1° Congreso de la LIS: La economía capitalista mundial después de casi 2 años de pandemia

Compartimos el documento de análisis económico aprobado por el 1° Congreso de la Liga Internacional Socialista

La economía capitalista mundial después de casi 2 años de pandemia

Para analizar la “foto” de la economía mundial y su posible dinámica, creemos que es fundamental tomar en cuenta los siguientes puntos de referencias:

  1. El desarrollo pre-pandémico de la economía capitalista planetaria, tendencias y previsiones sin COVID
  2. El impacto de la pandemia a escala mundial y sus desigualdades por región, aunque tomando la economía-mundo como totalidad de análisis
  3. La tasa de ganancia a escala global, caída tendencial y contrarrestantes
  4. Los puntos ciegos del “rebote” económico
  5. Evergrande y los límites del “milagro” chino
  6. La agenda de la gran burguesía mundial
  7. Perspectivas y ejes de un programa económico de emergencia y transicional de la LIS.
  8. Nuestras tareas

El punto de partida de la pre-pandemia: el futuro ya era muy incierto.

Todos los informes de los organismos multilaterales y de las consultoras privadas en 2019, ya anticipaban un período oscuro para la economía mundial. De hecho, en la Conferencia Mundial de la LIS (Barcelona, mayo de 2019), discutimos en esos términos:

  • El FMI y el Banco Mundial decían que el panorama era incierto y los indicadores malos. Durante el 2019 ajustaron las previsiones de crecimiento del PBI 2020-2021 en 3 oportunidades a la baja.
  • Las consultoras privadas, arrancando por el JP Morgan, planteaban como consejo a sus clientes –bancos, corporaciones- que el panorama era de “preocupante desaceleración sincronizada”. Es decir: aconsejaban replegarse, no arriesgar, y sugerían una orientación conservadora para las inversiones porque el deterioro general de la situación aparecía “global”, no localizado en una región. El último informe del FMI del 2019, reconocía “desaceleración en el 70 %” de la economía – mundo”.
  • Un dato clave, que marcábamos era el volumen de las deudas corporativas o empresariales: las empresas se endeudaron para especular o financiar proyectos –más lo primero que lo segundo- y mientras las tasas de interés no subieran y no cayeran más las ventas y ganancias, podían afrontar pagos y no defaultear. Pero, con esas tensiones cargadas atravesaron la pandemia.
  • En definitiva, identificábamos una espiral de retroalimentación de las condiciones de una nueva crisis: baja rentabilidad que desalentaba la inversión productiva, y por lo tanto profundizaba su declive; y así prolongaba un ciclo de depresión económica general.

Nuestra primera conclusión como considerando político es que la economía capitalista nunca se recuperó de la crisis del 2008, que tomada de conjunto se llega a la pandemia en condiciones de una década de depresión mundial, con una débil recuperación en epicentros económicos imperialistas como EEUU, China y el Sudeste asiático, pero con estancamiento en Europa y las economías periféricas. Por lo tanto, la pandemia de COVID amplificó y profundizó esas tendencias hasta límites explosivos. Esta afirmación basada en abundante información empírica, combate la tesis de que el COVID vino a interrumpir un ciclo virtuoso y expansivo del capitalismo. Es directamente falso: nunca en el período 2009-2019 la economía mundial recuperó la tasa de rentabilidad previa al 2008, y esa realidad profundizó la tendencia al crecimiento del capital especulativo ya que no encuentra valorización suficiente en el ámbito de producción. Este fenómeno, denominado “capital ficticio” por Marx, fue el emergente de las últimas 4 crisis capitalistas mundiales. Es la demostración de la naturaleza actual del sistema y su debilidad más aguda: de cada crisis sale expandiendo capital especulativo, que prepara y anticipa nuevas y más potentes crisis. El carácter recurrente de las mismas se confirma como ley general de esta época imperialista.

