Estados Unidos: rescate corporativo y perspectiva de depresión

Por Luis Meiners LIS EEUU

En la madrugada del miércoles en el Senado de Estados Unidos se anunció un acuerdo entre ambos bloques y con la Casa Blanca para aprobar un paquete de rescate por el coronavirus que asciende a 2 billones de dólares. Los rumores del acuerdo ya habían sido recibidos con entusiastas subas de las bolsas el martes. El New York Times lo describió como “el mayor paquete de alivio en la historia moderna de EEUU” y el Washington Post dijo que “inundará la economía de Estados Unidos con dólares”. Mientras tanto en el senado hablaban de “niveles de inversión de guerra” y lo comparaban con Plan Marshall. ¿Cuál es el alcance del acuerdo? ¿A quiénes beneficia? ¿Será suficiente para evitar la depresión?


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El paquete se anuncia luego de 5 días de negociaciones trabadas entre Demócratas y Republicanos en el Congreso, y en momentos en que la pandemia cobra cada vez más fuerza en EEUU y la crisis económica se agudiza. Con más de 60 mil casos confirmados y más de 850 muertos el país, y en especial la ciudad de Nueva York, se transforman en uno de los epicentros mundiales de casos de Covid 19. Por el lado de la economía la crisis no solo impacta en la caída de la bolsa, que en las últimas semanas registró pérdidas equivalentes a todas las ganancias acumuladas en los años de la presidencia de Trump. El desempleo ha pegado un salto enorme. De acuerdo a algunas estimaciones unas 3.4 millones de personas solicitaron seguro de desempleo entre el 15 y el 21 de Marzo, lo que llevaría el número total de desempleados de 5.7 a 9.1 millones de personas. Y hay proyecciones que sostienen que el desempleo se ubicará por encima del 25% de la población durante el primer semestre de 2020.

El rescate

La cantidad de dinero implicada en el paquete de rescate supera en monto a los dos rescates de la crisis de 2008 combinados: el Emergency Economic Stabilization Act de 2008 de 700 mil millones de dólares, y el American Recovery and Reinvestment Act de 2009 de 831 mil millones de dólares. Se trata de un salvataje sin precedentes a las grandes corporaciones, edulcorado con algunas medidas para la clase trabajadora y el pueblo que no lograran mitigar el impacto de la crisis.

Uno de los puntos salientes del acuerdo es la creación de un fondo de 500 mil millones de dólares para “asistencia en liquidez” a las grandes corporaciones. Luego de que una parte sustancial de los fondos de rescates de 2008 y 2009 fueran a parar a los bolsillos de ejecutivos y a la recompra de acciones, tuvieron que implementar restricciones a estas prácticas en la actual legislación. Aun así, se trata de una inmensa transferencia de dinero hacia los bolsillos de las corporaciones.



Incluye, además 350 mil millones de dólares en créditos para las pequeñas y medianas empresas y 150 mil millones para los gobiernos a nivel local y estatal. Habrá un fondo especial de 50 mil millones de dólares en prestamos no reembolsables para empresas si estas sostienen su nómina de trabajadores y el Estado pagará hasta el 50% de los salarios. Las empresas también contarán con importantes exenciones impositivas.  

100 mil millones de dólares para el sistema de salud en lo que un senador describió como “un Plan Marshall para la salud”. Esta transferencia de dinero no modifica en nada la estructura de un sistema orientado por la ganancia. Tal como han denunciado trabajadores de la salud y como lo revelan decenas de estudios, el modelo de gerenciamiento privado de la salud es uno de los responsables de la falta de preparación del país para la pandemia. Su objetivo de trabajar con un 90% de ocupación para reducir costos operativos ha implicado una dramática reducción del 39% en la cantidad de camas hospitalarias disponibles desde 1981.   

La contrapartida de este enorme rescate al sistema será un pago de $1200 dólares por única vez a los trabajadores que tengan ingresos anuales menores a $75.000 dólares, con un adicional de $500 dólares por hijo. Además, el exageradamente llamado “desempleo con esteroides”, que implica incrementos de hasta 600 dólares semanales adicionales al seguro de desempleo, su extensión a 4 meses y la inclusión de trabajadores por cuenta propia y licenciados a los beneficios. Si consideramos que fuentes del propio gobierno han dicho que esperan que la “crisis por el coronavirus” se extienda por al menos 18 meses, queda claro la insuficiencia de un monto por única vez y la extensión del seguro de desempleo a 4 meses.

