En una elección presidencial polarizada y con participación récord, ganó la primera vuelta el domingo pasado Iván Duque, candidato de Centro Democrático, el partido del ex presidente Alvaro Uribe. Pero la noticia más trascendente de la jornada fue que Gustavo Petro, ex alcalde de Bogotá, de perfil progresista y de izquierda, salió segundo y disputará la segunda vuelta con Duque el próximo 17 de junio. Es la primera vez en la historia del país que un candidato de izquierda tiene posibilidades de llegar a la presidencia.
La campaña está cruzada por una situación económica deteriorada y el reciente fracaso de los acuerdos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC. El descontento y la polarización generaron un nivel de asistencia histórico, especialmente de la juventud, con la abstención bajando a 47% de un 60% en las elecciones de 2014. Duque logró el 39% de los votos, lejos del 50% que pretendía para ganar en primera vuelta. Petro entra al balotaje con 25% y el candidato de centroizquierda Sergio Fajardo quedó a pocos votos con casi 24%.
Décadas de gobiernos de la derecha oligárquica y guerra civil han hecho de Colombia el país de mayor desigualdad en Sudamérica. Los gobiernos del ultraderechista Uribe (2002-2010) y del actual presidente Santos, significaron una profundización del modelo oligárquico y extractivista. El Plan Colombia y el Plan de Seguridad Democrática fueron políticas centrales del período, que con el pretexto de combatir las drogas y el terrorismo, impulsaron la militarización, la injerencia del imperialismo estadounidense -incluyendo la instalación de siete bases militares yanquis- y la proliferación de fuerzas paramilitares fascistas.
Las atrocidades de los paramilitares y las FARC han provocado grandes desplazamientos de gente, despoblando zonas del país que luego han sido vendidas a empresas extractivistas. No es casualidad que las zonas de mayor actividad paramilitar son donde se concentran los emprendimientos mineros y de fracking.
El hartazgo del pueblo con la guerra, sin embargo, se ha combinado con un rechazo contra el establishment de conjunto. Esto se expresó en el masivo nivel de abstención y el triunfo del “no” contra el “sí” en el plebiscito sobre los acuerdos de paz. Aunque la derecha uribista capta una parte de ese rechazo, la votación de Petro y Fajardo, que juntos suman casi la mitad de los sufragios, demuestra que también hay una búsqueda por izquierda.
Duque concentra el apoyo de un sector importante corrido a la derecha, receptivo a su mensaje que agita la amenaza de que un triunfo de Petro llevaría a Colombia por el camino de la catástrofe venezolana.
Petro, Ex guerrillero de M-19 (desmovilizado en 1990), ha logrado canalizar gran parte del resultante descontento, especialmente de la juventud. Sin el financiamiento y el aparato clientelar de los otros candidatos, ha generado una multitudinaria y militante participación en torno a su campaña, que se centra en acabar con el extractivismo, fortalecer la producción agraria, la industrialización y la educación y salud públicas, llegar a un nuevo acuerdo social y político con la guerrilla y lograr una distribución más equitativa e la riqueza. La campaña de Petro le ha dado expresión por izquierda al creciente rechazo al establishment en Colombia. Su irrupción ya implica un golpe al régimen autoritario colombiano.
Federico Moreno