Pasados los 100 primeros días de este gobierno, y aún sin lograr implementar todas las metas de su programa de ataques a los derechos de la clase trabajadora, podemos reafirmar, sin retirar una coma ni siquiera, lo que dijimos en nuestro primer artículo después de la toma de posesión de Jair Bolsonaro como presidente: «El proyecto del nuevo presidente y sus aliados, está al servicio de los bancos, de las grandes empresas, del agronegocio, del imperialismo y del fundamentalismo religioso, y el programa que ellos pretenden implementar – y ya vienen implementando – es una verdadera receta para el caos social «. [1]
En otro momento en el mismo artículo, analizábamos que «Aunque Bolsonaro fue elegido con el voto de muchos trabajadores y trabajadoras que no veían una alternativa de fondo a ese sistema fallido, y que ya no soportan más las traiciones del PT, eso no significa que «no pueden avanzar, romper con el gobierno en la medida en que perciban que el ex militar trabaja sólo para la burguesía y los poderosos.» Ahí también podemos decir que hemos acertado, pero la verdad es que no esperábamos que eso se diera de tan sólo rápidamente. Por lo que apuntan las encuestas de opinión, Jair Bolsonaro es el presidente con la peor evaluación en los primeros meses de gobierno, al menos desde 1985. Solamente el 20% considera su gobierno óptimo o bueno, un verdadero marco. Sin duda alguna eso indica que Bolsonaro tendrá una mayor dificultad en la aplicación de su programa ultraliberal y reaccionario, pero serán las calles y no los institutos de investigación los que deberán dar la última palabra.
Una verdadera guerra contra los trabajadores, el pueblo pobre y la diversidad
Uno de los puntos que llama más la atención y que genera más críticas en lo que se refiere a la administración de Bolsonaro -sobre todo de los medios burgueses y sus comentaristas políticos- es la composición como mínimo pintoresca de su gobierno, teniendo los principales ministerios ocupados por figuras polémicas y, sin ninguna preparación. Nosotros que analizamos este gobierno desde el punto de vista de los trabajadores y trabajadoras y de sus intereses de clase no nos importa simplemente con la competencia o la incompetencia de los ministros del presidente, incluso porque cuanto más competentes sean en el cumplimiento de sus metas, peor para el pueblo, pero sí con el programa detrás de las declaraciones absurdas que tanto lesionan la sensibilidad del establishment.
La verdad es que el corazón, el centro del gobierno Jair Bolsonaro es el Ministerio de Economía, comandado por el «Chicago boy» Paulo Guedes. No es casual que parece ser el más pulido de los ministros-junto con el de la Justicia, Sergio Moro – él cumple el papel esencial de fiador de Bolsonaro junto a los bancos y los capitalistas. El aparente descuido del presidente con el resto de los ministerios revela que para él de hecho poco importa quien comanda la educación, los derechos humanos o ciencia y tecnología, la regla básica para todas las áreas es clara: cortes, chorros, privatizaciones, ventas, etc. Además, sobra el discurso ideológico que tanto agrada su base social más consolidada, compuesta mayoritariamente por la clase media.
La caza a las brujas contra lo que llama «ideología de género», «marxismo cultural» y «adoctrinación izquierdista» sólo sirve para encubrir la falta de un programa concreto para su gobierno, y el poco interés de la gestión en resolver problemas esenciales como la la falta de estructura en la mayoría de las escuelas públicas, el salario de hambre pagado a las profesoras y profesores, los altos índices de violencia contra la mujer y los feminicidios, el hecho de ser el país que más mata LGBTs en el mundo, el fracaso de la guerra a las drogas, el desempleo que ya alcanza a más de 13 millones de brasileños, el creciente empobrecimiento de la mayoría del pueblo, entre muchos otros. Para eso, Bolsonaro no tiene ninguna respuesta, y no porque según él, «no habría nacido para ser presidente», sino porque no es ese su interés, y el pueblo empieza a darse cuenta de ello.
La falta de compromiso de Bolsonaro con las necesidades de los trabajadores y trabajadoras deja claro al servicio de quien gobierna, de los patrones, banqueros y de los grandes empresarios.
Un gobierno sumergido en crisis
Es necesario recordar que las crisis que día tras día sigue golpeando al gobierno Bolsonaro comenzaron antes incluso de su posesión, cuando su hijo Flávio Bolsonaro, hoy senador, junto con su asesor Fabrício Queiroz comenzaron a ser investigados por el Consejo de Control de Actividades Financieras por transacciones de más de un millón durante su mandato como diputado estadual en Río de Janeiro. Esta investigación alcanzó en lleno la imagen de anticorrupción de la familia Bolsonaro y dio inicio al descrédito de la misma.
La primera gran crisis en el gobierno se dio en febrero, mientras que Bolsonaro estaba internado recuperándose de otra cirugía, cuando el diario Folha de São Paulo divulgó que el PSL, partido del presidente, había hecho uso de candidaturas naranjas1 para cumplir la cuota obligatoria mujeres en las listas electorales. Uno de los casos fue el repaso de 400 mil reales para una candidata en Pernambuco que obtuvo sólo 274 votos. Este fue el primer caso del escándalo del «Laranjal del PSL», y que recayó sobre el entonces ministro jefe de la Secretaría General de la Presidencia de la República, Gustavo Bebianno, que en la época de las elecciones era presidente nacional del partido.
