La pandemia de Covid-19 ha infectado más de 112 millones de personas y causado la muerte de 2 millones y medio, según números oficiales. Se estima que los casos y muertes reales pueden ser varias veces más. La pandemia puso en evidencia que el sistema capitalista aún en los países más avanzados y ricos del mundo atravesaba una crisis de magnitud inusitada y que una de sus manifestaciones fueron años de desinversión y ajuste en salud, desde abandono de líneas de investigación que podrían haber adelantado conocimiento sobre el coronavirus, hasta falta de personal e infraestructura hospitalaria en sectores críticos. A su vez, la pandemia precipitó y agravó una profunda crisis económica y social que venía gestándose de antes y se perfila para ser la más importante en la historia del capitalismo mundial en todos sus siglos de existencia, con parálisis de economías, transportes, millones de trabajadores perdiendo sus trabajos, empresas fundidas y una recuperación que está lejos de avizorarse. Hay un nuevo salto en la desigualdad y un inédito aumento en la pobreza extrema a escala mundial. Cuánto más se alargue la pandemia, más sufriran los trabajadores y los pobres del mundo. El motivo por el cual la pandemia sigue desarrollándose con fuerza es que el sistema capitalista privilegia las ganancias por encima de la salud y la vida de millones, llegando al colmo de obstaculizar la vacunación masiva necesaria para detener la pandemia de Covid-19.
- Hace meses que hay en el mundo más de diez vacunas con grandes posibilidades de ser exitosas, y 4 o 5 de ellas ya cuentan con estudios clínicos que prueban su eficacia. Sin embargo el año nuevo no llegó con noticias de vacunaciones masivas y expeditivas, sino de nuevos rebrotes, nuevas cuarentenas y problemas, desigualdades y demoras imprevistas en la producción, distribución y aplicación de la vacuna.
- En primer lugar, los países más ricos han acaparado una parte importante de las vacunas. Estados Unidos y Reino Unido tienen compradas suficientes dosis para el doble o triple de su población, y Canadá lidera el ranking con suficientes dosis para vacunar a su población cinco veces. Según Oxfam, “todas las dosis de Moderna y 96 por ciento de las de Pfizer/BioNTech han sido adquiridas por países ricos”, y aunque Oxford/AstraZenca se ha comprometido a destinar 64 por ciento de sus dosis a países “en desarrollo”, la mayor parte de sus acuerdos se están firmando con países grandes como China e India. Salvo algunos pocos países que pudieron comprar pequeñas cantidades de la Sputnik V rusa u otras, el resto del mundo queda a la espera de repartirse el pool de vacunas del programa COVAX de la OMS, que podría demorar años en llegar a los países más pobres.
- Más allá de las desigualdades, toda la producción de vacunas solo alcanzaría a una pequeña proporción de la población mundial a lo largo de 2021. Según el Wall Street Journal, para fin de año sólo se alcanzaría a vacunar al 10% de la humanidad. Lo insólito es que sobra capacidad instalada para producir vacunas en masa para distribuir y aplicarlas rápidamente. Pero las farmacéuticas dueñas de las patentes de las mismas se reservan el “derecho” exclusivo de la producción y distribución de su producto para asegurarse la mayor ganancia posible, aunque no tienen la capacidad de proveer las vacunas necesarias en el tiempo adecuado.
- Varios de los países más ricos del mundo también están encontrando importantes dificultades. En las últimas semanas, de la mano de la lentitud con que va la producción de vacunas y por ende la imposibilidad de una vacunación masiva, acorde a las expectativas generadas, ha generado una crisis importantísima, sobre todo en la Unión Europea donde Alemania, el país rector y más rico de la misma, no puede explicarle a su pueblo la lentitud con la que se está vacunando, frente a una Inglaterra del Brexit con casi el 15% de su población vacunada. A tal punto que se citó a una cumbre urgente para tratar este tema en donde se llegó a hablar de la posibilidad de la expropiación de las patentes o la concesión obligatoria de licencias para las vacunas.
- Desde la Liga Internacional Socialista siempre hemos sostenido que la salud es un derecho inalienable, superior a cualquier ganancia privada. Por ello, para nosotros el conocimiento médico, sus avances, sus logros en cuanto a terapéutica, prevención o métodos de diagnóstico, deben ser propiedad intelectual de la humanidad y no pueden estar protegidos por ninguna patente ni ningún otro mecanismo que le asegure a ningún sector ganancias extraordinarias y exclusividad de producción. Y decimos esto para todo tipo de enfermedades desde el cáncer hasta el sida, desde la Malaria hasta las enfermedades cardiovasculares y ahora el COVID. Estamos en contra del aprovechamiento de la salud y la enfermedad como un negocio capitalista.
- El caso de la pandemia por Coronavirus, la eliminación de todo tipo de patentes y resguardos de ganancias están de sobra justificados. En primer lugar, por la magnitud y envergadura de esta pandemia que pone en riesgo la salud, la vida y la subsistencia económica de miles de millones de personas a nivel mundial. En segundo lugar, porque es falso que las empresas hayan arriesgado capital e invertido años de investigación, como aluden, para asegurarse exclusividad. Es conocido por todos que fueron los Estados quienes aportaron por adelantado el dinero para su desarrollo, y las universidades públicas las que aportaron los conocimientos.
- La retención de patentes de vacunas en medio de una pandemia mundial que está matando a millones de personas, a tal punto que un proceso de vacunación que se podría resolver en meses se puede llegar a estirar durante años, revela la peor cara del sistema capitalista. Por eso no sólo estamos a favor de la anulación de las patentes, sino que vamos más allá y decimos que hay que levantar de inmediato todas las restricciones al acceso al conocimiento médico con respecto a la prevención (vacunas), y tratamiento (sean curativos o de sostén) conformando una gran base de datos colaborativa a nivel mundial de los avances, conocimientos y experiencia para acelerar la cura del Covid-19.
- Junto a esto exigimos una reconversión productiva mundial que garantice la producción y distribución a todos los países del mundo de los elementos de protección necesarios para la atención de pacientes. Sostenemos que es necesaria la unificación y estatización bajo control de trabajadores y usuarios de todos los subsistemas de salud existentes para garantizar la atención igualitaria de enfermos. Solo con medidas de este tipo se podrá controlar y seguramente poner fin a esta pandemia. No existe justificación fundada en la ganancia del capital que pueda anteponerse al derecho a la salud de la población mundial.
- Así como continuamos nuestra campaña por la creación de sistemas estatales únicos de salud pública, se impone hoy lanzar una campaña mundial por la anulación inmediata de las patentes de vacunas de Covid-19 y la producción pública, distribución y aplicación de las vacunas en todo el mundo.
21 de ferbero de 2021