Desde nuestra agrupación Alternativa Salud y el MST, siempre planteamos la necesidad de avanzar hacia un Sistema Único de Salud. En los últimos meses, ese debate cobró suma importancia, dado que la pandemia puso en tensión los modelos sanitarios imperantes, en el marco de esta crisis capitalista.
Por Mariano Veiga, Secretario General Adj. AGIHM
Nuestro planteo, que compartimos con buena parte de los luchadores sanitarios y de izquierda, quedó demostrado con los ejemplos de Italia, Brasil o Estados Unidos, donde los planes de austeridad y privatización de la salud pública se llevan puesta la vida de miles de personas. En esta nota sintetizamos nuestras razones para avanzar a un sistema de salud distinto.
1. Terminar con la desigualdad en la atención y acceso al sistema
En tiempos donde miles en todo el mundo se movilizan para terminar con la desigualdad racista y social del capitalismo, el sistema de salud es un espejo más donde puede observarse esa inequidad. En la Argentina, coexisten tres subsistemas: el sistema público, el sistema de seguridad social y el sistema privado. Si no tenés “capacidad de pago” accedés al sistema público. Si sos asalariado formal, accedés a una obra social. Una minoría acomodada, puede pagar la medicina privada.
Como vemos, existe una mercantilización de la salud, es decir; a más se paga, “mejor” sería tu cobertura de salud. La salud es una mercancía más.
Algunos que contratan un prepago realizan un triple aporte, dado que el público se financia de los impuestos como el IVA y la obra social se descuenta por recibo. Por otro lado, la desigualdad se expresa también en la fragmentación dentro de cada subsetor. Los centros de salud públicos, debido a la descentralización efectuada y nunca revertida durante el menemato, tienen un presupuesto distinto de acuerdo a cada jurisdicción. Y eso se traduce en diferencias sustanciales en cuanto a recursos de todo tipo. No es lo mismo el presupuesto de un hospital general de CABA, que uno de la Provincia de Buenos Aires, por ej. Lo mismo ocurre con las Obras Sociales, que unas cinco centralizan el 95 % de la atención, sin contar que la burocracia sindical deglute millones para sus bolsillos. Y en el subsistema privado, ocurre lo mismo, unos pocos pulpos se comen el mercado.
En nuestro modelo de Sistema Único de Salud, la salud sería concebida como un derecho humano. No sería una prestación o una cobertura a pagar. Por lo tanto, cualquier persona de cualquier punto del país debería acceder a su derecho con la misma calidad, independientemente de sus condiciones sociales y habitacionales.
Está comprobado que los países que avanzaron en ese sentido les fue mejor, con indicadores sanitarios de excelencia como es el caso de Cuba, aunque carezca de toda democracia en su funcionamiento. Allí la revolución arrancó esa conquista entre muchas otras, a pesar de ser un país de escasos recursos. Por todo esto nuestra propuesta es una estatización progresiva del sector privado de la salud y las obras sociales; bajo control de sus trabajadores y usuarias/os.
2. Terminar con la desigualdad salarial y de condiciones de trabajo
La fragmentación y descentralización del sistema de salud también genera que un/a trabajador/a del equipo de salud tenga una brecha de más del 100 % de salario, incluso dentro de una misma jurisdicción. O que haya precarización laboral en un lado y otro no. O que según la profesión o especialidad, unos ganen mucho más que otros. Una barbaridad.
Con las condiciones de trabajo ocurre lo mismo y durante la pandemia se agudizan esas contradicciones. Según el distrito o la patronal que nos toque, tendremos Equipos de Protección Personal o no. Mientras en algunos lugares ya están otorgando los EPP por la lucha que dimos, en otras aún lo retacean o no lo entregan.
Enfermería que es parte fundamental del equipo de salud, por ej., en la CABA en el sistema público no es reconocida como Carrera Profesional. Eso genera una distancia de alrededor de $ 20.000 de bolsillo con otras Licenciaturas. En el subsistema de Obras Sociales y Privados, es más aristocrático aún. Las especialidades médicas cobran de acuerdo a lo que la empresa factura, generando que haya especialidades con sueldos muy altos y otras con sueldos muy bajos.
En el modelo que proponemos, se construiría democráticamente con las organizaciones de base una Carrera Única del Personal de Salud, que incluya a todas las profesiones del equipo de salud. Con concursos periódicos, democráticos y transparentes. Y con igualdad salarial y laboral en todas las jurisdicciones del país.
3. Abordar la pandemia y las crisis de una manera centralizada e igualitaria
La necesidad de que el Estado cuente con toda la capacidad instalada de todo el sistema de salud en un momento de crisis es clave. Algunos países como Irlanda, estatizaron coyunturalmente el sistema privado para disponer de esa capacidad y transitoriamente, generar mayor igualdad en la atención. En la Argentina, el subsistema privado cuenta con mayor cantidad de camas de terapia intensiva que el público y, sin embargo, atiende a no más del 15 % de la población. Capitalismo puro y duro: si pagás, tenés cama seguro. Si no pagás, te pasa como en varios países de Europa, donde el acceso a una cama de terapia intensiva depende de tu perspectiva de vida.
El 31/03 el Ministro de Salud Ginés González García, había mencionado en una reunión la posibilidad de “declarar de interés público todos los recursos sanitarios de la Argentina”. Esa idea duró menos de 24 hs, dado el lobby de las prepagas y los laboratorios que habitualmente inciden en la colocación de funcionarios en cada Gobierno de turno.
Nosotros no lo dudaríamos. Avanzaríamos hacia un Sistema Único de Salud centralizado, nacionalizando el sector privado y con financiamiento de rentas generales, que supere el 10 % del PBI, más allá incluso de lo recomendado por la OMS (actualmente no llega al 4 %).
4. Los laboratorios y medicamentos deben ser de producción estatal
En este mundo capitalista, el acceso a cualquier medicamento tiene un precio muy por encima de los costos reales de producción. Los laboratorios privados presionan sobre todos los Gobiernos para aumentar los precios y así mantener su tasa de ganancia. Y, por supuesto, hay que agregar el pago de las patentes. Con la pandemia, llegamos al colmo de que lucran con la posibilidad de hacerte un test de COVID-19, que ya lo venden entre 2.000 y 4.800 pesos, para aquellas personas que quieran “hacerse el test”, inclusive sin criterio médico.
No existe ningún tipo de control sobre los precios de los medicamentos y llegamos a una situación crítica que la sufren los más frágiles, nuestras abuelas/os, cuyo gasto en los mismos es mucho mayor.
En nuestro Sistema Único de Salud, los laboratorios serán estatizados bajo control social, transformando al medicamento en un bien scial, con financiamiento al 100 % de los mismos.
5. Trabajadores y usuarios en la dirección del sistema
Actualmente las/os trabajadores de la salud y las/os usuarios somos objeto de un sistema que nos trata como números. La participación de nosotrxs en las decisiones fundamentales de cómo tienen que funcionar los hospitales y centros de salud, es acotada a aquéllos lugares donde imponemos con la lucha algún grado de participación. Tampoco existen mecanismos de control presupuestario que prevenga la corrupción de los funcionarios, la burocracia sindical y las patronales.
En nuestro modelo, proponemos que se construyan comités de crisis, protocolos y comisiones de trabajadores y usuarios para abordar el día a día de los centros de salud. Que las compras y contrataciones sean sometidas a control de los mismos, realizando un seguimiento de las mismas. De esta manera se evitaría el desfalco que actualmente realizan la burocracia sindical y las patronales a sus bolsillos.