Detener la masacre. Fuera el gobierno Ortega-Murillo
I
Desde el 19 de abril pasado, hace más de tres meses, se desarrolla una heroica rebelión de la juventud y el pueblo nicaragüense contra el gobierno totalitario de ese país encabezado por Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo. Más de 350 muertos, 2.000 heridos, centenares de detenidos y decenas de desaparecidos son la consecuencia directa de la brutal represión desatada desde el poder por medio de sus fuerzas policiales y bandas de mercenarios paramilitares.
El estallido de esta revolución democrática se produjo inmediatamente después del anuncio de un decreto de reforma previsional emitido por Ortega a solicitud de la misión del FMI. Institución que periódicamente revisa las cuentas nicaragüenses y ordena los pasos económicos a seguir. Ocurrió cuando una protesta contra esta ley fue reprimida cobardemente, asesinando a jóvenes estudiantes que apoyaban la manifestación. Fue entonces que la irritación contenida por años de humillación rompió el dique de miedo que la represaba y se transformó en acción, la rebelión se esparció por todo el país y continúa.
II
Al contrario de la fábula antiimperialista y progresista con que se pretende encubrir, el gobierno de Ortega viene desarrollando, desde la vuelta al poder del Frente Sandinista en 2007, un política de acuerdos, cooperación y sumisión tanto con los organismos multilaterales del capital financiero como el FMI y Banco Mundial y con instituciones auxiliares del poder de Estados Unidos en la región como la OEA. Lo mismo que con la burguesía y las elites locales y regionales, el propio gobierno de Estados Unidos y la activa cámara de empresas norteamericanas en Nicaragua. De igual forma que alienta atroces mega proyectos extractivistas y depredadores como el de la construcción del canal transoceánico pactado con China.
En estos doce años de gobierno, la cúpula orteguista, que se pretende instalar como una nueva dinastía en el poder, ha venido desarrollando, al mismo tiempo que su modelo de entrega económica, un régimen político bonapartista, autoritario y clientelar que se sostuvo a base de la represión, la instalación del control social y el miedo. Ha creado una oposición a su medida ilegalizando partidos y cooptando o persiguiendo dirigentes sociales, desarrollando procesos electorales amañados y fraudulentos para mantener una falsa ilusión democrática y ocultar su rostro totalitario.
III
El discurso de “Dialogo y Paz” sostenido desde el gobierno también es falso. Utiliza las Mesas de Dialogo impulsadas por la Iglesia Católica y acompañada por las cámaras empresarias y otras instancias de la llamada sociedad civil, en la que los protagonistas de la rebelión son minoría testimonial, para ganar tiempo y tratar de aplastar la insurrección popular a sangre y fuego.
Mientras se desarrollan negociaciones secretas, las instancias formales de Dialogo han fracasado hasta ahora. Y los supuestos primeros compromisos alcanzados como por ejemplo el adelantamiento de las elecciones presidenciales, han quedado sepultados debajo de los asesinados por la bárbara masacre desarrollada desde el gobierno. Es que hasta que no se imponga la salida inmediata del gobierno Ortega-Murillo, se detenga la masacre y se desmantelen los grupos mercenarios parapoliciales, no se podrá evitar que la situación actual derive hacia la guerra civil. Porque por cada minuto que la actual cúpula se sostenga en el gobierno la perspectiva es a que aumenten los masacrados, los heridos, los detenidos y los desaparecidos, y el pueblo insurrecto se vea empujado cada vez más a ejercer su legítimo derecho a la autodefensa.
IV
No se puede dejar de señalar el lamentable papel que está representando una parte de la llamada izquierda latinoamericana, condenando la rebelión popular, acusándola de golpista y manipulada por Estados Unidos, estamos en presencia de una vergonzosa defensa de un régimen dictatorial que, aunque no sería la primera, ofende los sentimientos de solidaridad con los procesos revolucionarios. Esto refleja, en todo caso, una bancarrota no solo política sino moral, de sectores del llamado progresismo. Porque si Ortega y Murillo se mantienen después de tres meses de rebelión popular, es sólo porque, aunque dicen enfrentarlos, los sectores empresarios locales y es de suponer, también los negociadores imperiales están aterrorizados por el proceso revolucionario iniciado por el pueblo nica y esconden su miedo detrás de esa propuesta de “Dialogo” que le da oxígeno al régimen.
V
Por estas razones desde Anticapitalistas en Red, declaramos nuestra solidaridad irrestricta e incondicional con la lucha del pueblo nicaragüense. Llamamos a levantar un movimiento internacional para detener la masacre de los luchadores, lograr la libertad de los presos y la aparición de los desaparecidos. Y en honor a los y las que entregan la vida en esa lucha, en las manifestaciones, en los Tranques, en las calles de toda Nicaragua, exigir la salida inmediata, sin condiciones del régimen totalitario de Ortega-Murillo y que el pueblo nica, sus jóvenes, su mujeres, sus estudiantes, sus campesinos, sus trabajadores puedan libremente decidir su destino.
Anticapitalistas en Red
19 de julio de 2018