidad política a toda la cuestión: “Durante un cierto tiempo, todas las cuestiones de la revolución española se reflejarán, de una o de otra manera, en el prisma parlamentario. Los campesinos esperarán ansiosamente la respuesta de las cortes a la cuestión agraria. ¿No es fácil de comprender la importancia que tendría en la actual situación un programa agrario comunista sostenido desde las cortes? Para esto se necesitan dos condiciones: hay que tener un programa agrario y conquistar un puesto en la tribuna parlamentaria. Ya sabemos que no son precisamente las cortes las que resolverán el problema de la tierra. Es necesaria la iniciativa audaz de las masas campesinas. Pero para tomar esta iniciativa, los comunistas tienen necesidad de la tribuna de las cortes para ligarse a las masas. De aquí nacerá una acción que desbordará con mucho a la de las cortes. En esto consiste el sentido de la actitud revolucionaria dialéctica hacia el parlamentarismo.”(6)
Por dar un ejemplo más, en un documento interno del PST de Argentina, cuando en la década del 70, frente a su primera gran elección nacional que iba afrontar contra el peronismo en vida de Perón y demás variantes burguesas, definía lo siguiente: “La propaganda de un partido revolucionario para las elecciones tiene tres objetivos que se sintetizan en uno solo: desarrollar y fortificar al partido. El primer objetivo es desenmascarar y denunciar al régimen. En este caso el régimen semicolonial y capitalista que oprime al país y explota a los trabajadores. El segundo objetivo es demostrarle a la clase obrera que la solución de sus problemas viene de sus movilizaciones y no de la posible actividad parlamentaria o electoral. Debemos demostrar la falsedad de la democracia burguesa y cómo sólo la actividad y unidad de los explotados podrá liberar a los trabajadores. El tercer objetivo es demostrar la necesidad de la revolución obrera y socialista, cómo la clase obrera debe tomar el poder como única forma de superar la crisis del país y de los trabajadores”.(7)
Todos estos ejemplos y otros, son útiles en la actualidad, porque hay diferentes sectores de la izquierda presionados y adaptados a los regímenes democrático-burgueses, adaptación que aumenta y se manifiesta con más fuerza cuando hay una combinación entre algunos buenos resultados electorales y una débil estructura teórica y política revolucionaria. Allí surge el electoralismo, las desviaciones parlamentarias, las tendencias a tratar de quedar bien con franjas de la población por encima de la necesidad de una política revolucionaria que confronte. Incluso en esa adaptación surge una diferenciación entre las tareas de una campaña electoral y las necesidades de la lucha de clases que siempre deben ser prioritarias. Está por ejemplo el caso de la Fracción Trotskista del PTS de Argentina, que en ocasiones agita que, si hubiera algunos diputados de izquierda más, se podría lograr tal o cual cosa en el Parlamento. O en la campaña electoral reciente de Argentina, durante la cual ni PTS ni PO enviaron a ninguno de sus candidatos a la Flotilla Sumud Global, a diferencia de lo realizado por la LIS y el partido argentino durante la misma campaña.
Aclarar esta cuestión y la relación entre procesos electorales y lucha política y de clases, es realmente muy importante. Como también lo es el tener en claro que la relación entre la participación electoral y la lucha de clases a la vez tiene sus diferencias de objetivos y de política. Porque en la lucha de clases frente a gobierno de derecha, derecha extrema o cualquiera que aplique planes de austeridad y ajuste, estamos por el Frente Único para la lucha por demandas obreras y populares, con exigencias y denuncia a todo el reformismo y a las burocracias sindicales afines a partidos opositores burgueses. Pero esa unidad amplia para la lucha, no la llevamos de igual forma al plano político electoral ni a la construcción de alternativas políticas, porque eso sería oportunismo. En la lucha política y electoral confrontamos contra todas las variantes burguesas y reformistas, incluyendo contra dirigentes sindicales o sociales que en ocasiones comparten movilizaciones junto a nosotros, pero los denunciamos si apoyan o participan de listas electorales burguesas o reformistas y contrarias a la nuestra. Esto igualmente arranca por exigirle a esos dirigentes obreros que son parte del frente único, que en las elecciones no apoyen candidaturas burguesas. Y donde esto fuera una realidad y surgiera una variante electoral por fuera de los partidos patronales, bien podemos intervenir ya que sería una variante electoral que va en sentido de la independencia de clase.
