Por Impulso Socialista
La crisis sanitaria mundial debido a la pandemia del COVID-19 ha sido el mejor termómetro para demostrar la crisis estructural del sistema capitalista. El mundo cada vez más se divide en dos bandos: el primero, la burguesía y todo su arsenal para salvaguardar sus intereses a través de regímenes cada vez más autoritarios en cada país, cuya principal consecuencia es la precarización de las condiciones de vida del 99% de la población, y el segundo, la indignación globalizada que se propaga al interior de la clase trabajadora y los sectores populares, con expresiones de fuertes rebeliones y procesos de lucha como viene sucediendo en Bielorrusia, Líbano, Bolivia, USA, Chile entre otros.
Colombia no se aleja de este panorama. Por un lado, el régimen de Duque ha condenado al 80% de la población a la barbarie, mientras él se dedica a poner toda la maquinaria estatal a disposición del Fondo Monetario Internacional-FMI y la burguesía local. Del otro lado, los trapos rojos se proliferan en las periferias y barrios populares, así como la crisis del sistema de salud que está a punto de colapsar, también se profundiza la violencia hacia a las mujeres, el asesinato sistemático de líderes y lideresas sociales, el auge paramilitar y las masacres a los jóvenes, la precarización laboral y el desempleo. Al punto, que los y las estudiantes de educación superior se debaten entre comer o pagar la matrícula.
No obstante, la pandemia no ha sido impedimento para que sectores del movimiento social y principalmente del movimiento estudiantil levanten banderas y escenarios de lucha en busca de garantizar matrícula cero universal para el conjunto del estudiantado. A pesar de que esta pelea se ha dado de forma atomizada y espontánea, los y las estudiantes se han tomado los campus universitarios en todas las regiones del país y han puesto en la opinión pública la crisis que atraviesan tanto las universidades públicas y el estudiantado.
Duque le da la espalda a la educación superior pública: ¿No hay plata para matrícula cero?
Durante la emergencia sanitaria, el gobierno nacional tuvo la capacidad de sancionar leyes vía decreto que permitían la asignación de recursos a programas e instituciones para el manejo adecuado de la pandemia y el declive económico que esta ha conllevado. Sin embargo, a pesar de direccionar grandes sumas de dinero a los bancos, empresas privadas y fuerzas militares y policiales como el Escuadrón Móvil Antidisturbios-ESMAD, no se han destinado recursos frescos y suficientes para fortalecer las instituciones públicas, especialmente a las instituciones de educación superior. Aún hoy, luego del despliegue de movilizaciones estudiantiles de decenas de instituciones de educación superior pública que a lo largo y ancho del país, levantaron su voz para visibilizar la profundización de las crisis presupuestal durante la pandemia, la inminente deserción (entre 30-50%) que se proyecta a causa de la crisis económica que atraviesan las familias colombianas y la brecha de conectividad histórica del país como reflejo de la desigualdad sistémica que padecemos, el gobierno nacional encabezado por Duque se ha negado a destinar nuevos recursos diferentes a los ya establecidos antes de la pandemia a través del Fondo Solidario por la Educación, Generación E y Jóvenes en Acción.
El gobierno nacional se niega a responder por las matrículas de las universidades que dependen del Estado como la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad Surcolombiana y la Universidad Pedagógica Nacional y manipula la opinión pública adjudicándose los logros del histórico Paro Nacional Estudiantil del 2018 donde se proyectaron adiciones presupuestales porcentuales junto al compromiso de pagos de pasivos de las IES, aumento del presupuesto de Colciencias y una reestructuración del ICETEX. Gracias a este conjunto de victorias parciales, hoy la educación superior pública tiene un rubro significativo dentro del Presupuesto General de la Nación para el 2021 como fruto de la ardua lucha estudiantil en defensa de la educación como derecho de los y las colombianas.
