El primer acuerdo del gobierno Macri con el FMI duró apenas dos meses. Solicitado por el gobierno y firmado en junio cuando el Banco Central argentino demostró su incapacidad para frenar la corrida cambiaria. Los 15.000 millones de dólares, de un total de 50.000, hechos efectivos en ese mes se evaporaron, aspirados por la crisis. Para finales de agosto, en medio de una nueva corrida, la devaluación del peso superaba el 100% en apenas 6 meses, Macri pidió al Fondo el adelantamiento a 2019 de los desembolsos previstos para el 2020 y, según versiones, como parte de esta negociación, se estaría estudiando un refuerzo de otros 15.000 millones de dólares para el nuevo programa[1].
Unos días después, cuando la corrida cambiaria se había convertido en crisis política, el gobierno anunció nuevas medidas de ajuste; una reestructuración del organigrama de funcionamiento del gobierno eliminando la mitad de los ministerios, y el llamado a lo que denomina “peronismo racional”, expresado en los gobernadores del PJ, a un acuerdo para aprobar el presupuesto de 2019 que contempla las exigencias del Fondo.
Sobre la base de estas “señales” y con el fracaso consumado del acuerdo de junio, el FMI aceptó comenzar a negociar un segundo acuerdo. Al tiempo que la directora general del organismo, Cristine Lagarde, confesaba en el Financial Times de Londres el 11 de septiembre, su temor de que las crisis de Argentina y Turquía se convirtieran, vía efecto contagio, en una nueva crisis mundial de la deuda.
No esta demás señalar que cuando el FMI todavía pronosticaba un 2018 sin mayores sobresaltos en la economía mundial, nosotros, desde Anticapitalistas en Red, alertamos sobre la posibilidad de un nuevo capítulo de la crisis internacional empujado por la inminente crisis de la deuda y la guerra comercial de Trump[2].
Que estamos atravesando una “tormenta”, que el país ha vivido por por encima de sus posibilidades, que el déficit fiscal, que los subsidios, que la sequía, la falta de confianza, o la mala comunicación del plan, etcétera. Estas son algunas de las explicaciones de Perogrullo que desde el gobierno ensayan como causas locales de la actual crisis, además del impacto, ese si indudable, de la crisis capitalista mundial.
Sin embargo ninguna de estas explicaciones puede revelar por qué el acuerdo con el FMI de junio pasado, que incluye el mayor desembolso de la historia del organismo, ha fracasado en apenas 2 meses y es necesario renegociarlo. Las preguntas que hay que contestar son dos. La primera es develar las causas de fondo, estructurales, de las crisis recurrentes del capitalismo dependiente argentino. Y la otra es si la política económica del macrismo, independientemente de su claro carácter antiobrero, antipopular y antinacional, apunta a corregir o por el contrario profundizará esas causas estructurales, desembocando en un nuevo colapso.
Un patrón de acumulación basado en la fuga de capitales
Desde la quiebra del modelo de sustitución de importaciones a finales de la década de los 60 del siglo pasado, la elite dominante en el país buscó un nuevo patrón de acumulación de capital rompiendo la lógica de la reproducción ampliada[3]. Lo encuentra recién a mediados de los 70 con la dictadura militar y el plan económico de Martínez de Hoz, estimulado por el FMI y los capitales internacionales. Desde entonces hay una constante en la economía argentina: la fuga de capitales.
En varios estudios a lo largo de la última década, pero sobre todo en los realizados por el equipo de investigadores que encabeza Jorge Gaggero del CEFIDAR, se aportan importantes datos que son útiles para entender cómo funciona, desde entonces, el patrón de acumulación de las elites locales. En uno de ellos publicado en el 2010, por ejemplo, señala que: En 1974 la deuda externa era de US$ 7600 millones, y el capital fugado era prácticamente la mitad, US$ 3800 millones. En 1982 las cifras eran US$ 44.000 y US$ 34.000 millones, respectivamente. En 1989 la deuda era de US$ 65.000 millones y los capitales fugados llegaban a US$53.000 millones. A fines de 2001 la deuda era de US$ 140.000 millones y lo fugado US$ 138.000 millones.
