Un tsunami humano ha inundado las calles de esta legendaria ciudad enfrentando un proyecto de ley de extradiciones a China continental propiciado por la encargada del poder ejecutivo hongkonés Carrie Lam. La fuerza del levantamiento obligó a la suspensión del tratamiento del proyecto, pactada entre la funcionaria y los enviados de Xi Jinpin. Pero esto no alcanzó para frenar la protesta. El pueblo de Hong Kong exige su retirada completa y ahora agrega el pedido de renuncia de Carrie Lam. Se ha despertado en la isla una verdadera revolución democrática que retoma los pasos de la “revolución de los paraguas”.
El pasado domingo 9 de junio los medios internacionales informaban que un millón de personas se habían manifestado en Hong Kong exigiendo la caída del proyecto de extradiciones. Comentaban que hacía mucho tiempo que no se producía una movilización de esta magnitud en la región. Luego vino una semana protagonizada por fuertes acciones y enormes marchas contra las reformas a las leyes de extradición propuestas, en particular la del miércoles 12, cuando en el marco de un paro general, decenas de miles de jóvenes y estudiantes rodearon el Parlamento y fueron brutalmente reprimidos. Este domingo 16 ¡dos millones! marcharon, según informan los organizadores de la protesta y repiten los principales portales internacionales, marcando un nuevo récord. El lunes 17, se desarrolla un nuevo paro general y manifestaciones convocados por el “Frente Cívico por los Derechos Humanos”, otro hito de un movimiento que está en plena etapa de ascenso en la búsqueda de lograr sus demandas.
Las concesiones otorgadas por Lam como la suspensión del tratamiento del proyecto, el pedido de disculpas del pasado domingo o la liberación de detenidos, entre ellos el joven líder de la revolución de los paraguas Joshua Wong, no han servido para aminorar la fuerza de la lucha. Los analistas internacionales señalan que el gobierno de Xi se encuentra a la defensiva, especulando con que con el pasar del tiempo el movimiento se vaya desgastando y señalan que en lo inmediato el levantamiento hongkonés ya tiene fuertes consecuencias en el tablero político de la región. Hasta Trump ha aprovechado la volada y ahora utiliza la protesta hongkonesa para presionar a Xi por mayores concesiones comerciales en la próxima cumbre del G20, tal cual adelantó Pompeo recientemente.
Un cambio que amenaza las libertades de la isla
Los hongkoneses enfrentan un proyecto de ley, que permite que los ciudadanos de esta región autónoma dependiente de la soberanía China desde 1997, sean extraditados para ser juzgados en China continental. La isla de Hong Kong fue durante décadas un protectorado británico y se hizo famosa, entre otras cosas, por albergar uno de los centros financieros más prósperos del sur de Asia, ciudad-puerto base de grandes sucursales de empresas multinacionales. En 1997 cumpliendo un acuerdo con el gobierno británico fue devuelta su soberanía a la nación China a la que pertenecía, bajo un estatus de autonomía relativa que les permitía a sus 7,4 millones de habitantes conservar muchas de las libertades democráticas que poseían y que la dictadura que gobierna el continente no respeta en sus territorios, en el que ejerce un completo despotismo sobre su pueblo y regiones que reclaman autonomía como el Tibet o Xingjiang.
De imponerse este proyecto de ley de extradición los acusados podrán ser deportados a China sin que hayan sido condenados. Con el cambio del sistema judicial la “ley Básica”, como llaman a la constitución de la isla perdería gran parte del valor que aún conserva pese a los condicionamientos de Beiging y los opositores, periodistas independientes, etc. podrían ser deportados.
De hecho, cuando se produjo el traspaso de la soberanía de Hong Kong, el mandatario chino Deng Xiaoping pretendió tranquilizar a los habitantes de la isla, fundamentalmente a las compañías multinacionales instaladas en ella, lanzando el lema: “un país, dos sistemas”. Hong Kong pasó a soberanía china como Región Administrativa Especial bajo un régimen que duraría hasta 2047. En los años transcurridos el sistema capitalista de la isla fue ampliamente respetado. Sin embargo, las libertades democráticas de sus habitantes empezaron a ser cuestionadas por la creciente influencia política del gobierno de Beiging en el poder político local. Esto provocó la irrupción en el 2014 de la “revolución de los paraguas”, que exigía elecciones completamente libres (1), sin las trabas anti democráticas que limitan los derechos ciudadanos. La revolución del 2014 fue derrotada y varios de sus líderes fueron juzgados y enviados a la cárcel.
Si bien la rebelión del 2014 no pudo alcanzar sus objetivos, el golpe propiciado a las demandas del pueblo hongkonés no alcanzó para aplastar sus deseos de libertad y sus demandas democráticas. En esta oportunidad, el asesinato de una joven hongkonesa en Taiwán sirvió de excusa para que la responsable ejecutiva del gobierno de Hong Kong en combinación con la burocracia de Beiging intentara este nuevo avance sobre la autonomía y los derechos de los habitantes de la isla. Insistían en que de no cambiar las leyes de extradición la isla se convertiría en un santuario para los delincuentes. Intentaron el cambio contando que una gran parte de los parlamentarios del gobierno local responden como Carrie Lam a los mandatos de los funcionarios de Xi Jinping.
El pueblo de Hong Kong esta defendiendo las libertades conquistadas, su derecho y libertad de opinión, de prensa, de organización democrática y los derechos de sus habitantes y trabajadores, que no sobrevivirían mucho si el gobierno chino puede, de aprobarse la ley de extradición, avanzar en perseguir a la oposición política y social al gobierno local y al régimen central. Con las normas propuestas se podrá derivar los detenidos a cualquier lugar de China continental, donde una Justicia totalmente controlada por la burocracia gobernante utiliza la tortura como práctica habitual y duras penas, entre ellas la pena de muerte, contra los opositores al régimen.