Comparado con los rescates del 2008 y 2009 el actual acuerdo se ha visto obligado a incluir algunas concesiones a la clase trabajadora, si bien son pequeñas en relación con el inmenso salvataje. Esto puede deberse, en parte, a la coincidencia en el tiempo del crack financiero y el impacto en la economía real de la pandemia, que obliga a la clase dominante a dar una respuesta. Pero, también, la década transcurrida desde aquella crisis ha visto un crecimiento de la lucha de clases en EEUU. Aun cuando sea modesto en una escala histórica, el resurgimiento de huelgas obreras como las de los docentes, de movimientos como Occupy Wall Street, Black Lives Matter y otros, la radicalización de franjas de la juventud y la popularidad creciente de las ideas socialistas también condiciona la capacidad de maniobra de la clase dominante y sus partidos.   

Perspectiva de depresión y la necesidad de una salida socialista

Como hemos analizado en artículos anteriores la pandemia desencadenó una crisis cuyos elementos ya se venían preparando, y cuyos primeros síntomas ya se desplegaban en la economía de los Estados Unidos y del mundo. Es en este marco que hay que analizar el efecto del “paquete de estímulo” y las perspectivas para el desenvolvimiento de la actual crisis.

Uno de los principales factores de riesgo en la crisis actual es la inmensa deuda corporativa. De acuerdo con investigaciones[1] la deuda de las corporaciones del sector no financiero de Estados Unidos se ha mas que duplicado desde 2007 a 2019 pasando de $3.2 billones a $6.6 billones de dólares. Según los economistas Joseph Baines y Sandy Hager, esta tendencia general al endeudamiento corporativo adquiere una proporción particularmente preocupante en las empresas que componen el 90% de menores ganancias. Muchas de estas son las famosas “empresas zombis”. Su supervivencia ha sido posible gracias a niveles elevados de endeudamiento a bajas tasas. Sin embargo, ante un cambio en el escenario general, podríamos ser testigos de una oleada de quiebras de estas empresas, con ondas expansivas en el conjunto de la economía.

Por eso “inundar la economía de dólares”, como reza el eufemismo del Washington Post a inundar de dólares los bolsillos de las corporaciones, no evitará la crisis. Por un lado, porque incrementará la tendencia al crecimiento de la deuda corporativa. Tal como afirma Michael Roberts en una reciente entrevista: “Las políticas que están adoptando los gobiernos, los bancos centrales y los organismos internacionales son las mismas que en la Gran Recesión. Se están aplicando enormes inyecciones de crédito de billones de dólares. Pero esto es crédito; en otras palabras, es más deuda (a bajas tasas de interés) puesta en los bancos para que presten a las empresas e instituciones en problemas. Es deuda que se está acumulando sobre mas deuda para mantener las cosas en marcha.”[2] Por otro, porque la escala mundial de los acontecimientos retroalimentará la crisis.

El capital y sus gobiernos no pueden dar ninguna salida a la crisis actual, en sus conectadas dimensiones económicas, de salud, ambientales, que vaya en beneficio de las mayorías sociales. El capitalismo siempre priorizará las ganancias por sobre nuestras vidas. La respuesta de Trump a la pandemia, y este acuerdo bipartidista de rescate, dan claras muestras de ello.

Pero, en todo el mundo vemos respuestas de la clase trabajadora. Los socialistas revolucionarios podemos jugar un papel primordial en la organización de las demandas de la clase trabajadora en sus lugares de trabajo y en sus barrios. Esas luchas por demandas inmediatas deben articularse con una pelea global por una reorganización socialista de la sociedad. Es una tarea indispensable del momento construir una corriente revolucionaria en Estados Unidos capaz de organizar este enorme desafío. La Liga Internacional Socialista está comprometida con esta tarea, y con la lucha por el socialismo en cada país donde está presente.


[1] Joseph Baines and Sandy Brian Hager: COVID-19 and the Coming Corporate Debt Catastrophe. Disponible en  https://sbhager.com/covid-19-and-the-coming-corporate-debt-catastrophe/

[2] The Virus, Capitalism, and the Long Depression. Interview with Michael Roberts by Ashley Smith, Spectre Journal. March 24, 2020. Disponible en https://spectrejournal.com/the-virus-capitalism-and-the-long-depression/