«Reapertura» en Estados Unidos: Ganancias, recortes, elecciones y luchas

Por Luis Meiners – LIS EEUU

El 11 de mayo Trump se jactaba diciendo «hemos estado a la altura del momento y hemos prevalecido». Dos semanas más tarde, los 50 estados avanzan hacia la reapertura, pero el número de muertes de Covid19 sigue subiendo y pronto superará los 100 mil. El impulso a la reapertura no está determinado por consideraciones sobre la salud pública. Detrás de esto están los intereses de las grandes empresas y las escaramuzas políticas y los cálculos hacia las elecciones de noviembre.

A lo largo de mayo, la «reapertura» se ha situado en el centro del debate político. Comenzó con el fin de las «directrices federales» de Trump que promovieron el distanciamiento social a nivel nacional. Estas fueron reemplazadas por las directrices para «Abrir América de nuevo». Al momento de anunciarlas había decenas de miles de nuevos casos y miles de muertes cada día. Las nuevas directrices establecieron puntos de referencia para que los estados comenzaran a reabrir: 14 días consecutivos de disminución sostenida de casos, mayor capacidad de pruebas y la capacidad de tratar a todos los pacientes sin colapsar los sistemas sanitarios. Días más tarde Trump desechó las directrices para la reapertura elaboradas por el CDC (Centro para el Control de Enfermedades) para la reapertura ofreciendo una prueba clara de que la salud no era el problema central.

Los pasos dados hacia la reapertura han desestimado incluso los criterios de las directrices del propio Trump. El número de nuevos casos está bajando en sólo 16 de los 50 Estados. Es evidente que la salud no es la prioridad. Como dijo el vice – gobernador Republicano de Texas, Dan Patrick: «Hay cosas más importantes que vivir».

Necronomía

La pandemia ha expuesto las profundas desigualdades estructurales sobre las que descansa la mayor economía del mundo. Nunca estuvimos «todos juntos en esto». La dinámica subyacente de la sociedad capitalista implica que los riesgos y recompensas se distribuyen desigualmente de acuerdo con líneas de clase claramente demarcadas. Mientras que lxs trabajadorxs esenciales de bajos salarios (desproporcionadamente afroamericanxs, latinxs y mujeres) cargan con los riesgos más altos y millones de trabajadores perdieron sus empleos, los multimillonarios se llevan los beneficios.

Un informe reciente del Instituto de Estudios de Políticas muestra que «entre el 18 de marzo y el 10 de abril de 2020, más de 22 millones de personas perdieron su empleo y la tasa de desempleo aumentó al 15 por ciento. Durante las mismas tres semanas, la riqueza de los multimillonarios de Estados Unidos aumentó en 282 mil millones de dólares, lo que representa una ganancia de casi el 10 por ciento. “ [1] Algunos de los más renombrados entre estos multimillonarios cuyos negocios tuvieron un auge durante la pandemia son Jeff Bezos de Amazon y Eric Yuan de Zoom.

Las mismas empresas que reportaron un aumento de las ventas y los ingresos durante la pandemia, ahora buscan beneficiarse de la «reapertura» recortando el salario adicional que dieron a los trabajadores. Amazon reportó un aumento del 25% en sus ventas en el primer trimestre de 2020, pero ahora busca eliminar el aumento de sueldo de $2 para sus trabajadores. La mayoría de las empresas están buscando hacer el mismo movimiento para fin de mes.

Los gobiernos actúan de la misma manera que las grandes empresas que miran hacia la reapertura para recortar los salarios y aumentar los beneficios. Una de las cuestiones centrales en torno a esto son los seguros de desempleo. Con un récord histórico de 38,6 millones de trabajadores que han solicitado seguro de desempleo en las últimas nueve semanas, la reapertura significa que millones perderán una parte vital de sus ingresos. Como los estados permiten a las empresas abrir sus puertas, los trabajadores se ven obligados a volver a sus trabajos a pedido de sus empleadores o de lo contrario perder las prestaciones de desempleo. La legislación establece abiertamente que quienes deciden no volver debido a la amenaza de contraer el virus no pueden recibir seguro de desempleo. Varios estados han publicado formularios en línea para que los empleadores denuncien a estos trabajadores.[2]

Imponer una «nueva normalidad»

Los gobiernos y las patronales están tratando activamente de dar forma a la «nueva normalidad». Los estados se enfrentan a una enorme crisis presupuestaria. California, la quinta economía más grande del mundo, tiene un déficit de 54.000 millones de dólares. El estado de Nueva York enfrenta un déficit de 13.000 millones de dólares. Estos déficits y la deuda corporativa catapultaran los próximos pasos de la crisis económica y social. La salida de esta crisis, es decir, establecer quién pagará los platos rotos, se convertirá sin duda en uno de los elementos centrales de la lucha social en los próximos meses.

