Por Maura Gálvez – Bernabé, Movimiento Anticapitalista.
La crisis sanitaria del COVID19 impidió que hoy 26 de Abril se realizara el plebiscito por “Apruebo” o “Rechazo” al cambio constitucional y su mecanismo que se llevaran adelante. Recapitulamos los debates de este proceso.
18 de octubre crónica de un antes y un después.
Mas de seis meses han pasado desde ese viernes de furia que vino a cuestionar las bases de un modelo que se vendía al mundo como oasis de exportación a costa de precarización y privatización de derechos sociales, como contracara, puso en el centro la fuerza y el hartazgo de todo un pueblo.
Treinta pesos de alza en el pasaje hicieron explotar una olla presión de años de política en la medida de lo posible que han deteriorado la vida de las mayorías. Esto se combinó con una antesala: la experiencia de luchas y movilizaciones masivas que se vienen forjando desde el 2006 en adelante, por educación gratuita, en contra de las AFP y en contra de la violencia machista y que aún no han sido resueltas.
El gobierno de Piñera, ante el alza popular el 18 de octubre, nos declara la guerra. Militares a la calle, torturas, mutilaciones, violaciones, asesinatos a la orden del día, sin poder desbaratar la protesta de las y los millones en las calles. El viernes 25 de octubre la movilización más grande de nuestra historia obliga al gobierno a retroceder en el estado de excepción, sacando a los milicos de las calles. “Hemos escuchado” vociferaba Karla Rubilar en los medios de comunicación. Una muestra más de todo el caudal de fuerza acumulada y expresada en todo el país.
Las calles exigían la cabeza del gobierno y una Nueva Constitución. La CUT (dirigida por el PC) y Unidad social evitaban llamar a la huelga para generar un vaciamiento de las calles y calmar las aguas por vía institucional. Portuarios paralizando los puertos, la presión de las miles de asambleas que crecían como hongos en cada plaza del país y la movilización permanente obligaron a las conducciones sindicales a llamar a huelga a regañadientes.
El 12 de Noviembre se produce la tercera huelga general, aparece la clase trabajadora como protagonista. Si bien ha sido una de las huelgas más importantes de los últimos años de nuestro país, el chaleco contenedor que han sido históricamente la dirección del PC en la CUT imposibilitó su continuidad, pero anunció que había un león enjaulado pujando para salir y que había que frenarlo antes de que fuera tarde. Tenían que Pactar antes que cayera Piñera.
Pacto por la Paz y la Nueva Constitución: el salvavidas de Piñera.
El régimen político tambaleaba y desde la derecha pinochetista hasta la izquierda parlamentaria buscaban una salida en sus términos para garantizar la gobernabilidad y la institucionalidad. Así el 15 De Noviembre, entre gallos y media noche firman el Pacto por la Paz y la Nueva Constitución, que establece en primer término “El compromiso con el restablecimiento de la paz y el orden público y la institucionalidad democrática vigente”, por tanto contener el proceso vía plebiscito en dos papeletas: Aprueba o no aprueba Nueva Constitución y mediante que mecanismo, Convención Mixta o Convención constituyente.
Todo en los marcos prescriptivos de la derecha pinochetista, que sostienen los 2/3 como medida decisiva de una minoría. Además la imposibilidad de discutir los temas que nos hicieron salir a la calle el 18 de octubre, se niega la participación democrática del pueblo y se acata la impunidad de las violaciones de DDHH del gobierno de Piñera. Salvataje a un gobierno con el 6% de aprobación que estaba en el suelo.
Quienes firmaron jugaron directamente un rol en contra del proceso que forjó el pueblo en las calles, desde el FA hasta la UDI. El PC por su parte, jactándose de no haber firmado, jugó un rol fundamental para que este proceso se encauzara vía institucional, sin motorizar una paralización efectiva de la central que dirigen, abandonando conscientemente las calles y panfleteando una posición critica que nunca activaron.
El 26 de abril que no fue…
Los análisis sobre el plebiscito que se llevaría adelante hoy no pueden ser binarios, el propio proceso nos ha dado muestras que no se reducen ni se resuelven en los marcos que nos establecieron de Apruebo o Rechazo.
Votar Apruebo es sin duda una nueva muestra de lo que el pueblo ya plebiscitó todo este tiempo en las calles. Aunque es importante retomar y con fuerza aquel programa, el de la revolución. El de la instancias más democrática que construyó el pueblo chileno en su historia reciente, el cual planteaba cambiar la organización social de la vida sobre el país, raíz y motor del porqué cambiar la constitución. Ni convención mixta, ni constituyente a medida de la derecha daban esas garantías.
Defendemos una tercera posición: Asamblea Constituyente, libre, democrática, soberana y plurinacional para discutir el programa que defendió el pueblo durante 5 meses de movilización. Nuestro Apruebo para recuperar la salud, la educación, la vivienda, nuestro recursos naturales y la democracia más elemental. La hoja de ruta de las mayorías que comenzaba por el ¡Fuera Piñera!, más vigente que nunca en la crisis del COVID-19 que pone en el centro la necesidad de activar la huelga.
El COVID 19 y el oportunismo de la derecha. Hay que retomar el programa de la revolución.
La actual crisis sanitaria obligó a trasladar el plebiscito a octubre. Aprovechando aquello, personeros de la derecha ya se cuelgan de la crisis sanitaria para sabotear un acuerdo definido en sus propios términos. Anuncian que el dinero del plebiscito debería invertirse en la crisis sanitaria o como declaró hoy el ministro del interior Gonzalo Blumel: hay que “Racionalizar el cronograma electoral”. Todo esto deja claro que no hay ningún acuerdo posible con la derecha y que un pacto con ellos sólo será en desmedro de las mayorías, una lección que el PC y el FA no se animan a sacar.
El escenario sigue abierto y depende de nosotres. La crisis económica y sanitaria avanza sobre la vida de las mayorías y no resiste espera. El gobierno y sus aliados, los mismo del Pacto, han aprovechado la coyuntura para descargar la crisis sobre las y los trabajadores. No hay camino posible con ellos en el poder, hoy más que nunca la necesidad de retomar el programa de la revolución para dar vuelta todo se hace una necesidad de primera urgencia. Retomarlo con fuerza propositiva y organizarse para frenar la crisis es tarea del presente, sin tibiedades ni pactos con la derecha.