Ya antes de asumir, Bolsonaro comenzó a
tener problemas para implementar su proyecto entreguista y para mantener
a sus electores y seguidores que ya dudan si su gobierno va a ser
realmente contra la corrupción.
La primera crisis que tuvo que enfrentar Bolsonaro fue la tentativa de
unificar el Ministerio de Medioambiente con el de Agricultura, lo que
con total claridad sería colocar a las reservas ambientales en las manos
de dos grandes latifundistas, cumpliendo entre líneas su promesa
electoral, de que en su gobiernos no habrá ni un centímetro de
demarcación territorial para los pueblos indígenas y comunidades negras.
Cuando fue anunciada esta propuesta, el reciente gobierno recibió una
catarata de críticas por parte de distintos sectores técnicos, políticos
y populares, lo que hizo que esta idea sea rápidamente repensada.
Al mismo tiempo que presentaba esta medida, que procuraba agradar a los
seguidores de su gobierno, Jair Bolsonaro empezó a sentir que otro
problema golpeaba su puerta, parte de sus electores comenzaron a
utilizar las redes sociales para exigir explicaciones al presidente
electo, de porque en su grupo y en su futuro gobierno se encuentren
nombres de personas envueltas en hechos de corrupción, como es el caso
del Jefe de Gobierno de Transición, Onyx Lorenzoni, que admitió haber
recibido dinero de la Caixa 2 por parte de JBS. El otro de los nombres
que salió a la luz para integrar este futuro gobierno protofascista, es
el del diputado Alberto Fraga, condenado por corrupción.
En otro intento para lograr terminar con el descontento de sus votantes y
evitar que se profundice una crisis con su base, Bolsonaro oficializó
la invitación al Juez Sergio Moro para que se desvincule de la operación
Lava Jato y asuma como futuro Ministro de Justicia. Invitación que no
sería cuestionada, si no fuera este juez el que tuvo cierta “culpa” de
que Bolsonaro haya sido electo presidente, ya que su principal opositor
fue condenado en un proceso acelerado (donde hasta faltaron varias
pruebas) impulsado por el ya nombrado Juez, y fue lo que impidió que
Lula pueda ser candidato.
La invitación hecha a Moro se vuelve aún más sospechosa cuando el
vicepresidente electo, el General Mourão, dice que el Juez fue
consultado para este ofrecimiento hace varias semanas atrás. Queda
preguntarse si ese ofrecimiento no fue antes del primer turno de las
elecciones. Lo que sucede es que durante la primera vuelta electoral,
Sergio Moro hizo pública la declaración del ex ministro petista Antonio
Pallocci y a pesar que en su contenido no había nada que cambiara el
rumbo de la investigación y que la información ya era conocido a través
de otras investigaciones, esta maniobra realizada por el Juez en
vísperas de las elecciones daba margen para pensar que lo que pasó fue
para armar una escena en el juego político y recoger los frutos en el
futuro.
Todos estos hechos se desarrollaron en menos de dos semanas. Que
Bolsonaro no podrá avanzar y consolidar tranquilamente su proyecto
entreguista ya está quedando claro. Ahora la tarea es construir una
fuerte organización que sea la vanguardia de la resistencia, y que se
presente como una alternativa real de izquierda para la población.
Lamentablemente algunos sectores de izquierda, que conforman también
PSOL, siguen afirmando que no es el momento de hacer balances de los
errores cometidos antes y durante el proceso electoral; desde
Alternativa Socialista estamos convencidos que solo con un profundo
balance, que ayude a encaminar el rumbo podremos avanzar en una
construcción sólida en la izquierda. La derecha solo crece cuando la
izquierda falla como opción y la población encuentra a un falso
progresismo como alternativa. Necesitamos construir esa alternativa, que
tenga un proyecto de país y de mundo anticapitalista y socialista, con
las bases sociales empoderadas, para lograr enfrentar contundentemente
al gobierno, apostando a una salida real contra el fascismo.
Lucas Tiné. Alternativa Socialista, Brasil