Po Vicente Gaynor
Miles de personas se sumaron a la Marcha por la Liberación del Pueblo Saharaui que culminó en Madrid el 19 de junio. La manifestación se dio en el marco de la ofensiva que ha emprendido Marruecos contra el pueblo saharaui en el último período.
El Sahara Occidental fue la última colonia europea en África. España la abandonó recién en 1975, pero lo hizo en acuerdo con Marruecos y Mauritania, que inmediatamente ocuparon el país militarmente. Pero el pueblo saharaui, que ya venía luchando contra el colonialismo español, se levantó en armas contra los nuevos invasores.
En 1976 el Frente Polisario que se había fundado dos años antes en la lucha contra España, proclamó la República Árabe Saharaui Democrática. Sus fuerzas derrotaron a los invasores mauritanos en 1979, pero la guerra contra Marruecos continuaría hasta 1991, cuando se firmó un alto al fuego mediado por la ONU. El acuerdo fue aceptado en base a la promesa de organizar un referéndum de autodeterminación que nunca se realizó.
La ocupación marroquí del Sahara Occidental es brutal. Desde 1981 el muro de la vergüenza de 2500 km que levantó Marruecos separa el Sahara ocupado del resto del país. El medio millón de saharauis que viven en el territorio ocupado sufren una sanguinaria dictadura que reprime, tortura y asesina con impunidad. Otros cien mil saharauis viven en campos de refugiados bajo condiciones infrahumanas en el desierto argelino. Y miles viven en el exilio en el extranjero, muchos de ellos en España.
Desde su base en Argelia, el Polisario gobierna el territorio no ocupado al este del país y una estrecha salida al mar, pegada a la frontera con Mauritania, donde se encuentra el paso de Guerguerat.
La República Árabe Saharaui Democrática ha logrado el reconocimiento de 80 países y la Unión Africana, pero la ocupación marroquí descansa en sus acuerdos y negocios con España y la Unión Europea para consolidar su ocupación y saqueo del Sahara Occidental.
Marruecos es el tercer exportador mundial de fosfato, sólo detrás de Estados Unidos y China. El mineral lo extrae de minas en el Sahara ocupado, e importantes empresas europeas como la Simens proveen energía y operan esas minas. A su vez, Marruecos es uno de los principales socios de las pesqueras españolas, pero más del 80% del pescado marroquí que importa España viene de aguas saharauis.
Sin embargo, este status quo comenzó a tambalear. La primavera árabe y la ola de rebeliones que conmueven el mundo desde 2019, en particular la que estalló en Argelia, radicalizaron a una nueva generación de jóvenes saharauis. Esta vanguardia provocó un cambio en la política del Polisario, abandonando la fracasada confianza en las negociaciones de la ONU, e inició una nueva ofensiva contra la ocupación.
En octubre del año pasado, esta juventud encabezo una movilización contra la persistente violación marroquí de los términos del cese al fuego de 1991 al exportar bienes saquados por el paso saharaui de El Guerguerat, y estableció un bloqueo del paso. En noviembre el ejército marroquí reprimió a los manifestantes, llevando al Frente Polisario a dar por roto el cese al fuego y declararse en estado de guerra contra el Reino de Marruecos y sus fuerzas de ocupación.
Ante el nuevo levantamiento saharaui, Marruecos comenzó una nueva contraofensiva para intentar reafirmar su ocupación colonial. En diciembre logró que el entonces presidente de Estados Unidos Donald Trump reconociera la “soberanía” marroquí del Sahara Occidental. A cambio, Marruecos estableció relaciones diplomáticas plenas con Israel, convirtiéndose en el cuarto país árabe en hacerlo. No se puede negar cierta ironía en el mutuo reconocimiento de las dos fuerzas coloniales, que mantienen a dos pueblos brutalmente oprimidos en similares condiciones.
Marruecos esperaba que el reconocimiento de Estados Unidos tuviera un efecto dominó, en particular en Europa. Pero los gobiernos europeos han preferido mantener la complicidad silenciosa que les ha permitido todos estos años hacer negocios y lucrar con la ocupación marroquí del Sahara sin comprometerse políticamente con la permanente violación a las resoluciones de la ONU.
La necesidad de Marruecos de fortalecer su ocupación ante el ascenso saharaui ha llevado a crecientes roces con España y otros países europeos. En marzo Marruecos suspendió relaciones diplomáticas con Alemania por “malentendidos profundos” en “cuestiones fundamentales”, ya que la delegación alemana en la ONU había opinado que el reconocimiento de EEUU a la soberanía marroquí sobre el Sahara era ilegal y debía ser resuelto dentro de los marcos establecidos por la ONU.
El 18 de mayo, en respuesta a la internación por Covid-19 del secretario general del Frente Polisario Brahim Gali en un hospital de España, Marruecos liberó sus controles fronterizos con el enclave español de Ceuta. Unos 5000 inmigrantes cruzaron intentando ingresar a Europa, generando una crisis política en el gobierno español.
El trasfondo de estos roces es la precariedad de los acuerdos económicos de la UE y Marruecos, que se ven amenazados por el ascenso saharaui. En 2016 y 2018 el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictó sentencias que, tras dejar sentado que el Sahara Occidental no forma parte de Marruecos, determinaron que los acuerdos de la UE y Marruecos no pueden aplicarse al Sahara Occidental.
Por presión de Marruecos, conveniencia económica de los países europeos, y complicidad de la propia ONU, el Consejo de la UE firmó nuevos acuerdos con Marruecos en materia pesquera y respecto a la importación de productos agrícolas y pesqueros, que incluyeron explícitamente al Sahara Occidental. El Frente Polisario ha presentado una demanda contra el Consejo que el Tribunal de la UE está evaluando y se espera que dictaminará reafirmando sus sentencias anteriores en contra de los nuevos acuerdos.
La multitudinaria Marcha por la Libertad del Pueblo Saharaui que recorrió el territorio español desde Cádiz a Madrid durante semanas y colmó la Puerta de Sol el 19 de junio se dio en este contexto, y reivindica la certeza de la ofensiva que ha encarado el pueblo saharaui en los últimos meses con su juventud a la cabeza.
Durante largos años, el mundo ignoró la terrible ocupación marroquí del Sahara y su sufrimiento de su pueblo, Marruecos pudo saquear los recursos saharauis, Europa pudo lucrar de ellos y la ONU pudo hacer la vista gorda. Desde que el pueblo saharaui se plantó en El Guerguerat y declaró la guerra nuevamente a la ocupación colonial, nada de eso es tan fácil.
La heroica lucha del pueblo saharaui por su autodeterminación salió de las sombras e irrumpió en la escena mundial. Es tarea indispensable para todo revolucionario rodearla de solidaridad y brindarle todo el apoyo internacionalista para que triunfe.
Desde la Liga Internacional Socialista venimos impulsando una campaña internacional de solidaridad con esta lucha y este ascenso desde sus comienzos. Hoy redoblamos nuestro compromiso a sostener una campaña permanente contra la ocupación de Marruecos, por la independencia del Sahara Occidental, su reconocimiento como país soberano por los gobiernos del mundo y por la autodeterminación de su pueblo.