Por Alternativa Socialista/PSOL – LIS Brasil
El año 2021 fue particular en muchos aspectos: el apogeo de la crisis pandémica, gestionada por una pandilla de negacionistas; el aislamiento político del gobierno; el aumento del desempleo y el hambre; el retorno de las luchas en las calles contra los ataques del gobierno de Bolsonaro/Centrão. A pesar de la pandemia, las luchas mostraron una gran fortaleza, aislando y obligando al gobierno a reposicionarse para sobrevivir, pero también limitaciones y traiciones, conservando a Bolsonaro en el Planalto.
Desempleo, hambre y crisis crónica
Escenas desgarradoras de gente hambrienta buscando restos de comida en cajas o camiones de basura (la previsión para 2021 era de hasta 75 millones de personas en situación de extrema pobreza), venta de huesos en los supermercados y, para los que podían, el aumento del consumo de alimentos procesados y ultraprocesados. Las proteínas desaparecieron de los platos de la gente y lo que quedaba se redujo: el precio de la cesta básica de alimentos consume entre el 44 y el 65% del salario mínimo. Los brasileños se apretaron el cinturón mientras los usureros financieros obtenían miles de millones de beneficios: 23.000 millones en el tercer trimestre, un 32,3% más que en el mismo periodo de 2020 para los principales bancos. El salario mínimo fue pulverizado por la inflación, presionando el costo de la vida. El ajuste para 2022, 1.210,44 reales (10,04%), no sirve ni para el 2021.
Evidentemente, una parte del pueblo ya se ha dado cuenta de que el proyecto ultraliberal de reformas laborales, desde Temer, y de la seguridad social y privatizaciones a cambio de la mejora de la vida no es más que una gran mentira. La desocupación, que la burguesía esconde en un porcentaje fantasioso entre el 12-14%, sin contar con los desocupados (6 millones) y la cantidad real, visible en las calles, confirma cada día cuánto ha empeorado la vida. No hay trabajos em blanco y los empleos precarios, en regímenes humillantes, se han convertido en la única forma de sobrevivir.
Además de la crisis económica, la crisis política también fue la tónica. Las principales reformas propagadas por el Gobierno tras la victoria de Lira (PP) en la Cámara de Diputados, en un acuerdo enturbiado por la corrupción, no avanzaron. La promesa de la Reforma Administrativa, que elimina la estabilidad de los funcionarios y externaliza los servicios del Estado, terminó el año archivada por la crisis y la campaña de los trabajadores de la administración pública. Al igual que la Reforma Administrativa, la Reforma Tributaria se retrasó hasta 2022 sin un calendario. La promesa en 2019 de un gobierno victorioso con los ataques que Temer no implementó, terminó en 2021 con Bolsonaro afiliado al PL y un gobierno chantajeado por el sector más venal del régimen, el Centrão político.
El conjunto de elementos destacados lleva a la conclusión de que el gobierno de Bolsonaro vive, como ya habíamos destacado en artículos anteriores, una crisis crónica. No a partir de 2021, con la reanudación de las luchas de vanguardia en las calles, sino desde mediados de 2019, con las manifestaciones contra los recortes en la educación superior y en defensa de la jubilación. Parte de la explicación sobre la elección de Bolsonaro en 2018, con una considerable base social, radica en el fenómeno de desilusión de sectores masivos con los gobiernos petistas serviles al capital. Pero esta base social que apoya a Bolsonaro entró en una dinámica de pérdida en los primeros meses.
La crisis crónica del gobierno de Bolsonaro es parte del proceso de deterioro del régimen desde 2013 con la entrada en escena de las Jornadas de Junio. No es posible entender el 2021, por ejemplo, sólo desde la perspectiva de las desastrosas decisiones de un solo sujeto, Bolsonaro, aunque haya profundizado considerablemente la fricción entre las instituciones del régimen de 1988, sino desde la crisis de legitimidad con las instituciones dominantes y la disputa, rompiendo el pacto, entre ellas por la dirección política del país. El pacto acordado en 1984-88, marcado por la transición burguesa-militar, se interrumpió. La gran pregunta es si se reanudará o se olvidará definitivamente.
El año de las luchas y las traiciones
En el primer semestre, la pandemia de Covid-19 alcanzó su punto álgido con miles de muertes, más de 600.000 en el acumulado, y cifras diarias que llegaron a superar las 4.000 vidas perdidas en el mes de abril. Con la instalación del CPI de Covid-19 en el Senado también en abril, el país siguió con asombro las denuncias de la tentativa de aplicación anticientífica de la inmunidad de rebaño por infección planeada por el «ministerio paralelo», fraudes en los contratos para la compra de vacunas, experimentos inhumanos de «tratamiento precoz» hechos por la empresa de «asistencia médica» Prevent Senior y Bolsonaro acusado de diez crímenes, apoyados por el Código Penal, la Ley de Responsabilidad y el Tratado de Roma – crímenes contra la humanidad, en las modalidades exterminio, persecución y otros actos inhumanos. Con una duración de seis meses, la CPI (comisión parlamentar de investigación) de Covid mostró los niveles de corrupción y crímenes contra los derechos humanos practicados por el gobierno de Bolsonaro, acusando, además del Presidente, a 76 personas y 2 empresas privadas.