La crisis entre el ministro Bebianno y Bolsonaro se agravó después de que el concejal de Río de Janeiro, Carlos Bolsonaro, hijo del presidente, afirmó en sus redes sociales que Bebianno era mentiroso y que al contrario de lo que el ministro había dicho, no habría tenido contacto con Bolsonaro en ningún momento para hablar sobre la crisis de las candidaturas naranjas y viajes no aprobados por Bolsonaro. Como reacción, el ministro empezó a hacer amenazas al gobierno de que se cayera, llevaría al presidente con él. No tardó mucho en seren divulgados mensajes intercambiados entre el presidente y Bebianno, y también con el ministro de la Casa Civil, Onyx Lorenzoni. Pero fueron en mensajes intercambiados con el ministro de la Casa Civil que Bolsonaro afirma que «si él (Bebianno) me cobra individualmente el mínimo, yo soy j… tiene que vender una casa mía para poder pagar». Después de una semana con el gobierno sangrando en todos los medios de comunicación, Bolsonaro dimitió Bebianno.
Otro foco de crisis en el actual gobierno fue el estremecimiento en las relaciones entre Bolsonaro y el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, en tesis un aliado del gobierno y uno de los principales articuladores de la Reforma Previsional en la Cámara. La pelea se inició gracias a las críticas de Carlos Bolsonaro a Maia que a su vez reaccionó criticando al gobierno y llegó a decir en una entrevista a la televisión que Bolsonaro «jugaba a presidir». Otra razón para el desentendimiento sería la prisión temporal del suegro de Maia, el ex ministro de Temer, Moreira Franco, detenido en la misma operación de la Lava-Jato el mes pasado. En una clara mención a lo ocurrido, Bolsonaro dijo que Maia estaría «sacudido» por cuestiones personales y que serían esos los motivos para sus fricciones con personas cercanas al gobierno. Todo esto es claro repercutió en las negociaciones sobre la «Reforma», y aunque es un problema aparentemente superado, expresa la fragilidad de las relaciones entre el gobierno y el Congreso Nacional, y la propia volatilidad de su base de sustentación.
Por fin tenemos la última caída en el gobierno, la del ministro de Educación Ricardo Vélez Rodríguez, que a pesar de la breve administración, probablemente será recordado por sus declaraciones y posiciones absurdas, y por la total falta de intimidad con el área. Para citar sólo algunos casos, en primer lugar dijo que la idea de universidad para todos «no existía», y que ellas serían reservadas a una «elite intelectual». En segundo lugar, luego de la apertura del año escolar, envió una carta a las escuelas recomendando que los profesores hagan lectura de una declaración saludando «el nuevo Brasil» y cantando el himno nacional, además de esta declaración contener el lema de campaña de Bolsonaro «Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos» un claro atentado a la cultura democrática y laicidad en las escuelas del Estado. Por último, llegó a defender la revisión de los libros didácticos, insinuando que debían traer una relectura del período de la Dictadura Civil-militar (1964-1985), probablemente justificando el Golpe y trayendo una versión más amena de los veinte años de total restricción a las libertades democráticas, los derechos humanos y el terrorismo por parte del Estado.
A pesar de todo, no fue ese el motivo de la dimisión de Vélez Rodríguez, incluso porque sus posiciones convergen con las de prácticamente todos los integrantes del gobierno, empezando por el propio Bolsonaro. Si bien su caída ya era esperada hace algún tiempo, la ida de él a una sabatina en la Cámara de Diputados fue tal vez el empujón que faltaba. Allí quedó claro el despreparo y la inexperiencia del ex ministro, que fue objeto de duras críticas de la bancada de oposición y expuso la total falta de compromiso del gobierno con la educación. La prueba de ello es que el sustituto de Vélez Rodríguez, Abraham Weintraub, que se vende como un nombre «técnico» y no partidista, también es pródigo en testimonios polémicos y lo que todo indica deberá preparar el camino para el avance de las políticas privatistas del ámbito de la política educación.
La lucha contra la «Reforma» Previsional debe ser el centro de las próximas movilizaciones
A pesar de toda la fragilidad del gobierno que expusimos en este texto, no debemos olvidar que si existe una pauta que une hoy a los diferentes sectores de la burguesía y de las élites esa pauta es la aprobación de la Reforma Previsional, que busca sanar el falso déficit al bolsillo de la jubilación de trabajadores y trabajadoras. Si bien es cierto que existe una cierta tensión entre los poderes, también es un hecho que cuando se trata de defender sus intereses de clase ellos son capaces de pasar por encima de cualquier conflicto, y por eso no podemos depositar nuestras esperanzas en el Congreso Nacional. Es el pueblo pobre y trabajador unido en las calles que deberá imponer la mayor derrota al gobierno Bolsonaro hasta este momento, enterrando de vez la «Reforma» y defendiendo el derecho a la jubilación.
Las principales centrales sindicales del país, incluyendo CSP-Conlutas, CUT, CTB, Fuerza Sindical, Intersindical entre otras, ya indicaron el 15 de mayo como la fecha prevista para la Huelga General. Es necesario que no sea sólo un indicativo y que a ejemplo de lo que ocurrió en abril de 2017 volvamos a parar el país. Para ello, es necesario preparar una jornada de luchas a culminar en el 15M y que posibilite dialogar con la clase trabajadora y la juventud respecto de las mentiras propagadas por el gobierno y los medios y explicar la importancia de la defensa de la Previsión pública. También nos parece importante la perspectiva de un 1M unificado de las centrales sindicales en preparación para la Huelga General.
Sólo ocupando las calles podremos derrotar esa Reforma y todos los ataques del gobierno ultraliberal y reaccionario de Bolsonaro.
Luiz Domingues y Lucas Tiné
Alternativa Socialista
1Candidaturas falsas para recibir dinero y desviarlo.