Compartimos el informe especial de Alejandro Bodart sobre la fundación del Estado de Israel en la edición de Panorama Internacional del 3 de mayo de 2020.
En estos días se cumplieron 72 años de la creación del Estado genocida de Israel. Como todos los años hubo movilizaciones palestinas que fueron brutalmente reprimidas por el ejército. El Estado de Israel se fundó el 14 de mayo de 1948. Contó con el apoyo de Inglaterra, Estados Unidos y la Unión Soviética de Stalin, que no solo se quedó en el apoyo, fue el primero que lo reconoció como Estado soberano.
También contó con el apoyo de las burguesías árabes cobardes, cómplices, que no hicieron todo lo que estaba a su alcance para evitarlo. El 15 de mayo se inició una ofensiva de las fuerzas israelitas sobre la población civil. Un verdadero proceso de limpieza étnica donde se destruyeron centenares de aldeas, se masacraron mujeres, ancianos, niños, todo para crear el terror suficiente como para que la población se fuera del territorio.
Hasta ese momento, judíos, árabes, cristianos vivían en paz. La población judía era minoritaria en Palestina. El 70% de los pobladores eran árabes. Esto da por tierra con la fábula que creó el sionismo de que en realidad Palestina era una tierra sin pueblo, ideal para ellos, que eran un pueblo sin tierra. Todo lo contrario. Como también así es falsa la otra fábula de que tuvieron que enfrentar en la guerra que empezó en el 47, pero que en el 48 se transformó en limpieza étnica la ofensiva de ejercitos poderoso de las naciones árabes, fue todo lo contrario.
Ellos se habían armado hasta los dientes gracias al imperialismo y lamentablemente a la Unión Soviética de Stalin. Por lo tanto, lo que se inició fue una masacre contra un pueblo indefenso que no tenía ningún tipo de posibilidad de resistir la brutalidad de la ofensiva sionista.
El estado que surgió fue un Estado colonialista pro imperialista, racista, gendarme para evitar que avance la revolución en el Medio Oriente. El plan original firmado en Yalta y Potsdam era que se crearan dos Estados, uno mayoritario con la mayoría de las tierras fértiles para el nuevo Estado genocida de Israel y otro en las zonas más marginales para el pueblo palestino.
Pero el sionismo que firmó eso nunca tuvo como objetivo que se creara otro Estado para los palestinos, sino que desde el primer momento trabajó para expulsarlos completamente del territorio y quedarse ellos con la riqueza y todas las tierras.
Desde ese momento, cientos de miles de palestinos tuvieron que emigrar hacia los países vecinos y hasta el día de hoy viven en condiciones infrahumanas, en campamentos que se han transformado en verdaderas ciudades, en el Líbano, en Jordania, en Siria. Los que se quedaron han tenido que soportar una situación de verdadero apartheid, de represión permanente, de bombardeos, de bloqueos. Ni agua propia tienen, y para utilizarla tienen que pedirle permiso al Estado gendarme de Israel.
Las guerras sucesivas que se dieron todas impulsadas por el sionismo, le permitieron seguir anexando cada vez más territorio, incluso impulsando la política de colonización de sus propios habitantes sobre los territorios palestinos. Esa situación fue resistida valientemente por el pueblo palestino, que ha impedido, incluso hasta el día de hoy, que se cumpla el plan de fondo del sionismo, que es que no quede un solo árabe, un solo palestino, en la tierra histórica de este heroico pueblo. Las intifadas, rebeliones, han bloqueado muchas veces los planes de estos.
Lamentablemente, el pueblo palestino no ha tenido una dirección consecuente al frente como para seguir la pelea para recuperar su territorio. La OLP, que fue la organización construida en plena batalla y que durante muchos años peleó por destruir el Estado genocida de Israel y volver a la Palestina histórica, hace muchos años que claudicó.
Aceptó en los acuerdos de Oslo la política del imperialismo de dos Estados. Política que se ha demostrado completamente inviable y por eso las rebeliones, la resistencia y las contraofensiva contrarrevolucionarias de Israel han seguido durante todo este tiempo la claudicación de las direcciones nacionalistas. Han permitido que incluso se empiecen a fortalecer las direcciones islamistas.
Actualmente, el imperialismo, a través del llamado acuerdo del siglo que promueve Trump con la dirigencia israelita, están intentando ir por todo, terminar con la política de los dos Estados y dedicarse a lo que siempre fue su objetivo. Un Estado único, racista, al punto que ya en su propia Constitución, el Estado de Israel habla de que solo son ciudadanos aquellos que adhieran a su religión.
Esta política lamentablemente empieza a ser bien vista por parte de la dirigencia palestina, que a lo sumo lo que reclama es que en un Estado de Israel se abran más condiciones democráticas para que los árabes que allí están puedan tener ciertos derechos.
Nosotros seguimos reclamando, junto a la resistencia palestina, la necesidad de luchar para destruir este Estado genocida y gendarme.
La única paz verdadera vendrá de la mano de la construcción de un Estado laico palestino donde puedan convivir todas las religiones y todos los pueblos que durante cientos de años convivieron así hasta que el sionismo y el imperialismo entró en la región.