Conclusiones
Por todo lo desarrollado en este material y en los debates que hagamos en las sesiones de nuestro 3° Congreso de la LIS, creemos necesario que el conjunto de nuestra militancia se forme en torno a los trazos políticos generales de la intervención electoral y en la relación específica que tienen con nuestra estrategia revolucionaria. Partiendo de reafirmar que los procesos electorales son para nosotros una cuestión táctica importante, que muchas veces son una gran oportunidad política para postularnos y crecer como partido, lo cual puede fortalecer nuestra estrategia. Siempre que lo hagamos en forma relacionada y no separada de las necesidades de intervención en la lucha de clases. Y sabiendo que esto no elimina la posibilidad de que en algunos casos optemos por no participar o denunciar una convocatoria de algún régimen autoritario, como por ejemplo hemos hecho en las últimas elecciones en Venezuela. Aunque estos ejemplos son los menos, ya que mayormente buscamos la forma de ser parte para poder desarrollar todas nuestras opiniones y propuestas.
De ahí que seguimos creyendo en lo que decía León Trotski, en medio de polémicas dadas en medio de la revolución española: “El cretinismo parlamentario es una enfermedad detestable, pero el cretinismo antiparlamentario no vale mucho más”.(8) Utilicemos a fondo todas las oportunidades políticas y electorales que se nos abren en medio de la crisis capitalista global. Sin separarlas nunca de nuestros objetivos estratégicos sino uniéndolos a la necesidad de fortalecer nuestros partidos y hacerlos crecer, lo cual es la única forma concreta de saber si una política es positiva y correcta. Y todo con nuestros principios claros, que en éste y en todos los planos de la política revolucionaria, es imprescindible tenerlos presentes y defenderlos.
Aprobado por el III Congreso Mundial de la LIS
REFERENCIAS
(1) La campaña electoral y la plataforma electoral, Lenin, 1910
(2) “Comenzamos nuestro trabajo muy modestamente según un plan. Nuestra primera prescripción para nuestra gente fue: entren en la organización, intégrense al partido, sumérjanse en el trabajo militante y logren así una cierta autoridad moral sobre los cuadros y la base; establezcan relaciones de amistad personal, especialmente con aquellos elementos que son activistas, potencialmente de alguna utilidad más adelante. Nuestro plan era dejar que los hechos políticos se desenvuelvan normalmente, como estábamos seguros que lo harían. No teníamos que forzar la discusión o empezar artificialmente la lucha fraccional» . (Conferencias sobre “Historia del trotskismo norteamericano ” , James Cannon, 1942)
(3)“Por delante hay meses donde las masas y la vanguardia que van hacia el PSUV se van a mover, van a opinar, se van a arrechar ante cada síntoma de burocratismo. Vemos eso como una gran oportunidad para incidir, para confluir con sectores, para dar batallas junto a lo mejor del proceso bolivariano. Se equivocan quienes, por ver solo el aspecto burocrático y controlador, pierden de vista lo central: el peso del proceso revolucionario y la intervención de las masas en la construcción de su propio partido. Confiamos en eso, no porque puedan cambiar el carácter del partido, sino por la posibilidad de empalmar, de organizar, de construir una gran corriente en su interior hoy, y a futuro veremos dónde…Iremos viendo la realidad, preparándonos para fuertes choques con la estructura de su dirección. Vamos hacia un espacio no armonioso, en donde nos excluirán, y querrán tapar nuestras opiniones…En concreto, proponemos comenzar a actuar dentro del PSUV, haciéndolo como corriente organizada. No propiciamos una participación individual sino colectiva, organizada y con una estrategia común” . (Marea Socialista de Venezuela,10 aportes sobre el PSUV y nuestra política, 4 de mayo de 2007)
(4) La socialdemocracia y los acuerdos electorales, Lenin, 1906
(5) El voto femenino y la lucha de clases. Discurso pronunciado por Rosa Luxemburgo en las Segundas Jornadas de Mujeres Socialdemócratas. Stuttgart, 12 de mayo de 1912)
(6) La revolución española y los peligros que la amenazan, León Trotsky, 1931
(7) Documento votado en el Congreso del PST de Argentina, en 1972
(8) La revolución española y los peligros que la amenazan, León Trotsky, 1931




