Murió un 5 de agosto de 1895. Su nombre está ligado indisolublemente al de Karl Marx, con quien además de una entrañable amistad compartió las elaboraciones que alumbraron el socialismo científico. Aunque Engels dijo “al lado de Marx siempre toqué el segundo violín”[1], sus investigaciones sobre economía y sobre la situación de la clase obrera inglesa ejercieron gran influencia sobre Marx. El surgimiento del “marxismo” es en realidad fruto del trabajo en común. Cuando el mundo vive una crisis capitalista inédita y nuevas generaciones se acercan a las ideas socialistas, es esencial rescatar su vida, su trayectoria e incentivar la lectura de sus obras.
Por Emilio Poliak
Engels nació en Barmen, ciudad de la región renana de Prusia, el 28 de noviembre de 1820. Su familia era propietaria de fábricas textiles, conservadora y muy religiosa. La aspiración de que su hijo se convirtiese en un empresario que continuase el negocio familiar entró en contradicción permanente con las inquietudes del joven Friedrich. Poco antes de terminar el colegio secundario fue enviado por su familia a perfeccionarse en cursos de importación y exportación, pero pronto abandonó ese camino y se alistó en el servicio militar. En Berlín se vio atraído por los círculos de intelectuales liberales que expresaban el espíritu revolucionario de la época.
Eran tiempos en que las ideas de la Revolución Francesa se propagaban por Europa y en la confederación germánica, que estaba lejos todavía de su revolución democrática. La oposición al poder del reino prusiano se manifestaba esencialmente en el movimiento literario de la “Joven Alemania”, para el cual escribió varios artículos, y luego en lo que se conoció como la “izquierda hegeliana”. Este movimiento político-filosófico rescataba de Hegel su método dialéctico, pero cuestionaba su aspecto religioso que servía de base al régimen prusiano. Engels, al igual que Marx, fueron parte de este movimiento con el que romperían años después por su carácter meramente contemplativo de la realidad.
La ligazón a la clase obrera inglesa
En 1842 Engels se trasladó a Manchester para trabajar en una de las empresas de su padre. Inglaterra era la cuna de la revolución industrial, en donde el sistema capitalista alcanzaba su mayor desarrollo y mostraba sus características esenciales. Allí dedicó casi dos años a conocer de manera directa las condiciones de vida del proletariado y de sus organizaciones, tomó contacto con las ideas de los socialistas utópicos, con el movimiento cartista[2] y comenzó el estudio de la economía capitalista y sus leyes.
Las conclusiones de sus estudios las volcó en diferentes artículos durante esos años y en 1845 publicó el libro La situación de la clase obrera en Inglaterra, en donde describe las penurias del proletariado pero al mismo tiempo señala con fuerza que no sólo es una clase que sufre sino que pelea, que lucha, que se organiza y en su lucha se encuentra la fuerza que puede cambiar la sociedad. Dice en la introducción, dirigiéndose a los obreros ingleses: “He aquí cómo he procedido: he renunciado a la sociedad y a los banquetes, al vino y al champán de la clase (burguesa)[3], he consagrado mis horas de ocio casi exclusivamente al trato con simples obreros; me siento a la vez contento y orgulloso de haber obrado de esa manera. Contento, porque de ese modo he vivido muchas horas alegres, mientras al mismo tiempo conocía vuestra verdadera existencia -muchas horas que de otra manera hubieran sido derrochadas en charlas convencionales y en ceremonias reguladas por una fastidiosa etiqueta; orgulloso, porque así he tenido la ocasión de hacer justicia a una clase oprimida y calumniada a la cual, pese a todas sus faltas y todas las desventajas de su situación, sólo alguien que tuviera el alma de un mercachifle inglés podría rehusar su estima […]
“Gracias a las amplias oportunidades que he tenido de observar al mismo tiempo a la clase (burguesa), vuestra adversaria, he llegado muy pronto a la conclusión de que tenéis razón, toda la razón, de no esperar de ella ninguna ayuda. Sus intereses y los vuestros son diametralmente opuestos, aunque trate sin cesar de afirmar lo contrario y quiera haceros creer que siente por vuestra suerte la mayor simpatía. Sus actos desmienten sus palabras. Yo espero haber aportado suficientes pruebas de que la clase (burguesa) -pese a todo lo que se complace en afirmar- no persigue otro fin en realidad que el de enriquecerse por vuestro trabajo, mientras pueda vender el producto del mismo, y de dejaros morir de hambre, desde el momento en que ya no pueda sacar más provecho de este comercio indirecto de carne humana”.
