“Las Bolsas de Madrid y de Milán caen entre el 2,5% y el 3%. Entre los valores más castigados en ambos países destacan los bancos, que sufren un desplome de entre el 4% y el 6%.” La prima de riesgo italiana se disparó “hasta superar la barrera de los 300 puntos, una cota que no tocaba desde 2013. Y arrastra al alza el precio de la deuda de todo el Sur: la prima de riesgo de España escala, y ha llegado a colocarse por encima de los 140 puntos. En Portugal sube 23 puntos (hasta acercarse a los 200 enteros) y en Grecia más de 50 puntos (hasta superar los 460 enteros).” El euro alcanzó uno de sus valores más bajos y muchos plantean que tarde o temprano se producirá una ruptura de la moneda.
Los parámetros de la segura economía alemana y algunos de la italiana son considerados un termómetro para medir la salud de las finanzas europeas y la confianza de los inversores, con lo cual el momento actual encendió las luces de alerta. Los mercados financieros del Estado español y de Italia se sacudieron ante la onda expansiva de la crisis política que atraviesan ambos países.
La inestabilidad concentrada en los respectivos gobiernos vuelve a demostrar los problemas que tiene la Unión Europea, más allá de las mentiras que digan sus acérrimos defensores.
En el Estado español la corrupción extendida, la economía que no termina de salir de la crisis del 2008, la respuesta autoritaria al reclamo de autodeterminación catalana, la existencia de un régimen institucional agotado, los grandes desaciertos del presidente M.Rajoy y el PP y un creciente malestar general de la población; generaron un pico de crisis y la presentación de una moción de censura que se debatirá jueves y viernes. Rajoy pasó de los despachos del Palacio de la Moncloa a la cubierta del Titanic. Más allá del resultado de la moción, el adelantamiento de las elecciones está en boca de las expresiones mayoritarias de la política.
El foco de la tormenta
La estampida financiera que provocó la caída de la Bolsa y los bancos es una señal concreta del traslado de la inestabilidad política hacia la economía. Por eso, los burgueses advierten que Italia se encuentra a “pocos pasos” de perder la “confianza de los inversores”.
Italia está acostumbrada a los cataclismos políticos: en 72 años vio pasar a 65 primeros ministros. Sin embargo, la crisis actual preocupa a la burguesía como nunca desde la posguerra.
Todo comenzó con las elecciones generales de marzo del 2018, luego de la disolución del Parlamento en diciembre de 2017. Se eligieron 630 miembros a la Cámara de Diputados y a 315 al Senado para la nueva legislatura. Por mayoría simple ganó la coalición de derecha en la cual la Liga Norte, encabezada por Matteo Salvini, en ella se encontraba Forza Italia de Silvio Berlusconi. El Movimiento 5 Estrellas (M5S) liderado por Luigi Di Maio, se convirtió en el partido más votado, y la coalición de centroizquierda del ex primer ministro Matteo Renzi (Partido Democrático), se ubicó en tercer lugar. Desde las elecciones hasta ahora no se formó gobierno.
Hay un consenso en la existencia de una fractura que excede la brecha entre el norte y el sur. Se provocó un cuestionamiento que amenaza con llegar a la única institución que habitualmente media para resolver los embrollos: la presidencia de la República, en este caso en manos de Sergio Mattarella.
El domingo pasado Mattarella rechazó como ministro de Economía a Paolo Savona, un euroescéptico que le habían propuesto La Liga y el M5S. Los “anti-establishment” lo consideraron un casi golpe de estado, se negaron a reemplazarlo y amenazaron con un impeachment.
El plan B de Mattarella consistió en encargar la formación de Gobierno a Carlo Cotarelli, un tecnócrata experto en recorte de gasto público y hombre directo del FMI, formado en sus entrañas. Cotarelli tiene dos posibilidades para guiar al país: A-Si obtiene el apoyo del Parlamento, lo haría hasta la aprobación de la Ley de Presupuestos en diciembre, convocando a elecciones en enero. Esto queda prácticamente descartado ya que La Liga y el M5S tienen mayoría parlamentaria absoluta. B- Tendrá que encargarse del G7 en Canadá, la cumbre sobre Libia en París, el Consejo Europeo y la cumbre de la OTAN, y llamar a elecciones en agosto. Esta misma semana tendría que presentar una lista de ministros y pasar por las cámaras de diputados y senadores.
¿Por qué estaría severamente afectada la institución presidencial? Porque no cuenta con fuerza parlamentaria, hay un malestar popular creciente y puede ser considerado como alguien que perdió la neutralidad que le otorga la Constitución, al defender a la Unión Europea y la moneda única a ultranza; mientras que La Liga y M5S obtuvieron respaldo acusando a Bruselas y con planteos anti-UE.
Luigi Di Maio, que es el político más votado con 11 millones de votos, 32%, llamó a movilización en Roma el 2 de junio, contra el Gobierno de Cottarelli, llamando a que se cuelguen banderas italianas en los balcones. Matteo Salvini, que lidera La Liga y sacó el 18% de los votos, convocó a llenar 1.000 plazas el próximo fin de semana.
Las maniobras por especulaciones sobre las futuras elecciones están a la orden del día. Pero lo concreto, es que desde las elecciones pasadas a esta parte no se formó gobierno y las perspectivas van en el mismo sentido.
Las crisis políticas y económicas son parte intrínseca del sistema capitalismo que siempre hace recaer sus consecuencias sociales sobre los trabajadores y los pueblos.
La Unión Europea en cuestión
La guerra abierta en Italia expresa las profundas diferencias que existen en torno a la pertenencia a la Unión Europea y el euro como moneda única. Hoy es Italia, antes fueron Grecia, Gran Bretaña y otros países los que por distintas vías pusieron en primer plano el debate sobre la utilidad del bloque.
En Italia como en otros países, el debate sólo lo protagonizan organizaciones burguesas, defensoras del capitalismo. Lamentablemente, un sector de la izquierda ha capitulado completamente a la UE, dejando las críticas en manos de dirigentes y partidos de derecha. La UE es un bloque imperialista, patronal, explotador de los trabajadores y opresor de los pueblos, que no trajo ni traerá beneficios a las grandes mayorías populares.
Por otro lado, es necesario destacar que los gobiernos y los regímenes bajo su órbita se hacen cada vez más bonapartistas, antidemocráticos y discriminadores. Es necesario debatir una propuesta que permita consultar a la población, en forma democrática, que relación tener con un bloque que sólo ha demostrado servir para los imperialistas, los ricos, los bancos y las grandes empresas multinacionales.
Manel Pere Lecha