Apuntes sobre la situación económica internacional

Todas las fuentes consultadas (informes de la OCDE, del BM, del FMI, los pronósticos del JP Morgan afirman, con matices y con el lógico “filtro” político, un pronóstico: 2019 inicia una inflexión de la economía mundial, se desacelera y tiende a acumular tensiones, preparando una nueva recesión durante el 2020-2021. A partir de ahí, los datos duros de la estadística reafirman esa previsión y conviene revisarlos para hacer una interpretación política de los mismos para armarnos en nuestra intervención, programa y tareas.

Los pronósticos de los propios capitalistas

El último informe semestral del BM señala una caída general de la economía desde el pico de 2017-2018, progresivamente hasta 2021. La caída se concentra en las llamadas “economías avanzadas”: EEUU, Eurozona y China.

El propio FMI indica que “el 70 % de la economía global” se desacelera y señala factores de incertidumbre:

  • La guerra comercial China-EEUU, que altera el comercio internacional, lo ralentiza y provoca movimientos de repliegue especulativo de la economía (especulación).
  • La retracción de la industria automotriz en Alemania, y los síntomas de recesión en Francia.
  • Tres eslabones débiles de las llamadas economías emergentes: Turquía, Argentina y Pakistán. Las 3 devaluaron, las 3 sufrieron corridas financieras y fuga de divisas, Argentina y Pakistán accedieron a acuerdos con el FMI, Erdogan todavía no.

El panorama por regiones es igualmente de declive

Tomada por regiones la economía mundial, tenemos:

  • China, desaceleración, caída de la actividad industrial, y sobreproducción acumulada.
  • La UE elementos de desplome, con el Brexit como un punto clave de indeterminación y un salto en el endeudamiento de países, empresas y personas que alcanza niveles históricos en función del PBI.
  • En América Latina, retroceso global de la actividad, caída de los precios internacionales de los commodities y sobreendeudamiento externo de Argentina y Brasil.
  • EEUU se ameseta en 2019, después de un repunte en 2018, aunque provocado por la política de repatriación de empresas con subsidios fiscales, ahora acumula tensiones por el sobreendeudamiento masivo de más del 50 % de la clase obrera con créditos para compra de autos –con la explosividad potencial de esos activos “tóxicos” expandidos por el mundo.

Las variables que anticipan nuevas inflexiones de la crisis

Los indicadores clave de la economía mundial y a la vez, de lo que se viene son las siguientes variables:

  • Inversión productiva declinante –a favor de la financiarización o especulación de corto plazo.
  • Declinación del volumen absoluto del comercio internacional (retracción general del PBI).
  • Baja tasa de ganancia (TG) capitalista, inferior a los niveles previos a 2008 y muy por detrás de los porcentuales de la segunda posguerra del siglo pasado, en el período conocido como el “boom económico”.

Estas son las claves de la situación económica general con un nudo fundamental: la burguesía mundial no logra revertir la caída tendencial de la TG a escala global. Es lo que podríamos denominar, larga depresión pos-crisis del 2008.

El saldo es, obviamente, un aumento general de la pobreza, sobre todo infantil y juvenil; niveles récord de desocupación en los menores de 25 años y un nivel creciente de depredación socioambiental.

La contracara es un aumento enorme de la concentración de la riqueza. Solo para tomar el caso del continente más rico del mundo: en Europa, el saldo de una década de crisis, amplió la brecha entre el 20 % más rico de la población y el 20 % más pobre, y multiplicó por 5 los ingresos de ese segmento de mayores ingresos per cápita.

Dos referencias históricas para tomar en cuenta

Más de diez años después del estallido de la crisis en 2008, la economía mundial no ha recuperado los niveles previos a su estallido. La evolución de esta década solo es comparable con los períodos de depresión prolongada que sucedieron a finales del siglo XIX entre los años 1873-1897 y en la década del ’30 del siglo pasado entre 1929 y 1942.  De esos prolongados periodos, el capitalismo logró salir hacia un nuevo ciclo de crecimiento luego de dos guerras mundiales, decenas de millones de muertos y una destrucción masiva de fuerzas productivas.  

Todos los síntomas de la economía suman tensiones, contradicciones y parecen preparar un nuevo punto de quiebre hacia otra recesión, incluso superior a la de 2008.

Las tensiones y la polarización, como emergentes de la economía en crisis

Ese cuadro general de la economía está detrás de todas las tensiones sociales y políticas: la disputa de EEUU-China es por el reparto de una plusvalía declinante mundial, en particular para evitar la penetración de China en tecnología 5G, de punta; la crisis del Brexit tiene el mismo trasfondo ya que la burguesía británica pierde más de lo que gana con el “desacople”; el reinicio de lo que podría ser un nuevo capítulo de las “revoluciones árabes”, también tiene como detonante un salto en la inflación, la carestía y la crisis social; y en América Latina se refuerza la especulación cortoplacista y un crecimiento exponencial del endeudamiento, también por la reversión de la TG regional.