Encuentro con Marx
Engels había colaborado con los Anales franco-alemanes, la revista que Marx editaba en París junto a Arnold Ruge. Allí había publicado un artículo titulado Esbozo para una crítica de la economía política, a partir de los estudios realizados en Manchester. En 1844 viaja a Francia, en donde se encuentra con Marx, y a partir de ese momento la vida de ambos estaría íntimamente vinculada, marcada por la amistad y el trabajo en común.
Cuando Marx es expulsado de Francia ambos se instalan en Bruselas, en donde elaboran la mayoría de sus trabajos conjuntos. En 1844 escriben La sagrada familia, obra que marca la ruptura definitiva con la izquierda hegeliana al cuestionar que la crítica en sí misma no produce cambios si no es como punto de partida para la acción política. Años después escriben La ideología alemana, en donde exponen por primera vez la concepción materialista de la historia. Crearon el comité de correspondencia comunista tomando contacto con la Liga de los Justos, una organización de obreros, artesanos e intelectuales alemanes exiliados que tenían grupos en París, Bruselas y Londres.
Engels y Marx se afiliaron en 1847 y dieron una batalla al interior para dotar a la organización de una teoría correcta frente a las concepciones más cercanas al socialismo utópico que mantenía la Liga en ese entonces. Finalmente la organización cambiará su nombre por Liga de los Comunistas y Marx y Engels recibieron el encargo de redactar su programa y objetivos. Marx lo redactó sobre la base de un trabajo de Engels que se llamaba Principios del comunismo. Este material se editó en 1848 como Manifiesto del Partido Comunista y se transformó en el documento fundacional del socialismo científico.
Un militante revolucionario
La obra de Engels, al igual que la de Marx, no estaba dirigida a los círculos intelectuales ni universitarios. Todas sus elaboraciones sobre filosofía, economía e historia tenían el objetivo de dotar a la clase obrera de un análisis científico de la realidad y un programa para la transformación social. Por eso la actividad teórica era parte inseparable de la actividad revolucionaria y la construcción de organizaciones para llevarlas adelante.
Cuando estalló la revolución alemana de 1848, organizaron el ingreso de unos 300 militantes de la Liga de los Comunistas para participar del proceso, interviniendo en las acciones del movimiento de masas y elaborando análisis y políticas desde la redacción de la Nueva gaceta renana dirigida por Marx. Engels fue parte también de la fundación y dirección de la Asociación Internacional de Trabajadores, la Primera Internacional, ocupando en alguna oportunidad su Consejo General. Luego del fallecimiento de Marx fue el principal referente de la Segunda Internacional, la Internacional Socialista que construyó grandes partidos marxistas. Su vida no fue la de un intelectual académico, sino la de un teórico y militante al servicio de la revolución obrera.
Celebración de la amistad
La amistad que establecieron Engels y Marx por casi 40 años es parte de la historia del movimiento obrero y ejemplo de un tipo de relación afectiva despojada de toda la hipocresía de un sistema que cosifica todas las relaciones sociales y fomenta el individualismo como forma de realización humana. Construida alrededor de la pelea por liberar a la clase obrera y a la humanidad de toda explotación y opresión, era fruto de la admiración y colaboración mutuas, desprovista de envidias y egos, unida por un lazo de solidaridad capaz de ordenar la vida propia en función de la vida del amigo para realizar una tarea que los trascendía a ambos.
Cuando Marx comenzó a escribir El Capital, la disposición de Engels para que pudiera terminarlo no tuvo límites. Varios de los artículos que Marx firmó para el periódico norteamericano New York Tribune, y que eran casi su única fuente de ingresos, fueron escritos por Engels para que su amigo no tuviese que abandonar un trabajo de tal envergadura y trascendencia. Su buena posición económica producto de la administración de la empresa familiar la puso a disposición de garantizar el sostenimiento de Marx y su familia.
