Apoyamos las movilizaciones por derechos democráticos y sociales. Lo hacemos desde una perspectiva de independencia de clase, sin depositar confianza en la oposición liberal de Alexei Navalni.
Por Rubén Tzanoff
En las ciudades más importantes de Rusia se desarrollan movilizaciones de cientos de miles de personas, llamadas por el líder opositor Alexei Navalni. Tienen un componente social heterogéneo, participan trabajadores, jóvenes, universitarios, mujeres y jubilados, también sectores de clase media y, en menor medida, burguesa. Como nos explican nuestros camaradas del Este Europeo: “Es importante enfatizar que en Rusia también existe el llamado “síndrome generacional”, que tuvo lugar recientemente en las protestas bielorrusas. Putin comenzó a cumplir con los deberes del presidente de la Federación de Rusia por decisión de Yeltsin el 31 de diciembre de 1999. Toda una generación de rusos ya ha crecido en condiciones de gobierno incontestado y antidemocrático. Una generación que ya está esperando cualquier cambio, tanto en su vida como en su Estado. La personificación de la protesta callejera ahora se está produciendo no tanto en términos de apoyo a Navalni como en términos de odio a Putin”. Los acontecimientos recientes han dejado en claro que el régimen bonapartista de Vladimir Putin no es tan estable como pretende demostrar el aparato propagandístico ruso y que las masas están cada vez menos dispuestas a soportar la actual «estabilidad» antidemocrática y de privaciones sociales.
Brutal represión
El poder político ha respondido con represión, persecución y cárcel para miles de personas por el sólo hecho de participar en las movilizaciones. Según portales independientes, hubo un récord de 5.646 personas detenidas -entre las cuales se encuentran decenas de periodistas- en Moscú, San Petersburgo, Vladivostok, Novosibirsk, Yekaterimburgo y otras ciudades. Los derechos humanos y democráticos se siguen violando miserablemente, como nos cuentan nuestros compañeros desde San Petersburgo: “Las protestas son pacíficas, pero la policía moviliza a cada vez más efectivos, utilizan gas pimienta, granadas paralizantes, porras y armas paralizantes.“ Hasta el veredicto del juicio a Navalni “Los detenidos durante el 31 de enero aún permanecen en autobuses sin agua, comida ni calefacción suficiente. Sin lugares para sentarse ni para dormir, la gente ha permanecido en jaulas por más de 50 horas. Hay razones de sobra para que el descontento social contenido durante años se está abriendo camino. El poder lo sabe, por eso actúa brutalmente para sembrar miedo y evitar que la movilización se extienda y se profundice, como sucede en la vecina Bielorrusia con la heroica lucha de su pueblo contra la dictadura de Alexander Lukashenko, protegido de Putin.
También hay sectores burgueses disconformes. A lo largo del tiempo, Putin introdujo metódicamente a sus amigos en el más alto nivel de la clase capitalista rusa, favoreciendo sus negocios personales desde las estructuras del Estado. La economía sigue dependiendo fundamentalmente del comercio internacional de hidrocarburos (gas, petróleo y sus productos refinados), controlados férreamente por una élite oligárquica estrechamente relacionada a Putin. Esta realidad ha provocado insatisfacción en segmentos burgueses que aspiran a obtener una mayor tajada de ganancias, para lo cual dejan vislumbrar su deseo de que se realice algún tipo de transición suave desde el bonapartismo de Putin hacia un nuevo formato de poder estatal que los favorezca.
Navalni, la punta de un iceberg con mar de fondo
El detonante del proceso de movilizaciones fue el intento de asesinato por envenenamiento del principal líder opositor, Alexei Navalni. Su curación se completó en Alemania y a su regreso fue detenido en Moscú. Como corolario, acaba de recibir una sentencia de tres años y medio de cárcel bajo la acusación de no haber cumplido las condiciones de una pena de prisión en 2014, que fue armada por el gobierno y declarada ilegal por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Intentando capitalizar el descontento social, en la actualidad Navalni llama a organizar sindicatos independientes, exige aumentos salariales, de pensiones y realiza otros reclamos. Aun así, no depositamos ninguna confianza en él. Se trata de un dirigente que defiende al sistema capitalista, proimperialista y que no reniega de las aspiraciones expansionistas rusas. Comenzó su carrera como nacionalista de derecha, fue un organizador y participante de las llamadas «Marchas rusas» de Moscú, que reunieron a la parte más reaccionaria, ultraderechista y conservadora de las fuerzas políticas marginales rusas (neonazis, skinheads, monárquicos rusos, etc.). Luego, financiado por fuentes burguesas occidentales, viró gradualmente hacia la oposición liberal al Kremlin, enfocándose en realizar propuestas anticorrupción, sin cortar del todo los lazos de contacto que lo unían a los sectores conservadores.