Un primer triunfo: la suspensión del proyecto
La fuerza y masividad de la movilización obligó al gobierno de Carrie Lam, en acuerdo con los funcionarios chinos, a suspender la aprobación del proyecto de extradición en el parlamento de Hong Kong este sábado 8/06. Sin embargo, esta concesión no ha servido para detener el proceso. Como sospecha la mayoría de los movilizados, los funcionarios están ganando tiempo especulando con que el pueblo se desmovilice y de esa manera intentar reactivar el hoy suspendido proyecto.
Por eso los hongkoneses salieron masivamente a la calle este domingo 16 y realizaron nuevas protestas el lunes 17. Exigen la retirada total del proyecto como primera medida, que no se tomen represalias sobre los manifestantes, la libertad de los detenidos y el castigo a la brutalidad policial en la represión a la movilización del 12, que arrojó un saldo de 81 heridos, por gases y balas de goma, y 11 detenidos. Pero en la medida que han perdido toda confianza en el gobierno de Carrie Lam han colocado la exigencia de su renuncia entre las consignas centrales de la movilización en curso.
El peligro de contagio y los problemas de la dirección
Este nuevo estallido democrático es muy peligroso tanto para los funcionarios y el establishment capitalista de la isla como para la burocracia de Xi Jinping. Hong Kong es un pedazo de China arrebatado por el imperio británico. Las libertades democráticas de las que gozan sus habitantes permiten muchas veces refugiarse a disidentes chinos. Son un “mal ejemplo” para el pueblo de este gigante país, oprimido por una burocracia capitalista.
Ese pánico del poder chino a que se abra un proceso que pelee por el restablecimiento de las libertades democráticas en China continental trae el recuerdo de la masacre realizada por la burocracia en la plaza Tiananmen en 1989. La pelea por los derechos democráticos cuestiona el poder tanto de la dirigencia y empresariado capitalista de la isla como de la casta burocrática de Beiging, que está atravesando dificultades producto de la crisis de la economía mundial y la “guerra comercial” con EEUU.
Este nuevo capítulo del proceso revolucionario hongkonés recién comienza. De allí el cuidado de los funcionarios en su tratamiento, utilizando las líneas de acción con las que China viene avanzando para imponer su control en la isla durante estos años. Cuando la represión policial no alcanzó para detener al movimiento, sino que lo increpó y radicalizó, el consejo de los funcionarios chinos al gobierno de Carrie Lam fue el de una suspensión parcial del proyecto. Pero la movilización exige su retirada total e incorpora a su programa la renuncia de Carrie Lam.
La fuerza del movimiento está dada por su masividad y creciente combatividad. Las actuales acciones, las más grandes de la historia de la isla, recogen las experiencias de la revolución de los paraguas de 2014. Su debilidad está en la falta de una alternativa política anti capitalista dispuesta a pelear la dirección del movimiento y llevar la lucha hasta el final.
El movimiento estudiantil que fue la clara vanguardia del proceso del 2014, no tuvo la capacidad de elevarse a ser una dirección capaz de llevar la pelea al triunfo y fue derrotado, no solo por las fuerzas del régimen sino también por las bandas de ultra derecha. De hecho, como relata el activista y miembro de una organización socialista hongkonesa Au LoongYu, en una entrevista publicada en Sin Permiso el 01/07/2017 (2), ante la defección de las formaciones políticas “democráticas” y ante la falta de una alternativa anti capitalista fuerte, las banderas de la autonomía y el nacionalismo hongkonés han sido tomadas por formaciones de extrema derecha. Repitiéndose así el cuadro de “polarización” que observamos a nivel mundial ante el incremento de la lucha de clases y el hundimiento del viejo centro político.
La protesta del 2014 exigía la posibilidad de que el pueblo hongkonés pudiera elegir libremente a su poder ejecutivo. El viejo régimen permitía la designación del responsable del poder ejecutivo por un consejo de notables que reflejaba fundamentalmente a los sectores empresariales locales en acuerdo con el gobierno de China Central. Estaban previstas reformas a este régimen para 2017, pero los candidatos debían ser aprobados previamente por Beiging, lo que originó la protesta que, si bien no alcanzó sus objetivos, hizo posteriormente a los parlamentarios hongkoneses desechar estas reformas.
El resurgir del movimiento democrático, el reverdecer de la “primavera hongkonesa” está poniendo, como la reaparición de “la primavera” árabe en el Norte de África, muy nerviosos a los poderes capitalistas y burocráticos de la región. Nuevamente el fantasma de Tiananmen sobrevuela y anida en las almas de muchos jóvenes que son la vanguardia de la pelea y que han sacado conclusiones de las batallas anteriores.
Más que nunca está planteada la construcción de una alternativa socialista revolucionaria en Hong Kong y China para, sobre la base de participar e impulsar con todo las tareas democráticas planteadas por la movilización, construir una dirección dispuesta a llevar la pelea hasta el final, para derrotar a los gobiernos de la isla y el continente e imponer otro que con un programa anticapitalista reunifique realmente la región sobre la base del mayor respeto al derecho a la autodeterminación y libre decisión de los pueblos sobre su destino.
Gustavo Giménez
- A la imposibilidad de la población hongkonesa de designar su poder ejecutivo directamente se suma que cuatro millones de habitantes no tienen derecho a participar del proceso electoral.
- http://www.sinpermiso.info/textos/hong-kong-20-anos-despues-de-la-reunificacion-con-china