Los miles de cartas que forman parte de la correspondencia entre ambos son el reflejo de esta relación de debates permanentes, intercambio de datos, apreciaciones e investigaciones y de las preocupaciones por la situación del otro. En una de ellas, cuando Marx enfermo trabajaba para finalizar El Capital, le escribe a Engels: “puedes estar seguro de que haré todo lo posible por dar cima cuanto antes a este trabajo, que gravita sobre mí como una pesadilla”. Y éste le responde: “Mucho me alegra el que lo del libro vaya de prisa, algunas de las expresiones de tu carta anterior me habían hecho sospechar si te encontrarías de nuevo en una de esas repentinas encrucijadas en que se va aplazando todo sin fecha fija. El día en que vea impresa la obra me emborracho sin remedio, a menos que vengas tú al día siguiente y podamos celebrarlo juntos…”
Finalmente, el 16 de agosto de 1867 a las dos de la madrugada, Marx vuelve a escribir: “Querido Fred: Acabo de corregir el último pliego (el 49) del libro. El apéndice, acerca de las formas del valor, impreso en tipo pequeño, ocupa 1 1/4 pliegos. También corregí el prefacio y lo envié ayer. Este tomo, por lo tanto estará terminado, y que ello fuera posible lo debo únicamente a ti. Sin tu sacrificio por mí, jamás hubiera podido realizar el enorme trabajo de escribir los tres volúmenes. ¡Te abrazo, lleno de gratitud! Acompaño dos pliegos de pruebas corregidas. He recibido las quince libras esterlinas; muchas gracias. Te saludo, mi querido, amado amigo”[4].
Sus últimos años
Cuando Marx murió en 1883, Engels se convirtió en su principal divulgador y continuador de su trabajo. Varios años los dedicó a reunir y ordenar los manuscritos y borradores que había dejado su amigo para poder completar El Capital, del que en vida de Marx sólo se había editado el primer tomo. Engels logró terminar el segundo todo en 1885 y el tercero en 1894. El cuarto nunca lo llegó a terminar.
Al mismo tiempo publicó una serie de obras muy importantes para el desarrollo del movimiento socialista, dos de los cuales son de lectura imprescindible. En 1880 escribió Del socialismo utópico al socialismo científico, en donde desarrolla de manera brillante el surgimiento del socialismo científico no como el invento nacido mágicamente de la mente de dos genios, sino como la continuidad (y crítica) de las ideas más avanzadas de los pensadores de la época, a las que Lenin luego llamaría “tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo”.
- En primer lugar la historiografía francesa y el socialismo utópico, del que en dicha obra plantea: “Se pretendía sacar de la cabeza la solución de los problemas sociales, latente todavía en las condiciones económicas poco desarrolladas de la época. La sociedad no encerraba más que males, que la razón pensante era la llamada a remediar. Tratábase por eso de descubrir un sistema nuevo y más perfecto de orden social, para implantarlo en la sociedad desde fuera, por medio de la propaganda, y a ser posible, con el ejemplo, mediante experimentos que sirviesen de modelo. Estos nuevos sistemas sociales nacían condenados a moverse en el reino de la utopía; cuanto más detallados y minuciosos fueran, más tenían que degenerar en puras fantasías.”
- En segundo lugar la filosofía clásica alemana, en especial el método dialéctico de Hegel: “La filosofía alemana moderna encontró su remate en el sistema de Hegel, en el que por vez primera -y ése es su gran mérito- se concibe todo el mundo de la naturaleza, de la historia y del espíritu como un proceso, es decir, en constante movimiento, cambio, transformación y desarrollo y se intenta además poner de relieve la íntima conexión que preside este proceso de movimiento y desarrollo. Contemplada desde este punto de vista, la historia de la humanidad no aparecía ya como un caos árido de violencias absurdas, igualmente condenables todas ante el fuero de la razón filosófica hoy ya madura, y buenas para ser olvidadas cuanto antes, sino como el proceso de desarrollo de la propia humanidad”. Y critica que “Hegel había liberado a la concepción de la historia de la metafísica, la había hecho dialéctica; pero su interpretación de la historia era esencialmente idealista. Ahora, el idealismo quedaba desahuciado de su último reducto, de la concepción de la historia, sustituyéndolo una concepción materialista de la historia, con lo que se abría el camino para explicar la conciencia del hombre por su existencia, y no ésta por su conciencia, que hasta entonces era lo tradicional.”
- La tercera fuente era la economía política inglesa, desarrollada sobre todo por Adam Smith y David Ricardo: “De este modo el socialismo no aparecía ya como el descubrimiento casual de tal o cual intelecto de genio, sino como el producto necesario de la lucha entre dos clases formadas históricamente: el proletariado y la burguesía. Su misión ya no era elaborar un sistema lo más perfecto posible de sociedad, sino investigar el proceso histórico económico del que forzosamente tenían que brotar estas clases y su conflicto, descubriendo los medios para la solución de éste en la situación económica así creada.”
Engels concluye: “Estos dos grandes descubrimientos, la concepción materialista de la historia y la revelación del secreto de la producción capitalista, mediante la plusvalía, se los debemos a Marx. Gracias a ellos, el socialismo se convierte en una ciencia, que sólo nos queda por desarrollar en todos sus detalles y concatenaciones.”
