En el precongreso hemos presentado al debate de nuestra militancia una serie de textos de análisis y programáticos que incluyen una evaluación sobre la situación mundial actual y sobre los principales hechos de la lucha de clases. En este, vamos a resumir en 10 puntos lo que consideramos los rasgos más importantes y cuál tiene que ser nuestra respuesta.
1. Desde 2008 la crisis del capitalismo y sus consecuencias devastadoras sobre la humanidad y la naturaleza se profundizan. El deterioro constante del nivel de vida de los trabajadores y el ataque a los derechos sociales y democráticos de los pueblos se combina con un avance sin precedentes en la destrucción del medio ambiente. Crecen el racismo, el machismo, la homofobia y el ataque a los migrantes. Han vuelto las guerras, las pandemias, los genocidios y las disputas sectarias. La ultra derecha, la represión y la militarización de las naciones es promovida desde las esferas del poder en varios países. Estas son las únicas salidas que nos proponen las burguesías y el imperialismo. Si no los frenamos cuanto antes nos llevaran a la barbarie y luego, a la extinción. Solo los trabajadores al frente de una revolución nacional, regional y global contra este sistema podrido y un programa que nos conduzca al socialismo puede evitar este desenlace. Socialismo o Barbarie y reagrupamiento de los revolucionarios son nuestras banderas de lucha y organización.
2. Transitamos una Nueva Etapa o período Mundial. La crisis de 2008 trastoco todo. Obligo a los estados imperialistas a endeudarse, rescatar a las grandes empresas y lanzar una contrarrevolución económica contra las masas para intentar recuperar las pérdidas de las multinacionales. La pandemia, fruto de un modelo productivo cada vez más depredador y la desinversión en lo público profundizo años después la decadencia sistémica.
La resistencia no se hizo esperar. Desde fines de la primera década del nuevo siglo se vienen sucediendo rebeliones y grandes luchas y movilizaciones en distintos puntos del planeta. También surgieron con fuerza distintos agrupamientos anticapitalistas amplios que se propusieron reformar el capitalismo sin derrotarlo y por esto mismo fracasaron, abriéndole la puerta contraofensiva de la derecha que está en marcha hoy.
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La restauración capitalista en Rusia y China no termino en su semi colonización por parte del imperialismo occidental y este profundizo su crisis. La transformación de estos Estados en potencias imperialistas dio inicio a una disputa por la hegemonía con un imperialismo americano en decadencia y China en ascenso. No se puede entender el mundo y los fenómenos que presenciamos sin tener claridad de la profundidad de los cambios que se han operado estos 15 o 20 años.
3. Con la nueva presidencia de Trump el imperialismo americano viene desplegando una serie de iniciativas para recomponer su rol de principal gendarme mundial y blindarse frente a China. Consciente de que los acuerdos e instituciones que surgieron después de la 2ª Guerra Mundial y frente a la caída de la Unión Soviética no le sirvieron para evitar deteriorarse, pateó el tablero y dio por terminados los pactos y acuerdos del orden de postguerra y la globalización liberal de los ‘90. Estados Unidos construir un nuevo orden mundial, basado en acuerdos puntuales entre las grandes potencias, mientras profundiza la guerra comercial y arancelaria contra sus competidores, disputa territorios, desfinancia a sus antiguos socios de Europa y lanza una ofensiva contra los pueblos y los trabajadores del mundo, incluidos los de su propio país, para hacerles pagar el costo de sus aventuras y la crisis que sigue latente.
La situación actual del imperialismo estadounidense se asemeja a una bestia que ha perdido el juicio en circunstancias que se le escapan rápidamente de las manos. Donald Trump personifica este fenómeno. En períodos en que su dominio es indiscutible, las principales sociedades imperialistas no suelen elevar a figuras tan volátiles, corruptas, egoístas y poco fiables a cargos de dirección. El enriquecimiento privado de los parasitarios capitalistas estadounidenses y el control de los recursos minerales para nuevos proyectos tecnológicos desempeñan con claridad un rol fundamental en los planes y acuerdos de Trump. Por lo tanto, el propio ascenso de Trump es en sí mismo una clara expresión política de la profunda crisis del sistema. Impulsado por la presión de los acontecimientos, y a menudo por su propia personalidad, sus políticas se asemejan más a un ejercicio de “prueba y error” que a un plan a largo plazo y coherente.
