Hoy, 4 de octubre, a tres días de realizarse históricas elecciones en Brasil, uno de los principales referentes intelectuales del PT, Emir Sader, sorprende con un extemporáneo artículo en La Jornada[1] de México.
En un breve texto de apenas 4.000 caracteres hace un balance lapidario de 80 años de historia del movimiento trotskista internacional, para concluir que es una corriente “amargada”, dogmática y llena de fantasmas, “un cambalache” según sus palabras.
Pero lo llamativo no es lo que dice, ya que sus argumentos no debaten ideas sino que son vacíos, superficiales, anacrónicos, sacados, aunque a Sader no le guste, del baúl que guarda el más reaccionario “sentido común”; lo importante es lo que omite.
Sader realiza el debate por fuera de toda realidad concreta (lo que en su artículo le cuestiona a las posiciones del trotskismo). No hay en él una sola mención directa a las elecciones que sucederán en Brasil en apenas 72 horas. No hay tampoco ninguna explicación del por qué, un dinosaurio, misógino, totalitario, racista, un fascista como Bolsonaro podría estar sacando por encima del 30% de los votos y ocuparía según las encuestas el primer lugar en esa elección, abriendo la posibilidad de hacerse con la presidencia de ese país en la segunda vuelta.
Emir Sader elude además señalar la responsabilidad que en esta situación tienen la década y media de gobiernos del PT, dos mandatos de Lula y uno y medio de Dilma. No hay ni una sola autocrítica de las políticas que se aplicaron en estos gobiernos y que llevaron a la despolitización y a la desmovilización y en algunos casos a la ruptura, de la base política, social, electoral de su partido. Ni mucho menos hace propuestas de corrección del cuestionable rumbo que asumieron esos gobiernos petistas para un hipotético futuro gobierno de Haddad[2]. Y, por lo tanto, ni siquiera reflexiona sobre los errores propios que facilitaron el repudiable golpe a Dilma.
Tampoco destaca, y esto es lo más significativo, la enorme importancia del extraordinario movimiento de mujeres y de la campaña Ele Nao, Ele Nunca, que al margen del PT, y en las calles, multitudinariamente, se ha convertido en la más eficiente barrera contra el crecimiento del fascismo de Bolsonaro, mucho más que la insípida propaganda electoral petista. Campaña, esta de las mujeres, de la que los trotskistas al menos los que están referenciados en el PSOL y los de Anticapitalistas en Red en distintos países, si participan e impulsan contra toda especulación electoralista. En el artículo de Sader este movimiento no existe.
Pero, si no hace el debate sobre la base de los hechos, de la realidad actual, ¿de qué está hablando Emir Sader? ¿A qué se debe este exabrupto tan poco propio de la academia? ¿Por qué concentrarse en demostrar la “amargura”, el dogmatismo, la supuesta falta de éxitos de un “pequeño grupo sectario”, justo en este momento?
La boronización[3] de Sader como la llama en un comentario de su cuenta de Facebook el periodista Guillermo Almeyra[4], que también escribe en La Jornada de México, se puede encontrar en un breve párrafo del escrito del referente intelectual del PT.
Para atacar al trotskismo Sader se esfuerza en presentar una realidad binaria. La Argentina del siglo XXI, es decir la de los Kirchner, no sería la misma que la del siglo XX, es decir la de Menem. Lula no sería igual que Cardozo, Correa no sería Lenin Moreno, y así con todo. Pero esta defensa de las “diferencias” entre unos y otros, no es un balance de lo ya ocurrido. Se trata de un debate hacia el porvenir en dos sentidos: en primer lugar para justificar el apoyo al mal menor en los procesos electorales.
Pero, y esto es más importante, en la actual situación de polarización de la lucha social y política en que se encuentra el mundo, el articulo intenta desprestigiar al trotskismo para cerrarle el paso en la disputa por los sectores más avanzados que surgen de esas luchas, sobre todo del movimiento de mujeres y en la juventud. En esa disputa por la vanguardia del nuevo auge de las luchas, y la participación del trotskismo o, al menos, sectores de él, en ella, es que ve Sader a los fantasmas que lo atormentan.
Carlos Carcione
[1] El trotskismo se ha vuelto un cambalache https://www.jornada.unam.mx/2018/10/04/opinion/022a2pol
[2] Candidato del PT que suplanta a Lula.
[3] Por el intelectual argentino Atilio Borón que se ha convertido en defensor acrítico de la evolución reaccionaria, totalitaria, de los gobiernos de Maduro en Venezuela y Ortega en Nicaragua y que también cuestionó en un reciente artículo al trotskismo latinoamericano por su posición independiente y critica de esos gobiernos y de lo que se conoce en general los gobiernos del ciclo progresista.
[4] https://www.facebook.com/guillermo.almeyra/posts/2013053105422452