Y tras describir las principales características del socialismo científico, resume: “III. Revolución proletaria, solución de las contradicciones: el proletariado toma el poder político, y, por medio de él, convierte en propiedad pública los medios sociales de producción, que se le escapan de las manos a la burguesía. Con este acto, redime los medios de producción de la condición de capital que hasta allí tenían y da a su carácter social plena libertad para imponerse. A partir de ahora es ya posible una producción social con arreglo a un plan trazado de antemano. El desarrollo de la producción convierte en un anacronismo la subsistencia de diversas clases sociales. A medida que desaparece la anarquía de la producción social languidece también la autoridad política del Estado. Los hombres, dueños por fin de su propia existencia social, se convierten en dueños de la naturaleza, en dueños de sí mismos, en hombres libres”[5].
Patriarcado, clases, Estado
En 1884 Engels publica El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, otra de sus obras clave. Antes, la aparición del libro La sociedad primitiva, del investigador norteamericano Lewis Morgan, aportaba nuevos elementos históricos que reafirmaban la concepción materialista de la historia sobre el cual Marx había dejado varias anotaciones: “En América, Morgan descubrió de nuevo, y a su modo, la teoría materialista de la historia, descubierta por Marx cuarenta años antes, y, guiándose de ella, llegó, al contraponer la barbarie y la civilización, a los mismos resultados esenciales que Marx”[6].
En base a esos elementos, Engels desenvuelve en profundidad un análisis científico del desarrollo social de la humanidad, partiendo de las comunidades primitivas basadas en las gens de derecho materno y las modificaciones que se producen en las formas familiares a partir del surgimiento de nuevas formas de producción y propiedad. Demuestra cómo la aparición del patriarcado está relacionada al surgimiento de la propiedad privada, sentando así una base para comprender la relación entre la liberación de la mujer y la eliminación de la sociedad de clases: “El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuñó también las riendas en la casa; la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción. Esta baja condición de la mujer, que se manifiesta sobre todo entre los griegos de los tiempos heroicos, y más aún en los de los tiempos clásicos, ha sido gradualmente retocada, disimulada, y en ciertos sitios, hasta revestida de formas más suaves, pero no, ni mucho menos, abolida”.
También demuestra que el Estado no existió siempre, sino que es parte del desarrollo histórico y aparece con el surgimiento de las clases sociales como manifestación de sus intereses irreconciliables: “Así, pues, el Estado no es de ningún modo un poder impuesto desde fuera de la sociedad; tampoco es ‘la realidad de la idea moral’, ‘ni la imagen y la realidad de la razón’, como afirma Hegel. Es más bien un producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo determinado; es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma y está dividida por antagonismos irreconciliables, que es impotente para conjurar. Pero a fin de que estos antagonismos, estas clases con intereses económicos en pugna no se devoren a sí mismas y no consuman a la sociedad en una lucha estéril, se hace necesario un poder situado aparentemente por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el choque, a mantenerlo en los límites del ‘orden’. Y ese poder, nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de ella y se divorcia de ella más y más, es el Estado”.
Otras obras importantes escritas por Engels durante sus últimos años fueron La dialéctica de la Naturaleza, el Anti-Dühring y Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.
“Memoria eterna a un gran luchador y maestro del proletariado”
Con esas palabras Lenin finaliza su texto dedicado a Engels tras su muerte, el 5 de agosto de 1895. No hay nada de exageración en esa frase y por eso la hacemos propia. Sus aportes para sentar las bases científicas de la lucha por la liberación de la clase obrera y los sectores oprimidos de toda explotación y opresión fueron fundamentales y mantienen plena vigencia. Con este artículo le rendimos nuestro homenaje y asumimos el compromiso de continuar su lucha y acercar su obra a las jóvenes generaciones que se acercan a la pelea por el socialismo.
[1] Carta de Engels a I. Ph. Becker, 15 de octubre de 1884.
[2] Primer movimiento político de la clase obrera inglesa, que peleaba centralmente por el derecho al voto para los trabajadores.
[3] En el original dice clase media, pero más adelante aclara: “he utilizado […] la expresión clase media en el sentido del inglés middle; esta expresión designa, como la palabra francesa burguesía, la clase poseedora y muy particularmente la clase poseedora distinta de la llamada aristocracia”.
[4] Correspondencia entre K. Marx y F. Engels.
[5] Del socialismo utópico al socialismo científico, 1880.
[6] Prefacio de El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, 1884.