4. Durante su primer mandato, de 2016 a 2020, Trump no tuvo el apoyo del grueso de la burguesía. Llegó a la Casa Blanca capitalizando la crisis de los partidos tradicionales y la claudicación de Sanders y el DSA. Enfrentó movilizaciones masivas y la oposición del establishment, no logró implementar gran parte de su programa, perdió la reelección y fue enjuiciado y condenado por varios crímenes, pero construyó una base social radicalizada reaccionaria que siguió consolidando tras perder la presidencia. Esa base, junto al continuo deterioro de los partidos tradicionales durante el desastroso mandato de Biden y el avance de la extrema derecha en el mundo durante los mismos cuatro años, le permitió a Trump conseguir el apoyo del Partido Republicano y un sector importante de la burguesía para las elecciones de 2024. El colapso de la reelección de Biden y la improvisada campaña de Harris, dejaron sin proyecto alternativo a la burguesía que prestaron su apoyo activo o pasivo a Trump una vez que ganó la elección. Ese apoyo también tiene base en una conclusión que ha ido sacando la burguesía de conjunto: Necesitan aumentar significativamente la explotación y capturar una porción más grande de la plusvalía global para superar la crisis que inició en 2008. Y para provocar los cambios estructurales necesarios para esto, no les sirven las viejas instituciones centrales del sistema capitalista imperialista. Tampoco la democracia formal ni las estructuras políticas tradicionales, por lo cual apuesta al crecimiento de la ultraderecha y alienta incluso a formaciones neofascistas.
5. Trump, desde que asumió en enero de 2025 lanzó una guerra abierta contra los trabajadores y los derechos sociales y democráticos en EE.UU. En particular apunta contra los inmigrantes, las personas LGBTI+ y las mujeres. Busca aumentar la explotación del conjunto de los trabajadores, la superexplotación de los inmigrantes, fogonear la división de la clase trabajadora y consolidar una base social reaccionaria con un sector de trabajadores blancos. Para imponer esto, busca modificar el régimen político en sentido autoritario y represivo (bonapartismo). Gobierna por decreto, desconoce las decisiones del Congreso y la Corte, e intenta normalizar el empleo de las fuerzas armadas en la represión interna. Movilizó a la Guardia Nacional y a los Marines contra la rebelión en Los Ángeles y luego en Washington D.C. con la excusa de combatir el crimen. La rebelión contra ICE en Los Ángeles, frenó la ofensiva de secuestros de migrantes en los lugares de trabajo con días de batallas con las fuerzas represivas, y las movilizaciones masivas del Primero de Mayo y No Kings muestran el surgimiento de una resistencia de millones. También una radicalización de franjas de jóvenes y trabajadores, muchos de los cuales se reivindican socialistas, lo que explica fenómenos como el de Zohran Mamdani en Nueva York.
6. En el plano internacional, el proyecto que encabeza Trump busca revertir el retroceso del poder imperial estadounidense imponiendo el peso completo de la superioridad militar y económica que aún mantiene. Para esto, rompió las históricas alianzas del país con la UE, Canadá, México, Australia y Japón para encarar una negociación más directa con China y Rusia a expensas del resto del mundo. Abandonó la estrategia multilateral encabezada e impulsada por Estados Unidos hace décadas y se alejó de las instituciones y alianzas de ese orden, como la OTAN, la OMC, la OMS, ONU, etc., a cambio de un enfoque unilateral y agresivo. A la par impulsa un nacionalismo proteccionista, que a su vez alimenta a su base social con ideas patrióticas, racistas y antinmigrantes.
Lanzó una política comercial proteccionista, imponiendo tarifas de importación a casi 70 países, aliados y rivales por igual. Busca imponer la superioridad de EEUU sobre países aliados y subordinados, así como rivales para que la burguesía de EEUU capture una porción mayor de la plusvalía global. También busca presionar a la propia burguesía para repatriar producción industrial y generación de plusvalía.