Resulta contradictorio que el gobierno nacional durante la pandemia haya redireccionado recursos de las arcas territoriales y regionales hacia el orden central (15 billones aprox.), justificando un manejo central de la pandemia. Pero, cuando el descontento social y especialmente estudiantil revienta con más de 15 huelgas de hambre a nivel nacional, Duque junto al Ministerio de Educación decide tajantemente dejar en manos de las gobernaciones, alcaldías y universidades, la búsqueda de soluciones prontas a las exigencias de los y las estudiantes por una matrícula cero universal. Es así, como la participación de las representaciones del Ministerio de Educación en las mesas de diálogo por la matrícula cero se ha reducido a presentar las medidas implementadas por el gobierno en el marco de la pandemia como Ingreso Solidario, subsidios extraordinarios para Jóvenes en Acción y los rubros insignificantes que se repartieron a las 32 universidades públicas a través del Fondo Solidario por la Educación. Como resultado, las gobernaciones han asumido en promedio un 70% del financiamiento de la matrícula y los recursos faltantes han salido principalmente del ajuste presupuestal de las universidades (planes de austeridad), algunas de las cuales redireccionaron los recursos de inversión para el fomento de la ciencia, investigación e innovación para cubrir dicho faltante y poder así garantizar la matrícula cero universal.
Adicionalmente, es importante traer a colación que el proyecto de Presupuesto General de la Nación para el 2021, redujo la participación en la designación presupuestal hacia la educación en un 0.6% y no dispone en sus prioridades el financiamiento pleno de la Ciencia, Investigación y Tecnología, y por el contrario lo recorta, ya que sólo dispone 256 mil millones para el Ministerio de Ciencia quien ahora asume el papel de Colciencias. Esto implica otro golpe presupuestal para las IES ante la reducción sustancial de sus recursos de inversión en investigación y extensión que son fundamentales para los ingresos de las instituciones de educación superior.
El horizonte del movimiento estudiantil: ¿Cómo avanzamos los y las estudiantes junto al pueblo explotado?
El movimiento estudiantil es una de las muestras vivientes de cómo, sin importar las circunstancias bajo una temporalidad y contexto determinado, encuentra las herramientas y formas para impulsar luchas a favor de los intereses del estudiantado. La pelea por la matrícula cero es una de esas tantas disputas que, a pesar de las condiciones del movimiento se obtuvieron victorias parciales.
Antes de que la pandemia nos confinara en nuestras casas, el movimiento estudiantil ya presentaba rasgos de cuarentena expresado en la forma como culminó el paro histórico del 2018 y la instrumentalización por parte del Comité Nacional de Paro en el levantamiento social del 21N de 2019, lo que redujo al movimiento a un simple músculo de movilización, donde una vez más las direcciones tradicionalmente reformistas y burocráticas del movimiento abandonaron los objetivos levantados en las calles. Esto causó un impacto negativo en el estudiantado, que vio como todo un año de lucha se esfumaba, alejándose de la lucha política, fragmentado, desarticulado y fuertemente desgastado.
Esta política de concertación y conciliación de las direcciones estudiantiles y sociales cristalizadas en el hoy Comité Nacional de Paro le dio un respiro al gobierno para reacomodarse y sin ningún obstáculo, aprovechar la cuarentena para imponer el paquetazo vía decretos de emergencia.
Es por lo anterior, el por qué la disputa de matrícula cero se dio de forma desarticulada y espontánea y como la estructura que articulaba mayoritariamente al movimiento estudiantil a nivel nacional (UNEES) perdió legitimidad y fuerza, reducida a una existencia formal y de movimiento en redes sociales y que sumado a que los sectores estudiantiles más institucionalizados se dedicaron con poco éxito a hacer lobby parlamentario, se imposibilitó la articulación de las diferentes iniciativas que se desarrollaban en las IES a nivel nacional, lo que generó que la exigencia por matrícula cero se trasladara a los gobiernos departamentales, locales y a las IES públicas, y así se aisló cada lucha mientras el gobierno central sin ninguna presión, entrega los recursos públicos al capital financiero.
A pesar de esto, ya son varias IES públicas que, gracias a la lucha estudiantil hoy cuentan de manera formal con matrícula cero para este semestre, victoria parcial que en materia política abona en la recuperación de la confianza en la lucha estudiantil, pero que nos pone en el panorama el sinsabor si esta victoria justifica que las universidades hayan tenido que asumir un porcentaje de esta, con un déficit presupuestal histórico y que se duplica en pandemia.
