De las expectativas iniciales. La asunción de Alberto Fernández despertó expectativas en importantes sectores de trabajadorxs, jóvenes y del movimiento de mujeres. Después de cuatro años de un gobierno antipopular como el de Macri, las promesas del Frente de Todos de recuperar la economía, redistribuir la riqueza, ampliar derechos, e implementar un modelo que favorezca a los sectores más postergados contaron con una amplia base de apoyo. Con la llegada de la pandemia, la declaración de la cuarentena, temprana en relación a otros países, ratificó ese apoyo sostenido en el llamado a la unidad nacional para combatir al enemigo común encarnado en el COVID-19.
Pasados ocho meses de gobierno la situación es muy distinta, con un desgaste creciente que empieza a sentirse incluso entre la propia base social y de votantes del FDT. La razón de este cambio hay que buscarlas en las respuestas de AF frente a la situación económica, social y sanitaria durante estos meses que han agravado aún más la situación del pueblo trabajador.
La realidad de los hechos. La implementación de la cuarentena en marzo tuvo un marcado apoyo social, sobre todo al ver la situación de otros países donde se había hecho en forma tardía. Sin embargo, como advertimos en su momento, esta medida correcta por sí sola no alcanzaba. Era necesario aprovechar para tomar medidas de fondo que fortalecieran el sistema público de salud: testeos masivos, incorporación de personal, suministro de equipos de protección a la primera línea, poner la industria al servicio de la producción de los elementos necesarios para atender la emergencia sanitaria, unificar todo el sistema de salud con control de sus trabajadorxs y al mismo tiempo implementar medidas de contención social para trabajadorxs informales y desocupadxs con un ingreso que cubra el costo de vida. Nada de esto se hizo, en cambio se fue cediendo a las presiones de las patronales para liberar cada vez más la cuarentena. El resultado es que hoy nos encontramos con una tasa de contagios que se encuentra entre las más altas del mundo y un sistema de salud al borde de la saturación, con un crecimiento alarmante de contagios y muertes entre el personal de salud.
Nosotrxs cada vez más pobres. En lugar de volver al asadito y llenar la heladera, las penurias de las familias trabajadoras crecieron en la medida que se generalizaron las rebajas salariales, los despidos, las suspensiones y el aumento de la precarización laboral. Este panorama, con un millón de nuevos desocupados y una inflación que no se detiene llevaron los índices de pobreza por encima del 45%, y UNICEF pronostica que a fin de año un 63% de lxs niñxs del país serán pobres. Las medidas paliativas del gobierno como el IFE, fueron completamente insuficientes.
Ellxs cada vez más ricxs. La contracara son los beneficios cada vez mayores para los capitalistas. Los discursos épicos y combativos quedaron sólo en palabras y las expectativas generadas en algunos sectores ante los anuncios de investigar la deuda macrista, del impuesto a las grandes fortunas o la expropiación de Vicentín se diluyeron al ritmo que el gobierno fue cediendo a las presiones de las patronales. En cambio, se acordó con los bonistas legitimando el fraude y cediendo a casi todas sus pretensiones, se viene el comienzo de la negociación con el FMI sin ninguna auditoría y se utilizaron los fondos de la ANSES para subsidiar a grandes patronales.
¿Ampliación de derechos? Mientras tanto, al tiempo que crecen los casos de gatillo fácil y la represión institucional por parte de las fuerzas de seguridad del Estado, el gobierno sostiene a una figura siniestra como Berni e insiste con discursos de reconciliación en lugar de desmantelar el aparato represivo. Si agregamos la decisión de no tratar el proyecto de IVE, son varios los elementos que explican que cada vez más sectores cuestionen al gobierno de Alberto Fernández.
Banderazos reaccionarios. En este marco, la derecha salió a mostrar los dientes promoviendo distintas manifestaciones. Impulsados por referentes de Juntos por el Cambio y los medios de comunicación afines convocaron distintos cacerolazos y banderazos con un alto nivel de cinismo, como si no fueran responsables del endeudamiento, del vaciamiento de la salud pública y del deterioro de las condiciones de vida de los sectores populares. No hay nada positivo en estas acciones, son el intento de recuperar iniciativa y polarizar por parte de un sector reaccionario que no tiene ningún interés en las necesidades de las mayorías populares.
Apoyar a lxs que luchan. Hay otras movilizaciones que sí es necesario apoyar. La de lxs trabajadorxs de LATAM en defensa de su fuente laboral, la de lxs precarizadxs por sus condiciones de trabajo, la de los pueblos del litoral contra las quemas de humedales, la de docentes y estatales de Chubut a lxs que adeudan dos meses de salarios, las de los ceramistas y camioneros de Neuquén. En fin, las de la clase trabajadora que sale a enfrentar el ajuste, las del movimiento de mujeres contra los femicidios y por el aborto legal y por supuesto las que exigen justicia por Facundo Castro y la renuncia de Berni.
Fortalecer una opción de la Izquierda. Entonces hay una tarea de primer orden para la izquierda. Frente al descontento creciente en franjas que apoyaron al Frente de Todos no puede existir sólo la respuesta de la derecha reaccionaria. Es necesario que la izquierda sea protagonista. Se necesita convocar a una gran jornada nacional de la izquierda y los sectores en lucha que sirva para el triunfo de las peleas en curso y que muestre ante el movimiento de masas que hay otra opción, una alternativa que plantea una salida al servicio del pueblo trabajador con un programa que ajuste a los capitalistas y los especuladores. Desde el MST venimos proponiendo en la Mesa Nacional del FIT Unidad y en el Plenario del Sindicalismo Combativo, sin respuestas favorables por el momento, la necesidad de dar pasos concretos y urgentes en ese sentido.