Esta dinámica continúa durante todo el periodo kirchnerista y por su puesto se mantiene en la actualidad. Un ejemplo de ello es que la información brindada por el Banco Central para el primer semestre de este año para la cuenta Formación de Activos Externos de Residentes (un eufemismo para la fuga) muestra que esta fue un 117 % superior a la del mismo periodo del año anterior, llegando a los 16.676 millones de dólares[4]. Teniendo en cuenta que ha seguido de esa manera, es indudable que se establecerá un nuevo record histórico de Fuga de Capitales.
Es importante señalar también que el acumulado de los bienes de argentinos en el extranjero bordean según fuentes citadas por Gaggero los 400.000 millones de dólares hasta el año 2014[5]. Lo que permite afirmar que en la actualidad es muy superior, sobre todo teniendo en cuenta que el mismo informe del Banco Central citado arriba, muestra que en los dos últimos años, es decir el periodo Macri, la fuga supera largamente los 50.000 millones de dólares.
De todas maneras es importante destacar, como lo hace la investigadora de la UBA Magdalena Rua, que se desarrollaron dos maneras de alimentar esta fuga. Afirma Rua que durante el periodo kirchnerista, a pesar de haber descendido la relación Deuda –PBI, la fuga no se interrumpió, por el contrario se mantuvo en niveles similares a los actuales, pero financiada esencialmente por los superávit que el extraordinario periodo de precios internacionales de los cereales generó[6].
En síntesis, financiada por deuda externa durante gran parte de las últimas cuatro décadas o por el superávit de cuenta corriente como ocurrió en una parte del periodo kirchnerista[7], el patrón de acumulación de la burguesía local no se asienta en la reinversión productiva de los excedentes logrados en la producción y por la explotación del trabajo o por el diferencial obtenido por los precios extraordinarios de los comodities exportados (plusvalía extraída o renta agraria obtenidas), sino en la búsqueda de una valorización financiera de ese excedente vía fuga de capitales. Esto muestra al pasar, la íntima relación de los grandes grupos económicos locales con el capital financiero internacional y sus definidos rasgos mafiosos, especulativos y parasitarios.
Endeudamiento creciente, especulación y ajuste permanente, las herramientas del saqueo
En un artículo del 1 de enero de 2018 en el periódico El País de España[8] se afirmaba que a pesar de que la deuda argentina había crecido un 35% durante los dos años de mandato de Macri hasta entonces, ubicándose en los 342.000 millones de dólares para diciembre de 2017, señalaba que el consenso general (entre los funcionarios e inversores) era que esa deuda era sostenible en el tiempo. Para entonces la relación Deuda/PBI se ubicaba alrededor del 54%.
Apenas meses después Argentina debe recurrir al crédito más importante en la historia del FMI para no caer en la cesación de pagos y cumplir con el servicio de esa deuda que, en enero para El País era “sostenible”. Si una parte de las causas de esta situación se debe buscar en la evolución de la crisis económica internacional, las causas locales inmediatas, más allá de las estructurales que señalamos más arriba, tienen que ver con la política económica específica que desarrollo el macrismo desde el mismo momento de su asunción al gobierno. La liberación del tipo y las operaciones de cambio, la desregulación financiera, la eliminación de las retenciones para el agro y la minería, el aumento de la base imponible para el impuesto a las ganancias, y el pago de la deuda contraída por el gobierno De la Rúa a los fondos buitres, pago que estaba suspendido desde finales de 2001, entre otras, no lograron atraer las tan propagandizadas “inversiones de capitales” que vendrían al país cuando nos “abriéramos al mundo”. Pero si alimentaron un flujo de capital especulativo de cortísimo plazo. Cuando esos capitales especulativos comenzaron a desprenderse de los títulos y bonos en pesos del gobierno y pasarse a dólares para realizar una ganancia obscena obtenida por esa especulación, la burbuja de las LEBAC y otros instrumentos financieros especulativos estalló.