Un sin número de retos son los que actualmente enfrenta el movimiento estudiantil y el conjunto de movimientos sociales con el auge del paramilitarismo, el aumento de pie de fuerza de las fuerzas militares aunado a una doctrina de derecha impulsada por el uribismo, y en general la precarización de la vida en Colombia. Ahora, en el marco de una pandemia combinada con una crisis económica que socava aún más la desigualdad social, donde quienes nos gobiernan buscan rescatar a los bancos a costa de la precariedad de las clases populares explotadas, se hace necesario reagruparnos como sectores en lucha por un objetivo común: consolidar un programa que impulse un paro general indefinido como herramienta que combata la política de ajuste y la represión impuesta a la clase trabajadora y los sectores populares.
El levantamiento del pueblo no ha dado espera evidenciado en el surgimiento espontáneo de movilizaciones y formas de lucha con adopción incluso de las medidas de bioseguridad para evitar la propagación del COVID-19 durante las protestas, por ejemplo, la Marcha por la Dignidad que recorrió el paisaje colombiano desde el suroccidente del país hasta los páramos del nororiente, junto a las decenas de huelgas de hambre encabezadas por estudiantes y ahora con las distintas movilizaciones los y las trabajadoras precarizadas en las principales ciudades del país. Esto sólo nos devela una verdad y es que nuestros derechos, en especial el derecho de defender nuestros derechos, no se limitan durante esta emergencia sanitaria. Aunque represente un reto de planificación y organización, estas luchas espontáneas por sectores necesitan dar un salto desde el trabajo comunitario y colectivo consciente a una disputa conjunta que desencadene acciones de rebeldía desde todos los sectores que en la calle confronten el régimen opresor.
La precarización de la educación de ninguna forma dista de la política de ajuste del régimen de Duque. Ante la negativa del gobierno de garantizar la matrícula cero universal para el 2020-2 cuando se sabe que la crisis económica ha generado un retroceso a Colombia de casi una década, nos orienta a entender que la matrícula cero universal para los próximos años enmarcada como proyecto de gratuidad y accesibilidad de la educación superior pública será una necesidad inmediata del pueblo colombiano. En esa medida, como estudiantado debemos consolidarnos en contra de la educación como privilegio: postulando la gratuidad universal en la educación, la condonación total de los créditos estudiantiles del ICETEX junto a la reforma de la Ley 30 del 1992 que garantice un financiamiento acorde al crecimiento de las instituciones de educación superior pública. No obstante, debemos aclarar que esta no es una lucha que podamos adelantar únicamente como sector estudiantil, y por ello, para conseguir victorias reales, debemos partir de la realidad que atraviesa Colombia, la cual nos convoca a generar una articulación no sólo dentro del movimiento estudiantil sino de todas las diversas expresiones del movimiento social.
Esta realidad y la que viene post-pandemia para las condiciones de la clase trabajadora y los sectores populares demanda una serie de tareas que permitan prepararnos para el escenario de lucha que viene, donde el movimiento estudiantil tiene un papel importante:
- La pelea por matrícula cero no ha acabado, por el contrario, se desarrolla y se debe proyectar, por tanto, es imperante reagrupar las fuerzas ganadas en esta etapa para construir una política común a nivel nacional para concentrar las fuerzas y elevar el nivel de contundencia de la pelea: hay que preparar un encuentro nacional estudiantil.
- Conservar y fortalecer los escenarios de articulación levantados en esta coyuntura, hay que robustecerlos y democratizarlos para que se consoliden y permitan ser la base del impulso nacional.
- Esta pelea requiere la unidad de todos los sectores sociales. La crisis económica y el fortalecimiento del paramilitarismo y las fuerzas represivas del Estado requieren de una amplia unidad entre el movimiento social, para la defensa de la clase trabajadora y los sectores populares, bajo un programa radical que combata las políticas neoliberales y proyecten un cambio estructural.
- Avanzar hacia la consolidación de un paro general indefinido como la herramienta necesaria para una victoria real.
Por ello, una la articulación de sectores con bases amplias y democráticas, apoyadas u orientadas en movilizaciones masivas. De ninguna forma deben ser obstaculizadas por las direcciones burocráticas y reformistas que hoy actúan como sector conciliador ante el gobierno.
En ese sentido, llamamos a formar un movimiento plenamente democrático y diverso de base comunitaria, popular, estudiantil y en general revolucionario, que demuestre que no somos una minoría quienes nos organizamos y nos movilizamos para cambiar la realidad ensombrecida de nuestro país, por el contrario, la minoría son aquellos que monopolizan el poder político y bañan de sangre nuestro territorio.