Les trabajadores soportamos los efectos de una crisis sociosanitaria sin precedentes. El gobierno y las patronales preparan nuevos ajustes que cuentan con el aval vergonzante de la vieja dirigencia sindical. Necesitamos reclamar, pero también, desbordando a la burocracia, preparar desde abajo el paro nacional.
Por Guillermo Pacagnini
El gobierno de Fernández, por más esfuerzos que haga para barnizar su gestión, ya no puede disimular su responsabilidad en la crisis apelando a la pesada «herencia» macrista. Apenas asumió, ajustó. Eliminando la movilidad previsional, cláusulas gatillo y cambiando aumentos de salario por sumas en negro. Durante la pandemia siguió con despidos, suspensiones, ajuste estatal, teletrabajo precario y rebajas salariales, pactadas entre la CGT y la UIA. Y la hoja de ruta que se viene es de más ajuste y nuevo intento de reformas estructurales (previsional, laboral). Los acuerdos por la deuda, el plan 2020/2030 y el presupuesto nacional, preanuncian ese programa antiobrero.
Pese a la pandemia los reclamos fueron creciendo y, ante un horizonte de mayor confrontación, el gobierno impulsa dos políticas preventivas: el pacto social y, por si falla, un megaplan represivo.
La burocracia en la vereda del gobierno
La integración al nuevo gobierno de todas las alas de la burocracia es un dato de los nuevos tiempos. Con distinta magnitud y profundidad en sus lazos e integración orgánica, se sumaron todos al frente gobernante. Desde la CGT, a las distintas CTA. Pasan a ser la pata sindical del gobierno, garantizan los recortes en el Estado y presupuestos sociales, despidos y suspensiones, precarización y hasta votan leyes de teletrabajo con los diputados de extracción sindical. Se han puesto al servicio del gran acuerdo, ese pacto social obrero- empresarial o alianza de clases; que plantean desde Duhalde hasta Cristina, con el verso de «esto lo arreglamos entre todos» pretenden que sea la garantía para el ajuste que se viene y las reformas reaccionarias que dejó inconclusas el macrismo, y figuran en la agenda del gobierno pejotista.
Esta ubicación de la burocracia en la vereda del gobierno plantea una contradicción a resolver por los luchadores sindicales combativos y la izquierda. Por un lado son la santa alianza para dejar librados a su suerte las luchas como lo vienen haciendo, dividiendo, trabando, traicionando. Así lo hicieron con centenares de luchas en defensa de la fuente de trabajo, que han tenido que salir desbordando o apelando a la conducción de un nuevo activismo. O cerrando paritarias exprés, aceptando indignas cuotas.
Paro al mismo tiempo, se abre un gran espacio para la disputa por dar pasos en la construcción de la nueva dirección que hace falta. Las luchas vienen siendo duras para superar este escollo, pero a la vez con un heroico activismo que desborda, se autoconvoca o se pone al frente de las luchas. Así fue la heroica pelea de les trabajadores de LATAM y las innumerables manifestaciones de protesta de les trabajadores de la salud. Ahora con la rebelión de la enfermería a la vanguardia como graficamos en las páginas de esta misma publicación.
Hay otra salida
Sin dudas vamos a importantes confrontaciones por el trabajo, el salario, las condiciones laborales, la salud, la educación, el derecho a la tierra y a la vivienda. Pretenden convencernos que la única salida es el plan de ajuste del gobierno o las variantes más salvajes que reclaman sectores de la derecha. Los empresarios en el coloquio de IDEA le reclamaron celeridad y profundidad a Fernández. Y todos, burocracia sindical incluida, fomentan un rápido acuerdo con el FMI que receta ajuste y un programa de reformas laboral y previsional, Todos pretenden que la crisis la sigamos pagando los trabajadores y el pueblo. Pero hay otra salida que planteamos desde la izquierda y los sectores combativos por la que tenemos que pelear. En las asambleas, reuniones de activistas, plenarios de delegados, que arranquemos u organicemos, a la par del reclamo más urgente de salario y condiciones laborales, tenemos que discutir este plan alternativo obrero y popular. Que arranca por reclamar un aumento general de salarios, planes sociales y jubilaciones para llevar el mínimo a no menos de 75.000 como señalan los trabajadores del INDEC actualizado según inflación, la prohibición real de despidos y suspensiones expropiando a la empresa que no cumpla, la ruptura con el FMI y el no pago de la deuda e impuestos progresivos a las corporaciones y los ricos.
Reclamar el paro y avanzar hacia una nueva dirección
Los luchadores combativos y la izquierda tenemos la responsabilidad de apoyar las luchas en curso y prepararnos para las confrontaciones que se vienen. La vieja dirigencia será un escollo a superar para desarrollar las peleas hasta el final y poder ganar. Los conflictos actuales marcan una tendencia al desaborde y la autoorganización que hay que apoyar y profundizar. Muestran que les trabajadores pueden romper ese molde que pretende domesticarlos, se rebelan y encuentran el camino a la lucha. Así lo hicieron los jóvenes precarizados, los activistas de decenas de empresas que pretendieron cerrar sus puertas aduciendo procedimientos de crisis. También les trabajadores de la salud con el sindicalismo combativo de CICOP en Buenos Aires, las autoconvocatorias de Misiones o les enfermeres de CABA que organizan asambleas y también fortalecen nuevos sindicatos de lucha como la ALE.
Mientras denunciamos la complicidad de estos dirigentes y llamamos a desbordarlos, no hay que dejarles ni un minuto de tranquilidad en su paraíso gobiernero. Hay que seguir reclamando enérgicamente la convocatoria a asambleas por lugar y gremio para decidir sobre los programas de lucha y las medidas democráticamente. Exigir plenarios abiertos de delegados y activistas. Y reclamar que se convoque a un paro nacional, preparado en la base, activo, con cortes y movilizaciones y con continuidad en un plan de lucha nacional. Reclamar ese paro general y estas medidas, aunque la burocracia lo niegue es una necesidad. En el camino de ir fortaleciendo los nuevos dirigentes de base que están surgiendo, en el camino de la nueva dirección democrática y para la lucha que se necesita. Nuestra Agrupación Nacional Clasista Antiburocrática (ANCLA), la corriente sindical del MST y sus agrupaciones en todo el país, en cada gremio y lugar de trabajo, viene impulsando estas propuestas de lucha y organización, y la articulación del Plenario del Sindicalismo Combativo con la izquierda. Seguimos al servicio de estos desafíos.