Francia: ¡apoyo incondicional a los chalecos amarillos!

La Carta de La Commune Nº 75, 27/11/18

83% es la cifra de abstenciones en el balotaje electoral en Evry. “El 83% de abstención ahoga la voz de la oposición popular”[i], señala Mélenchon. En realidad, es esa “oposición popular” la que ahoga la furia de las masas. De ese modo, el abstencionismo también gana las elecciones profesionales en la SNCF[1]: 44% en los gremios de trabajadores (contra 36% en 2015). Un reproche al sindicalismo reformista encarnado hoy por la dirección central de la CGT, flanqueada por SUD[2], que debilita al sindicalismo. ¿La furia? Ella encuentra su primera expresión concentrada en el movimiento de los chalecos amarillos, dirigida directamente contra el gobierno y su política. Furia que se parece mucho a los primeros balbuceos de la revolución.

Con la ayuda de los medios de comunicación oficiales, “voceros” autoproclamados tratan de ponerse al frente. Es el caso de Jacqueline Moureau haciendo campaña por… un referéndum de iniciativa popular, sólo un engaño para dilatar las cosas. El apoliticismo distinguido aquí encuentra sus límites. Los chalecos amarillos quieren la anulación del aumento del combustible y la abolición del impuesto al carbono, pero también la renuncia de Macron.

Es repugnante ver a revolucionarios domesticados oponer la bandera roja al movimiento de los chalecos amarillos, entre otros. La ausencia de la bandera roja tiene una sola causa: la ausencia del movimiento obrero organizado en la lucha que los chalecos amarillos lideran en nombre de todos los trabajadores, jubilados, jóvenes, por demandas vitales inmediatas.

La bandera roja es nuestra bandera: esgrimirla contra un movimiento que se busca a sí mismo es profanarla, es volverla amarilla[3].

Estamos obligados a decir que el color de los chalecos no tiene nada que ver con el amarillo de la reacción: es solo el color de las capas que nos vemos obligados a tener en nuestros autos, bajo pena de multa. Si fueran naranjas, algunos se burlarían ya que es el color de la CFDT[4]. En cuanto a los chalecos rojos, son los que respaldan a los ejecutivos de la SNCF, los días de huelga para recibir a los usuarios…

Macron no tiene mucho que hacer para agraviar al movimiento. De eso se encargan, con otros, los dirigentes “opositores” que juraron por “la unidad para que se vaya Macron”. Movimiento de atrasados, fachos… todo va. Darmanin[5] solo ha subido la apuesta: “es la plaga marrón[6] la que estaba en la calle”. Apoyar el movimiento de los chalecos amarillos sería “hacer la unidad con los fascistas”, más allá de que el reclamo sea justo e indiscutible.

Ahora bien, lo que les permite a los fascistas infiltrarse en este movimiento radica precisamente en la deserción del movimiento obrero organizado (a excepción de Lutte Ouvrière, el NPA y el POI[7]).

En una barricada, sólo hay dos lados: el de la barricada y el de los que mandan. Estamos del lado de la barricada y no del lado de los que mandan, detienen, gasean, reprimen e impiden a la gente movilizarse a Champs-Élysées.

Los chalecos amarillos son denunciados como contaminadores y anti-ecologistas…

¿Pero quién estableció los autobuses de Macron?
¿Quién organizó la transferencia masiva de mercancías del tren flete a la ruta?
¿Quién cierra las líneas ferroviarias TER, obligando a la gente a usar su auto?
¿Quién ordena la movilidad, alejando cada vez más a los empleados de su lugar de trabajo?
¿Quién reduce las partidas presupuestarias para ecología?
¿Quién “tolera” el 9% de OGM[8] en los productos biológicos?
¿Quién siembra la contaminación y las nuevas formas de esclavitud en África?
¡El gobierno es el primer contaminador!

Si los fascistas se meten en el movimiento, ¿de quién es la culpa? La culpa no la tienen los chalecos amarillos, sino esos “activistas sindicales”, los Martinez[9] y otros que le dan la espalda a esa furia.
En cuanto a la violencia, le incumbe exclusivamente al poder gobernante: a Macron-Castaner.
¿El poder detiene “con remisión inmediata” a un hombre que estaba en una plataforma? No hay reacción unitaria del movimiento obrero y democrático.
¿El poder envía al ejército a la Isla de la Reunión[10]? No hay reacción unitaria del movimiento obrero y democrático.
Todo sucede como si hubiera una especie de acostumbramiento de las organizaciones a la arbitrariedad total y al estado de excepción no declarado, al ataque sistemático a las libertades individuales y colectivas, al espionaje masivo.
No lo aceptamos.

El movimiento de los chalecos amarillos, de hecho y en los hechos, allana el camino para la huelga general, de la ruptura con las “discusiones” de cúpulas sobre la reforma jubilatoria y el seguro de desempleo como parte de la hoja de ruta de Macron.

La inmensa mayoría de la población apoya a los chalecos amarillos, es decir, el reclamo que los une, y tiene razón. La inmensa mayoría rechaza a Macron y su política.

Una vez más, no especulamos sobre cómo sigue este movimiento, que es un primer esbozo revolucionario en este país, un primer momento revolucionario. No tenemos ninguna “instrucción” a dar. Apoyamos este movimiento incondicionalmente.
¡Fuera Macron!

[1] Empresa nacional de ferrocarriles.
[2] Solidarios Unidos y Democráticos, central sindical progresista.
[3] Referencia a los sindicatos pro-patronales.
[4] Confederación Francesa Democrática del Trabajo, central sindical pro-gobierno.
[5] Ministro de Acción Pública y Cuentas.
[6] Color de los grupos fascistas.
[7] Partidos de izquierda.
[8] Organismos Genéticamente Modificados.
[9] Líder de la CGT, miembro del PC.
[10] Departamento francés de ultramar, cerca de Madagascar.
[i] https://www.sudouest.fr/2018/11/26/succession-de-valls-dans-l-essonne-victoire-du-maire-d-evry-francis-chouat-5599646-710.php