Las cicatrices de la pandemia

Un primer comentario es que la pandemia, con toda su naturaleza monstruosamente capitalista, puso en evidencia elementos de la barbarie más contundente:

  • El origen fundado en la manera de producir de esta propagación viral, pronosticado por científicos e investigadores desde hace por lo menos 10 años, obedece a la matriz ecocida de producción que altera violentamente ecosistemas y pone a la humanidad en contactos con virus para los cuales no está inmunizada. Esa matriz (lo vamos a ver al final), se refuerza en la agenda del gran capital, no se revisa.
  • La guerra de secretismo capitalista de los grandes laboratorios y farmacéuticas que demoró casi un año en ofrecer vacunas, además del saldo de millones de fallecidos, paralizó virtualmente la economía y produjo un daño profundísimo. El debate en torno a la mercantilización de la ciencia y el conocimiento, a partir de las patentes, reveló otra barbaridad del sistema. Además, su distribución imperialista y su acaparamiento, completa el cuadro siniestro.

En términos, estrictamente económico-estadísticos, la pandemia de COVID eliminó todas las previsiones anteriores. Si repasamos el 2020, la economía capitalista mundial ha registrado la depresión más grande y más amplia de su historia, con cerca del 95% de las economías sufriendo una contracción en la producción nacional, la inversión, el empleo y el comercio. Muy pocos países pudieron evitar una recesión en 2020, específicamente, China, Vietnam, Taiwán, y eso es todo.

De alguna manera, a partir, desde ese “abismo” la mayoría de los países se van a terminar recuperando algo por el efecto rebote. Los PBI reales crecen este año, las tasas de desocupación bajan un poco y el gasto en consumo se recupera un poco. Eso en parte sólo son estadísticas y apariencia. Sin embargo, si una economía cae un 10 % de, digamos 100 a 90 en un año, y después se recupera a 95 en el próximo año, eso es un aumento del 5,5 %. Pero, por supuesto, la economía todavía está un 5 % por debajo del nivel anterior a la caída de 100. Además, si la economía no hubiera entrado en una recesión, podría haber aumentado, digamos, otro 2-3 % en un año, por lo que incluso después de la recuperación esa economía podría estar entre un 6 y un 7 % por debajo de la tendencia. Esto es lo que puede terminar sucediendo en la mayoría de las economías en 2021. Pero, la crisis por la pandemia deja enormes pérdidas de producción, recursos, ingresos y puestos de trabajo, muchos de los cuales se han ido para siempre. 

A nivel mundial, la recesión profundizó la pobreza extrema, las hambrunas y todos los fenómenos de la crisis humanitaria por las migraciones forzadas se refuerzan. Estos dos años han sido un enorme desastre. Los economistas de JP Morgan han intentado medir el aumento de la pobreza utilizando datos de encuestas de consumo e ingresos de los hogares de la base de datos PovcalNet del Banco Mundial. El parámetro que toman para ubicar en el rango de “pobreza” a una persona es que su nivel de ingresos sea menor a los 2 dólares diarios. Antes de la pandemia, de los 6500 millones de habitantes, el BM consideraba que 3000 millones tenían ingresos medios, 3000 millones situación vulnerable de los cuales 1000 millones estaba en situación de indigencia.

La pandemia arrojó a casi 200 millones de personas más, no en zonas rurales, sino urbanas, en la pobreza. La situación varía de país en país, con las peores performances en Argentina, Perú y la India.

Entonces: aunque el 2021 termine con cierto efecto “rebote” en las principales economías capitalistas, aunque con un panorama muy distinto en los llamados emergentes y en el Sur Global, incluso esa recuperación no va a tener forma de V, lo que significaría un retorno a los niveles anteriores de producción nacional, empleo e inversión pre-pandémicos (con su “década perdida” de depresión mundial). De hecho, la mayoría de las previsiones del FMI, el Banco Mundial y la OCDE no esperan que las principales economías vuelvan a los niveles anteriores a COVID antes de fines de 2022 y muchas nunca alcanzarán el crecimiento de la tendencia anterior (que ya era escuálida). Más todavía: hay tres conjuntos de razones principales, para fundamentar que la tendencia de repunte no llega a los niveles previos al COVID:

 1) El impacto del COVID deja “cicatrices permanentes” para la mayoría de las economías capitalistas. Durante la paralización de 2020, muchas empresas, especialmente las más pequeñas del sector de los servicios, no van a retomar a los trabajadores que despidieron. Destrucción de fuerzas productivas.

