Desde aporrea.org hemos querido entrevistar al activista político Gustavo Martínez Rubio para conocer más detalles sobre la inédita segunda vuelta electoral en Colombia prevista para el próximo domingo 17 de junio y en general en lo refrente a la situación política en un país donde parece que están cambiando muchas cosas. Martínez es hijo de inmigrantes colombianos. Es integrante del Equipo Operativo Nacional de Marea Socialista y fue uno de los trabajadores que estuvo al frente de la lucha por la expropiación de la empresa Café Fama de América en el año 2009, de donde fue despedido a comienzos de 2016 por la pelea llevada adelante contra la burocracia del Ministerio de Agricultura y Tierras. Actualmente es el conductor del programa radial «Diálogo Alternativo» transmitido por Radio Fe y Alegría.
Gustavo ¿Qué lectura dejó el resultado electoral de la primera vuelta en Colombia el pasado 27 de Mayo?
Muchas. Pero quiero referirme especialmente a aquellas que desde mi opinión son muy saludables para el pueblo colombiano y latinoamericano en general, ya que es muy significativo que una parte del pueblo haya plantado la candidatura de Gustavo Petro y su programa de gobierno, con posibilidades de triunfo en la segunda vuelta, en medio de un país convencionalmente servido a los intereses del capital transnacional y a la política exterior de los Estados Unidos. Esto último ha implicado 60 años de guerra, narcotráfico, paramilitarismo, corrupción, mafias o lo que es conocido como el sistema de la «narcopolítica». Entonces, uno de los primeros aspectos muy positivos a resaltar es algo que trasciende la cuestión electoral y tiene que ver con lo que yo identifico como el nuevo fenómeno político y social que se ha levantado en Colombia, que a su vez va más allá de la «Colombia Humana» que es el movimiento que encabeza Petro y que hay que sumarle lo que se expresó en los 4.589.696 de personas que votaron por Sergio Fajardo.
Ese nuevo fenómeno, donde la juventud está jugando un papel esencial, es el resultado de una combinación de varios factores. Para nadie es un secreto que las instituciones colombianas están cundidas en la corrupción y el sistema político es blanco de total ilegitimidad, a ello hay que agregarle que las negociaciones entre el gobierno de Santos y las FARC, independientemente de cuanta aceptación o rechazo genere, en lo concreto se ha traducido en una posibilidad de búsqueda distinta de lograr llevar adelante los reclamos de una sociedad hastiada de inmensos problemas, cuyos reclamos quedaban congelados en esa especie de «camisa de fuerza» que significaba los enfrentamientos Gobiernos-Guerrillas y que servía de justificación al Estado para cometer barbaridades reconocidas a nivel internacional y catalogadas como delitos de lesa humanidad. De tal manera que estamos ante la presencia de recuperación de espacios desde el punto de vista democrático donde el activismo crece a niveles asombrosos, constatables en eventos públicos o concentraciones de ciudadanos, con presencia o no de candidatos. Es decir, la circunstancia electoral ha puesto en evidencia y dinamizado la disposición anti establecimiento anidada en la mayoría de la población, lo cual por supuesto ha sido potenciado por ahora principalmente con la candidatura de alguien como Gustavo Petro que es reconocido por su enfrentamiento contra el uribismo y a la corrupción en general.
Otra lectura importante es que las maquinarias tradicionales clientelares han perdido fuelle y no les alcanza para intentar polarizar ni siquiera con esa práctica electoral montada a punta de billetes y amenazas. Ejemplo de ello es el caso de Germán Vargas Lleras, cuyos números (1.407.840 votos) dan cuenta de la impopularidad del gobierno de Santos, que probablemente a nivel continental sea el único mandatario que esté por encima de Nicolás Maduro en cuanto a rechazo popular. Estamos hablando que por primera vez en más de 100 años se está viendo políticamente un país con matices políticos reales que expresan un cambio en el terreno del debate, que aleja el fantasma de la lucha armada y que abre una posibilidad de solución a la crisis económica, social y en todos los órdenes con relación a los problemas más urgentes que vive el pueblo colombiano.
¿Podrá Gustavo Petro remontar a Iván Duque el próximo 17 de Junio?
Para una segunda vuelta entran en juego muchas otras cosas, entre ellas: ¿qué porcentaje de ese 40% y mas que se abstuvo en la primera sale a votar en el balotaje y que candidato gana más de ese sector? Pero desglosando elementos de lo que sí ya es una polarización real marcada por dos proyectos totalmente antagónicos, nos encontramos con que uno representa lo mismo de siempre, que es Iván Duque; y otro que viene catapultado por todo lo nuevo que se está formando, que es Gustavo Petro. En torno a Duque se ha juntado el aparataje tradicional responsable de que Colombia sea uno de los países más desiguales del mundo, por ejemplo, los ex presidentes ya han cerrado filas con el pupilo de Uribe Vélez; y aquí quiero detenerme un poquito citando a uno de estos personajes, me refiero a Cesar Gaviria Trujillo quien también fue secretario general de la OEA durante diez años: Gaviria es la figura que terminó siendo presidente de Colombia sobre la base del asesinato de tres candidatos presidenciales, incluyendo a Luis Carlos Galán, que era de su tolda, el partido liberal, los otros dos asesinados fueron Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro Leongómez, ex compañero de Petro en el M-19. Y todos esos crímenes fueron cometidos en complicidad entre organismos del Estado con grupos ligados al narcoparamilitarismo que tiene en Álvaro Uribe su producto mejor logrado. Junto a él, hoy vemos como los Gaviria, Pastrana y afines, a nombre de un supuesto combate contra algo que ni ellos mismos logran explicar qué es, se inventan un relato mediático propagandizado como «castro-chavismo» para fortalecer electoramente a Uribe, es decir, un comportamiento que indica el nerviosismo de la casta colombiana de más abolengo y que exterioriza su terror por la disposición de cambio que crece en una parte importantísima de la población, que se puede expresar y que constituye la búsqueda de Otra Colombia: La Humana.