Por lo tanto, esta es la base para una comprensión general del proceso político, de una polarización que expresa la necesidad imperialista y burguesa, de aumentar los niveles de explotación y productividad, y la respuesta de masas a esa orientación: frente a la agenda capitalista de “reformas estructurales” (laboral y previsional), las masas reaccionan y se movilizan, pese al rol de las direcciones traidoras sindicales y políticas.

El retroceso de las formaciones reformistas al gestionar esa perspectiva de ajuste, se explica porque también se proponen como administradoras de la agenda del capital y la pérdida de base social, al fracasar en ajustar, alimenta más la crisis y la polarización.

La emergencia de fuerzas derechistas hay que ubicarlas en ese contexto: son el “proyecto” de fracciones burguesas para cambiar las relaciones de fuerza en la lucha de clases, y aumentar los niveles de plusvalía y explotación con las llamadas “reformas estructurales” todavía pendientes a escala global. Lograron avances en la UE –con flexibilización, precarización y ataque a las pensiones-, pero todavía no han logrado pulverizar derechos sociales de la segunda pos-guerra.

La respuesta es más luchas y, por lo tanto, surgimiento de nuevo activismo, de nueva vanguardia y altas oportunidades para los revolucionarios, en esta situación general, de construirnos.

Las tendencias que identificamos

Por lo tanto, como tendencias, hay que prepararse para más tensiones, procesos de lucha de clases, crisis políticas y oportunidades. A la vez, no podemos descartar en esa dinámica, también triunfos tácticos de la burguesía y el imperialismo (hay que seguir Venezuela, por ejemplo). Sin facilismos ni caer en el catastrofismo economicista, las tendencias son estas.

Hay fuertes debates ideológico-políticos en el campo de la economía, en la lucha de ideas por el pronóstico y el rumbo. Stiglitz, premio Nobel de Economía, neo-keynesiano, acaba de publicar un artículo en el New York Times que se llama “Capitalismo progresista” como una respuesta al avance de las ideas “socialistas” en EEUU. Este personaje es “mimado” por todo el progresismo latinoamericano y también hombre de consulta y referencia de Podemos, el Bloco en Portugal y otras formaciones reformistas. En América Latina es la referencia al modelo “portugués”, la falsa ideología de que es posible “negociar con el FMI en una posición de fuerza favorable sin romper”, y por supuesto, el retorno 200 años para atrás a las teorías neoclásicas o su versión vulgar posterior, con los neoliberales de derecha. 

Junto a profundizar el análisis para armarnos en hipótesis y tendencias, y definir política, orientación y tareas para construirnos, la lucha ideológica contra los aparatos políticos y sindicales, divulgadores de neo-reformismos, neo-keynesianismo, y también de polémicas falsas sobre la “inteligencia artificial”, el fetichismo de la robotización y el “fin de la clase obrera”, plantea una batalla teórico-política por las ideas del marxismo revolucionario, la Teoría de la Revolución Permanente, la ley del desarrollo desigual y combinado, y el Programa de Transición, como base para la construcción de partidos revolucionarios y la internacional.

En resumen: cae la inversión productiva por la incertidumbre en relación a la TG, eso intensifica la especulación, el repliegue “proteccionista” y las tensiones comerciales, ameseta la economía mundial, hace caer la demanda –por ejemplo- de commodities, aumenta el peso de la deuda pública y la privada corporativa (de las empresas) y también de las personas. Todo ello anticipa nuevas inflexiones de crisis, por la irreversible necesidad burguesa de intensificar la ofensiva sobre las masas, que preparan nuevos movimientos de lucha, crisis y oportunidades.

Algunos puntos de referencia sobre consignas y nuestro programa

Frente a este panorama general, las consignas de emergencia y transicionales como respuesta para que la crisis la paguen los capitalistas, pasan a tener una importancia clave tanto para la agitación, la agitación propagandística y la propaganda para la formación de nuestros cuadros. Mencionamos algunas a modo de referencia:

  • En defensa del derecho social al trabajo, ocupación de toda empresa que cierre o despida. Expropiación y control obrero.
  • Para garantizar el pleno empleo, reparto de horas de trabajo, reducción de jornada laboral.
  • Contra la carestía, aumento general de salarios, equivalentes al costo real de vida e indexable a la inflación real.
  • En defensa del sistema previsional solidario, de las jubilaciones y pensiones, no como “subsidio a la vejez”, sino como salario diferido, equivalente al 82 % móvil del mejor salario del obrero perteneciente a la misma actividad.
  • Para garantizar el acceso al consumo general de masas, control de precios, contra la remarcación y la especulación capitalista, a cargo de las organizaciones obreras y de consumidores, incluyendo sanciones expropiatorias.
  • Para garantizar los servicios públicos como derechos sociales, estatización de todas las empresas privatizadas de energía, transporte, telecomunicaciones, agua corriente y demás, sin indemnización, bajo control social de trabajadores y usuarios.
  • Para fortalecer el presupuesto estatal y su reorientación a educación, salud, infraestructuras y reactivación general de la economía, suspensión del pago de la deuda externa, nacionalización de la banca y el comercio exterior.
  • Para oponer a la anarquía capitalista de la producción, planificación democrática con directa intervención de la clase obrera en todo el circuito de la economía, incluyendo la distribución y comercialización general.