2) Hay un salto en las deudas corporativas. Esto afectará la capacidad de muchas empresas (y no sólo las pequeñas) para retomar algún grado de inversión. Economistas marxistas hablan del auge de las “empresas zombis” en las principales economías, para referirse a empresas de existencia cuasi artificial, sobre-endeudadas. Con las tasas de interés reducidas hasta el nivel de inflación y por debajo por las enormes inyecciones de dinero de crédito por parte de los principales bancos centrales, y con los programas de crédito garantizados por los gobiernos, las empresas han aumentado drásticamente sus niveles de deuda durante los confinamientos de la pandemia de COVID. Las grandes empresas han acaparado el dinero o lo han invertido en la compra de sus propias acciones o en activos financieros, con fines especulativos. Como resultado, los mercados bursátiles de muchos países se han disparado a máximos históricos. Sin embargo, muchas empresas más pequeñas han tenido que usar el endeudamiento adicional para sobrevivir. Los costos del mantenimiento de su deuda se han desplomado, pero la cantidad de deuda se ha disparado. Este es un eslabón débil de la economía mundial: la insolvencia.

3) Finalmente, la tercera razón para no esperar una recuperación que ponga el capitalismo global en crecimiento sostenido, es que la rentabilidad media del capital en las principales economías se encuentra en los mínimos de la segunda posguerra, muy agravados por la caída de la pandemia.

Esta variable en particular la retomamos en el siguiente tramo. Pero, entonces, repasando:

  • Desocupación y pobreza estructural
  • Sobre-endeudamiento
  • Caída de la inversión por baja rentabilidad.

Este saldo económico de la pandemia, que amplificó lo que ya era un desarrollo previo, condiciona todo lo que se viene.

Es la tasa de ganancia, estúpido

Para los economistas del sistema, las ganancias como parámetro no tienen importancia en el análisis. Más todavía: entre los keynesianos de izquierda, las ganancias apenas aparecen. Para ellos las categorías decisivas son “demanda”, “especulación” o “financiarización”. Inclusive, en el campo del marxismo, hay debates: si son la súper-producción o el sub-consumo las claves de las crisis, u otras variantes. Todos esos factores, juegan un papel importante, pero la ganancia es la categoría clave para comprender el proceso capitalista de producción y acumulación. Y es importante en relación con las inversiones de una empresa: la tasa de ganancia es la clave para comprender hasta qué punto una economía goza de “buena salud”, aunque sea temporal.  Y el dato empírico incontestable es que la rentabilidad media a escala global ha tendido a caer durante los últimos 50 años, no de forma lineal sino con vaivenes, pero a la baja. Y en esto, las enormes ganancias de empresas tecnológicas como Amazon, Apple o Google no pueden encubrir el problema de la rentabilidad en toda la economía capitalista. Hay muchas empresas no rentables y, para la mayoría, la tasa de rentabilidad cae abruptamente con la pandemia, después de venir cayendo antes del COVID. Y este factor, condiciona directamente la inversión y es el aspecto crucial del enfoque crítico que el marxismo revolucionario puede aportar al análisis de la economía mundial.

Existen factores que contrarrestan esta ley, claro: el aumento de la plusvalía, por supuesto y la tasa de explotación de la fuerza laboral que compensa el aumento de la composición orgánica del capital. Eso, existe y se resuelve en el terreno concreto de la lucha de clases y la disputa política: si la burguesía logra o no imponer su agenda precarizadora, de supresión de derechos sociales y ajuste o no al movimiento obrero y de masas. Pero, que la ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia es el factor dominante, en nuestra opinión, está fuera de toda duda.

Salvo los años dorados del capitalismo posterior a la Segunda Guerra Mundial (conocidos como el “Boom”) que fueron una excepción, al menos para las economías avanzadas, con altas tasas de empleo, aumento del nivel de vida, altas ganancias y expansión del comercio. Si uno toma, la historia completa y medible del capitalismo, el caso más próximo a esa excepción podría ser es la década de 1890 a 1910. Frente a esto, la pregunta sería: ¿por qué no duraron estas fases de prosperidad?

En realidad, ni los economistas “ortodoxos” ni la mayoría de las teorías de izquierda por fuera del marxismo revolucionario, tienen una respuesta a este interrogante. Hay quienes dicen que la fase posterior a la Segunda Guerra Mundial terminó porque se abandonaron las políticas keynesianas, porque los gobiernos dejaron de gastar suficiente dinero y dejaron de administrar la economía.  A renglón seguido, nos volvemos a preguntar: ¿por qué se abandonaron? La respuesta está en la rentabilidad decreciente de los grandes capitales. Eso derivó en el experimento neoliberal de la década de 1970 tendiente a aumentar la tasa de explotación, la plusvalía y el saqueo imperialista con las deudas externas como mecanismo de expoliación. Esto, hablando en términos estrictamente económicos.