A diferencia de lo que una parte de la izquierda ha caracterizado, la CPI no fue el principal factor de cambio de la situación y del aislamiento político del gobierno de Bolsonaro, sino las manifestaciones iniciadas el 29 de mayo (29M) por Fora Bolsonaro. Convocado inicialmente por Povo Na Rua, pero impulsado de forma autónoma, el regreso de las manifestaciones callejeras, incluso en uno de los momentos más críticos de la pandemia, mostró la voluntad de la amplia vanguardia de derrotar a Bolsonaro de una vez por todas. Con una presencia y voluntad sorprendentes, el 29M también estuvo marcado por una represión desproporcionada por parte de los PM de los gobiernos de la izquierda del orden, PSB/PCdoB en Pernambuco y PT/PDT en Ceará, por ejemplo, sirviendo de quinta columna bolsonarista. Incluso con la represión, las luchas crecieron con miles de personas en las principales calles de las capitales de São Paulo, Río de Janeiro, Brasilia, Pernambuco, otras capitales, ciudades medianas, pequeños pueblos y manifestaciones internacionales de solidaridad – en total, más de 200 ciudades.
Haciendo un balance de las manifestaciones (29M, 19J, 3J, 13J 24J, 11A, 7S, 2O, 23O, 20N), desde el pico hasta el reflujo, se nota la acción directa del PT/CUT/Campanha Fora Bolsonaro en domesticar los actos, alargando el periodo entre uno y otro, 19J a 24J es un ejemplo, e ignorando las fechas no convocadas directamente por CFB, el 13J garantizado por Povo Na Rua. A pesar de ello, hubo momentos en que la vanguardia rompió la barrera de las jerarquías burocráticas, el 3 de julio (3J), que el CFB se tragó entero. A partir de agosto-septiembre, los escépticos de la izquierda derrotista celebraron su «teoría» autocumplida. A pesar de la presión ejercida por Povo Na Rua, un espacio clasista necesario, el PT/CUT/CFB logró desmovilizarse por un lado y, por otro, el lanzamiento de la candidatura de Lula, protagonista de la traición política, para las elecciones de 2022, con enormes posibilidades de vencer a Bolsonaro, es parte de la canalización por la vía electoral.
Lamentablemente, el PSOL, dirigido por el bloque PSOL de Todas las Lutas/PTL (Primavera, Revolución Solidaria, Resistencia, Insurgencia, Subverta, etc. ), se ha comportado como un fiel felpudo del lulo-petismo, no denunciando la gravedad de la traición política, y prolongando así el sufrimiento de la clase obrera a manos de Bolsonaro/Centrão, no movilizándose por la reactivación de las luchas e ignorando importantes espacios de la izquierda clasista, como el Povo na Rua – construido por parte de la Oposición de Izquierda del PSOL, incluyéndonos como Movimiento de Izquierda Radical- a cambio del derecho a ser el último eslabón del frente amplio que Lula está construyendo con sectores burgueses para las elecciones de 2022.
PSOL: ¿bombero del régimen o alternativa?
No cabe duda de que, ante los ataques de un gobierno de ultraderecha, hoy un espectro de lo que fue, la tarea primordial es la completa unidad de acción en defensa de los mínimos derechos democráticos; pero esta tarea no puede subordinarse a la defensa del régimen burgués, considerando a la ultraderecha como uno de los brazos de la clase dominante, sino a la construcción de una alternativa a la crisis con la clase obrera y el pueblo pobre en el poder. La extrema derecha sólo puede ser enterrada de una vez por todas por la clase obrera organizada, no por atajos frenteamplistas.
El PSOL ha ignorado todas las señales y ha preferido, bajo la dirección del bloque PSOL de Todas as Lutas/PTL, ser el asesor de izquierda de la candidatura de Lula en 2022, un intento de acuerdo por arriba para empujar el Fora Bolsonaro en el calendario electoral. En el Congreso Nacional del PSOL más antidemocrático (Leer más), la Oposición de Izquierda defendió valientemente el nombre del compañero Glauber Braga para Presidente de la República. El PSOL, que nació como un intento de ser una alternativa de izquierda al PT, se está perdiendo en ser el último vagón del frente amplio, protagonizando escenas ridículas, como la petición vergonzosa de Lula sin Geraldo Alckmin (ex-PSDB), con «un Vice de izquierda», hecha por la Resistencia; o Juliano Medeiros, presidente del PSOL, afirmando que «el elemento Alckmin es un obstáculo, pero no necesariamente hará imposible esta construcción». El bloque del PTL ha tirado a la basura la independencia de clase.
La alternativa política a la extrema derecha es la unidad de las fuerzas sociales y políticas, en un frente con independencia de clase, anticapitalista y socialista. No es posible construir ninguna alternativa mínimamente clasista (frente, bloque o coalición) con el PT/Lula. Cualquier composición con el PT/Lula, parte umbilical del régimen de 1988, traerá consigo sectores y partidos burgueses. El PSOL debe apostar por un frente con los partidos y movimientos de clase e independientes.
El PSOL no se ubicará mejor por el atajo aparentemente más fácil siendo el último em llegar del frente amplio en las elecciones, o bombero del régimen en crisis, sino por la construcción del frente clasista, feminista y ecosocialista que exija y luche por la reactivación de las luchas por Fora Bolsonaro en las calles y denuncie las traiciones del PT/Lula/CUT. Nosotros, desde Alternativa Socialista, parte del Movimiento de Izquierda Radical y de la Oposición de Izquierda del PSOL, luchamos por ello. Acompañanos!