Hace más de un mes participamos en Argentina de la fundación de una nueva corriente internacional que creemos imprescindible para los revolucionarios de nuestro tiempo.
Entendemos que hay viejas prácticas de la izquierda ortodoxa que están perimidas, que es necesario un espacio de discusión comprometido con las necesidades de la clase trabajadora a nivel mundial. En ese sentido intentamos dar nuestra posición respecto a la situación política de nuestro país, sobre los temas que entendíamos eran los más importantes en la actualidad.
Hablábamos de la relevancia que cobraba el congreso de nuestra central sindical PIT CNT, ya que ahí estaría reflejada la política a impulsar desde la dirección del movimiento obrero; hablábamos de los tres documentos que iban a estar en discusión, dos de los cuales eran muy similares y el tercero estaba apoyado por la mayoría (oficialismo) que claramente defendía la posición del gobierno.
Un congreso histórico donde desde la posición oficialista intentaron aplastar a la oposición y terminaron retrocediendo producto de no contar con las mayorías que decían tener antes del mismo.
Para nosotros dejo un reflejo claro de la realidad que vive nuestro país en estos momentos. Haciendo un poco de historia y situándonos en América latina y más aún en América del Sur es importante analizar los diferentes procesos que han sucedido durante los últimos dieciocho años cuando al principio del siglo XXI asomaron los movimientos (progresistas) como los grandes salvadores a las diferentes crisis que enfrentaba nuestro continente. Así sucesivamente llegaron al gobierno Chávez, Evo, Lula, los Kirchner, Correa, la Concertación y el Frente Amplio en Uruguay, todos de diferentes formas con procesos diferentes pero con recetas parecidas bajo el paragua del progresismo.
Muchos fueron los luchadores sociales que fundaron sus esperanzas y proclamaron un cambio en América Latina a partir de estos gobiernos.
En medio de este idilio político sucedía una de las crisis más grandes a nivel mundial que tuvo su punto más fuerte en 2007 en EEUU y la Unión Europea. Esto ayudó y posibilitó un crecimiento de la economía de nuestros países, se abrieron mercados y se priorizó el extractivismo. La bonanza en la soja y un dólar disminuido fueron favorables para ese desarrollo, cada uno con su receta.
En Uruguay el progresismo fue la bandera del Frente Amplio. El mismo permitió dar varias concesiones al movimiento obrero aunque las mismas se consiguieron con lucha y movilización. Se instauraron los consejos de salarios, se legislaron varias leyes que tendían a cuidar los derechos de los trabajadores además de atender temas muy importantes preservando viejas conquistas de la clase a través de la legislación. Todo esto sucedió en los primeros 5 años. En paralelo, se hicieron dos reformas, las cuales a nuestro entender venían mandatadas por los organismos internacionales (Reforma de la Salud y Reforma Tributaria) lo que permitió aumentar mucho la recaudación por parte del Estado.
Durante los primeros 10 años la derecha observó y se preparó en América esperando el momento de arremeter. Mientras tanto los modelos progresistas fueron cayendo en su propia desidia, olvidándose de cómo habían llegado al gobierno y dejando de lado las posiciones de los trabajadores, pasando ya directamente a ser un freno importante para avanzar en un proceso revolucionario. Y una vez instaurados en el poder, fueron demostrando por otro lado su ineptitud, la falta de honestidad; y la corrupción que salpicó a varios gobiernos hizo que la derecha se envalentonara disputando el gobierno en algunos lugares y ganando (Chile, Argentina), en otros recurriera a instrumentos legales para tirar presidentes (Lugo en Paraguay, Dilma en Brasil), en tanto que Venezuela merecería un capítulo aparte.
Todo lo que ha sucedido en estos años pone a Uruguay en una situación especial. La caída del precio de los comodities bajando las exportaciones, el fortalecimiento de la UE, aunque todavía en pañales, las crisis que atraviesan Brasil y Argentina con retrocesos grandes en las conquistas para el movimiento obrero y el avance de la derecha a nivel continental producto de los grandes errores de un progresismo que hoy está herido de muerte genera una situación complicada.
En el congreso quedaron reflejadas tres posiciones. Por un lado quienes quieren seguir manteniendo a como dé lugar al gobierno frenteamplista y por otro lado un grueso de dirigentes y militantes que plantean romper con el modelo y se presentan como una opción diferente en el movimiento sindical levantando la bandera de la independencia de clase. Estos, a su vez se dividen en dos agrupaciones, quienes tienden a profundizar la lucha con reivindicaciones claras de la clase y quienes muy tímidamente sin profundizar mucho se enfrascan en una pelea por ganar la dirección del movimiento sindical.
Pero no vemos un cuestionamiento serio al modelo y la política que tiene hoy el Frente Amplio, que sin dudas día a día gira más a la derecha. La muestra más clara es esta rendición de cuentas en donde no se considera ni a la salud ni a la educación cerrando el quinquenio sin un aumento de salario para los trabajadores de la salud, dejando en evidencia que no existe un bloque político y social de los cambios como reza el documento aprobado por la mayoría en el congreso del PIT CNT.
En esta situación quienes componemos Rumbo Socialista entendemos que es imprescindible construir una alternativa política y social nueva, sin los viejos vicios, ampliamente democrática y que contemple las diferentes manifestaciones de lucha que hacen a nuestra época. Y llamamos a construirla en torno a un programa revolucionario que rompa con los organismos internacionales y que le haga frente al capitalismo, que deje de trasladar la crisis al bolsillo de los trabajadores, que sea capaz de profundizar en los temas internacionales que tenemos en común con compañeros de la clase a lo largo y ancho tanto de América Latina como en el resto del mundo.
Rumbo Socialista