Este factor es clave, porque anima un circuito de crisis recurrentes:

  • La tasa de ganancia cae, por lo tanto, la inversión productiva también.
  • Crece la especulación financiera y lo que Marx denominaba “capital ficticio”: las burbujas amenazan estallar. En 2008 fueron las “subprime”, recientemente la crisis de Evergrande en China, exhibió la misma dinámica allí.
  • Para recuperar rentabilidad sostenida en el tiempo, los niveles de explotación laboral y saqueo de la naturaleza que se necesitan a escala global, suponen pensar una derrota histórica del movimiento de masas y la barbarie.

En síntesis: la tasa de ganancia describe un ciclo descendente desde por lo menos principios de la década del 60 del siglo pasado. La perspectiva es a seguir cayendo, ya que los factores contrarrestantes no aparecen con gran vitalidad para operar.

Tres puntos ciegos de la economía capitalista actual

Si la caída tendencial de la rentabilidad es el factor central y estructural, que condiciona la economía capitalista, hoy en la “foto” de la coyuntura podemos señalar tres variables más para tomar en cuenta como eslabones débiles:

  • Los niveles de deuda pública, corporativa y de las personas a escala planetaria.
  • El estancamiento y la inflación, combinados: la estanflación.
  • La crisis de productividad del trabajo.

La pandemia llevó a los gobiernos de todo el mundo a aplicar programas de rescate empresario, estímulo fiscal y en menor medida, subsidios sociales. En promedio, estas medidas sumaron un volumen de gasto al menos dos veces mayor que el estímulo fiscal y monetario y los paquetes de rescate de crisis de 2008-2009. Los niveles de deuda del sector público a escala mundial exceden todo lo alcanzado en los últimos 150 años, incluso después de las dos guerras mundiales. Este elemento que, con la reactivación de la economía de la vuelta a la normalidad relativa, está atado a varios factores:

  • Que la tasa de interés no se dispare y, por lo tanto, que haya una espiral de defaults.
  • Que los ingresos fiscales se recuperen y que se ajuste el gasto público: esto supone duros recortes sociales.

El factor “deuda”, es claramente, un eslabón débil y muy inestable de la economía. Y dialécticamente, conecta también con el segundo: estancamiento e inflación.

La caída de la tasa de ganancia, desalienta la inversión productiva. La reapertura de la actividad económica en la medida que –con muchas desigualdades- la vacunación progresa en todo el mundo, provoca lo que en economía se llama “shock” de demanda: hay más consumo. Sin embargo, la no-inversión productiva, limita la oferta de bienes y servicios, y ese factor presiona hacia el alza de precios. Esta combinación de débil inversión productiva que estanca la economía e inflación, a su vez, presiona al alza en la tasa de interés (los bancos, “empatan” así la rentabilidad) y encarece las deudas: cóctel explosivo.

Por último, hay un proceso que describíamos más arriba: el sistema en su lógica especulativa debido a la baja tasa de rentabilidad media, concentra capital en la especulación, no en la producción. Por lo tanto, aunque algunas ramas específicas de la producción se puedan desarrollar –la tecnología digital, 5 G u otras muy parciales- de conjunto la economía tiende a la desindustrialización y, además, refuerza una división internacional del trabajo que consolida para los países sub-desarrollados, su condición de proveedores de commodities.  El capitalismo en su origen, expandió las fuerzas productivas, e incentivó la productividad y el desarrollo industrial, contra el modo de producción feudal previo. Sin embargo, rápidamente en términos históricos, bloqueó el desarrollo de las fuerzas productivas y se transformó en un freno absoluto. Por lo tanto, el capital en lugar de invertir en tecnología e innovación, se desplaza al circuito de la especulación, acumulando contradicciones que preparan nuevas crisis.

Entonces: sobre el telón de fondo de la caída tendencial de la tasa de ganancia, se suman el volumen de las deudas públicas y empresarias (además de las personales); la estanflación como fenómeno y la crisis de productividad capitalista. El sistema muestra todas su contradicciones y límites.