Por otra parte el llamado “ajuste en dos tiempos”, o “gradualismo”, en el ajuste neoliberal que se propuso al inicio del gobierno Macri y que duró hasta el inicio de la corrida, fracasó. El síntoma más claro del fracaso fue frente a la ofensiva del gobierno en diciembre pasado por imponer la reforma de la seguridad social y la reforma laboral, el fuerte rechazo del movimiento de masas impidió la segunda y llevó a que no se pudiera llevar el ajuste hasta donde pretendía Macri. Porque La eliminación de subsidios, el ataque al salario, el crecimiento de los despidos y del desempleo, la disparada inflacionaria, la recesión económica, similar en números de caída de producción y consumo al 2001, aunque brutales para la población, son insuficientes para encontrar el camino hacia el “país normal” que Macri le prometió a las Elites del país y extranjeras. Por eso a cada nuevo acuerdo con el Fondo sigue una nueva ronda de ajustes.
Frente a esta situación y al estallido de la burbuja especulativa[9], sobrevino una nueva crisis de la deuda en el país. Los números son contundentes: A pesar del “apoyo” del FMI y de que, durante 2018 se pagarán en total algo más de 78.000 millones de dólares de deuda, el stock total de deuda al contrario de reducirse, aumentará, pasando de los 342.000 millones de dólares de finales de 2017 a superar los 390.000 millones a finales de 2018 (ver números actuales en Observatorio Fiscal)[10]. Y la deuda habrá pasado del 54% del PBI a representar a fines de 2018 un 107% del mismo como señalan los propios consultores burgueses[11].
Entramos como en oportunidades anteriores, en una dinámica de grandes confrontaciones para definir ganadores y perdedores de esta crisis. Para evitar que se consolide un nuevo saqueo hacia el pueblo, los trabajadores y el país, las grandes mayorías que viven de su trabajo deben enfrentar con su movilización este pacto de Macri con el FMI y derrotarlo. La alternativa vuelve a ser: nuevo colapso del capitalismo dependiente argentino o modelo alternativo anticapitalista.
Carlos Carcione
[1] Necesitamos Refuerzos http://www.eleconomista.com.ar/2018-09-necesitamos-refuerzos/
[2] Deuda y Guerra Comercial: hacia un nuevo capítulo de la crisis económica mundialhttps://anticapitalistasenred.org/2018/06/30/deuda-y-guerra-comercial-hacia-un-nuevo-capitulo-de-la-crisis-economica-mundial-2/
[3] Carlos Marx, Acumulación y Reproducción Ampliada El Capital, libro 2do. Capítulo 1
[4] Fuga de capitales primer semestre de 2018 Ámbito Financiero con datos del BCRA http://www.ambito.com/928345-la-fuga-de-capitales-se-duplico-en-el-primer-semestre-alcanzo-los-us-16676-millones
[5] CEFIDAR https://www.cronista.com/finanzasmercados/El-dinero-que-se-fue-Calculan-que-la-fuga-de-capitales-llega-hasta-us-374.000-millones-20140711-0063.html
[6] Fuga de capitales y su impacto en el desequilibrio externo http://www.radiografica.org.ar/2018/04/29/fuga-de-capitales-su-impacto-en-el-desequilibro-externo/
[7] Hay estudios que demuestran en base a números oficiales que durante el periodo Kirchner, el aumento en la producción se basó esencialmente en la utilización de la capacidad instalada y no en la ampliación de la capacidad productiva. En algunas ramas como petroquímica y otras, hubo inversión productiva, el resto del aumento de la inversión en ese periodo se explica por la ampliación de la capacidad de almacenamiento.
[8] El País España, La deuda argentina creció 35% desde la llegada de Macri. https://elpais.com/economia/2018/01/01/actualidad/1514832832_626904.html
[9] Que sin dudas se extenderá a otros emergentes.
[10] http://www.observatoriofiscal.org.ar/#
[11] Alarma por la suba de la deuda, ya representa el 82% del PBIhttps://www.cronista.com/economiapolitica/Alarma-por-suba-de-la-deuda-ya-representa-casi-el-82-del-PBI-20180909-0033.html