Es muy importante poner todo eso en contexto porque si sumamos los votos de Petro, los de Fajardo, los votos en Blanco de la primera vuelta, más la abstención, nos encontramos que hay una mayoría que se mueve entre el convencimiento de un cambio y quienes aún tienen dudas… dudas bastante legítimas. Y es de cara a esa Colombia que ya no se parece tanto a Colombia, que resulta fatal la posición de Sergio Fajardo de votar en blanco el próximo 17, pero que no tiene por qué significar que quienes depositaron su confianza en él, el 27 de Mayo, tienen que seguirle. Y esto último, es el reto para Petro y la «Colombia Humana», ya que no tienen que hablarle solo a su gente, sino a esa otra parte de la mayoría que ha puesto en escena una disyuntiva entre la vida y la muerte: una disyuntiva que conoce muy bien el pueblo colombiano, quien ya marca una nueva orientación colectiva como pueblo y protagonista de un nuevo momento histórico. De tal manera que, desde esa perspectiva por supuesto, se puede derrotar a Duque y a todo lo que él representa, pero para ello se requiere interiorizar que se trata de una victoria parcial que solo se puede consolidar y profundizar con otras victorias en toda la línea de preservar la vida en todos los ámbitos de la sociedad. Y eso solo se puede hacer con el pueblo colombiano y toda la solidaridad latinoamericana y mundial que se logre sumar a ese Proyecto de Vida que plantea Petro y la Colombia Humana y sus aliados. Es decir no hay Plan de Vida que no se oponga al Logica de la Muerte del Capital: y eso lo sabe no solo Petro sino muchas organizaciones en Colombia que en el fondo se confrontan contra es Lógica de la Muerte.
¿Cómo así?
A ver, Gustavo Petro tiene que pensar como candidato presidencial y yo pienso como militante de izquierda crítico, que es lo que soy e intento acercarme a esa realidad tan interesante. Petro tiene derecho a considerar ahora que lo acertado no es convocar una Constituyente y seguramente las alianzas que están trabajando marcan ese rumbo, pero nosotros hacemos uso del derecho que nos da el relacionarnos con familiares, amistades y activistas políticos tanto en Colombia como acá en nuestro país y que apostamos porque ese nuevo fenómeno se consolide orgánica, políticamente y que se pueda seguir desarrollando. Por tanto, el reto para el pueblo colombiano en su conjunto es enorme independientemente del resultado del 17. Por un lado, Duque no va a resolver nada y por el contrario llevaría a potenciar todavía más el aparato corpo-militarista del Estado, acentuado con la perla agregada de que Colombia será miembro de un estamento guerrerista como la OTAN y económicamente no puede realizar nada nuevo en función de los interese de los trabajadores o sectores populares cuando todos los gobiernos de la región, incluyendo a Maduro, se están configurando en el marco de un Plan Global extractivista conocido como «Consenso de los Commodities» que significa una reprimarización de las economías o el despojo y la concentración de tierras, recursos y territorios por las grandes corporaciones del capital mundial. Eso plantea varias interrogantes. Perdiendo el balotaje: ¿Cuál sería la oposición a un gobierno de Uribe y Duque? ¿Podrá la Colombia Humana avanzar hacia un referente político que levante un programa que contenga propuestas democráticas para la Juventud, los trabajadores, los campesinos, los indígenas o por los derechos de la mujer? ¿Gustavo Petro será uno de los dirigentes que asuma la tarea de construir un movimiento capaz de plantarse en el terreno de la pelea política a favor de las mayorías empobrecidas?
Por otra parte, ante un eventual triunfo de Petro, el reto será igual de exigente, porque no es con altruismo u ocupando la silla presidencial que se va a cambiar la historia trágica de Colombia o siquiera poder cumplir con el programa de gobierno que apuesta por desarrollar una economía productiva no dependiente del petróleo y en confrontación contra el latifundio… y mire que eso son palabras mayores, pues se está hablando de la disputa del poder en un país donde la concentración de tierra es la radiografía de la desigualdad de la sociedad, donde existen estudios que demuestran que el 1% de las UPA (Unidades Productivas Agrícolas) acaparan 73,78% de las tierras productivas, amén de las condiciones que se fueron dando a consecuencias de la guerra que llevaron al desarraigo violento del campesinado y de cómo esas tierras fueron pasando a manos de narcotraficantes y a esos señores de la guerra. Las guerrillas, que habían surgido como expresión de resistencia campesina ante el conflicto entre campesinos y grandes propietarios a principio de los años sesenta del siglo pasado, terminan atrapados en esa lógica que les convirtió en reproductoras dominantes con sus propios espacios de influencia y poder, pero no en organismos que facilitasen una estructuración hacia un proceso de cambio social ni de emancipación popular. Desde mi opinión es imposible lograr avanzar sin mecanismos democráticos que permitan la libre participación para incluir en la tarea de gobierno a grandes franjas de la población, pero para no extenderme en eso, lo que pretendo decir es que no veo posibilidades reales de avanzar sin un ejercicio protagónico del pueblo con capacidad de debatir y decidir en los cambios que necesita Colombia a luz del Programa de Vida que correctamente plantea Petro. Y para ello, un gobierno de Petro debe Delegar Poder Decisorio en el Pueblo y Gobernabilidad Real: Colombia tendría que convertirse en el país más democrático del mundo.