Evergrande o el síntoma de los límites del “milagro chino”

Evergrande es el mayor desarrollador inmobiliario de China y el mundo. Hace pocas semanas no cumplió con el pago de intereses de un bono de $ 300.000 millones de dólares. Esta noticia provocó conmoción y caída en picada de acciones del sector inmobiliario. La intervención y salvataje temporal de la burocracia china, atemperó el impacto, pero dejó interrogantes planteados. De hecho, 21 desarrolladoras inmobiliarias más recibieron cobertura estatal. Con esa intervención, el sector de la propiedad privada inmobiliaria de China ahora está compuesto por empresas ‘zombis’ (endeudadas con el Estado) al igual que el 15-20% de las empresas de las principales economías capitalistas. Es decir: artificialmente sostenidas para evitar un contagio de crisis. El gobierno chino, se enfrenta a un dilema: si deja caer a Evergrande y otras compañías inmobiliarias, entonces es posible que no se construyan millones de viviendas para las personas y las pérdidas incurridas por los prestamistas y los inversionistas en estas compañías podrían tener un efecto en cascada en toda la economía. Por otro lado, si las autoridades rescatan a las empresas, entonces la especulación podría continuar, ya que el sector inmobiliario podría asumir que tienen el respaldo del gobierno para todos sus proyectos especulativos: el mismo cruce de caminos que el gobierno de EEUU en 2008 cuando los mercados inmobiliarios se hundieron. Pero más allá, de este escenario coyuntural, el verdadero problema es que en los últimos diez años (e incluso antes) la burocracia china ha permitido una expansión masiva de inversiones improductivas y especulativas por parte del sector capitalista de la economía. De hecho, el sector inmobiliario ya alcanzó más del 20% del PBI de China. Y dos conclusiones más:

  • Este crecimiento en el desarrollo inmobiliario especulativo y otras actividades improductivas en finanzas y medios de consumo ha estado impulsando la tasa de crecimiento anual oficial de China. Es decir: hubo un apalancamiento artificial e inconsistente, no-productivo del “milagro chino”.
  • En segundo lugar, ese apalancamiento engañoso, conecta con la ralentización del sector productivo de la industria, la manufactura, las comunicaciones de alta tecnología, etc. Todo por una razón básica: los límites del consumo mundial en fase de crisis a esa masa de bienes baratos producidos en basa a la explotación laboral brutal.

Por último, un elemento más a tomar en cuenta: el gobierno chino, discutió después de 2008, volcar parte de su producción al mercado interno, y para eso, fortalecerlo. Ahora bien: esa orientación es menos rentable, porque incluye fortalecer los salarios. De allí, la línea de expansión imperialista de China con los mega-proyectos de la Nueva Ruta de la Seda y otros que, a su vez, alimentan las tensiones geopolíticas con EEUU en una etapa de alta inestabilidad mundial y desorden. Además, claro, la perspectiva de expansión económica de China se da en una etapa de decadencia sistémica, lo hace provocando todo tipo de desastres socioambientales con mega-proyectos en distintas zonas del mundo, con lo cual, su dinámica es altamente incierta. Por supuesto, además, está el decisivo factor lucha de clases, de ese gigante que es la clase obrera china.

Por lo tanto: China como potencia capitalista, tiene límites estructurales a tomar en cuenta en su matriz de producción económica y cuestionamos los “cantos de sirena” del campismo que la presentan como una alternativa progresista de capitalismo en ascenso frente al imperialismo estadounidense.

La orientación de la burguesía imperialista

El cuadro general de la economía, está atravesado de todos los límites que fuimos marcando a lo largo de este informe. Pero, centralmente, la perspectiva de la burguesía dominante es categórica:

  • La agenda de las reformas laborales.
  • Reforma fiscal, para incentivar la producción.
  • Reforma previsional
  • Más depredación de la naturaleza
  • Saqueo imperialista a través de las deudas externas

