Por Luis Meiners LIS – EEUU
El lunes por la tarde, en el séptimo día de protestas que se transformaron en rebelión y alcanzaron al menos 140 ciudades alrededor de Estados Unidos, Trump habló desde los jardines de la Casa Blanca. En el fondo, se escuchaban las voces de la inmensa protesta, y ruido de la represión policial. En una breve declaración, Trump se presentó como el presidente de la “ley y el orden” y llamó a “dominar la calle” con una “presencia abrumadora de las fuerzas de seguridad”, y amenazó con desplegar al ejército para lograrlo.
El discurso de Trump es claramente beligerante. Biblia en mano, despliega una campaña contra la izquierda radical, anarquistas y antifascistas a quienes responsabiliza por las protestas. Ha llegado incluso a amenazar con declarar a “antifa” como una organización terrorista. En su discurso del lunes sostuvo que invocará una ley de insurrecciones de 1807, que le daría autoridad para sobrepasar a los gobiernos estatales en el despliegue de fuerzas federales para enfrentar actos de rebelión. Esta ley fue utilizada en 1992 frente a las protestas desatadas en Los Ángeles tras la absolución de los cuatro policías que habían golpeado brutalmente a Rodney King.
A pesar de las críticas de los demócratas a su discurso, ellos vienen poniendo en actos esas mismas palabras en las ciudades y Estados que gobiernan. Allí han desplegado la guardia nacional y establecido toques de queda para dar vía libre a la represión nocturna. En el Estado de Nueva York, el gobernador demócrata Andrew Cuomo instó al alcalde de Nueva York Bill de Blasio, también demócrata, a movilizar a la totalidad de la fuerza policial de la ciudad que cuenta con alrededor de 36 mil agentes. De Blasio, por su parte culpó a los manifestantes luego de que un vehículo de la policía arremetiera contra una multitud.
Los demócratas también han desplegado un discurso tendiente a la criminalización de la protesta social. Tras dos días de protestas, el alcalde de Minneapolis y el gobernador de Minnesota, ambos demócratas, sostuvieron que las protestas ya no se trataban sobre George Floyd y que estaban impulsadas por “agitadores de afuera del estado”. La alcaldesa demócrata de Atlanta tuvo un discurso similar luego de las protestas en esa ciudad. La política de desacreditar la protesta es el discurso necesario para justificar la brutal escalada represiva.
Esta escalada represiva ha generado al menos 4000 arrestos en todo el país. Y también produjo el asesinato de David McAtee, un hombre negro de 53 años de edad. Fue asesinado por disparos efectuados por la policía cuando dispersaba una multitud conjuntamente con la Guardia Nacional. Al momento de efectuar los disparos, los policías no tenían activadas sus cámaras corporales.
Si algo ha quedado demostrado en la última semana es que tanto Republicanos como Demócratas son los guardianes del capital, y no dudan en desplegar toda la fuerza a su alcance para defender esos intereses. Quizás la manifestación más patéticamente clara de esto hayan sido las declaraciones de Biden llamando a las fuerzas represivas a “disparar a las rodillas” y no a matar, como forma de diferenciarse de Trump.
La rebelión continúa
La respuesta represiva aún no ha logrado frenar el desarrollo de este histórico movimiento. En los últimos días hemos visto cómo las acciones siguen creciendo, alcanzando al menos 140 ciudades. La imagen de la Casa Blanca rodeada de manifestantes mientras Trump hablaba ha recorrido el mundo. Y también crece la solidaridad internacional, cada vez más importante en el marco de la escalada represiva. Se han desarrollado acciones de solidaridad alrededor del mundo.
A pesar de la campaña de desprestigio y de la represión, las protestas tienen un inmenso apoyo en la población en general. En una encuesta realizada entre el 31 de mayo y el 1 de Junio, el 54% de las personas afirmó apoyar las protestas, contra un 22% que las rechaza. El 55% cree que las acciones de violencia de la policía son un problema mayor que la violencia contra la policía, mientras un 30% tiene la opinión opuesta. El 43% tiene visiones negativas sobre la respuesta de Trump hacia la situación mientras un 30% la califica positivamente.
Sin dudas se ha abierto un nuevo momento en Estados Unidos. En la medida en que crezca la lucha, también crecerá la polarización. Es fundamental resistir el autoritarismo de los gobiernos, luchar por la libertad y contra el procesamiento de los detenidos. Así como movilizar contra cualquier intento de Trump de desplegar fuerzas represivas.