No sembrar expectativas políticas en Navalni, no implica cerrar los ojos ante un hecho evidente: la intención del régimen es silenciar y aplastar a todos los que opinan distinto al poder. El caso Navalni es el más conocido en occidente, debido a que los líderes que se oponen a Putin le brindan una amplia cobertura. Pero no es el único. Hay activistas de izquierda, de los derechos humanos y sociales, del movimiento de los trabajadores, del feminismo y el ecologismo perseguidos y encarcelados por reclamar.
Los cómplices de Putin
La principal fuerza parlamentaria de izquierda en Rusia, el Partido Comunista de la Federación de Rusia posestalinista, dirigido por Gennady Zyuganov se ha incorporado al sistema de poder capitalista. Apenas camuflado, lo que queda del PC trabaja activamente a favor de la agresiva política exterior imperialista rusa, apoya al régimen de Putin e insta a las masas a abstenerse de participar en las manifestaciones, a las que tilda de «protestas liberales». Este posicionamiento entra en el área de influencia del “campismo”. Es la política que despliegan los partidos comunistas, la centroizquierda y los reformistas para empujar a la vanguardia y al movimiento de masas hacia el apoyo a los imperialismos ruso y chino, sosteniendo falsamente que son “progresivos” en comparación a los imperialismos yanqui y europeo. Parece mentira que puedan expresar tanto cinismo, luego de ver las intervenciones rusas en Siria, el apoyo a la dictadura de Lukashenko en Bielorrusia y la guerra en el Donbás, para apropiarse de parte del territorio de Ucrania. Desde la Liga Internacional Socialista rechazamos el campismo como una trampa para liquidar la movilización independiente del pueblo trabajador contra los explotadores y los opresores, se envuelvan en la bandera nacional que se envuelvan.
Apoyemos a los pueblos movilizados en el Este Europeo
Nosotros nos ubicamos junto al pueblo que se manifiesta y participamos de las movilizaciones con una política de independencia de clase. Contra los partidos comunistas y sus satélites, compartimos lo expresado nuestro camarada Rumati de la Liga Socialista de Ucrania cuando afirma que “En lugar de criticar a las masas por las protestas, los oportunistas de izquierda rusos deberían ayudar a las masas a aprender de su propia experiencia, que es de lo que se trata la conciencia de clase”. “(Rusia: protestas a granel y de izquierda”).
Exigimos la libertad de los presos políticos, el fin de la represión y la persecución. Nos pronunciamos por la formación de una Comisión Investigadora Independiente de la justicia rusa manipulada por Putin, que indague con transparencia y hasta las últimas consecuencias las violaciones a los derechos humanos y el intento de asesinato de Navalni. Los responsables materiales y políticos deben ser castigados.
A pesar de las limitaciones que impone la pandemia, el planeta está cruzado por grandes luchas y rebeliones. Más allá de sus propias características y ritmos, confluyen en dos tipos de reclamos que se unen en la exigencia de satisfacción de los derechos democráticos y sociales. Las luchas en el Este Europea están comenzando a sincronizar sus engranajes con las de otras regiones del mundo, por eso hay que apoyarlas. La unidad en la lucha de los pueblos ruso, bielorruso y ucraniano le puede dar un tremendo golpe a los explotadores y opresores. Por estos motivos, llamamos a realizar acciones solidarias frente a las embajadas o consulados de Rusia, por las libertades democráticas y los derechos sociales que los gobiernos explotadores y opresores del Este Europeo les niegan a sus pueblos. En este camino es necesario construir partidos revolucionarios, con la estrategia de derrotar al capitalismo, para que gobiernen los trabajadores y el pueblo en un sistema socialista. El verdadero socialismo es sinónimo de satisfacción de las necesidades más elementales de la clase trabajadora con las más amplias libertades democráticas para debatir y decidir sus propios destinos económicos y políticos, de la movilización y con el control social de la población sobre los actos de gobierno, de la lucha inclaudicable contra todo tipo de imperialismo, del internacionalismo solidario entre los pueblos que luchan. Es decir, el socialismo con democracia obrera no tiene nada que ver con el modelo burocrático, opresor y de privilegios para la élite en el poder que el stalinismo impuso represivamente en la ex URSS y en otros países del Este Europeo y de todo el mundo. Es la estrategia por la cual nos organizamos y luchamos quienes integramos la Liga Internacional Socialista.