Los resultados son hasta ahora contradictorios. Quiso arrancar el mandato con una demostración de fuerza, prometiendo acabar en pocos días con los conflictos en Ucrania y Gaza, pero pasado un año aún ambos conflictos siguen latentes. Retomó las negociaciones nucleares con Irán, pero Israel saboteó el intento con su ataque. Las tarifas han sido igualmente contradictorias. Algunos países aceptaron acuerdos comerciales más favorables a EEUU, pero los más importantes, desde Brasil, México y la UE a China, obligaron a Trump a negociar o aplicaron tarifas retaliatorias, llevando a anunciar y suspender tarifas una y otra vez. El resultado ha sido una creciente inflación en el país y pérdidas económicas en varios sectores.
7. Un mundo polarizado. Mientras crece la ofensiva capitalista contra las masas, del otro lado crece la resistencia de los trabajadores y los pueblos, las huelgas, grandes movilizaciones y rebeliones. Desde hace varios años esta polarización define la situación internacional. Sin embargo, la polarización es asimétrica en relación a la representación política. Mientras el polo reaccionario tiene una expresión política clara en el ascenso de la ultra derecha, que con Trump se ha potenciado, las rebeliones y luchas que estamos presenciando se desarrollan sin un rol determinante del movimiento obrero, de manera espontánea, sin organización ni una dirección revolucionaria que las represente. Esto es el reflejo del atraso en la conciencia de nuestra clase, que tiene su origen en décadas de direcciones estalinistas, socialdemocratas y nacionalistas burguesas, que le inculcaron al movimiento obrero la sífilis de la colaboración de clases. A principio de siglo y durante los primeros años de la gran crisis hubo un giro a izquierda, principalmente en América y Europa, que catapultó a nuevas direcciones nacionalistas y reformistas radicales como el chavismo, Syriza, Podemos, el kirchnerismo, etc., que, al defeccionar, por sus limitaciones programáticas y de clase, explican en parte el ascenso posterior de la ultraderecha.
Actualmente, el ascenso y la debilidad de las fuerzas revolucionarias nuevamente está reactivando este tipo de formaciones en algunos países. Tenemos que discutir cada caso en particular para ver como intervenimos. Solo en Argentina la izquierda revolucionaria, de extensa tradición en el país, ha logrado transformarse en un polo a través del FITU. Pero la lucha de clases, la radicalización de las mujeres, sectores de la juventud y del activismo obrero nos ofrecen grandes oportunidades de avanzar en la construcción de nuestros partidos, si somos audaces en la aplicación de nuestras tácticas sin perder nuestros principios y estrategias ni caer en dogmatismos estériles. Al mismo tiempo debemos privilegiar nuestra construcción en la juventud, que está en ascenso a nivel global, por ser el sector donde más rápido es posible formar cuadros que dinamicen a nuestros partidos y nos faciliten ir con más fuerza al movimiento obrero.
8. Nuestro congreso se realiza en una coyuntura mundial donde frenta a la ofensiva capitalista y reaccionaria, se desarrollan importantes luchas de masas. El proceso más importante ha sido la enorme movilización internacional de apoyo al pueblo palestino. Hacia décadas que no se veía una acción internacionalista global tan fuerte como esta. Millones has salido a la calle en Estados Unidos, distintos países de Europa[1], Australia, Medio Oriente, Asia y demás países del mundo. Se han realizado paros generales como en Italia y acciones como la de la Flotilla Sumud que fueron seguidas con atención por franjas de masas. El pacto que Trump forzó a realizar entre Israel y Hamas ha tenido como uno de sus objetivos desmontar este enorme proceso que ha debilitado ante la opinión publica mundial a su enclave en Medio Oriente. Habrá que ver si lo logra, aunque es evidente que ha confundido a franjas del movimiento de masas.
Lamentablemente no se logró, por el rol del campismo y de distintos sectores de la izquierda que cedieron a la presión del estalinismo y el imperialismo ruso, una movilización independiente de magnitud en apoyo al pueblo ucraniano y contra la invasión rusa y las pretensiones de la OTAN. Solo una minoría de revolucionarios hemos tenido una política principista y esto nos ha permitido avanzar en el reagrupamiento con otros sectores y fortalecer la LIS.