Los gobernadores, tanto demócratas como republicanos, están impulsando recortes presupuestarios masivos, y abriendo las puertas a los multimillonarios para aumentar su participación en los servicios públicos. El gobernador demócrata de California, Gavin Newsom, planea recortar el 10% del presupuesto para la educación superior, y el 8% para los distritos escolares, extendiendo, además, autorizaciones para despedir maestros. En abril, en el apogeo de la pandemia, Cuomo de Nueva York (también demócrata) elevó un presupuesto estatal con recortes que incluían $300 millones menos para los hospitales. Y también ha anunciado que el estado se asociará con el multimillonario Bill Gates para «re imaginar» las escuelas.

Mientras los estados presionan con recortes presupuestarios en educación y salud, el líder de la mayoría del senado, el republicano Mitch McConnell, expresó su oposición brindarles asistencia económica federal e incluso ha sugerido que se declaren en bancarrota, lo que les permitiría evitar el pago de pensiones a lxs trabajadorxs. Los republicanos han aprovechado la oportunidad para impulsar su agenda, que incluye recortes presupuestarios más profundos, reducir la inmigración y reducir los impuestos para los ricos. Mientras el Congreso debatía sobre la ayuda federal para los estados, Trump tuiteó: «Los estados bien administrados no deberían estar salvando a los mal administrados con el CoronaVirus como excusa. La eliminación de las Ciudades Santuario, de los Impuestos sobre la Nómina, e incluso de los Impuestos sobre Ganancias de Capital, deben ser puestos sobre la mesa. También indemnización por demanda y deducciones para restaurantes y entretenimientos.»

La mirada puesta en noviembre

El impulso hacia la reapertura también se está desarrollando con todas las miradas puestas en las elecciones de noviembre. Trump había apostado su reelección en una economía que, a pesar de sus enormes contradicciones internas y de burbujas listas para estallar, mostraba niveles bajos de desempleo. Con la pandemia aplastando esas esperanzas, y todo tipo de especulaciones en torno a lo que podría pasar en los próximos meses, Trump ha girado hacia una versión más radicalizada del «populismo» de derecha que ya ha utilizado en el pasado.

Esto se ha materializado en una serie de decretos que restringen la inmigración, en un enfoque negacionista y anticientífico frente al Covid19 que alienta activamente a los manifestantes anti-cuarentena, y una retórica cada vez más agresiva contra China. La reapertura se ha convertido en el «grito de batalla» más reciente y el rechazo a usar mascarilla en el símbolo de un regreso a la grandeza. Trump también ha tratado de activar a su base cristiana evangélica llamando a reabrir los lugares de culto.

Después de deshacerse de Sanders, el establishment demócrata espera que Biden gane en noviembre por el sólo peso de la crisis económica y la respuesta completamente fallida de Trump a la pandemia. Es demasiado pronto para saber si este resultado se materializará. Actualmente Trump está cayendo en las encuestas, pero Biden está lejos de generar entusiasmo, y también enfrenta acusaciones de agresión sexual de su exasistente Tara Reade. En su desesperación, el establishment demócrata ha desatado una campaña masiva del “mal menor”, de la que Sanders es una parte crucial. Ocasio Cortez también se ha unido a los «equipos de unidad”, que no son más que un intento de cortejar a los votantes progresistas y de izquierda.

Reapertura de la lucha de clases

A pesar de sus afirmaciones, las acciones de Trump son más indicadores de su desesperación que de una fortaleza real. Gran parte de sus posibilidades de ganar en noviembre y de avanzar con su agenda residen en las debilidades y la cooperación de los demócratas. Como dijo Trotsky, debemos entender «que el enemigo no es omnipotente, que está desgarrado con contradicciones, que reina el pánico detrás de su imponente fachada.»[3]

Los capitalistas y sus partidos han demostrado su programa para la reapertura y lo están impulsando activamente. Están dispuestos a arriesgar las vidas de millones de personas, para salvar sus propios beneficios. Las huelgas espontáneas, las protestas contra la brutalidad policial y muchas otras acciones, aunque posiblemente todavía modestas, indican nuevas posibilidades. La clase obrera y los oprimidos tienen una oportunidad histórica ante el abrumador fracaso del capital para preservar la vida humana. Todavía queda un largo camino por recorrer, y los obstáculos no son pequeños y no deben ser descartados. Pero lo socialistas tenemos una enorme responsabilidad y podemos desempeñar un papel clave para impulsar esto. Tenemos que dar pasos concretos hacia la construcción de la organización que pueda actuar como catalizador, ya que «la victoria no es el fruto maduro de la «madurez» del proletariado. La victoria es una tarea estratégica.»[4]


[1] Full study disponible en: https://ips-dc.org/billionaire-bonanza-2020/

[2] Siga el dinero: los empleadores están detrás de la prisa por reabrir. Chris Brooks. https://www.labornotes.org/2020/05/follow-money-employers-are-behind-rush-reopen

[3] Leon Trotsky (1940): Clase, Partido y Dirección.

[4] Leon Trotsky (1940): Clase, Partido y Dirección.