En esto, el viejo Marx sigue clarificando una y otra vez, la forma en la que el capitalismo remonta sus crisis: reforzando la explotación de la fuerza de trabajo y de la naturaleza. Por eso, no es ninguna casualidad, que en momentos donde la ecuación de la ganancia, cae, aparezcan falsas ideologías transformadas en campañas que plantean de forma sofisticada la vieja tesis del “fin de la clase obrera”, que vendría a ser reemplazada por los procesos de robotización, automatización, inteligencia artificial e internet de las cosas. Sin embargo, esos cantos de sirena, no pueden contrarrestar datos duros de la economía, tales como que según la OIT hay 3.300 millones de trabajadores en el mundo: nunca fue tan gran el peso de la clase obrera cuantitativamente hablando. Por eso, su posición estratégica en la economía sigue siendo decisiva y por eso, la forma de salir del círculo de crisis capitalista consiste para la burguesía en recuperar tasa de rentabilidad en base a aumentar los niveles de explotación de la fuerza laboral como nunca, obtener más commodities y materias primas baratos y todo eso es posible, suprimiendo derechos laborales, precarizando y provocando más catástrofes ambientales. Todos sus voceros y usinas ideológicas, se dedican a explicar que hace falta “flexibilizar y modernizar” las rígidas leyes laborales de los países; alivianar carga fiscal sobre el empresariado para incentivar la inversión y a la vez, extender la edad jubilatoria, ya que los sistemas previsionales serían “insustentables”. Complementariamente, las deudas externas sobre los países periféricos suman un factor adicional de saqueo económico y de condicionamiento político en el sentido de la agenda que explicaba más arriba. Por eso, este programa económico, con matices, roces y tensiones, pero estratégicamente unifica a la gran burguesía y supone un plan de guerra contra las masas del mundo. De allí, el pronóstico político que reafirma la LIS a más polarización social y política como tendencia de la lucha de clases.

Nuestra agenda propia agenda programática

Una tarea fundamental en este contexto, es armar a fondo a los cuadros y militantes de nuestras organizaciones, con un conjunto de ejes programáticos en materia de economía que nos permitan luchar por nuestras posiciones socialistas y revolucionarias en la vanguardia y ganar a los mejores elementos para nuestros partidos y grupos, y agitar consignas correctas hacia franjas de masas en una perspectiva de polarización que va tender a amplificar el auditorio social a nuestras ideas. Dar nuestras respuestas transicionales, anticapitalistas y socialistas, que expliquen nuestro planteo económico alternativo para una salida independiente de los trabajadores y las masas pobres a la crisis sistémica, es de las tareas clave de esta etapa. Mencionamos algunas a modo de referencia:

  • En defensa del derecho social al trabajo, ocupación de toda empresa que cierre o despida. Control obrero, apertura de los libros contables. Abolición del secreto comercial. Expropiación y estatización sin indemnización, bajo gestión de sus trabajadores.
  • Para garantizar el pleno empleo, reparto de horas de trabajo, reducción de jornada laboral sin afectar el salario.
  • Contra la carestía, aumento general de salarios, equivalentes al costo real de vida e indexable a la inflación real.
  • Suspensión del pago de las deudas externas. En base a esos recursos, financiar planes de obra pública e infraestructura, especialmente, viviendas populares para reactivar la economía y garantizar el derecho social a la vivienda.
  • Reforma impositiva integral: eliminación de todos los impuestos al consumo popular y gravar de forma permanente y progresivo a las grandes fortunas corporativas (empresas, bancos, pooles de siembre) e individuales.
  • En defensa del sistema previsional solidario, de las jubilaciones y pensiones, no como “subsidio a la vejez”, sino como salario diferido, equivalente al 82 % móvil del mejor salario del obrero perteneciente a la misma actividad.
  • Para garantizar el acceso al consumo general de masas, control de precios, contra la remarcación y la especulación capitalista, a cargo de las organizaciones obreras y de consumidores, incluyendo sanciones expropiatorias.
  • Para garantizar los servicios públicos como derechos sociales, estatización de todas las empresas privatizadas de energía, transporte, telecomunicaciones, agua corriente y demás, sin indemnización, bajo control social de trabajadores y usuarios.
  • Aumento cualitativo del presupuesto estatal en educación y salud, en base a la captura de recursos de las fuentes mencionadas (suspensión de deudas, impuesto a los ricos) y eliminación de subsidios económicos a las iglesias y la medicina privada.
  • A favor de la investigación científica e innovación tecnológica a cargo del Estado, y su incorporación masiva al proceso productivo, no para reemplazar trabajadores, sino para alivianar la carga general y colectiva del trabajo socialmente necesario.
  • Para oponer a la anarquía capitalista de la producción, planificación democrática con directa intervención de la clase obrera en todo el circuito de la economía, incluyendo la distribución y comercialización general con proyección regional e internacional.