En los últimos meses las juventudes de varios países han salido a la calle y provocado verdaderas convulsiones sociales. Esta nueva generación, que algunos llaman Z, muestra que millones de jóvenes se rebelan contra la miseria, la precariedad laboral, el autoritarismo y las nulas posibilidades de progreso que brinda el capitalismo en esta etapa en descomposición.
Hemos visto grandes enfrentamientos contra los gobiernos en Ecuador, Panamá, Perú y otras luchas importantes en Latinoamérica. Levantamientos en Marruecos, Madagascar, Tanzania, Kenia, Burkina Faso, Níger y el resto del Sahel. Rebeliones en Nepal, Bangladesh, Indonesia, Cachemira y otras regiones de Asia. Y una movilización creciente en Estados Unidos contra las medidas anti obreras y autoritarias de Trump.
9. Una táctica privilegiada para enfrentar a la ultraderecha y los planes de ajuste es el Frente Único. Para enfrentar la ofensiva del capital contra la clase trabajadora y los pueblos debemos desplegar con fuerza el llamado al frente único a las organizaciones de izquierda y emplazar a las direcciones burocráticas y reformistas a que movilicen contra cada una de las medidas que recorten derechos democráticos y sociales por parte de los distintos gobiernos burgueses. Esta táctica tiene dos objetivos: por un lado, fortalecer la movilización y por el otro desenmascarar a las direcciones burocráticas, pequeño burguesas y reformistas ante los trabajadores y el activismo. En las luchas o cuando existe la necesidad de responder fuertemente tenemos que combatir las tendencias sectarias de organizaciones o sectores de la vanguardia que se niegan o boicotean la posibilidad de desplegar acciones unitarias y también a los que confunden el frente único con unidad política y le ceden a las direcciones burocráticas o centristas. Nuestros grupos y partidos tienen que ser campeones en el llamado a la unidad en las calles y al mismo tiempo mantener la crítica a nuestros socios coyunturales y nuestras posiciones políticas y organizativas de una forma que sean entendibles por la mayoría de los trabajadores sin que aparezcan como rupturistas. Ejemplos positivos de Frente Único son el que llevan adelante en EE.UU. Socialist Horizon con otras corrientes y que ha servido para impulsar con más fuerza la defensa de Tom y discutir la participación en algunos hechos de la lucha de clases. O la política desplegada por el MST en Argentina para garantizar el triunfo de la huelga histórica del Hospital Garrahan. Y a nivel internacional el impulso a la movilización en apoyo a Palestina, donde todas las secciones de la LIS han jugado un papel importante.
10. Reagrupamiento de los revolucionarios. En el terreno político y al servicio de avanzar en la construcción de la dirección revolucionaria nuestra política privilegiada debe ser la exploración permanente tendiente a reagrupar las fuerzas de los revolucionarios hoy dispersas y que representan un capital fundamental que no podemos darnos el lujo de desaprovechar. El objetivo es la construcción de fuertes partidos revolucionarios de vanguardia y una nueva internacional, donde la LIS es apenas un embrión de lo que queremos construir. Por supuesto no se trata de juntar por juntar. Nuestra propuesta es unir en base acuerdos sobre la política a seguir en los principales hechos de la lucha de clases y un análisis común sobre la situación mundial. Esto, junto con un método sano de tratar los matices y diferencias, siendo conscientes de que un reagrupamiento implica trabajar entre compañeros y organizaciones que provenimos de distintas tradiciones es fundamental. Al servicio de avanzar en este proceso pondremos todas las elaboraciones de este III Congreso y un llamado a abrir el debate con todos aquellos que comprendan la necesidad de unir fuerzas para enfrentar la barbarie y dar la batalla por un mundo distinto que abra el camino al socialismo.
Aprobado por el III Congreso Mundial de la LIS
[1] https://drive.google.com/file/d/1Zw3lycb7NNz_5_VeLMsYRQ6FRy2AtvXm/view?usp=drivesdk




